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(A)pareci-das

Fuentes: Rebelión

«Las mayorías no odian, odian las minorías, porque la conquista de derechos produce alegría, mientras que la pérdida de privilegios, produce rencor» Arturo Jauretche   El sábado 9 de agosto, la periodista argentina Sandra Russo escribió la contratapa del diario Página 12. Parecidos, fue el título de su bellísimo trabajo metaliterario. Muchos miles de argentinos, […]

«Las mayorías no odian, odian las minorías, porque

la conquista de derechos produce alegría, mientras que la

pérdida de privilegios, produce rencor»

Arturo Jauretche

 

El sábado 9 de agosto, la periodista argentina Sandra Russo escribió la contratapa del diario Página 12. Parecidos, fue el título de su bellísimo trabajo metaliterario. Muchos miles de argentinos, tanto los que viven dentro del territorio, como los que formamos parte de la diáspora, seguimos esta última semana el desarrollo del encuentro entre Guido Montoya Carlotto y Estela de Carlotto. Nieto y abuela. Nieto singular, con una abuela que el Terrorismo de Estado la obligó a la titánica tarea, como al resto de las abuelas, que conforman la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, de buscar a su nieto de sangre y a los restantes cuatrocientos, a quienes la Dictadura genocida quiso robarles su verdadera identidad. El cuento de Raymond Carver, del que habla Russo, El padre, fue tomando vuelo y saliendo de la jaula meramente literaria, escapándose a la vida, para anidar no solo en un núcleo familiar, sino en el de todo un país, y en toda una humanidad de mujeres y hombres justos. Se fueron buscando los parecidos. Todos los medios se lanzaron a colgar textos e imágenes de los protagonistas de la historia. Los canales de televisión y las emisoras de radio trajeron un gran número de comentaristas. Muchos se quebraron, frente a cámara, o frente a un micrófono en un estudio de radio. Hubo actitudes viles, y ontológicamente cobardes, como la del periodista del establishment Jorge Lanata, burlándose del llanto de un hombre profundamente emocionado. Hubo también algún papanata, como calificara con precisión el léxico que emana de la sabiduría popular del senador nacional por el Frente para la Victoria Aníbal Fernández, en referencia a los comentarios de Martín Caparrós, por su mezquindad en interpretar el momento.

La madre de Guido, Laura Estela Carlotto, tenía 23 años en 1977, cuando fue secuestrada estando embarazada de casi tres meses de gestación. El padre de Guido, Walmir Oscar Montoya, tenía 25, en ese mismo año, también el año de su secuestro y desaparición. En algunos medios aparecieron fotos de Laura Estela Carlotto, bellísima, radiante. De esas bellezas físicas que también se dejan seducir por la belleza interior de tener un proyecto no solo individual, sino también colectivo; y cuando el individual, modesto, humilde, se pone al servicio de ese mucho mayor y mucho más noble, que es el de luchar para que todos tengan el derecho de tener un proyecto individual.

Entre las fotos de Laura Estela Carlotto que aparecieron en los medios, durante esta última semana, apareció una Laura, que no es Carlotto, sino Laura Isabel Feldman. En febrero de 1978, cuando fue secuestrada tenía tan solo 17 años. Desde los 12 comenzó a participar políticamente, y a estar decidida a ser parte de ese sueño que había que convertir en proyecto para una Argentina más justa, más libre, más soberana. Cuando se repasan las historias de vida de los compañeros detenidos -desaparecidos, siempre se encuentran parecidos profundos, escenciales, vitales, impresindibles, importantísimos, no solo para una comunidad nacional, sino para toda la especie humana. Probablemente Laura Isabel Feldman no estaba embarazada al momento de su secuestro, pues la Dictadura genocida esperó menos de un mes para ejecutarla y enterrar su cuerpo en una fosa clandestina. Su compañero de militancia y de vida, Eduardo Alberto Garuti, también fue secuestrado en febrero de 1978. Laura Estela Carlotto y Laura Isabel Feldman fueron muy parecidas, compartieron un sueño hermoso, se hermanaron en la lucha por un proyecto de justicia social y liberación nacional, sabiendo que la semilla debe morir para que los frutos sean abundantes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.