El pasado domingo se celebró un referéndum en Bolivia en el que los bolivianos dijeron SÍ a un nuevo texto constitucional con un porcentaje de apoyo del 62% frente al 32% del NO según los últimos datos de los que disponemos. Me gustaría comentar el tratamiento dado por un artículo del diario La Vanguardia a […]
El pasado domingo se celebró un referéndum en Bolivia en el que los bolivianos dijeron SÍ a un nuevo texto constitucional con un porcentaje de apoyo del 62% frente al 32% del NO según los últimos datos de los que disponemos. Me gustaría comentar el tratamiento dado por un artículo del diario La Vanguardia a dicho acontecimiento y a los resultados del mismo, así como establecer una comparación entre dicho tratamiento y el que el mismo medio de comunicación dio a los resultados del referéndum celebrado hace poco más de un año en Venezuela con motivo de la reforma constitucional impulsada por Hugo Chávez, en la que el NO venció con un porcentaje del 51% frente al 49% del SÍ.
En este artículo, el corresponsal de La Vanguardia, Joaquim Ibarz, escribe sobre los resultados del referéndum Boliviano del pasado domingo en el que se aprobó la nueva constitución con un 62% de apoyo popular, como ya he dicho. Leamos frases sueltas de dicho artículo:
Titulares:
«Bolivia aprueba la nueva Constitución con menor margen del esperado»
«Los resultados de la consulta agudizan la fractura política y social del país andino» (subtítulo)
Veamos algunos extractos del mismo:
«El triunfo del presidente Evo Morales en el referéndum para aprobar la nueva Constitución no habría sido lo rotundo que se esperaba.»
En el momento de escribir esas palabras el corresponsal no disponía de resultados oficiales definitivos y se basaban en encuestas a pie de urna que se movían entre el 56% y el 61% de apoyo para el SÍ.
«Los resultados muestran una pérdida de popularidad de Evo Morales, ya que en el referéndum revocatorio del pasado mes de agostó ganó con el 67%»
Eso puede aceptarse como cierto, al menos en términos porcentuales, pero conviene tener claro que el periodista lo utiliza como argumento, aunque sólo sea para poder afirmar que el presidente boliviano sufre una pérdida de popularidad.
«La aplicación de la Carta Magna socializante no resultará fácil al ser rechazada en los centros urbanos con un 51″9 % de los votos; en las zonas rurales ganó el sí con el 82″2 %.»
Fijémonos en la utilización peyorativa del término «socializante». Obviamente, por ejemplo, no se le ocurriría hablar de una constitución de carácter social.
«Una nación dividida aprobó una Constitución con fuerte sesgo indigenista, que pondrá bajo control estatal la economía, la cadena productiva y los recursos naturales.»
Destaquemos toda la frase, con la retahíla de mensajes peyorativos hacia Bolivia que contiene, pero quedémonos con la referencia al control estatal de la economía, la cadena productiva,… Conviene resaltar hasta que punto, en nuestras sociedades capitalistas, se considera negativo el control del estado sobre asuntos tan importantes. La maquinaria de los medios de comunicación permanece bien engrasada para que este tipo de ideas o consignas calen en los receptores de sus noticias, a los que se debe impregnar con esa ideología neoliberal y capitalista.
«La nueva Carta Magna fue redactada a la medida de Morales, ya que le permitirá reelegirse y concentrar el poder en el ejecutivo.»
Poco importa la Constituyente o el proceso ejemplarmente democrático. Lo que importa es ofrecer una imagen autoritaria del presidente boliviano.
«El rechazo a la Constitución en las provincias de oriente añade un nuevo factor de desestabilización.»
Esto no deja de ser cierto y, obviamente, no podía olvidarlo. Recodemos este comentario cuando leamos el artículo sobre el referéndum en Venezuela.
«Algunos expertos advirtieron que se profundizarán las diferencias políticas y sociales en un país históricamente inestable.»
Aquí estamos ante un clásico: los expertos de un solo lado. No hay expertos del otro lado, expertos a favor de la Constitución en todo el artículo. El equilibrio periodístico brilla por su ausencia.
«La oposición le acusa de gobernar sólo para las 36 etnias y pueblos originarios, marginando a mestizos y blancos, que constituyen la mayoría de la población.»
Más allá de la falsedad de esa afirmación quisiera resaltar aquí la utilización del factor racial (habla de marginación). Conviene fijarse en que ni siquiera Evo Morales utiliza marginación para defender la constitución. Nunca habla de marginación hacia blancos y mestizos, y eso que es bien cierto que defiende a capa y espada a los indígenas, pero sin atacar al resto de etnias. Se limita a defender a los oprimidos, justo lo que debería hacer el socialismo.
«Además, (la oposición) le acusa (a Morales) de querer instaurar un régimen centralista animado por su mentor Hugo Chávez».
Un clásico de este corresponsal, pues lleva años abominando de Hugo Chávez sin descanso, tal es la obsesión que siente por el presidente venezolano.
«El ex presidente Carlos Mesa señaló que «esta Constitución tiene graves contradicciones y ambigüedades; puede abrir una página, no de cambio revolucionario sino de caos autoritario»».
No interesa tanto analizar las palabras del ex-presidente como destacar una vez más que en este artículo sólo hay declaraciones y opiniones de sujetos contrarios a la nueva constitución, a pesar de la victoria de los que la apoyaban.
«Otros analistas denuncian que el proceso electoral ha sido una suma de ilegalidades e irregularidades desde su convocatoria con el Congreso cercado por indígenas y campesinos y con la provincia de Pando en estado de sitio…»
Aquí hay una mentira subrepticiamente colocada en relación al origen del caos en Pando, provocado por fuerzas opositoras, pero poco importa ahora pues no se trata de analizar aquellos acontecimientos sino de mostrar otra vez que todas las opiniones que aparecen en el artículo son negativas, peyorativas, lacerantes, por mucho que la mayoría del pueblo boliviano haya apoyado lo que este corresponsal no hace más que descalificar.
«El padrón electoral no ofrecía plenas garantías de confiabilidad.»
Esta frase es muy importante, porque forma parte de una estrategia que busca fomentar la duda sobre la fiabilidad del proceso electoral que concluyó el Domingo con la aprobación del nuevo texto constitucional boliviano, duda que ha ido alimentando desde el principio del artículo con todas las críticas y descalificaciones aportadas. A estas alturas del artículo, casi al final, dejar caer una frase como ésta no pretende más que afirmar: «os lo estaba avisando durante todo el artículo; es natural que el proceso estuviese corrompido».
«Muchas personas no pudieron sufragar por haber sido eliminadas del padrón o porque alguien lo hizo en su lugar con un carné clonado».
Esto es cierto, pero hasta el más desinformado debería saber que la ausencia del padrón ha sido precisamente una constante entre los indígenas y la mayoría de los que apoyan a Evo Morales. Ha sido precisamente el movimiento liderado por el presidente boliviano el que lleva años trabajando para otorgar ciudadanía y papeles a multitud de indígenas y olvidados que carecían de ellos.
«Otro motivo de sospecha es que el acta del escrutinio del colegio electoral es única (no se entrega copia a los partidos); además, en muchas comunidades andinas se vota en bloque siguiendo la indicación del cacique indígena.»
No es preciso profundizar en el sesgo racista de estas palabras; tan sólo destacar cómo se habla de caciques para los indígenas, desconociendo absolutamente la realidad de un pueblo al que sólo la nueva constitución devuelve parte de la dignidad que los blancos y las élites oligárquicas les habían quitado históricamente.
«El presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz y líder opositor Branco Marinkovic denunció fraude e irregularidades.»
Una vez más se demuestra que este periodista está desquiciado, obsesionado, y que no ejerce su presunta profesión sino que se limita a ejercer de vocero de un discurso panfletario hasta la médula, dando únicamente voz a un lado de la contienda, el perdedor.
Analicemos ahora un artículo correspondiente a la derrota del SÍ en Venezuela, la «derrota de Chávez» que, hay que recordarlo, perdió por un margen de un punto (49.5% frente a 50.5%). El artículo tiene ya algo más de un año, pero está de plena actualidad.
Titular:
El ‘no’ a la reforma de Hugo Chávez gana en Venezuela.
«La reforma constitucional promovida por el presidente ha sido rechazada en dos bloques con el 50,7% y el 51,05% de los votos.» (subtítulo)
Extractos:
«Chávez encaja la derrota aunque califica de «pírrica» la victoria de la oposición»
Sin tener el 100% del escrutinio, Chávez acepta la derrota y reconoce la victoria del NO, con una diferencia «pírrica», como él mismo dijo. ¿Cuántos políticos reconocen algo así con un margen tan justo y sin haber terminado el recuento? ¿No es cierto que lo hubiera tenido fácil para sembrar dudas y hablar de fraude, o pedir un recuento? No hizo nada de eso. Vio que ya no ganaría y reconoció la derrota sin titubeos. Éste es el «caudillo» venezolano, el líder «autoritario».
«Los venezolanos dijeron ‘no’ a la reforma constitucional propuesta por el presidente Hugo Chávez.»
Ahora habla de todos los venezolanos. Ya no hay división, ni se destacan determinados resultados regionales, aunque sea una victoria del NO con un margen tan estrecho.
«»No es ninguna derrota. Es otro ‘por ahora'», manifestó el presidente venezolano, en alusión a una anterior ocasión en que utilizó estas mismas palabras, hace 15 años. Fue en 1992, cuando, ya detenido tras fracasar el golpe de Estado que lideraba, se dirigió por televisión a los militares que se habían sumado a su acción y les dijo que se retiraran, que no se podía hacer nada «por ahora».»
El articulista, que no firma aunque utiliza las mismas técnicas que el inefable Ibarz, no pierde la oportunidad de recordar el pasado golpista de Hugo Chávez sin venir a cuento.
«El presidente felicitó a todos por la jornada electoral del domingo en la que 16 millones de venezolanos habían sido convocados para pronunciarse sobre los cambios en la Carta Magna de 1999.»
Con gran relajación, sin la excitación que mostraba ante la derrota del NO boliviano, habla de normalidad tras la victoria del NO venezolano. En este caso siempre habla de todos los venezolanos. Aquí ya no hay diferencias regionales. En Venezuela: un país, un voto.
«Para ellos, el proyecto de Chávez era un instrumento para instalar un «socialismo autoritario» y «eternizarse» en el poder.»
La oposición cuenta con voz, con la atención del periodista, y mucho más si deponen las mismas consignas que Ibarz ha convertido en habituales en sus columnas. Sólo Chávez tiene voz por parte de los partidarios del SÍ.
«El margen era estrecho, pero el veredicto estaba claro».
Esta frase es clave: no hay dudas de la victoria del NO. Reconoce el estrecho margen, pero la victoria es indiscutible. Al contrario que en el caso Boliviano, ya no hay «peros» al resultado.
«»Gana la democracia», dice la oposición.»
Siguen las declaraciones opositoras; eso no ha cambiado respecto a Bolivia. Conviene destacar que en este mensaje se da a entender que la victoria del SÍ no hubiera sido democrática o, en su defecto, les hubiera conducido a la dictadura.
«A pesar de la victoria, «los venezolanos amanecerán mañana con un mismo presidente, una misma Asamblea», recordó el alcalde, e instó a «encontrarnos todos alrededor de los problemas de los venezolanos». «Queremos sentarnos a hablar con el presidente de los problemas del país», señaló.»
Hasta la oposición aparece magnánima, regodeándose en un resultado muy justo (en ambos sentidos del término).
«Varios representantes de la oposición empezaron a exigir, en declaraciones a los medios, que se hiciera ya público el veredicto de las urnas, con alusiones a un presunto intento de ocultar los verdaderos resultados.»
Esto demuestra que la oposición venezolana estaba preparada para lanzar acusaciones de fraude en caso de que los resultados hubiesen sido contrarios a sus intereses.
«El nerviosismo de la noche profunda contrastaba con la jornada soleada y tranquila que marcó el referendo.»
Con la tranquilidad de la victoria del NO, Ibarz se permite hacer un aparte sobre el plácido día. Aquí no hay espacio para «factores de desestabilización» tal y como han sido mencionados en el caso de Bolivia.
«El día de votación transcurrió con total normalidad, exceptuando unos incidentes aislados.»
Ahora ya no hay problemas con el censo, ni indicios de fraude. Ya no se produce la, ¿cómo era?… «suma de ilegalidades e irregularidades» denunciadas en Bolivia; tan sólo «incidentes aislados»… no dejemos que la realidad estropee una buena noticia… aunque debemos estar de acuerdo con lo de «incidentes aislados», como en Bolivia, sólo que allí se definieron de forma más contundente. Lo importante respecto a Venezuela es que el NO debe ser claro y limpio; no puede quedar duda alguna.
En resumidas cuentas: a pesar de los claros resultados en Bolivia y ajustados en Venezuela, a pesar de las ganas de intoxicar, a pesar de la obsesión contra estos presidentes y a pesar del inmundo calado periodístico que transmite la lectura de ambos artículos, el periodismo se cobra la víctima de siempre: la verdad.
Esto es La Vanguardia: miembro ejemplar de FALSIMEDIA.