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El marketing le ganó a las obras

Balance tentativo del proceso electoral y perspectivas

Fuentes: Rebelión

El macrismo consiguió una victoria muy ajustada en base a una campaña diseñada para producir un efecto pasajero en la franja centrista de los votantes, pero un efecto que se mantuviera hasta obtener el resultado electoral. Como los autos de Fórmula Uno, que sólo duran poco más de una carrera, esta leve mayoría de votos […]

El macrismo consiguió una victoria muy ajustada en base a una campaña diseñada para producir un efecto pasajero en la franja centrista de los votantes, pero un efecto que se mantuviera hasta obtener el resultado electoral.

Como los autos de Fórmula Uno, que sólo duran poco más de una carrera, esta leve mayoría de votos (el resultado fue casi mitad y mitad) se mantendría solamente hasta poco más allá del ballotage. Pero sería suficiente. El gran capital concentrado internacional no podía perder esta oportunidad, y seguramente habrá invertido mucho dinero para garantizarla.

Hoy sigue habiendo un núcleo duro de un 40% que vota al FPV y otro que en un 30% vota a la derecha.

Por otro lado, lo central de la estrategia de la presidenta fue acertado: hacer permanentemente obras y más obras. Esa es la base fundamental de los votos al FPV. Personas que han sido beneficiadas y traducen en una nueva conciencia política esa mejoría.

Los que se limitan a discutir los errores en las tácticas electorales del FPV dejan de lado lo fundamental, la política de hacer obras del gobierno y su reflejo en buena parte de la conciencia de la población.

Pero, como dijo Garrincha en una charla técnica: ¿profesor, el equipo contrario no juega?

La campaña electoral de la derecha ha sido decisiva en el resultado. Tuvo un efecto coyuntural y episódico, pero que sirvió para ganar las elecciones.

El FPV debería haber garantizado la continuidad del «proyecto» en las elecciones pero no hizo lo suficiente para lograrlo. Esto es un hecho. Pero se olvidan varias cosas. Si Néstor o Cristina pudieran ser reelegidos la victoria del FPV hubiera sido segura. Esto habla de que la obra de gobierno logró raíces en la población. Y esto se ratificó en las PASO. Esto también es algo que se olvida. A pesar de haber sido Scioli el candidato, a pesar de todos los errores de campaña que se puedan haber cometido hasta ese momento, aún así el FPV ganaba por 8 puntos de diferencia. Esto era una consecuencia evidente de los efectos en la conciencia de la población de las obras del gobierno. Esta política de obras es la que construyó el kirchnerismo, sin esa política hoy no existiría ese núcleo duro y no habría táctica electoral que pudiera hacer ganar las elecciones al FPV. Se critican los errores electorales del kirchnerismo pero se olvida de los aciertos que llevaron a construir el kirchnerismo. Se demostró que se podía mejorar en buena medida la vida de la población si se tenía la voluntad gubernamental para hacerlo.

Pero de las PASO a las primarias y el ballotage, la campaña de Cambiemos, dirigida por Durán Barba y otros expertos internacionales dio un giro notable. Conciente Durán Barba que no podrían modificar el núcleo duro del kirchnerismo y que no podían crear un núcleo duro propio mayor del que tenían (30%) recurriendo solamente a las palabras y a las promesas, decidió apelar a todo tipo de maniobras para lograr una burbuja de votos que durara por lo menos hasta el ballotage, aunque después la mayoría de votos siguiera siendo del FPV.

Inmediatamente después de las PASO Durán Barba dijo: en los barrios todos hablan de que votarán al FPV, no es posible modificar eso. A partir de ahí su estrategia fue ganar a la franja centrista, la que se mueve según sopla el viento, una franja altamente inestable y volátil, y con este objetivo hizo cambiar en parte el discurso de Mauricio Macri, como se evidenció con sorpresa en su alocución el día de las PASO. Macri habló de no modificar lo ganado, mantener Aerolíneas, YPF y la AUH, etc. Fue alternando este tipo de retórica con algunas frases de su verdadera política ortodoxa, y sus asesores económicos hablaron abiertamente sobre muchas de las medidas a tomar que significaban una vuelta corregida y ampliada a los ’90. El objetivo primario era revertir la imagen negativa de Macri, convencer a la franja centrista que iba a mantener lo ganado, aunque no confiando en que se le creyera a Macri, sino apostando a que el centrismo iba a querer creerle.

Cuando la difusión de los dichos de los economistas de Macri empezó a asustar a la población, los mandaron callar.

Pero la campaña no terminó ahí. Habrá que ver si se confirma en el futuro, pero todo hace pensar que contaron con financiación del capital concentrado para hacer todo tipo de acuerdos económicos con los aparatos de los distintos partidos como forma adicional de ganar votos.

Esto estaría en sintonía con el eje de la campaña: conseguir votos de cualquier manera, embarrando la cancha, confundiendo a la gente, afirmando que Macri mantendría, en la misma medida que Scioli, todas las mejoras.

Por parte del FPV todo indica en que se confiaron en el resultado de las PASO, al punto de que creyeron como muy probable que no habría segunda vuelta. Con el resultado de las primarias, se movilizaron para recuperar votos, pero los dirigentes fueron superados por la base espontánea de la población, cuya campaña casa por casa, voto por voto, seguramente aseguró que finalmente hubiera casi un empate en votos. Los días previos al ballotage había un clima de cierta confianza de que se habían recuperado la mayoría de votos para el FPV. El hecho de que mucha gente mayor fuera a votar por voluntad propia es un síntoma elocuente. Probablemente si esta actividad de la base hubiera durado una semana más el resultado electoral hubiera sido el opuesto.

También hay que tener en cuenta que la situación económica había desmejorado e influyó en el ánimo de la franja centrista de los votantes. En el artículo de Claudio Scaletta Encantamiento del 1º de noviembre de 2015, en el suplemento CASH se dice: «El 54 por ciento de 2011 fue el resultado del crecimiento prácticamente ininterrumpido iniciado en 2003″… «El 37 por ciento del 25 de octubre, y sobre todo los apenas 3 puntos de diferencia con el segundo, pueden explicarse por el freno de la economía a partir de 2012, con el 2014 a la cabeza. Los 17 puntos de diferencia con 2011 son consecuencia del descontento de quienes sienten no necesariamente que están mal, pero sí estancados. El votante siempre quiere más; es su pulsión biológica.»… «La idea de un «cambio» abstracto no hubiese prendido en 2011, pero tuvo oportunidad de hacerlo en el tardío 2015. Este descontento relativo no puede combatirse electoralmente con el listado de logros del oficialismo de los últimos 12 años. El votante que integra esta franja de 17 puntos no es en promedio el más politizado y contabiliza los logros como derechos adquiridos. Está pensando en su futuro.»

La campaña impulsada por Durán Barba sobre la franja centrista tenía una base material, económica, el estancamiento relativo de la economía producto fundamentalmente de la crisis internacional.

Cabe preguntarse si Cristina hizo bien en no intentar una reforma constitucional para poder ser reelegida. Siempre estuvo claro que era casi imposible elegir un sucesor con la misma fuerza electoral que tuvo Néstor o que tiene Cristina. La oposición desarrolló una campaña feroz denunciando que la reforma constitucional tenía como objetivo permitir la reelección lo que implicaba un intento de perpetuarse en el poder, y probablemente Cristina evaluó que nunca lograría que una mayoría de la población apoyara firmemente la reforma constitucional, y que si se volcaban todos los esfuerzos en esa batalla ideológica se desviaría el eje de hacer obra tras obra.

Pero si el objetivo central era garantizar la continuidad del proyecto, si se sabía que una derrota electoral frente al macrismo dejaría al pueblo frente a un gobierno que usaría todo el aparato gubernamental en forma directa y feroz contra toda la población, ¿Se podía aceptar sin más que no podía haber reelección? ¿Se pueden aceptar los límites de la democracia burguesa en este punto cuando hay tanto en juego?

Qué podría haber hecho el kirchnerismo para garantizar que no ganara el macrismo es materia de discusión. Como mínimo había que recurrir a la población haciendo una campaña ideológica que instalara en su verdadero nivel lo que estaba en juego.

Si no había relación de fuerzas para lograr una reforma constitucional, habría que crearla. Elevar la conciencia de la población en ese sentido.

Es un tema que hay que profundizar, porque no hay ni habrá forma de garantizar reformas como las que se han hecho, ni mucho menos ampliarlas, si no se pueden traspasar los límites de la democracia burguesa.

En cuanto al argumento de que la no reelección y la alternancia garantiza la democracia, es un mito creado por la burguesía. Los gobernantes deberían poder ser removidos en cualquier momento con el voto popular, como de alguna manera se estableció en la constitución chavista. Pero los grandes líderes, los grandes dirigentes, no surgen todos los días, el pueblo tiene que cuidarlos. La garantía de la democracia no es que haya límites en la reelección, sino garantizar que la población tenga el acceso más absoluto a la información que le permita de esa manera conocer la realidad tal cual es, de esa forma podrá votar realmente de acuerdo a sus verdaderos intereses como pueblo. Obviamente la burguesía se ha encargado de mil maneras durante toda su historia de que la población permanezca en la mayor desinformación posible, en la mayor ignorancia. A nadie se le ocurre hacer campaña política por esa plena información al pueblo como principal garante de una efectiva democracia.

Sin avanzar pasos hacia una democracia plena, una democracia en la cual la voluntad del pueblo se exprese en la forma más libre y conciente, cruzando las barreras que lo impidan, sin avanzar aunque sea solamente algunos pasos hacia esa verdadera democracia, no se puede ni pensar en garantizar un «proyecto» como el de «crecimiento con inclusión social». Sin tomar medidas necesarias, imprescindibles, como la estatización del comercio exterior, o, al menos, una Junta Nacional de Granos, no se puede lograr un funcionamiento mínimamente sustentable de la economía.

Se necesitan más que unos pequeños pasos, obviamente, pero si no se da ninguno, si no se atraviesan los límites de la democracia burguesa, no se puede luchar mínimamente contra el poder económico concentrado internacional, que es el que está detrás de Macri. Pretender hacerlo dejándole al capital concentrado todo la gran propiedad privada del agro, del comercio exterior, de los bancos, a través de los cuales pueden fugar divisas tranquilamente, toda la prensa escrita, radial y televisiva, la verdadera cadena nacional, es desde ya utópico.

Pero es una utopía sincera del kirchnerismo: lograr el «crecimiento con inclusión social» dentro de los límites de la democracia burguesa y sus instituciones.

Lo más importante, el saldo mayor del kirchnerismo, es ese núcleo duro de la población, en gran parte la juventud, que ha tomado las obras realizadas, el proyecto de inclusión, las mejoras económicas, culturales, científicas, democráticas, etc., como algo posible de lograr y por lo cual vale la pena luchar. Ese capital humano es por sus características nuevo en la Argentina, y en alguna medida en el mundo. Es un proyecto de mejoramiento humano que ha llevado a buena parte de la población a tomar conciencia de que para lograrlo hay que enfrentar con éxito al capital concentrado internacional. De la manera y con la profundidad que se da esta conciencia es algo nuevo. La unidad de acción con este movimiento es obligatoria para todo verdadero socialista. Que pasará cuando este movimiento, en gran parte voluntario e inorgánico, tome conciencia de los límites insalvables de la democracia burguesa, de la necesidad de dar pasos hacia una plena democracia, si retrocederá, si abandonará la lucha, o si se animará a cruzar estas barreras democrático burguesas, está por verse. Trabajar para que estas barreras se crucen es obligatorio.

Lo concreto es que estamos frente a un gobierno que utilizará todo el aparato del estado para atacar en forma directa a toda la población. Por su tamaño, por su escala internacional, el capital concentrado no puede tener otra política que la del saqueo, lo que implica privatizaciones, apertura de importaciones, devaluaciones, desocupación, congelamiento de sueldos y jubilaciones, bloqueo de toda posibilidad de «crecimiento con inclusión social», disminución drástica de la demanda de consumo. Y esto implica necesariamente también niveles de represión de una dimensión acorde con el tamaño del saqueo.

La Presidenta habló del «empoderamiento» del pueblo. Ahora todo depende del pueblo, como siempre, más que nunca. Pero se necesitan dirigentes y organización en la lucha de la población. Se necesita que la clase obrera se incorpore a la lucha política democrática. El paso a la actividad política general de la clase obrera es imprescindible. El argumento de que el movimiento obrero no debe hacer política porque sería someterse a la burguesía no se sustenta. El inmenso e inmediato repudio de los trabajadores del diario La Nación del editorial que reclamaba el ceso de los juicios a los genocidas de la última dictadura, es un hecho político de la más profunda significación, revela que se puede llevar adelante luchas políticas independientes de la política burguesa dentro de la democracia burguesa. Para e nfrentar lo que viene es inevitable el desarrollo de la lucha de clases. No se puede derrotar al capital concentrado sin revolución social, pero para elevar la conciencia de la clase obrera y del conjunto del pueblo hasta el nivel que permita llevar a la práctica esa revolución social, se necesitan dar muchos pasos, muchas luchas, que al mismo tiempo son imprescindibles para frenar en cada momento, lo más que se pueda, la ofensiva del capital concentrado sobre todo el pueblo, ofensiva que ya ha comenzado el macrismo aún antes de asumir como nuevo gobierno.

Las dificultades que tuvo el gobierno kirchnerista frente al capital concentrado internacional, y que trató de sortear en alguna medida, la forma en que explicó el gobierno públicamente estas dificultades, es algo que se ha producido por primera vez en la historia, y que ha contribuido a elevar la conciencia de gran parte de la población.

Es cierto que la política kirchnerista de conciliación de clases, de predicar la creencia en un capitalismo posible con crecimiento inclusivo, ha enturbiado por otra parte la conciencia del pueblo. Pero por un lado eso lo han hecho todos los gobiernos burgueses. Y por otro las obras del gobierno, sus acciones y su discurso han elevado, contradictoriamente, parcialmente, esa conciencia. Ayudar a que se siga elevando, a despojarla de la creencia en la conciliación de clases, la unidad de acción en todo lo que signifique un avance real en las tareas revolucionario democráticas, etc., es obligatorio para todo verdadero socialista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.