Un organismo ligado a la ultraderecha polaca busca llevar a juicio a Página/12 sólo por haber publicado el relato de la matanza de Jedwabne, donde 1600 judíos fueron quemados en 1941.
Página/12 se convirtió en el primer blanco global de una organización que colabora con el gobierno polaco en su objetivo de censurar a quienes difundan datos sobre el Holocausto aprovechando una flamante legislación persecutoria. Las agencias internacionales de noticias informaron que la Liga Polaca contra la Difamación iniciará acciones legales contra este diario por una contratapa acerca de la matanza de judíos en Jedwabne, en 1941. El cargo sería haber violado una ley de Polonia que está en vigencia desde el 1 de marzo.
El texto, que se reproduce otra vez en estas mismas páginas, fue publicado el 18 de diciembre por el psiquiatra y psicoanalista Federico Pavlovsky.
Según datos recogidos por la agencia española EFE, la Liga acusa a este diario de haber pretendido engañar a los lectores induciéndolos a pensar que es creíble «la tesis del antisemitismo polaco». Fundada en 2012, la organización no busca esclarecer el pasado de su país sino perseguir a quienes informan sobre investigaciones realizadas. Su página web indica que solo en 2016 la Liga intervino en más de 60 casos. En septiembre de ese año lanzó «un sistema semiautomático para identificar la difamación, que detecta expresiones ofensivas como Campos de Concentración Polacos, Campos de Muerte Polacos o Polonia Nazi». La ley nueva parece haberla convencido de que la Liga cuenta con herramientas efectivas.
De acuerdo con la información de las agencias, la excusa para denunciar a PáginaI12 sería la foto utilizada en la edición de la nota porque no correspondería al hecho relatado. La imagen muestra a cuatro personas muertas. Fue tomada de sitios especializados de Internet. Aunque puede haberse tratado de un error, parece disparatado utilizar la foto como supuesta demostración de la intención de «dañar a la nación polaca y la imagen de los soldados polacos». Si la foto realmente correspondiera a otra matanza ocurrida en Polonia, PáginaI12 debería ser criticado por suavizar la historia de los hechos: en Jedwabne no murió un puñado de personas sino que fueron quemados 1600 judíos polacos sometidos antes a torturas.
La reacción ante la censura de alcance global fue tajante. Tras la publicación de la noticia en la web de Clarín, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas, Adepa, expresó en su preocupación «de la denuncia contra PáginaI12 a partir de una nueva ley polaca sobre el Holocausto». Todos los diarios y las webs de la Argentina se hicieron eco del intento de censura.
El secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Santiago Cantón, se comunicó de inmediato con los editores del diario. «Es una cuestión de principios», dijo en su primer mensaje antes de colocar el repudio en Twitter. Cantón fue relator de libertad de expresión en el sistema interamericano de Derechos Humanos y secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
«Todos los medios argentinos deberían publicar mañana la nota original de Página12», sugirió el editor y ex secretario general de Redacción del diario de La Nación.
Pavlovsky contó una historia que resumió así en uno de sus párrafos: «Mil quinientas personas mataron o vieron matar a otras mil seiscientas, éstas últimas de origen de judío, y en el exterminio no hubo ninguna distinción entre hombres, mujeres, niños y ancianos». Solo sobrevivieron siete personas.
Este diario ya había tratado el tema en una entrevista de Luis Bruschtein a la filósofa argentina Laura Klein. Publicada en 2001, Klein contó en la nota que en Jedwabne, la aldea de su familia de origen, fueron asesinadas su tía abuela y sus seis hijos. En esta edición se incluye la nota que escribió para PáginaI12 al conocer la noticia del intento de castigo planetario.
La ley polaca, de cuyos detalles da cuenta la nota de la página 2, tiene similitudes con la legislación turca sobre el genocidio armenio. En Turquía es delito escribir que existió el exterminio masivo de los armenios de 1915 y 1916. El gobierno turco reprime internamente a quienes recuerden la verdad y envía una protesta diplomática cada vez que otro Estado califica ese exterminio de «genocidio». Llegó a señalar su molestia ante una diversidad de líderes como Angela Merkel o el propio Papa Francisco. En Polonia es delito escribir que hubo complicidad polaca en el Holocausto.
Cuando las dos cámaras del Parlamento polaco acordaron sancionar la ley, en febrero, el diario El País de Madrid puso de volanta «La memoria del Holocausto» y tituló, sin vueltas: «Polonia aprueba una ley contra la historia».
No hay precedentes mundiales de ese nivel en regímenes democráticos. El intenso debate argentino sobre el pasado nunca quedó limitado por ley alguna. Las leyes solo se aplicaron para quienes cometieron delitos de lesa humanidad, pero nada impide discutir, opinar y publicar, por ejemplo, sobre el grado de complacencia o complicidad con la dictadura o la presunta ignorancia de quienes eran vecinos de campos de concentración como la Escuela de Mecánica de la Armada.
En su momento el secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, lamentó la decisión del presidente de Polonia, Andrzej Duda, de firmar la ley que penaliza cualquier vinculación entre Polonia y los crímenes cometidos por los nazis en el país durante la Segunda Guerra Mundial por sus «efectos adversos en la libertad de expresión y de investigación académica». «Estados Unidos está decepcionado con que el presidente polaco haya firmado la legislación que impone sanciones criminales», señaló oficialmente el Departamento de Estado.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tuvo un choque con su colega polaco, Mateusz Morawiecki. Luego de un discurso en el que anunció que «no olvidaremos, no perdonaremos y siempre lucharemos por la verdad» y dijo que Israel nunca permitirá «que se reescriba la verdad histórica», recibió una respuesta de Morawiecki en este tono: «Por supuesto que no será sancionable o delito decir que hubo criminales polacos, como hubo criminales judíos, o rusos o ucranianos, no sólo criminales alemanes».
El comisario de derechos humanos de Europa, Nils Muiznieks le envió una carta al primer ministro. «Temo que la independencia judicial esté en riesgo hoy en Polonia», dijo sobre la nueva ley. También cuestionó las restricciones al aborto y la liquidación de leyes contra la violencia machista.
Fuente original: https://www.pagina12.com.ar/99299-blanco-de-la-censura-global