Ha realizado fotografías sobre la realidad cotidiana en Cisjordania; las casas del barrio marinero del Cabanyal (Valencia), amenazado por la prolongación de una avenida y la especulación inmobiliaria; sobre la tragedia de los desahucios (por los que recibió un premio de 2.000 euros, parte del cual lo donará a la PAH de Puerto de Sagunto)… […]
Ha realizado fotografías sobre la realidad cotidiana en Cisjordania; las casas del barrio marinero del Cabanyal (Valencia), amenazado por la prolongación de una avenida y la especulación inmobiliaria; sobre la tragedia de los desahucios (por los que recibió un premio de 2.000 euros, parte del cual lo donará a la PAH de Puerto de Sagunto)… Pero las imágenes de mayor impacto del fotoperiodista de 22 años, Germán Caballero, fueron captadas en febrero de 2012, durante la llamada «primavera valenciana». Algunas de sus fotografías han sido expuestas durante la jornada de acercamiento a la realidad palestina, organizadas el 20 de septiembre por la Unió de Periodistes Valencians y la Comunidad Palestina de Valencia. Debido a la precariedad laboral y a los recortes en las redacciones, resulta cada vez más evidente que el fotoperiodismo es una vocación. «A algunos puede que les venza la rutina, pero a la mayoría de fotoperiodistas les duele el mundo… y quieren contar historias», afirma Germán Caballero.
-¿Cómo entiendes la fotografía, el arte de captar imágenes?
-Pienso que es un medio para mostrar una realidad. Captar, desde mi punto de vista, la realidad en el día a día de la gente. Algo que, de lo contrario, no se vería.
-¿Piensas que lo principal es captar el instante, contar con una buena técnica o vincularse (sentir empatía) con el objeto de la fotografía?
-Lo fundamental es captar el instante. Aunque una fotografía salga oscura o borrosa, si captamos el instante, lo tenemos todo. Es algo que se aprende, y que también te da la experiencia.
–¿Consideras que tus fotografías están vinculadas al activismo y al compromiso político?
-Me gusta el fotoperiodismo, y lo considero un campo muy amplio. Pero el fotoperiodismo lo separo del activismo. Creo que las fotografías han de mostrar la realidad. Y ya está… Ahora bien, prefiero seleccionar temas sociales o que tengan que ver con el cambio que otras más artísticas. Pero, insisto, cuando trabajo para un periódico o en un reportaje, intento observar la realidad y mostrarla desde mi punto de vista. La neutralidad total no existe…
-¿Está poco valorada la figura del fotoperiodista en las redacciones? ¿Y la del fotógrafo free-lance?
-El fotoperiodismo está en crisis. Los medios recortan en época de crisis y está claro que el fotoperiodista es una de las partes más débiles de las redacciones. Más aún en el caso del fotógrafo free-lance. Y más todavía los que cubren los conflictos, ya que ni siquiera cuentan con un seguro que les cubra por parte de los medios. Además, han de luchar por hacer rentable la inversión de desplazarse a la zona de conflicto. A eso hay que añadir que se hacen muchas horas y se cobra poco. En resumen, es un trabajo que está poco reconocido. Por eso el fotoperiodismo hay que considerarlo más bien una vocación. De lo contrario, no haces mil horas…
-Además de retratar la realidad valenciana, también has estado en Palestina (verano de 2014)
-En Cisjordania. Palestina es un pueblo oprimido, pero con una gran vitalidad tras más de 60 años de ocupación, encerrados tras un muro, con muy escasos recursos hídricos… Es gente que está muy jodida pero que es muy digna. Lo que más me llamó la atención fue su sonrisa y, a pesar de todo, su gran vitalidad.
-¿Qué imágenes destacarías de la serie sobre la «primavera valenciana»?
-Hay una fotografía que me hubiera gustado hacer, pero que no hice. Cuando los chavales, huyendo de la policía, saltaban las vallas de la Estación del Norte, y se caían al suelo. Fue una escena pavorosa. Pero hubo otra fotografía que sí realicé. La de una niña, de 14 o 15 años, llorando contra la pared. Un policía iba a pegarle, cuando otro agente le contuvo. Es la foto que, creo, mejor transmite lo que allí estaba ocurriendo. Recuerdo que al principio había pocos medios y escasa gente.
-¿Tuviste problemas con la censura? ¿Se publicaron tus fotografías?
-Los medios sí las publicaron, por ejemplo en Levante-EMV. No hubo censura. También las difundí a través de mi blog personal, «Fotoretales», y por las redes sociales, donde tuvieron mucha eco.
-Decía Robert Capa que cuando una foto no es buena, se debe a que el reportero no se ha aproximado lo suficiente. ¿Estás de acuerdo?
-Quizá tenga razón. Hay que estar cerca, pero sin hacer el «gilipollas». Hay que tener sentido común y no faltar el respeto a nadie. Tampoco saltarse algunas barreras. Cuando voy a hacer fotografías, por ejemplo a una manifestación, asisto como observador. Ya te decía antes que no voy como activista. El activismo hay que separarlo de la profesión… Y mantener el respeto y la buena relación con los compañeros.
-¿Piensas que hay diferentes tipos de fotoperiodistas?
-Algunos puede que se lo tomen como una rutina. Pero la mayoría de personas que se hacen fotoperiodistas es porque les «duele» el mundo, y además quieren contar historias.
-Por último, ¿cuáles son tus principales referentes en el campo de la fotografía? En alguna entrevista has señalado a George Rodger, fundador de la Agencia Magnum.
-Sí, pero me gusta actualizar los referentes. Actualmente, es Ed Ou, un fotógrafo canadiense muy joven, que trabaja por todo el mundo y que también hace vídeo. Me gusta cómo sabe transmitir con la cámara y el modo de mirar.
Fotografías de Germán Caballero.
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