Darío Balvidares

Artículos

El diputado libertario por la provincia de Buenos Aires, Alberto Benegas Lynch manifestó, en un programa radial, que no está de acuerdo con la obligatoriedad escolar y sí con el trabajo infantil.

En otra de las indecorosas apariciones del lenguaraz presidencial se informó sobre el plan sistemático de persecución penal que se implementará sobre la docencia.

Sin sorpresas por las obtusas declaraciones tanto del señor presidente como las de hace casi un mes de su diputada Lilia Lemoine, redoblan la apuesta de la ignorancia en cuantas oportunidades tienen.

Otra vez aparece el tema del lenguaje inclusivo, porque al señor presidente se le ocurrió prohibirlo en el ámbito de la administración nacional.

El discurso del señor presidente, abriendo el año lectivo en el Colegio Cardenal Copello, dejó marcas muy claras, de quién es, de la reafirmación de su proyecto político y de cómo, desde una clase magistral, se adoctrina al alumnado.

A Milei nada lo obliga a pagar el Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), la amenaza a las provincias es más bien una sentencia, las políticas que el ejecutivo no pudo lograr mediante la ley ómnibus, las va a conseguir en tanto el DNU 70/2023 tenga vigencia.

El juez federal, Sebastián Casanello, en su resolución, con espíritu docente, enmarca la advertencia sobre el “Protocolo para el mantenimiento del orden público ante el corte de vías de circulación” fundado en los desconocimientos de las leyes y de la división de poderes.

Los mensajes desde el poder siempre intentan ser performativos, es decir crear un efecto en la recepción, de manera que cuando el resto del discurso se teje sobre dos o tres ideas-fuerza, se genera ilusión de verdad, lo dicho es verosímil.

El presidente proclamado, Javier Milei, está en momentos de definición sobre los nombres propios de su gabinete, que oscilan dentro del arco neoliberal desde la derecha hasta la ultraderecha negacionista y filogolpista.

Estamos atravesando tiempos de pocas preguntas y de respuestas tecnocráticas, la economía domina el centro de la escena discursiva de las pantallas y los portales informativos, entretanto alguien vino a representar lo monstruoso que no estaba derrotado, sino agazapado.

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