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No seas tan cruel

Fuentes: Huella del Sur

Javier Milei se enorgulleció en público de su crueldad. Lo que pone en duda el sentido y eficacia de esa caracterización dirigida a su persona y a sus acciones. Sus instrumentos y objetivos van mucho más allá de las peculiaridades del liderazgo del actual presidente.

Desde que el actual gobierno asumió muchos de sus críticos le han atribuido con profusión el calificativo de “cruel”. Y se refirieron a la “crueldad” como una característica central de sus políticas.

Cuestiones de maldad

El reparo que nos surge es que lo que da forma y sentido a las decisiones de la administración en curso no es un rasgo psíquico ni una falla de carácter. El jefe de Estado y sus colaboradores llevan adelante un programa que tiene como objetivo central la ampliación de beneficios para el gran capital. Y el correlativo empobrecimiento en términos de ingresos, calidad de empleo y derechos para trabajadores y pobres.

No es una expresión de una malignidad intrínseca. Es un posicionamiento de clase y una identificación ideológica. Es la lógica de quien asimila a la noción de “justicia social” como un atentado contra la propiedad privada, teñido de un nocivo igualitarismo. Hace gala de su coherencia y sinceridad cuando asiste impasible a la ruina económica, política o anímica de quienes se interponen de algún modo en su camino

El presidente ha afirmado el último jueves, en un selecto acto en el Yacht Club de Puerto Madero y ante un auditorio de empresarios: Sí, soy cruel, kukas inmundos, soy cruel con ustedes, con los empleados públicos, con los estatistas”. Ataca así de frente los reparos éticos o estéticos de quienes denostan su “malignidad”.

Vuelve a su favor la crítica que se le hace. La justifica en tanto que orientada  a enemigos irreconciliables, a seres indignos de formar parte de la sociedad. Lo aplica a los empleados públicos, a quienes se jacta de desfinanciar y echar desde su primer día de gestión. También al enemigo ideológico, los “estatistas” que no comparten el culto al “libre mercado”. Y con mayor amplitud a los “kucas”.

La construcción de este último destinatario exhibe una transparente táctica electoral. Le conviene mostrarse implacable con ellos porque el discurso hacia las elecciones tendrá una de sus bases en la antinomia “kirchnerismo o libertad”.

Ese ataque frontal aspira a cautivar a ese electorado convencido de que sea lo que sea lo que hagan quienes hoy gobiernan, no podría ocurrir nada peor que el retorno del “kirchnerismo” al gobierno.

No escribimos peronismo porque si bien pueden contar aún viejos agravios provenientes del siglo pasado, hoy predomina un resentimiento más cercano.

Con un conglomerado de factores que va desde el descontrol de la inflación al incremento de los planes sociales y los cortes de calles. Y comprende en lugar destacado a la ira contra la hiperpublicitada corrupción del período 2003-2015.

¿Qué mejor que ser cruel contra quien ha traído un rosario interminable de males? ¿Por qué no saborear la venganza, incluso viendo al enemigo reducido a prisión? ¿Por qué aminorar esos goces con algún escrúpulo “republicano”?

Los metemos presos”

Sobre esto último fue claro el presidente, al vanagloriarse de que “los estamos metiendo presos”. Más allá de su habitual incuria por cualquier apariencia de división de poderes el mensaje es diáfano: “Estamos detrás del encarcelamiento de Cristina”.

Por más que la condena y la prisión domiciliaria haya sido obra de un entramado de poder político, económico y judicial que excede por lejos al actual gobierno, se coloca una cucarda que no merece, por razones de conveniencia.

A Milei y los integrantes de la Libertad Avanza no les interesa tener adversarios sino enemigos. Las enemistades las define en primer lugar cualquier conducta u opinión que se aparte de la adhesión más completa del programa en curso: Transferir recursos a los más ricos, desregular, abrir importaciones, privatizar, debilitar la capacidad de resistencia de trabajadoras y trabajadores, hacer explotar cualquier rastro de autonomía nacional.

Para hacer más eficaz el trazado del enemigo la administración actual quiere elevarse hasta el nivel de la divinidad. No del Dios que envía a Jesús como “salvador” sino del Jehová tonante del antiguo testamento, siempre propenso a barrer a los pecadores sembrando la muerte y el caos entre ellos.

Milei se siente cruel y vengativo como podían serlo “las fuerzas del cielo” con las que se identifica. Tal actitud está, le parece, a la altura de su magna misión.

Las fuerzas de la tierra

Para enfrentar a esas “fuerzas” que recurren a apelativos bíblicos mientras promueven  “oportunidades de negocios” bien concretas no sirven de mucho la indignación ni los señalamientos morales. Es una contraposición de unas fuerzas sociales contra otras. Lucha de clases, nada menos. No se la resuelve con el mero espanto.

El gobierno de La Libertad Avanza, expande su sustento en el gran capital hacia abajo. Tiene por ahora el consenso de quienes están convencidos  de que las ideas libertarias son una panacea para los principales problemas del país y parecen dispuestos a seguir creyéndolo.

Les suma a quienes no confían tanto en sus supuestas soluciones pero evalúan que, con PRO en vías de extinción, es la mejor carta para alejar un posible retorno de “los k”,

Hay un enorme territorio social que puede hallarse en disputa a partir de elevar la discusión sobre los resultados concretos de la política económica, social y cultural en curso.

Las embestidas contra las universidades, el hospital Garrahan, el INTA, el INTI, el conjunto de las acciones culturales del Estado nacional, ya enoja y conmueve a una parte importante de la sociedad argentina. Y ya se ha traducido en movilizaciones que pueden decaer por momentos pero al tiempo se retoman, como ocurre en el campo universitario.

La capacidad de resistencia y de contraofensiva podrá ampliarse también en la medida que se comprenda que no estamos ante “gente mala”,  o a un conjunto de “locos”, y “crueles”. Nos encontramos frente a la agresión concertada y consciente de una pequeña minoría rica contra las mayorías populares, aún en esa porción que puede hoy comprar dólares o viajar al exterior.

Ellos quieren jubilaciones pauperizadas, salarios depreciados, facilidades para que las empresas vigilen y sometan a los trabajadores. Amplias libertades para los ricos y severas restricciones para los pobres.

Más allá de sobreactuaciones y exabruptos, para Techint, Arcor o Mercado Libre, Milei es sin duda uno de los suyos. Lo sostendrán mientras puedan. Lo dejarán caer si se desata una situación crítica que exija recambio.

La movilización desde abajo no necesitará de ninguna “crueldad” gratuita. Si de toda la decisión para enfrentarse a la reconfiguración regresiva de la sociedad argentina. A la que habrá que combatir y contrarrestar así la dirijan “locos” o “cuerdos”, “crueles” o “compasivos”, “ultras” o “moderados”. Todas las fuerzas conservadoras coinciden en sus objetivos básicos, más allá de personalidades y estilos.

Es indispensable la lucidez acerca de quiénes son los enemigos de la gente de a pie. Y comprender la raíz integral del enfrentamiento. No hay conciliación posible, ni lecciones de moral que puedan servir. Sólo la fuerza de un pueblo consciente y movilizado será apta para derrotar el proyecto de los modernos esclavizadores en nombre de la libertad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.