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A propósito de «La educación prohibida» (¿para quién?)

Fuentes: Rebelión

«La educación prohibida» nos llamó la atención. La vimos y surgió el debate. Es que lo que definen como el «tedio» del aula lo vivimos cotidianamente. Somos docentes. Vamos a la escuela todos los días y compartimos, como contabiliza la película, decenas de miles de horas con los/as estudiantes en las escuelas. Nos encontramos con […]

«La educación prohibida» nos llamó la atención. La vimos y surgió el debate. Es que lo que definen como el «tedio» del aula lo vivimos cotidianamente. Somos docentes. Vamos a la escuela todos los días y compartimos, como contabiliza la película, decenas de miles de horas con los/as estudiantes en las escuelas.

Nos encontramos con una crítica dura, no a la escuela en general, si no a la pública en particular y que ya fue replicada por millones en el mundo de habla hispana. Por eso queremos presentar esta primera opinión.

La premisa es que la escuela «es aun considerada la principal forma de acceso a la educación» pero que «la escuela no acompaña las necesidades del Siglo XXI» y que en su estructura no considera la naturaleza del aprendizaje, la libertad de elección o la importancia que tienen los vínculos en el desarrollo individual y colectivo. Por eso hay que dar un debate abierto y amplio. Hay claras alusiones al concepto de «educación bancaria» de Paulo Freire que acompañan las imágenes que son buenas y un discurso con ciertas alabanzas a formas «no convencionales» de educación, casualmente o no, todas privadas, ONG, o cooperativas.

El film arranca con el rol que ocupa la escuela y la educación en la sociedad, cuál es su origen histórico, problematiza el surgimiento de la institución educativa tal cual la conocemos y lo desnaturaliza, afirma que es producto de la sociedad capitalista.

Desarrollando diferentes experiencias pedagógicas se abordan tópicos en diferentes capítulos: la libertad, la igualdad, la familia, el entorno educativo, entre otros y cómo los mismos influyen en el proceso educativo de los alumnos. Se juntaron 90 entrevistas, la descripción de 45 experiencias educativas «no convencionales» y 704 coproductores para presentar esta idea de «educación prohibida».

Moviliza, cuestiona, genera polémica. Se puede decir que en un primer momento genera voluntad de cambio, ganas de ir mañana mismo a la escuela y empezar por decirle a viva voz a los/as pibes/as que son libres, que ellos tendrían que decidir qué aprender y cómo, que no tienen que respetar ninguna regla que no hayamos debatido entre todos, que las autoridades no van más y que así encaramos un camino de libertad. Pero al otro día de verla, como a esos docentes que caricaturiza (en demasía nos quejamos) casi sin querer se nos aparece la maldita y compleja realidad. Nos pesa ir a la escuela y a los pibes también, no le encuentran sentido y por más buena voluntad que le pongamos, hay de los/as que van sin comer, sin dormir bien, sin los materiales, que faltaron el día anterior para laburar o cuidar hermanos, o tantas cosas más.

La película presenta una profunda crítica pedagógica, pero nos quedamos con la sensación que, por un lado hay ciertas licencias para el desarrollo de esas «escuelas libres» en iniciativas privadas: «…si la mitad de la población de un país quisiera otro tipo de educación está en su derecho…» (textual) y que desde ya que falta tomar en cuenta las posibilidades concretas, las que hace falta satisfacer, las más elementales para una educación de otro carácter en esta sociedad.

Cada docente se pregunta todos los días cómo hacer para educar, enseñar, de manera diferente dentro del capitalismo, dentro de estas relaciones sociales de producción, que excluyen a millones. Discusión que hay que hacer sin ninguna visión unilateral y absolutizadora ya que, en general se olvida que la superestructura está determinada por la lucha de clases y el carácter de ese estado educador puede cambiar por los movimientos de la lucha de clases, o, incluso, por las mismas contradicciones que se desarrollan al interior de la clase dominante. Pero también es unilateral al no ver los aspectos «positivos» de la propia educación, el aporte al desarrollo de niños y jóvenes y la transmisión de los conocimientos alcanzados por la humanidad en cada momento histórico.

Gastón Pauls arranca por leer la Tesis XI, interesante. Pero cabe preguntarse si no habría que considerar el conjunto de las Tesis, la relación entre las condiciones materiales y las ideas y las ideas y determinada sociedad y las posibilidades de cambio.

Queda flotando: ¿Cómo podemos aspirar a alcanzar la igualdad mediante la educación en un sistema que es desigual estructuralmente, que promueve la desigualdad como forma de sostenerse y reproducirse, y sobre la que se basa la ganancia de un puñado de hombres (dueños de los medios de producción, capitalistas) que explota a la gran mayoría del pueblo trabajador? Diríamos que sin transformar las relaciones sociales de producción (material e ideológica) no va a cambiar la educación, porque finalmente (como afirma la película al inicio) la escuela reproduce la sociedad existente, y desde sus cimientos y origen se propone contener las aspiraciones de esa mayoría que no tiene más que su propia fuerza de trabajo para subsistir. Pero queremos otra sociedad para otra escuela y queremos otra escuela hacia la conquista de otra sociedad…

Por lo tanto el film «peca» de impotencia, porque no plantea la posibilidad de que algo cambie de mano de los que hoy somos parte del propio sistema educativo. ¿Nada por hacer para cambiar realmente la educación? Pareciera que sólo quedan utopías para «afortunados» que puedan aspirar a «escuelas libres».

Desde ya que entendemos el rol social de la escuela que reproduce las relaciones existentes, que moldea las conciencias de los futuros trabajadores, que los «sociabiliza». Por ello queremos cambiar de verdad el mundo, expropiando a los expropiadores y rompiendo las cadenas del capital luchando incansablemente por terminar con las formas verticalistas, desiguales y con contenidos fragmentados. Lo que queremos es substraer a la escuela de toda influencia por parte del gobierno (Estado) y de la Iglesia. Como dijera Marx en la nunca caduca «Crítica al programa de Ghota«: «Eso de «educación popular a cargo del Estado» es absolutamente inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, y(…) velar por el cumplimiento de estas prescripciones legales mediante inspectores del Estado, y otra cosa completamente distinta es nombrar al Estado educador del pueblo«. Definitivamente queremos que el Estado quite sus garras ideológicas de las escuelas.

Contra la idea que sugiere la película en boca de muchos «expertos» y casi ningún docente, nosotros/as defendemos la escuela pública como una conquista de la lucha obrera y popular, contra los ataques de los capitalistas, los recortes presupuestarios, la injerencia de la Iglesia (con escuelas privadas que reciben enormes subsidios estatales) o las empresas (en los planes de estudio que formen mano de obra barata) y las reformas de los planes de estudio sin participación de la docencia ni de estudiantes.

El movimiento estudiantil y la docencia no sólo somos sujetos (pasivos) de aprendizaje y enseñanza, somos sujetos políticos. Somos parte de la posibilidad de transformar la educación pública, que tiene que estar ligada a la lucha de clases. De ahí el otro punto de divergencia con la «política alternativista» que sugiere la película. No se puede negar lo interesante y particulares ricas experiencias educativas de las cuales sacar conclusiones y ejemplos, pero por qué no pelear para que esas experiencias no se pierdan en un mar de voluntades individuales o parciales y sean parte del acervo de la lucha de los/as trabajadores/as de la educación y el movimiento estudiantil para no sólo defender la educación pública si no ir por su transformación de la mano de una lucha por transformar al conjunto de la sociedad. Por qué no incluir la experiencia del movimiento estudiantil chileno y ni qué hablar de la experiencia del Liceo A90 bajo control de sus estudiantes y docentes, o hasta del movimiento de la Reforma Universitaria de 1918 o del movimiento estudiantil que configura ese ideario de unidad obrero estudiantil allá por Córdoba del ´69, sólo un año después del Mayo del ´68, entre tantas experiencias.

La película abunda en experiencias ONG y escuelas «libres» de todo tipo y siempre la escuela pública aparece caricaturizada exageradamente.

No la defendemos tal cual es. La criticamos cotidianamente y ponemos (a veces por demás) el cuerpo en post de su transformación. Pero no opinamos que la salida sea individual o sectorial. En la pelea por la educación pública y por otra educación q ueremos impulsar la organización y movilización de los docentes, estudiantes, padres y el conjunto de la clase trabajadora contra el conjunto de la política educativa, y contra la descentralización y el desfinanciamiento, luchamos por un sistema educativo público, único, científico, gratuito y laico, bajo el gobierno docentes, estudiantes, no docentes, padres y con la participación de las organizaciones de los trabajadores y sectores populares. La conquista de una mejor calidad educativa, de mayor inserción, más acceso y participación es solo una parte de la tarea de conquistar una educación al servicio de la clase obrera. Se trata de arrancarle la educación a los opresores, lo que significa hacerse de los más avanzados conocimientos tecnológicos, científicos, las máximas expresiones artísticas, no desde la lógica del individualismo burgués, sino como producción realmente social. Porque la propia existencia de una educación básica y general tiene una intención reproductora por parte de los opresores, pero contradictoriamente posibilita la formación intelectual de creadores de «ideología y conocimiento contrahegemónico».

Peleamos por una educación íntegramente al servicio de los intereses de la clase obrera y los sectores populares. Entendemos que podrá darse en los marcos de una sociedad gobernada por la clase trabajadora y donde los medios de producción estén en manos de quienes son los creadores de la riqueza social (que incluye todas las formas de la cultura: el arte, la ciencia, la técnica, etc: la clase trabajadora. Desde ahí podrán darse LAS BASES para avanzar hacia una sociedad de igualdad de oportunidades. Queremos pensar la educación más allá de las paredes de la escuela, de educarse en la vida y para la vida (pero con la aspiración de una vida distinta…).

Virginia Pescarmona y Jorge Lo Cascio, docentes de CABA (Corriente Nacional 9 de abril)

Blog: http://unparedonydespues.blogspot.com.ar/2012/08/a-proposito-de-la-educacion-prohibida.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.