Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
El veterano periodista Alexander Cockburn falleció el 21 de julio, lo que constituye una pérdida enorme. Cockburn era un oponente brillante, ingenioso y valiente de las mentiras y la injusticia. Se ubicó en el lado de los oprimidos, los débiles y los victimizados, incluso de aquellas víctimas que muchos escritores y defensores de derechos humanos optaron por ignorar.
Con su inteligencia mordaz, con su talento, enorme conocimiento y humor rápido, el egresado de Oxford Cockburn podría haberse convertido en un periodista famoso y rico, ya que el tipo de artículos que produjo eran lucrativos y publicados en las principales revistas, sus libros más vendidos son revisados extensamente a través de los medios y sus comentarios muy solicitados por importantes cadenas de televisión y programas de noticias en radio.
En cambio usó sus habilidades extraordinarias para exponer la deshonestidad, la crueldad y la hipocresía, y para dar difusión a los hechos que muchos deseaban que permanecieran ocultos.
Otros han escrito recuerdos que tratan de los diversos temas de los que se ocupó. Me voy a limitar a uno solo.
A pesar de que no se conocía como activista en la situación de Israel y Palestina, creo que la historia mostrará a Alexander Cockburn como una de las figuras más importantes en la búsqueda de la justicia en Palestina. Mientras muchos izquierdistas ignoraron la cuestión por mucho tiempo, ocultaron o distorsionaron los hechos sobre esta cuestión, Cockburn la expuso.
Despedido por cubrir la agresión israelí
De hecho, perdió su primera posición importante en los EE.UU., como escritor para el Village Voice, a causa de sus artículos que abordaban la cuestión entre Israel y Palestina y la invasión implacable de Israel del Líbano. Sus trabajos se ganaron la enemistad tanto de sionistas como de aquellos que decían que no eran los responsables, pero eran lo que el exescritor de Voice, James Wolcott, describe como un «giro gravitacional hacia Israel».
Cuando Cockburn recibió una subvención de 10.000 dólares del Instituto con sede en Massachusetts para Estudios Árabes para investigar la invasión israelí de Líbano, los partidarios de Israel vieron esto como una manera de deshacerse de él. (Él escritor había sido recomendado para recibir el estipendio por el profesor Edward Said de la Universidad de Colombia).
Un artículo publicado por el Boston Phoenix después de la muerte de Cockburn, «Cómo recibió el Boston Phoenix al despedido del Village Voice Alexander Cockburn», da algunos detalles.
The Phoenix , que era publicado entonces por el partidario de Israel Stephen Mindich (y ahora por su hijo), informó sobre el estipendio en un artículo escrito por Alan Lupo, un escritor con un registro de constante sesgo pro israelí en sus artículos. El artículo se titula «La conexión árabe de los 10.000 dólares de Alexander Cockburn» y subtitulado «Una cuestión de decoro». Para su historia Lupo llamó al editor del Village Voice, David Schneiderman, quien finalmente suspendió a Cockburn debido a un supuesto «conflicto de intereses».
Otro periodista pro Israel alegremente tomó el estribillo, sugiriendo que Cockburn había actuado incorrectamente al aceptar dinero de «los árabes». Recientes obituarios mencionaron el incidente y continuaron con este movimiento.
Sin embargo, la validez de esta acusación se ve significativamente disminuida por el hecho de que la recepción de una subvención de una fundación estadounidense es una práctica normal, aceptable y estándar, como lo demuestra la gran cantidad de libros en la que el autor agradece a las diversas fundaciones que han financiado sus investigaciones.
Como James Wolcott ha señalado recientemente en su blog Vanity Fair: «Muchas manos retorcidas salieron en el momento del incidente sobre la necesidad de transparencia periodística, rendición de cuentas y otras cuestiones, pero seamos sinceros, si hubiera sido una organización estadounidense judía o pro israelí esa suma relativamente insignificante de 10.000 dólares, difícilmente habría derivado en este ridículo escándalo.
Wolcott continuó señalando: «Imagínese cuántos expertos en Beltway, comentaristas, consultores y similares hacen declaraciones actualmente a través de comisiones, integrando grupos especiales, viajes al Medio Oriente, etc. El pecado de Alex estaba en la alineación con el equipo equivocado».
Los artículos del año 1984 y desde que se centró en la supuesta «impropiedad» de Cockburn, no se menciona el hecho de que, de acuerdo con el prominente periodista pro Israel Michael Kinsley, numerosos periodistas han ido a Israel en viajes financiados por el gobierno israelí, una propuesta finamente bosquejada.
El financiamiento gubernamental del periodismo, de hecho, se considera tan problemático que un número de organizaciones dentro del lobby pro israelí como Actúa por Israel y el Instituto Washington para Políticas del Cercano Oriente han intervenido para financiar tales giras periodísticas a Israel, eliminando la necesidad de que el gobierno israelí participe directamente.
El hecho de que muchos periodistas participen en estas giras financiadas por estas variables del grupo de presión, tampoco se mencionó en los artículos que denunciaban la probable subvención a Cockburn y el supuesto conflicto de intereses. Tampoco se mencionó el hecho de que muchos periodistas que informan sobre Israel y Palestina tienen familia cercana -y a veces de forma personal- vínculos con el ejército de Israel.
Y aún hay más en esta historia, que tampoco se hace referencia en los obituarios recientes. De acuerdo con un artículo de 1992 de Gregory Slabodkin, ex allegado al AIPAC «el AIPAC [el American Israel Public Affairs Committee], fue el origen de la historia del Phoenix». AIPAC es una institución líder en el lobby de Israel.
En su artículo, «The Secret Section in Israel’s U.S. Lobby That Stifles American Debate» (La Sección secreta del lobby israelí en los EE.UU. que censura el debate estadounidense, N. de T.), publicado en el Informe de Washington sobre Asuntos del Medio Oriente, Slabodkin describe que AIPAC supervisa secretamente a los individuos críticos de Israel y suministra información negativa sobre ellos en los medios.
Slabodkin, quien solía trabajar para la sección dentro de AIPAC, responsable de esta actividad clandestina, informó de que Lupo «dijo que el AIPAC le había dicho que el Instituto de Estudios Árabes estaba vinculado a una campaña de 100 millones de dólares para influir en la política de EE.UU. en contra de Israel». En realidad, Slabodkin informó de que «el Instituto está exento de impuestos al Estado y enlistó contribuyentes individuales dentro de los Estados Unidos hasta su cierre en 1983 debido a la falta de fondos».
Slabodkin discutió la declaración del AIPAC de fanatismo antiárabe como una táctica para proteger a Israel: «AIPAC ha intentado desacreditar críticas a Israel no refutando sus argumentos, sino tratando de relacionarlos con dinero árabe. El lobby pro israelí cree que haciendo una conexión con el mundo árabe puede dañar la reputación de la víctima, por lo que intenta demostrar este vínculo para fomentar una mentalidad en los Estados Unidos de que todo lo relacionado con lo árabe está contaminado».
Mientras el editor de Voice Schneiderman en un primer momento defendió a Cockburn, con el tiempo asumió los cargos, lo suspendió aduciendo conflicto de intereses y Cockburn se alejó.
Schneiderman, quien había sido originalmente contratado por Rupert Murdoch para editar The Voice, rumbeó en direcciones cada vez más lucrativas, a la larga ganando decenas de millones de dólares haciendo girar el Village Voice y sus engendros en máquinas de hacer dinero de publicidad, principalmente a través de anuncios clasificados, algunos de los cuales finalmente fueron demandados por publicidad de tráfico sexual. Actualmente está trabajando en una empresa de relaciones públicas asesorando a corporaciones globales en comunicación corporativa, crisis, asuntos reguladores de antimonopolio, relaciones laborales y cuestiones ambientales.
Cockburn, por su parte, siguió cuestionando a los poderosos, deshonestos, hipócritas y crueles. Sus corrosivos ensayos a veces resultan muy divertidos y se publicaron en periódicos que van desde Nation hasta el Wall Street Journal, donde trabajaba como columnista para ambos, y están recopilados en su libro Corruptions of Empire (La corrupción del Imperio) y otros.
Una exploración de estos revela que ya en la década de 1980 expuso a los neoconservadores y su terrible plan. En «The Gospel According to Ali Agca» (El Evangelio según Ali Agca), originalmente publicado en The Nation en 1985, describió el documental de la CBS «Terrorismo: La guerra en las sombras», e informó del supuesto reto implícito del «experto en terrorismo» Robert Kupperman quien no permitía mostrar las imágenes de televisión de «bebés carbonizados» y nuestra culpa por interferir en Vietnam con nuestro compromiso de luchar contra «terroristas».
CounterPunch
En 1996 Cockburn y el coeditor Jeffrey St. Clair se hicieron cargo de CounterPunch, un pequeño boletín que se había iniciado dos años antes. En los años siguientes crearon una publicación extraordinariamente no doctrinaria donde los escritores independientes podrían cubrir una amplia variedad de temas en su totalidad, con precisión y sin verse limitados por las posiciones dictadas por la ortodoxia política.
CounterPunch cubrió los tópicos de Israel-Palestina con un rigor y honestidad que pocos, quizás como se ha acercado en publicaciones especializadas. Más aún, ha estado excepcionalmente abierta a intervenciones de escritores de una amplia variedad de orígenes y perspectivas.
Personalmente, estoy en deuda con CounterPunch, que fue la primera publicación de interés general que publicó mis obras sobre el tema. Sin CounterPunch, creo que es muy probable que mis artículos sobre Israel-Palestina nunca hubieran llegado a este mundo pequeño, bastante cerrado, de publicaciones progresistas de gran prestigio e interés general.
Mientras la mayoría de los otros medios de comunicación cubrían escasamente y a veces nada el tema de Israel y Palestina, y con frecuencia opacando temas tan centrales como el derecho palestino al retorno, la discriminación sistemática dentro del propio Israel, el poder del lobby israelí en los EE.UU. y las conexiones directas de los partidarios de Israel con la invasión de Irak, los articulistas de Counterpunch exponían todo en detalle meticuloso y basados en principios.
Cuando antiguos sionistas trabajaban en una campaña para boicotear a algunos escritores, entre ellos dos autores israelíes antisionistas, por ir supuestamente demasiado lejos en su argumento, CounterPunch se negó a someterse a la línea partidaria y continuó publicando artículos provocadores, a menudo altamente informativos.
La importancia de lo que Cockburn y el coeditor St. Clair han logrado en CounterPunch no puede ser exagerada. Sin CounterPunch, es muy probable que la información esencial sobre Israel-Palestina hubiera permanecido en gran parte oculta a los lectores estadounidenses progresistas. CounterPunch no sólo publicó hechos críticos en sí mismos, llevando a conciencia los artículos citados con la información que previamente había sido descartada, sino que también empujó otras publicaciones y personas estadounidenses a discutir la cuestión de Palestina con mayor profundidad, frecuencia y honestidad.
La censura sobre Israel-Palestina ha sido mucho más seria y profunda de lo que la mayoría de la gente conoce. Se extendió tanto sobre la izquierda como sobre la derecha y ha trabajado durante mucho tiempo para reducir al mínimo la discusión informada sobre el tema y evitar el trabajo efectivo para la justicia y la paz.
CounterPunch rasgó la cortina.
Alison Weir es la presidenta del Consejo para el Interés Nacional y directora ejecutiva de If Americans Knew, donde el artículo fue publicado originalmente. Visita: www.councilforthenationalinterest.org. Contacto con la autora en: [email protected].
Fuente: http://www.palestinechronicle.com/view_article_details.php?id=19581