«Desde nuestras páginas perseguiremos con tinta a bandoleros, farsantes, embusteros y demás fauna que anteponga sus intereses personales y los del Fondo Monetario Internacional a los del mundo mundial». «Estamos súper en contra de la gasolina. De la sin plomo 97, del gasóleo extra y del diesel Super Star. Allí donde esté Mongolia, habrá una […]
«Desde nuestras páginas perseguiremos con tinta a bandoleros, farsantes, embusteros y demás fauna que anteponga sus intereses personales y los del Fondo Monetario Internacional a los del mundo mundial». «Estamos súper en contra de la gasolina. De la sin plomo 97, del gasóleo extra y del diesel Super Star. Allí donde esté Mongolia, habrá una bicicleta; y allí donde haya una bicicleta, habrá dos ruedas»; «Exigimos que en las monárquicas tierras españolas se construyan parques soleados para que todos los niños del mundo puedan correr libremente y romper cosas sin importar si al dueño le molesta (total, no le pertenecen)». España se hunde, cada día es menos «standard» y más «poor».
Son un puñado de frases que resumen el ideario de la publicación satírica Mongolia, lanzada en marzo de 2012 por un equipo de seis personas: Gonzalo Boye (editor que también actúa como asesor jurídico), el periodista Pere Rusiñol (encargado de la sección «RealityNews»), Eduardo Bravo, Darío Adanti (historietista e ilustrador), Rapa Carballo (diseño) y Eduardo Galán. Poco a poco la revista se va ganando un espacio en el quiosco. El grupo promotor lleva a término presentaciones por diferentes ciudades del estado para darse a conocer.
¿Mongolia es un país? ¿Un nuevo lenguaje de programación informática? ¿Un postre checo? Gonzalo Bravo acciona el vídeo: «Han venido de otros mundos… Mariano, tú has sido creado con un solo objetivo, destruir España». En plena atmósfera galáctica se aparece Montoro («Empieza el cambio»). Y retorna la imagen de Rajoy en un montaje surreal y grotesco: «La reforma es necesaria y buena para España». A continuación, un Arias Navarro gagá, balbucea: «Españoles, España ha muerto». El paisaje sobreviene desolador y con aviso de ruina, pero la cosa no termina ahí. Queda aún la posibilidad de resistencia: el ejército mongol y su caudillo. Eso es la revista Mongolia, «en cada quiosco una trinchera».
Las presentaciones forman parte de la sátira. Un espectáculo corrosivo, una puesta en escena sardónica y muy ácida que rompe con los moldes de lo establecido. El acto del Fòrum de Debats de la Universitat de València se ha desarrollado junto al fotomontaje de una Rita Barberá (alcaldesa de Valencia) hosca y enfurruñada, medio vuelta para responder a alguien que le pide silencio: «Oiga, usted a mí no me manda callar…a cualquier cosa lo llaman foro de debate; aunque me pese, estamos en democracia y digo lo que quiero; y binguera lo será usted».
Eduardo Bravo y Darío Adanti recuerdan que proceden de la prensa escrita, son de los tantos afectados por un ERE. Allí se veían «cercados» por la represión que imponen anunciantes, propietarios y grupos de poder económico. «Nos hallábamos en situación de extrema necesidad; buscábamos trabajo; la idea era encontrar algo para cubrir nuestras necesidades y pasarlo bien», afirma Bravo. Las explicaciones se intercalan entre una sucesión de imágenes de vídeo. Aparece en la pantalla Mister Schumer (remoquete con el que el monarca Juan Carlos I telefoneaba a una armería de Londres (Boss & Co) preguntando por su amante, la princesa Corinna, según la revista «Vanity Fair»). «La justicia es igual para todos», afirma el rey. Darío Adanti pide un aplauso al público y le otorga a Juan Carlos de Borbón el premio a la poesía vanguardista 1978.
La última portada de la revista («¡Mong Hola!» inscrito en un rectángulo con fondo rojo, en alusión a la cabecera rosa) pone en la diana a Cristina de Borbón. Aparece la infanta presa con el rostro entre dos barrotes de la celda, a los que se aferra. «La infanta Cristina nos muestra la intimidad de su celda», reza el titular, al que se añaden unas declaraciones del personaje: «Lo mejor es que aquí no tengo que cuidar de los niños». Y el contexto: «Descubra las mejores prisiones de España gracias a nuestra Guía. Blesa, Díaz Ferrán o Bárcenas ya lo han hecho». Hay, también en la portada, un avance de la sección «ReallityNews» (información «seria» y contrastada que no aparece en otros medios): «Seísmo en la prensa: «La Vanguardia sigue las órdenes del rey mientras Rajoy baja el pulgar a El Mundo/El congreso de los hipotecados».
Les han preguntado en ocasiones por qué razón critican tanto a Cristina de Borbón, y no lo hacen del mismo modo con Urdangarín. Ironiza Darío Adanti: «Esto no es cierto, pero no es de cuna de oro y nos cae un poco bien. ¿De verdad te «chorizaste» todo esto?, ¡Ay pollo!». Definen España como un país moderno y que ha apostado por el I+D+i. Eduardo Bravo pone en marcha el vídeo: la peineta de Bárcenas; Dolores de Cospedal, de negro, arrimando el hombro para llevar al cristo en procesión; la secretaria general del PP explicando su relación con el extesorero del partido: «Una indemnización en diferido en forma efectivamente de simulación…de simulación o de lo que hubiera sido en diferido en partes…»; Rajoy dando turno de pregunta a dos periodistas, señalándolos, en rueda de prensa: «Uno y uno, y nos vamos…». La segunda cuestión es por el ingreso en prisión de Bárcenas. «A la segunda…ya tal». Y se queda el periodista sin respuesta. «Ha sido una buena idea pasarse al plasma», ironiza Bravo.
El PP y la corrupción. Según Darío Adanti, el único «contundente» ha sido el expresidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra. «Con esas gafas oscuras que le hacen parecerse a Eugenio». Otra vez el vídeo resulta devastador: «A mí Bárcenas me parece un sinvergüenza como la copa de un pino», dijo en su día Fabra, con el membrete al fondo de la Cámara de Comercio castellonense. La gran pregunta: ¿Hay futuro en la oposición? Aparece entonces un Pérez Rubalcaba malcarado con un dedo incrustado en el lateral de la boca, y un Llamazares bien aparente con la imagen edulcorada. «¿Qué os creíais? Les damos al PP y al PSOE, pero a los vuestros también».
Pausa para la publicidad. Productos de la tienda Mongolia. «Estamos mayores, ya tenemos una edad, y mientras los chavales hacen la revolución, hemos de vender revistas». Se presenta el catálogo. «Cospe Download», la peineta procesionaria de Dolores de Cospedal, con una batería que al agotarse resucita el tercer día. «¡Che, qué impresión!», exclama el argentino Darío Adanti. Un presunto narcotraficante en una lancha, junto a Núñez Feijóo «con una sospechosa mancha blanca en la espalda»; «pero nuestra teoría -advierte- no es la que ustedes están pensando». Plano rompedor. Eufóricos, borrachos de alegría y victoriosos hasta el delirio aparecen Francisco Camps y Rita Barberá (con la «V» del triunfo en las manos). Más rompedor aún. Ignacio González le agradece a Esperanza Aguirre «la oportunidad que me ha dado de crecer políticamente a su lado». Y gimotea el presidente de la Comunidad de Madrid, supuestamente emocionado, en la tribuna de oradores. La concurrencia ovaciona entonces a González. También aplaude Esperanza Aguirre, que se ríe ante la conmovedora escena.
En la revista satírica se reserva un hueco para noticias «reales» y que no cuentan otros medios. Se incluyen en la sección «RealityNews». ¿Era necesario este apartado? «No, pero ocurre que nuestro amigo Pere Rusiñol es periodista», responde Eduardo Bravo. Mongolia ha destapado los negocios de Ignacio González, esposa y familiares, que se esconden tras el proceso privatizador del Canal de Isabel II. «Para que vean ustedes: con el liberalismo, el que vale llega alto». La revista ha indagado asimismo en la figura de Juan Luis Cebrián, capitoste del grupo Prisa. Según Eduardo Bravo, «el capo de todos los capos, el adalid de la transición». «Cebrián ha dejado KO a El País. Mientras se devaluaban las acciones del medio y se aprobó un ERE con 149 despidos, Cebrián se embolsó 8,2 millones de euros en bonus y sueldos». «Pero faltamos a la verdad con esta información, y por eso le pedimos perdón al directivo de Prisa; finalmente, no fueron 8,2 sino 13,2 millones de euros».
Aznar sin camiseta, con los abdominales marcados y el tórax cincelado en el gimnasio. «A mí esto me pone un poco pendulón», se ríe Darío Adanti. Un experimento, siguiendo los principios de Mendel y la genética. «Juntas a este espécimen (por Aznar), con este otro: Ana Botella con vestido estampado y voluminoso moño; y de ambos nace José María Aznar Botella, hijo de ambos, un emprendedor que (foto con camisa y corbata) se incorpora como columnista al diario La Razón». La sección de «RealityNews» desveló que José María Aznar Botella forma parte de una compañía de «fondos buitre», que se dedica a obtener viviendas, a buen precio, de personas desahuciadas. («¡Ojo con estar en contra de la pena de muerte en todos los casos!», asevera Darío Adanti). El yerno de Aznar se dedica asimismo a los negocios de la Fórmula 1.
¿Qué personaje de la política española produce mayor grima al equipo de Mongolia? No lo dudan, Felipe González. «Acaba de montarse una fundación para estudiarse a sí mismo» (o sea, «lo grande que la tengo»). «El gran timador de la política moderna española», y uno de los habituales en las «puertas giratorias». Aunque no el único. En la dirección de Endesa figuran personajes como Aznar, Solbes, Elena Salgado o Miquel Roca. «Eso sí, dicen que pasar de la política a la alta empresa es legal», afirma Bravo.
Mongolia ha apostado por el formato papel en un momento en que proliferan -con una influencia cada vez mayor- los medios digitales. «Nosotros queremos pasarlo bien pero hemos de vivir», apuntan Bravo y Adanti. «Si el quiosquero vende nuestra publicación, nos llevamos una parte; eso sí lo sabemos hacer; somos muy del siglo XIX y XX». «Venimos del papel y es lo que conocemos», insisten. Se confiesan muy aficionados a las revistas de humor y satíricas: La Codorniz, El Papus, Por Favor, la estadounidense MAD, Hermano Lobo… ¿Por qué en España ha reinado casi en solitario «El Jueves», la gran referencia durante las últimas décadas? Según Darío Adanti, «nos creímos que Europa suponía adquirir un estatus burgués, todos con casa en propiedad y coche; en ese contexto no encajaba bien el elemento satírico; ciertamente, lo único positivo de la crisis es que ahora sabemos la verdad, qué se nos reserva al Sur de Europa. Lo anterior era Matrix. Ahora tiene sentido volver al satírico como conciencia crítica del quiosco».
La revista se elabora con una estructura mínima. Pese a tomar partido por el papel, cuenta con página Web y participa de modo activo en las redes sociales. Lo ilustran con una foto: un gran mono en torno a un computador portátil rodeado por sus atentos cachorros («nuestro Community Manager y sus becarios»). En Twitter se han visto envueltos en algunas polémicas acaloradas. Confiesan que Mongolia no cubrió en directo, por esta red social, la declaración en el juzgado de Palma de Mallorca de Cristina de Borbón, aunque fingieron que hacían tal cosa y hubo medios que «picaron». «Retwitteaban» estos medios supuestas afirmaciones del juez o de la acusación, que no eran -en algunos casos- sino rutinarios protocolos judiciales, y que el grupo de Mongolia lanzaba a las redes sociales. Otras veces, propalaban «tweets» como éste: «Miquel Roca le guiña el ojo al fiscal» o «Hemos perdido la conexión». La sorpresa llegó cuando en un programa de la ultraconservadora 13 TV visionaron al periodista Hermann Tertsch y a la abogada Montse Súarez, ambos tertulianos, criticar el escaso crédito del procedimiento judicial con el siguiente argumento: Mongolia ha realizado transcripciones en tiempo real e incluso avisaba a sus seguidores cuando se interrumpía la conexión.
Vivir para ver. «La prueba irrefutable de que habíamos estado allí en la sala, cubriendo la declaración». En la misma tertulia Hermann Tertsch se atrevió a caracterizar a la revista: «una publicación de un exetarra (por Gonzalo Boye), uno de los chilenos secuestradores de Emiliano Revilla; pues ese medio se hallaba en la sala». Eduardo Bravo le responde en el Fòrum de Debats de la Universitat de València: «Es el periodista español al que mejor le sientan las rayas (de la camisa)». La otra gran bronca sucedió con motivo de la presentación de la revista en Sevilla. Se les ocurrió anunciar el compromiso con una imagen de la virgen de la Macarena (con lágrimas en el rostro), acompañada de la leyenda «Ay, decidme ustedes si no es para llorar». En una ciudad tan devota como la capital hispalense, se armó la de dios es cristo. Empezando por un comentario en las redes sociales del alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido (PP), cuyo nombre apareció en los «papeles» de Bárcenas: «¿Hay necesidad de ofender los sentimientos de los sevillanos?».
Siguieron amenazas de muerte y comentarios en twitter del siguiente estilo: «Deberíamos haber acabado con todos ustedes en el 36» o «Pero seréis hijos de puta, cachondeaos de vuestra puta madre». De los vituperios e imprecaciones vertidos en la red destacan éste: «Para mí la imagen de la Macarena es como si fuera la imagen de mi madre, así que agradecería a los pocas luces de Mongolia que (con todos mis respetos a los síndromes de Down) pongan fotos del aparato genital (en fino) de sus respectivas madres y dejen a la mía tranquila. Estos personajes demuestran tener menos luces que un mono patín». Se acerca el final de la presentación y quieren recomendar el lugar adecuado para la lectura de la revista. Vídeo. Un retrete, con un rollo de papel higiénico y un ejemplar de Mongolia con el rey en la primera página. Repaso a algunas de las portadas: «El rey podría violarte (y no le pasaría nada porque el artículo 56.3 de la Constitución lo declara inviolable)»; «España tiene una salida (Barajas); con «entrevista a Mariano Rajoy (a 100 días del todo a 100)»; «La banca gamos»; «¡Todos al suelo! Vuelve Aznar» y «España en venta, ¡Rebajas! Se aceptan pesetas». Fin del show-presentación. «Muchas gracias, nos vemos en el infierno».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.