El pasado 12 de octubre se hizo público el informe de una encuesta sobre la monarquía encargada por la Plataforma de Medios Independientes.
Lo primero es felicitar a dichos medios por la iniciativa, que trata de suplir la falta casi absoluta de investigación sobre la institución que constituye el arco de bóveda del engranaje constitucional de 1978, y que se encuentra cuestionada como nunca había sucedido desde entonces.
Saludar también el hecho de que dicha investigación se ha sufragado con aportaciones voluntarias de ciudadanas y ciudadanos interesados, y que en un solo día reunieron la cantidad solicitada. Este gesto ha hecho que el estudio fuera un poco de tod@s, no sólo los impulsores.
La expectación generada era por lo tanto muy grande, y de hecho muchos de los grandes medios no han tenido más remedio que referirse en algún momento el estudio, bien para informar de sus conclusiones más importantes, bien para tratar de desprestigiarla.
Creo que lo más interesante de los resultados son los que se refieren a la población en su conjunto, dado que se trata de una muestra de 3.000 encuestas, se supone que con una buena estratificación, lo que le daría una elevada fiabilidad en su globalidad. Otra cosa son las variables por las cuales se ofrece también resultados (partido al que votó, edad y cuatro comunidades autónomas), cuyos resultados son menos fiables al tratarse de muestras de tamaño menor; no obstante apuntan tendencias.
Dicho esto sólo quiero comentar algunos aspectos de lo que viene a ser el resultado más relevante: El apoyo mayoritario a la realización de un referéndum sobre el modelo de Estado, y la ligera mayoría en favor de la república.
Estos datos confirman otros, escasamente publicados, sobre el sentir mayoritario, y por ello democrático, del conjunto de la sociedad española, que quiere poder decidir sobre un tema que se le escatimó en la transición, al estar la monarquía incluida en un mismo pack para poder acceder a un régimen parlamentario: el 47,8 desearía poder decidir en referéndum, frente al 36,1 que no lo ve necesario, con un 16% de indecisos.
Además si se celebrase el referéndum, el 40,9 votaría por la República como forma de estado, frente al 34,9 por la monarquía, con un 12,9 de indecisos.
¿Qué nos pueden decir estos datos a las personas que trabajamos por acabar con un régimen que, no sólo es obsoleto y antidemocrático, sino que da protección a buena parte de unas instituciones del franquismo que han tenido continuidad en este régimen poco democrático que tenemos.
Pues lo primero es la cierta satisfacción de constatar que no estamos tan solos como a menudo pensamos, y que nuestra lucha tiene un apoyo mayoritario.
Lo segundo es que, según estos datos, en caso de que se celebrase ahora un referéndum, no está garantizado que el resultado fuera así, pues un 12,9% de indecisos, con los poderosos medios de comunicación del régimen a todo volumen, pueden hacer que los indecisos cambien la balanza del lado monárquico, porque no hay que dudar que esta campaña, y sucia, se llevará a cabo. Queda por lo tanto mucho trabajo que realizar, para lograr ganar ese referéndum, que, a no ser que se produzca una grave crisis que haga abandonar al monarca, será la única vía para acabar con la monarquía en nuestro país.
Pero más allá de estas reflexiones, que son bastante obvias, quisiera destacar otros dos aspectos que suelen pasar más desapercibidos.
Ya tiene mérito que, pese al bloqueo mediático que sufre la gran mayoría de la población española, que sólo recibe información a través de medios del régimen fuertemente financiados, la sociedad tiene sentimientos contrarios al pensamiento único. Y eso es bueno que lo constate una izquierda instalada en un pesimismo estructural, que desconfía de manera patológica del pueblo al que quiere dirigir sus mensajes: No conocen al pueblo.
Y por último, para corroborar esto que estoy tratando de señalar, voy a destacar una de las preguntas del estudio, la que pregunta “¿qué opción crees que ganaría si se celebrase el referéndum?”. Pues curiosamente, el 38,7% piensa que sería la monarquía la que vencería en dicha consulta, frente al sólo 31% que piensa que ganaría la república.
¿Qué quiere esto decir? Pues que hay una distorsión entre lo que somos y lo que pensamos que somos, por obra y gracia de quienes construyen los estereotipos que terminan por imponer un conocimiento absolutamente sesgado de la realidad. De ahí la enseñanza que debemos aprender, que no podemos fiarnos de lo que nos cuentan unos medios nada independientes, y que debemos tejer nuestros propios lazos de comunicación y relación, de modo que la transmisión de ideas y sentimientos esté lo menos mediatizada posible, y generemos las confianzas que la tendencia mayoritaria trata de destruir permanentemente.
Pedro Casas, activista social