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Entrevista a Rafael Cuesta, coordinador del informativo radiofónico "Más Voces"

«América Latina es el gran referente de la comunicación popular a través de la radio»

Fuentes: Rebelión

Desde el año 2006, cuando de la Unión de Radios Libres y Comunitarias de Madrid (con el apoyo de la Red de Medios Comunitarios) surge el informativo «Más Voces», Rafael Cuesta se encarga de la coordinación. Son 30 minutos diarios de información elaborada con las aportaciones de radios, redes y organizaciones sociales, con los medios […]

Desde el año 2006, cuando de la Unión de Radios Libres y Comunitarias de Madrid (con el apoyo de la Red de Medios Comunitarios) surge el informativo «Más Voces», Rafael Cuesta se encarga de la coordinación. Son 30 minutos diarios de información elaborada con las aportaciones de radios, redes y organizaciones sociales, con los medios técnicos imprescindibles: un ordenador, Internet, micrófono, editor de audio «y ganas de seguir adelante», confiesa Rafael Cuesta. Emiten diariamente «Más Voces» entre 100 y 200 emisoras del estado español, Europa, Estados Unidos y prácticamente todos los países de América Latina.

En el informativo se ofrece un tratamiento distinto a las noticias que suministran diariamente los medios del poder y, por otro lado, se difunden acontecimientos silenciados por la comunicación oficial (la realidad de los CIE, las auditorías ciudadanas de la deuda o la autodeterminación del pueblo Mapuche). Aunque no se considere periodista ni comunicador popular, sino «un tipo que intenta mantener los ojos abiertos», Rafael Cuesta considera que el periodismo es un oficio que se aprende «currando». Como el buen fontanero o el albañil. Y subraya que América Latina es el gran referente en la comunicación popular por radio. «Allí llevan desde los años 40, del Siglo XX, poniendo en marcha proyectos de radios comunitarias y educativas».

«Más Voces» requiere apoyo económico para continuar en las ondas y ha habilitado una página web para las personas interesadas en colaborar: www.masvoces.org/colabora

– ¿Cómo surge el proyecto del informativo «Más Voces» y cómo ha evolucionado en el tiempo? ¿Forma parte de un proyecto más amplio o la iniciativa se basa exclusivamente en el informativo?

– Surge de la necesidad que muchas radios libres y comunitarias planteaban de tener un espacio propio de información diaria. Las radios, por sí solas, con sus dificultades de sostenibilidad no podían mantener un espacio diario de información. Ese espacio, trabajado en red, con el aporte de radios y movimientos sociales, se convirtió en realidad con el proyecto Más Voces.

Pero a su vez, vimos que hay un grupo grande de la sociedad que empezaba a darse cuenta de que la información que recibe cada vez está en menos manos, se centra en determinados intereses y obedece menos a su propia realidad; es lo que en su día nosotros denominamos como los CHASP (Ciudadanos Honestos Aunque Suficientemente Preocupados). No se trata de «militantes», sino de una gran parte de la sociedad que siente que las cosas no pueden seguir así y que deben cambiar, que no saben muy bien cómo participar en ese cambio y que busca otro punto de vista que le ayude en esa búsqueda.

Además, también vimos que los nuevos movimientos y colectivos sociales, el movimiento asociativo y ONGs demandaban tener espacios mediáticos en los que participar con informaciones y análisis desde los lugares donde ocurren los hechos.

– Y nace el informativo…

– Creímos que la radio podría ser una herramienta válida para satisfacer esas necesidades y demandas que se ponían encima de la mesa. Y así, desde la Unión de Radios Libres y Comunitarias de Madrid decidimos poner «la carne en el asador» e intentar poner en marcha un espacio diario de 30 minutos de un proyecto informativo hecho con los aportes de radios, redes y colectivos. Y rápidamente el proyecto tomó impulso con el apoyo de las radios que forman parte de la Red de Medios Comunitarios (ReMC).

Como en todos los inicios, al comienzo nuestro correo electrónico no estaba tan lleno de aportes, sugerencias, ideas, apoyos, pero con el paso de los años ese correo se ha ido llenando, se han ido estableciendo alianzas, colaboraciones, creando confianzas, y aunque nunca estamos plenamente satisfechos, podemos decir que la evolución se ha notado.

Lo complicado será sostenerse en el tiempo, mantener un proyecto así es algo dificultoso y, la verdad, lo que más nos preocupa ahora es conseguir el apoyo económico necesario para el autosostenimiento.

– ¿Cuántas emisoras sociales, libres y comunitarias y de qué ámbitos se conectan al informativo «Más Voces»?

– Este es un dato que estamos contentos de no poder ofrecer de forma exacta. Y es que prácticamente cada mes nos enteramos que por ahí, en algún lugar del mundo, hay una radio que no sabíamos de ella y que nos emite. Como ofrecemos los contenidos de forma gratuita en Internet, muchas radios entran, se lo descargan y ni te dicen que lo están emitiendo. Sabemos que un mínimo de 100 emisoras están emitiendo el informativo Más Voces, pero la cifra real podría estar más cercana a las 200. La mayoría emite el informativo completo, pero otras también usan contenidos sueltos, entrevistas o reportajes. Incluso, en alguna ocasión hemos escuchado producciones de Más Voces en algún programa de emisoras públicas o comerciales de gran audiencia.

Con las audiencias de esas radios que emiten, y que por tanto, son parte de Más Voces, llegamos a públicos del Estado español, países europeos, como Francia, Reino Unido, Suiza, Bélgica o Suecia; Estados Unidos; y prácticamente todos los países de América Latina.

– ¿Qué otros programas emitís, además del informativo diario de 30 minutos?

– Desde la Unión de Radios Libres y Comunitarias de Madrid impulsamos una web colaborativa de programas radiales (http://audio.urcm.net/). Se trata de un espacio telemático, descentralizado, donde diferentes radios o centros de producción sociales pueden subir sus programas que luego sirven para completar las parrillas de programación de las radios.

– ¿Con qué criterios realizas la «agenda» o selección de temas en el informativo? ¿Qué asuntos has priorizado en la última semana?

– Trabajamos en dos sentidos: por un lado lo que llamamos la Agenda Mediática, es decir, aquellos asuntos de actualidad que están en todos los medios de comunicación corporativos y públicos, pero claro, nuestra tarea es ofrecer un punto de vista y un tratamiento distinto al que ofrecen en esos medios de poder. Es como el compromiso de dar respuesta a las mentiras y manipulaciones informativas que a diario intentan someternos. Y para eso usamos las voces de analistas, de personas expertas, de gentes de organizaciones sociales y vecinales, que den la réplica.

En este terreno, por ejemplo, en los últimos días, hemos hablado de paralización de la privatización de los hospitales madrileños con las voces de la Marea Blanca; del discurso de Obama en el Congreso de EEUU con el análisis del profesor Tinker Salas; hemos venido hablando de los casos de corrupción en el seno de la Monarquía y el partido de Gobierno, o cuando se nos dice que estamos saliendo de la crisis pues mostramos la realidad en las calles: el desempleo, los desahucios, la pobreza, los despidos. O, por ejemplo, la información desde los colectivos vecinales de lo ocurrido en el barrio Gamonal, de Burgos.

– Es decir, «contrainformación» respecto a la agenda «oficial».

– Bueno, por otro lado trabajamos la Agenda Social, es decir, aquellos acontecimientos, realidades, hechos, proyectos, que surgen de la sociedad civil, pero que son sistemáticamente silenciados, o tratados residualmente. Es poner en relevancia las denuncias, las protestas, pero también las propuestas, los anhelos y proyectos de la ciudadanía. Así, en las últimas fechas hemos hablado de la tremenda realidad de los Centros de Internamiento para Extranjeros; o entrevistas a proyectos sociales como la  Plataforma Auditoria Ciudadana de la Deuda «No debemos, No pagamos»; o la Cumbre por la Autodeterminación de las comunidades mapuche de la Araucanía; o la ILP por la Renta Básica; o la entrevista al Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho de Argentina que denuncia el encarcelamiento político de dos de sus activistas por realizar un escrache contra el ex Gobernador de Neuquén, Jorge Sobisch, que mandó la represión que acabó con la vida del maestro Carlos Fuentealba en 2007.

– ¿Cuántas personas realizáis el programa y con qué medios contáis?

– La coordinación, locución, edición y publicación recae de mi parte. Es mi responsabilidad, pero sin «chicha» no podría hacer nada. Lo fundamental es contar con una red enorme de personas (no las he contabilizado, pero son muchas) que forman parte de radios y colectivos sociales que aportan contenidos, ideas, sugerencias, que te dan contactos para hacer entrevistas, que te mandan cortes de audio de una rueda de prensa, que te hacen crónicas y corresponsalías. Además, al participar Más Voces de las redes internacionales de radios libres y comunitarias pues tenemos la libertad de usar los contenidos que desde estas redes se producen. Eso nos hace visibilizar realidades de lugares muy diversos, pero además con las voces de la gente de esos lugares.

Los medios técnicos son mínimos, un ordenador, Internet, micrófono, editor de audio y ganas de seguir adelante. Lo más costoso es el tiempo necesario para sacar adelante el proyecto cada día.

– ¿Consideras que este tipo de proyectos han de basarse en el trabajo voluntario o la idea es llegar a una modesta profesionalización?

– Creo que cada proyecto debe analizar y decidir la mejor fórmula para llevarse a cabo. Y todas son respetables. No creo en los procesos excluyentes. Más bien al contrario. Me parece que hay proyectos que se pueden sostener sólo desde el voluntariado, o la militancia. Pero también hay otros proyectos que necesitan de conjugar esos dos elementos, una buena parte de trabajo voluntario, dando pie a una participación variada que enriquezca los proyectos, pero a la vez sostenido por alguna persona o personas que se dediquen de manera profesional, asalariada con plena dignidad, a garantizar que ese proyecto participativo se mantenga.

Ojalá los mejores años de la vida de tantas y tantas personas capaces que nos rodean pudieran dedicarse a trabajar para proyectos sociales, de la sociedad civil, en lugar de dar sus capacidades para empresas multinacionales que utilizan sus saberes para algo bien distinto.

– ¿Qué piensas que aporta la mediación del periodista? ¿Qué diferencias observas con un modelo de programa gestionado directamente por organizaciones sociales?

– Me considero un defensor del periodismo como oficio. Un oficio que se aprende «currando», como el buen fontanero, o el albañil. Desde ese punto de vista, el periodista o comunicador de oficio puede ser cualquier persona que se haya comprometido a comunicar, informar, usar los medios con sentido, con destreza, con visión, con perspectiva, con capacidad de mejorar y autoevaluarse, con la actitud de aprender siempre. Si esa figura la representa en un programa un periodista formado en las facultades de comunicación, pues bien, pero si esa figura la representa una persona o grupo de personas que se comprometen con los objetivos, pues también bien.

– Pero, ¿aportan algo los periodistas con formación?

– En ese caso, la mediación de personas formadas nos da la posibilidad de ahondar en la pedagogía y didáctica de la comunicación social. En optimizar y cuidar los tiempos, las formas, los lenguajes, los sentidos, los objetivos. En darle orden lógico, conociendo los recursos radiofónicos. Y en intentar jugar también con la creatividad. Los programas sociales o de contenidos políticos no tienen por qué ser un plomo o un bloque de hormigón poco digerible.

A veces, percibo que cuando algunas organizaciones sociales se lanzan a hacer programas radiales, caen en la trampa de hablar mucho de «nuestra marca», es decir, de nuestra organización, de lo buenos que somos, de todo lo que hacemos, de los sitios donde estamos. Y me parece que cuando van tomando soltura y en la producción hay personas que se forman un poco más y van aprendiendo el oficio del comunicador, pues pasan a hablar más de «la problemática», es decir, no tanto de lo que son, sino de las cosas que pasan, de los proyectos, buenas prácticas, de los hechos, ahondando, comprometiéndose en buscar las causas y mostrar las consecuencias de este mundo complejo en el que vivimos. Y resulta, que así, además, muestran mucho mejor al mundo lo que son y lo que persiguen.

Ese quizás es el enfoque que pueden dar personas que sean capaces de comprometerse un poco más con el aprendizaje de cómo ser un comunicador social.

– ¿Cuál es el estado de salud en la actualidad de las emisoras libres y comunitarias en el estado español? ¿Y en el futuro inmediato, ante la posibilidad de un nuevo ciclo de luchas sociales?

– A mi parecer hay señales de buena y mala salud. Por empezar por lo peor, me parece que en estos últimos años de crisis hay emisoras que están pasando por momentos muy delicados, algunas han desaparecido, y otras están en riesgo de desaparecer. Las causas de que eso esté siendo así tienen que ver, por supuesto, con los problemas para la autosostenibilidad, las cuentas no salen, una buena parte de la financiación de las emisoras es a través de las cuotas de las personas asociadas, pero si esas personas pierden sus trabajos, pues se dificulta apoyar económicamente a la radio. Y eso también influye en el debilitamiento en la participación.

Date cuenta que en la sociedad tenemos 6 millones de personas en desempleo, y esa realidad también está en el interior de las Asambleas de las radios. Muchas personas se han quedado sin trabajo y ahora sus esfuerzos y tiempos los dedican a intentar salir adelante bajando su nivel de compromiso asociativo. Eso pone en crisis algunos proyectos. Pero de esas crisis algunos proyectos también se están reinventando, y eso es positivo. Se están buscando fórmulas alternativas, se está potenciando la participación de otras personas que quizás antes estaban más pasivas y ahora pasan a tirar del carro, se están organizando más actividades, en fin, está intentando fortalecerse con otras prácticas. Y eso es positivo.

– ¿En qué situación se encuentra la colaboración entre radios comunitarias y los proyectos colectivos en el estado español?

– El movimiento de radios libres y comunitarias está bastante organizado y ha conseguido un nivel de interacción, intercambio de contenidos, experiencias y de ayuda mutua en lo tecnológico y lo legal como nunca antes había habido. En eso se ha forjado poco a poco, como a fuego lento, pero seguro. Y se han ido fraguando confianzas, alianzas, respetando lo que cada proyecto es, sus peculiaridades, sus decisiones organizativas, pero poniendo encima de la mesa los objetivos que unen y que consiguen que el movimiento, en general, vaya afianzándose. Cierto, que son muchos los retos pendientes y seguramente los defectos, pero también es cierto que ahora, colectivamente, es mucho más satisfactorio, rico y gratificante caminar por los terrenos de la comunicación social.

– ¿Cuáles son los retos principales?

– Uno de los desafíos que enfrentan las radios libres y comunitarias es la necesidad de evitar que se las borre del dial por una ley de la selva que permite que una radio comercial sin licencia, por ejemplo, llegue con mucho dinero, ponga un transmisor con una potencia que ninguna radio libre o comunitaria puede igualar, se coloquen en tu punto de emisión y te borre de las ondas sin contemplaciones. Cuando, esa realidad no se daba, todos decíamos que no necesitábamos ley que nos amparara, porque el espectro radioeléctrico es un bien social al que tenemos derecho. Y como había espacio pues así emitíamos, sin problema. Pero ahora, la situación es otra. Por ejemplo en Madrid no hay puntos del dial libres.

El dial es una especie de Ley de la Selva, donde el más grande te come, te borra, te elimina. Incluso se han dado casos de prácticas mafiosas y amenazas violentas con las que acompañan su rodillo aniquilador. Por eso, creemos, que los movimientos sociales, y las radios libres y comunitarias lo son, necesitan de la garantía por parte del Estado de que se respete su derecho a existir, a organizarse y desarrollarse. Así como exigimos al Estado el respeto a la sanidad o educación pública, exigimos el derecho a la existencia de proyectos de comunicación de la ciudadanía como elemento fundamental en una democracia que quiere ser participativa. Y el Estado se debe buscar la vida para garantizar ese derecho.

– ¿Se ha dado algún avance legislativo en la materia?

– En 2010 confiábamos en que la nueva Ley General de la Comunicación Audiovisual, que gracias a las enmiendas que trabajamos desde la ReMC incluyó un reconocimiento explícito a este tipo de medios sin ánimo de lucro, supusiera un avance en la situación legal de los mismos. Pero lo cierto es que hoy, cuatro años después, la situación no ha cambiado y sólo un proyecto en todo este tiempo ha conseguido licencia (Xorroxin Irratia, en Navarra). El resto sigue igual. Las autonomías dicen que la regulación y legalización corresponde al Estado, y el Estado dice que las autonomías son perfectamente independientes para cada una regular la situación de la forma en que consideren más conveniente. Y unos por otros, nuestra cuestión sigue al margen. Pero, con todo, las radios siguen luchando, emitiendo, ejerciendo la democracia participativa a través de sus micrófonos y afortunadamente, y gracias al trabajo de la comisión de legislación de la Red de Medios Comunitarios, se van consiguiendo avances en materia legal en muchas autonomías del Estado.

– Comunicación popular y luchas sociales. ¿Qué opinas?

– Con respecto a las luchas sociales y su relación con las radios, me parece que no partimos de cero. Ya llevamos unos años en los que las radios han sido capaces de coordinarse para hacer programas en directo de cobertura de manifestaciones en las calles. Es apasionante comprobar como gente de diferentes sitios se ofrecen para estar en todas las manifestaciones posibles y trasladar las voces y opiniones de la gente. Y que esa señal sea replicada en multitud de lugares en directo.

En una de las manifestaciones de los alrededores del Congreso se nos pidió incluso que montáramos una radio en el camión de la organización. Y fue una experiencia positiva. La gente por los bafles del camión escuchaban la retransmisión, pero paralelamente, se hacía otra retransmisión desde una de las radios que podía ser sintonizada por los manifestantes a través de la radio (y los teléfonos móviles hoy en día casi todos llevan radio FM).

Sin duda, habrá que mejorar, buscar nuevas formas de hacer radio para satisfacer objetivos de las luchas sociales. Buscar más apoyos de los colectivos sociales, estar más disponibles.

Y luego, por su puesto, que las radios sigan cada una con sus compromisos cotidianos, esos que hacen que cada día por sus programas se escuchen las voces de los movimientos sociales, de los colectivos, que se difundan las luchas, que se expliquen los proyectos, en definitiva que mantengan su actividad cotidiana de compromiso con su entorno más cercano.

– ¿Opinas que habría que mirar a América Latina? ¿Se podría considerar a la región como un gran referente en comunicación popular por radio?

– Para mí, sí. Al menos esa ha sido mi experiencia. He tenido la oportunidad de viajar por diferentes países de América Latina conociendo las experiencias de comunicación popular a través de la radio. He visto los procesos participativos, el nivel de organización, el compromiso con la capacitación constante, con la reflexión y la evaluación del movimiento.

Claro está, que nos llevan unas cuantas décadas de adelanto. Allí llevan desde los años 40, del Siglo XX, poniendo en marcha proyectos de radios comunitarias y educativas. Pero además, hay que valorar la capacidad que han tenido de organizarse colectivamente, de establecer coordinadoras nacionales y continentales en las que compartir objetivos, buenas prácticas y buscar posibilidades de crecer.

– ¿Qué te ha llamado la atención, sobre el terreno, del trabajo de las radios populares en América Latina?

– Es apasionante ver cómo se organizan en una radio indígena, que es fundamental para la comunidad; o una emisora que emite desde un pueblito, arriba en los Andes, y que da un servicio público que nadie les ofrece; o como las radios comunitarias se ponen al servicio de las luchas populares y son muy incómodas al poder. Tanto, que lamentablemente son constante las compañeras y compañeros asesinados en varios países por realizar tareas de comunicadores populares. Recordamos las emisoras, como Radio Progreso, de Honduras, que no callan ante el Golpe de Estado, y que vio cómo los tanques llegaban hasta las puertas de la emisora. O Radio La Luna, de Quito, y su papel fundamental en el derrocamiento de Lucio Gutiérrez, retransmitiendo las protestas durante 24 horas al día. O las radios venezolanas que no callaron durante las 48 horas del Golpe de Estado que intentó derrocar a Hugo Chávez. Y tantas y tantas otras, en muchos países, que están en primera línea, con la sociedad civil, defendiendo lo público, contra las privatizaciones del agua, de los recursos, contra explotaciones mineras, contra la tala de árboles, contra el desempleo y la pobreza, y miles de causas más.

Sí, América Latina es referente y merece la pena conocer sus experiencias para mejorar aquí, para avanzar, para incidir, para democratizar más la palabra.

– ¿Tienes algún modelo de programa de radio «alternativa» o periodista de «contrainformación» que te sirva como modelo/referente en tu trabajo?

– Me gusta mucho la radio, escucho de todo y leo de todo, pero no soy mucho de quedarme con modelos, intento quedarme con lo que me gusta de cada persona, de cada medio.

– De la radio siempre se ha resaltado la inmediatez y la cercanía, pero en buena medida esto lo hacen también o mejor las redes sociales. ¿Se ha de «resituar» la radio? ¿Qué espacio ha de buscar para continuar siendo un medio de influencia?

– La radio es de muy fácil acceso. Todo el mundo tiene un receptor que puede encender y escuchar. Eso hace que la radio pueda llegar a un sector de la población amplio, no sólo a los militantes convencidos, y la radio puede servir de «combustible» para análisis críticos personales y para evaluar mejor los procesos colectivos y sociales en los que están implicados. Pero, sin duda, Internet es el espacio que nos une con otros movimientos sociales y otros proyectos de comunicación social.

Prácticamente todas las radios tienen página en Internet y muchas ya participan de las redes sociales. Muchos de los contenidos que alimentan las radios salen de las informaciones y acciones que se dan a conocer a través de las redes sociales. Y ese es el nuevo reto, conjugar todas las herramientas tecnológicas y ponerlas a jugar un mismo partido. Ningún medio ni herramienta sobra.

– ¿Habéis tenido en «Más Voces» problemas con instituciones, autoridades o medios hegemónicos?

– Que seamos conscientes, no. Sabemos que como tantos medios de comunicación alternativos y movimientos sociales somos vigilados, escuchados y seguidos por autoridades, pero nada más.

De vez en cuando llegan críticas, las constructivas las tomamos a bien, pero también alguna amenaza velada, siempre anónimas, que ocupan rápido el buzón de papelera de nuestro correo.

– ¿Cómo te adentraste en el mundo de las radios libres?

– Yo vengo del mundo de las radios libres y comunitarias. Soy de un barrio de los que antes se consideraban «obreros», Manoteras, y cuando yo tenía 16 años, gentes de asociaciones de Hortaleza (distrito donde está Manoteras) montaron Radio Enlace, una radio vecinal y comunitaria en la que me vi involucrado desde el inicio. Desde entonces no he parado de moverme en ese mundo de la radio social que me apasiona.

A lo largo de aquellos años pasé de hacer un programa sin más, a estar implicado en la gestión de la asociación, a impulsar programas participativos incluso a realizar formación a través de talleres.

Paralelamente, como parte de la Asamblea de Radio Enlace, fui participando en la coordinadora que nos aglutina en Madrid, la Unión de Radios Libres y Comunitarias de Madrid (URCM), que me puso en contacto con otras radios, otras gentes, otros barrios, otras necesidades y trabajar, desde ahí, en objetivos comunes.

– ¿De qué modo cuajaron todas estas experiencias en el informativo «Más Voces»?

– Junto a otro grupo de personas que venían del mundo de las radios sociales, de la universidad y del activismo montamos en el año 2000 la Red Con Voz, que se puede considerar la antecesora de Más Voces. Lo hicimos por la necesidad que existía en las radios de Madrid de promover un espacio de información y análisis que perdurara en el tiempo y que demostrara que se podía trabajar en red para realizar un proyecto de comunicación social incidente.

En el año 2005 se creó la Red de Medios Comunitarios (ReMC) que ha ido uniendo y estableciendo sinergias entre medios de todo el Estado español. Sin duda, una experiencia que se ha ido enriqueciendo con el paso de los años y donde estoy contento de participar.

Y luego en 2006 llegó Más Voces, una etapa nueva desde la Unión de Radios Libres y Comunitarias de Madrid y con el apoyo de la ReMC.

– ¿Has participado en iniciativas de comunicación popular a escala internacional?

– En redes internacionales de radios comunitarias, como AMARC (Asociación Mundial de Radios Comunitarias), ALER (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica, la Red Pacífica (en Estados Unidos), o el trabajo en red y corresponsalías con La Radio del Sur.

Últimamente, también he desarrollado proyectos y contenidos sociales y documentales junto a organizaciones no gubernamentales. Por ejemplo, el Equipo de Migraciones de Cáritas Española nos pidió (a la URCM) un cortometraje sobre la realidad de los migrantes temporeros en los campos freseros de Huelva. Y por último, por mi formación como maestro, siempre me ha gustado la labor pedagógica, y a lo largo de los años he desempeñado colaboraciones y desarrollo de proyectos que tienen que ver con la formación en comunicación social.

– ¿Consideras el trabajo en la radio comunitaria como una parte de los movimientos sociales? ¿Participas en alguno?

– Soy parte de Radio Enlace, la Unión de Radios Libres y Comunitarias de Madrid (URCM), la ReMC y luego participo como uno más en los movimientos reivindicativos que hoy me parece que hay que apoyar (del estilo de las asambleas del 15M, las manifestaciones de las Mareas, las luchas promigrantes, laborales…), pero me gusta militar sin más, sin carnet de nada. Si me parece que merece la pena voy y soy uno más.

– Por último, ¿cómo te definirías, como periodista, como comunicador popular? ¿Cómo entiendes esta tarea?

– Un tipo que intenta mantener los ojos abiertos. Que se toma la molestia de leer entre líneas, con la inquietud de rascar hasta el fondo. Con la actitud de mantener el espíritu crítico por encima de todo. Me gustaría que me vieran como una persona que escucha, que está al tanto de las voces de la calle. Que mantiene los objetivos sociales por encima de egos personales. Absolutamente independiente, libre. Inconformista, utópico. Una persona que cree en el trabajo en red, en las posibilidades de conseguir logros sociales y comunicativos si establecemos sinergias, si buscamos los puntos que unen. Creo en el valor de lo comunitario, lo cooperativo y colaborativo. Y desde ahí plantar batalla al rodillo mediático del poder financiero y político.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.