La «television menos vista del mundo», TV MARTI, «parece y suena como debe ser en cualquier estudio donde se realiza una producción en vivo», cuenta The St.Petersburg Times, diario de esta ciudad del Sur de la Florida. «Camaras, luces, un locutor con voz agradable y un local lleno de técnicos sentados frente a monitores», continua. […]
La «television menos vista del mundo», TV MARTI, «parece y suena como debe ser en cualquier estudio donde se realiza una producción en vivo», cuenta The St.Petersburg Times, diario de esta ciudad del Sur de la Florida.
«Camaras, luces, un locutor con voz agradable y un local lleno de técnicos sentados frente a monitores», continua.
Pero añade: «Lo único que le falta es… una audiencia».
Esta ha sido la suerte de TV Martí durante los 18 últimos años, dice el rotativo para luego contar cómo los Estados Unidos han gastado 500 mil millones de dólares en menos de dos décadas al intentar inútilmente difundir su programación hacía Cuba.
Según un reciente informe del GAO, el Buró de Auditoría federal, a pesar de innumerables intentos, la TV que no se ve y la radio que no se oye tienen audiencias de «menos de uno por ciento» (en realidad, sería más exacto decir cerca de cero).
«Los críticos dicen basta», dice el Times. «Recordando que el presidente Obama reiteró en su discurso inaugural su fe en un gobierno que funciona («a government that works»), unos argumentan que el tiempo ha llegado de desconectar a TV Marti».
John Nichols, director de los estudios de comunicación de la Universidad Penn State, es uno de los que reclaman tal medida. «Es el dinero del contribuyente y estos tiempos son duros», dijo al periódico.
El articulo del St. Petersburg Times confirma la mala calidad de los reportajes de TV Martí, la vulgaridad y la grosería de algunas intervenciones y la falta de profesionalismo ya indicada por el GAO al analizar el contenido de la estación que se traga 34 millones de dólares al año.
Desde 2006, durante cinco horas en seis noches por semana, TV Martí usa un aerostato para la transmisión de su señal, por un costo anual de 5 millones. Pero el GAO no ha encontrado la menor prueba de que este costosísimo sistema ha mejorado en lo que sea la efectividad nula de la estación.
UNA INTERMINABLE SUCESION DE IRREGULARIDADES
Al igual que otros reportajes aparecidos al margen de la publicación del informe del GAO, el material del St.Petersburg Times concluye señalando la inutilidad de TV Martí.
A nadie le viene la idea de hacer el inventario de la interminable sucesión de irregularidades, de desfalcos y de fraudes que caracterizan la historia de la radio y la TV que se robaron descaradamente el nombre de José Martí por cuenta de la CIA.
Propiedades de la Voice of America, TV y Radio Martí son también, desde su creación, las más jugosas y escandalosas «botellas» de la cual viven desde hace décadas cientos de parásitos profesionales del llamado anticastrismo.
Nadie parece recordar cómo se contaba acerca de un ex director de Radio y TV Martí, Salvador Lew, que había transformado la casa en una «embotelladora» (una «botella», en buen cubano, es un puesto de trabajo conseguido por influencias y sin realmente trabajar).
PARA SU AMIGUITA, UN CONTRATO A… ¡440 DÓLARES LA HORA!
En los tres años que precedieron su renuncia intempestiva, Lew había regalado más de cuarenta puestos bien remunerados a sus amistades.
Este director con una generosidad fuera de control, protegido de la mafia miamense y de la Casa Blanca, llegó a ofrecer a su amiga Olga Connor dos programas culturales, de una hora cada uno, pagados a ¡440 dólares la hora!
Otra flor de la botánica mafiosa de Miami-Dade, el actual director, Pedro Roig, fue un socio duro del difunto Jorge Más Canosa, agente de la CIA e inventor de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), la más importante organización contrarrevolucionaria de Estados Unidos hasta su desmoronamiento virtual en el 2001.
Más y Roig han compartido el dudoso honor de haber estado juntos en campos de entrenamiento terroristas de la CIA, con otra «vedette» de la mafia local, el terrorista Luis Posada Carriles.
Pedro Roig es un gran socio de otro ex director del Office of Cuban Broadcasting, Herminio San Román, quien, con Roberto Rodríguez-Tejera, Julio Estorino, Frank Díaz-Pou y otros mercenarios de la desinformación, inició la conversión de la estación en un antro de conspiradores obsesivos y otros capos extremistas.
Increíblemente, un sondeo hecho con la llegada de Roig, hace más de cinco años, ya recelaba que la audiencia de Radio Martí en Cuba era la más baja de su historia. En cuanto a TV Martí, el propio Salvador Lew reconoció entonces que la estación estaba virtualmente «fuera del aire».
El escándalo más reciente ocurrido en «la televisión menos vista del
mundo» -del cual nadie parece acordarse- ocurrió en noviembre del 2006 cuando fue arrestado José «Chema» Miranda, de 52 años, el director de programas de la estación.
El destacado dirigente del Cuban Liberty Council, grupo de extremistas que reúne a varios individuos vinculados al terrorismo contra Cuba, decidía sobre las compras de programas y proveedores de material televisivo para TV Martí.
Según las alegaciones del fiscal del Distrito Sur de la Florida, «Chema» recibió 73 cheques por un valor total de 122 mil dólares durante tres años, de parte de Perfect Image, un proveedor de la estación invisible.
Miranda finalmente fue condenado a cumplir 27 meses de cárcel después de reconocer su culpabilidad, el 13 de febrero de 2007.
Entre las perlas del dossier, quedan otras omisiones tales como los 100 000 dólares anuales pagados al connotado terrorista Luis Zúñiga Rey como miembro del fantasmagórico Consejo de Administración del OCB.
También es bastante singular el hecho de que Pedro Roig ha contratado al sobrino de su esposa como jefe de personal mientras pagaba a un ex cliente suyo como guionista de una comedia.
Algo macabra es la anécdota según la cual la junta directiva de la OCB tuvo entre sus miembros a un tal Charles Tyroler, un oficial de inteligencia en la administración Reagan y la primera administración Bush, fallecido desde 1995.
Mientras miles de norteamericanos duermen en sus autos por haber perdido su casa y los despidos de trabajadores se hacen por decenas de miles, este gasto de 500 mil millones de dólares constituye un despilfarro injustificable para el contribuyente norteamericano. Según muchos observadores, el caso Radio y TV Martí ya es un derroche escandaloso que la nueva administración norteamericana no se dará el lujo de aguantar.