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La deuda es la grieta

Fuentes: Rebelión

En marzo de 2022 nos encontramos en un clima pospandémico y aun lamiéndonos las heridas, con una irracional guerra intercapitalista en Europa que pone todo el planeta al borde de la catástrofe nuclear, con un proceso de calentamiento global en marcha al que pocos prestan atención y localmente con un proceso de legitimación de una enorme deuda externa que nos arrodilla una vez más ante el FMI.

La deuda externa y el FMI son, desde la dictadura, los instrumentos de dominación y sometimiento principales que utiliza el poder económico internacional para determinar la política económica y por lo tanto el modelo de sociedad que se sostiene y construye en Argentina. Desde una Argentina donde la pobreza alcanzaba a menos del 15% de la población en 1974 con ocupación casi plena, llegamos a un país con más de 40% de pobres y donde el trabajo informal agobia a la mitad de los ocupados. Simultáneamente la desigualdad se fue acentuando y los más ricos que eran solo 8 veces más ricos que los pobres en aquel entonces, hoy son 32 veces más pudientes. La desigualdad se ha profundizado abriendo profundas grietas en nuestra sociedad.

La crisis de la deuda que pulverizó al gobierno de Alfonsín se saldó con el remate de las empresas públicas que habían sostenido un modelo de país con mercado interno, industria y cierto bienestar. El gobierno menemista en los 90` y su continuidad, la Alianza, terminó al acabar el “remate” generando una grave crisis social y política duramente cuestionada en el “Que se vayan todos” del 2001.

Ahora, en 2022, los argentinos nos encontramos nuevamente con gobiernos que endeudaron colosal y fraudulentamente al estado (gobierno de Macri), o que asumen como reales esas deudas que son una estafa, (gobierno de Fernández) y pretenden que la paguemos todos. Pero además que lo hagamos siguiendo la política que el FMI determina para nosotros.

Como ya no hay empresas públicas para rematar y solo quedan los bienes naturales de nuestro territorio, vienen por ellos. Profundizar el modelo extractivista va a terminar convirtiendo a todo el país en zona de sacrificio. Las praderas con agricultura tóxica, las montañas con megaminería, el sur con fracking, el mar con off shore, megagranjas porcinas y próximamente expropiarnos el agua.

El actual acuerdo con el Fondo nos obliga a disminuir los gastos para nuestro mercado interno achicando nuestra economía y a aumentar a como dé lugar las ventas al exterior para hacer una diferencia que sea destinada a pagar los créditos de Macri (ahora del Alberto) con los recursos generados así. Se consolida un modelo neocolonial donde sobra el 50% de la población o más y que nos condena al yugo del FMI por 20 años. El respeto de los derechos humanos en este contexto es de cumplimiento imposible y la marginación y la represión se profundizaran.

Claramente que hay otra salida, este camino ya lo conocemos y nos llevó a esta sociedad injusta que tenemos hoy. Debemos rechazar la deuda por ilegitima, denunciar al FMI por su complicidad, avanzar sobre los fugadores de divisas del gobierno anterior y del actual también (se evaporaron del Banco Central los 20 mil millones de dólares del balance positivo que hubo en 2020 y 2021), para impedir la fuga de divisas, reapropiarnos del control de nuestros bienes y cuidar a nuestra gente y no a los grupos económicos.

Quienes dicen que no hay salida y que solo podemos administrar el ajuste lo mejor posible, son las facciones políticas que se limitan a administrar el modelo con un posibilismo que es rendición cuando no complicidad explicita. A ellos solo los espera una próxima crisis del tipo: “Que se vayan todos”, es la política rendida ante el FMI. La deuda externa y el FMI nos pone de frente a la disyuntiva que recorre nuestra historia, ser patria o colonia, ser libres o sometidos, es la grieta verdadera. De un lado el país enclave colonial que provee insumos básicos a los países centrales, con una amplia mayoría de la población en la miseria y un sector de privilegiados ensoberbecidos en un clasismo fascista que se palpa e los discursos de los medios masivos de comunicación. Por el otro lado están los que debemos avanzar en un proyecto que nos incluya a todos los argentinos construyendo la alternativa a esta política donde se reproducen los desposeídos, desposeídos de trabajo, desposeído de educación, de salud, de ambiente sano y de futuro. Con el FMI no hay futuro.

Los ecologistas tenemos un programa político para esta época pospandémica de profunda injustica social y ambiental, resumida en el Pacto Eco-social del Sur (http://pactoecosocialdelsur.com/). Como una aporte a esta construcción Svampa y Viale proponen un Ingreso Ciudadano Universal; la necesidad de una Reforma Tributaria con sentido de justicia; la urgente Suspensión del pago de la deuda externa, su investigación y reclamar el cobro de la deuda ecológica del Norte con el Sur; la construcción de un Sistema Público de Cuidados (sanitarios, sociales y culturales) como responsabilidad del estado y de la sociedad; una transición energética en serio y más y mejor democracia y participación popular (https://www.revistaanfibia.com/green-new-deal/) .

El FMI ha sometido a su política a las principales facciones políticas del país y lo que están aprobando en estos días va exactamente en la dirección contraria a los intereses populares y solo traerá más sufrimientos para nuestro pueblo. Debemos resistir esta política y construir la unidad de los que buscan otro país sin FMI ni injusticia socioambiental.

Medardo Avila Vazquez. Coordinador de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados y Secretario General de APDH Córdoba

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.