Caída tras caída, el Ave Fénix de la política chilena: Sebastián Piñera Echeñique vuelve a las mediáticas andanzas empresariales, con claros signos políticos. Esta vez, para temor de sus adversarios, viene armado de la más poderosa arma de la modernidad: un canal de televisión propio y creíble.»Los muertos que vos matasteis gozan de buena salud» […]
Caída tras caída, el Ave Fénix de la política chilena: Sebastián Piñera Echeñique vuelve a las mediáticas andanzas empresariales, con claros signos políticos. Esta vez, para temor de sus adversarios, viene armado de la más poderosa arma de la modernidad: un canal de televisión propio y creíble.»Los muertos que vos matasteis gozan de buena salud» parece ser la máxima recurrente, cuando se analizan los ascensos y caídas políticas del empresario y político derechista Sebastián Piñera. Este, desde aquella ocasión en que vio frustrada su pretensión presidencial, tras la difusión de una grabación que lo involucraba en una operación política contra Evelyn Matthei y posteriormente en su brusca bajada de la posibilidad de competir por un sillón senatorial, no ceja en su empeño de convertirse en una figura de peso en el ambiente político nacional, tal como lo es en el campo empresarial. SANGRE LLAMA A LA SANGRE Esa pretensión, tiene el trasfondo no declarado y hasta desmentido, además de ser un negocio rentable, el de cobrar viejas y recientes deudas con personajes que deben estar nerviosos tras esta operación de compra del canal Chilevisión y que da a Piñera una tremenda arma política. Este derrotó a pesos pesados como Agustín Edwards Eastman, proclive a la UDI y dueño de El Mercurio y al colombiano Julio María Santodomingo, propietario de Avensa. La operación comercial involucró 34 millones de dólares, dos tercios de los cuales son dinero contante y sonante, que irán a parar a la compañía Claxson, controlada por el magnate venezolano Gustavo Cisneros. Sebastián Piñera y su fortuna calculada en cerca de 700 millones de dólares, controlará una red televisiva, que en los dos últimos años, gracias a la gestión de un viejo conocido de «Tatán» , el ingeniero Comercial Carlos Parker, ha arrojado cifras azules y duplicado su audiencia. Se concreta así el negocio del año en materia comunicacional, con ramificaciones políticas que tienen nerviosos a los dirigentes de la UDI, que ven a este personaje «como una especie de mono porfiado, que cae, se levanta y vuelve a caer, no importa el escándalo en el que esté metido» señaló a nuestra revista un diputado oficialista que se frota las manos especulando sobre la nueva intríngulis entre Piñera y la UDI. La visita de Roberto Vivo Chanetón, chairman y CEO de Claxson Interactive Group, reafirma que Piñera ya entregó una cantidad indeterminada de dinero como adelanto de la operación. Se entró así en una etapa que se conoce como «due diligence» que consiste, básicamente, en la revisión de los estados financieros y contables de la empresa, en un plazo de dos meses, que permitirá evaluar la viabilidad del contrato. Las especulaciones respecto a la venta de Chilevisión y su compra por Piñera son variadas. El análisis de El Mercurio atribuye razones económicas y políticas a tal decisión que implicaría «cambios en la línea editorial: el Grupo Cisneros no estaba contento con el sesgo izquierdista tomado por el canal en los dos últimos años y que fue hecho notar hace unos meses por Joaquín Lavín al propio Gustavo Cisneros». Ercilla constató, con ejecutivos al interior del canal que prima la idea que «la única motivación de Cisneros al vender Chilevisión es económica. Compramos el canal hace unos años en cinco millones dólares y hoy lo vendemos en 34. Eso es un negocio redondo y no importa mucho si la línea editorial es o no del gusto y pensamiento de Cisneros. Aquí lo que cuenta es el dinero y la influencia política, sino que lo diga Saieh y Copesa, eminentemente de derecha, que compró un medio concertacionista como el Siete + Siete». Lo que nuestra fuente ignora son algunas sutilezas propias de la política interna chilena y las ambiciones de Alvaro Saieh, para entender la compra del mencionado Seminario. Misma sutileza que se pierde cuando se trata de analizar la compra de Chilevisión, sólo bajo el prisma de los negocios, olvidando que ante todo, Sebastián Piñera es un Homus Politicus y con mucha sangre en el ojo. EL VIEJO MAC LUHAN Tal vez a esa forma de entender los negocios, como si fuesen una operación aséptica, le falta la lectura de autores como el especialista en temas de televisión y profesor de Ciencias Políticas, Jarol B. Manheim, quien en su libro «Puede la Democracia Sobrevivir a la Televisión», propone cinco puntos para entender el peso de la «cajita idiota» en la cultura política. El más interesante de ellos sostiene que «un número creciente de ciudadanos confía en los contenidos de las noticias televisivas y de la televisión en general sobre temas de dominio público, para su información política e indirectamente para su comportamiento político». No pudimos verificar si Piñera ha leído o no a este autor, o si el analista Marshall Mac Luhan es parte de sus lecturas, pues ante nuestras consultas se limitó a responder vía secretaria que «mientras la operación no esté sellada no se referirá al tema en cuestión». A contrapelo de lo que democracias latinoamericanas como Argentina, Brasil y Venezuela están realizando en materia de propiedad de la televisión, creando empresas públicas que desafían a Televisa, O´Globo y el Grupo Cisneros, en Chile la tendencia sigue su marcha de absoluta prescindencia del Estado. Ya sea en materia de regulación de contenidos e incluso de una mínima propiedad. Recordemos que Televisión Nacional, considerada el paradigma de la empresa «pública» es una empresa autónoma, cuyo Director Ejecutivo es propuesto por el presidente pero que debe contar con la aprobación política de los referentes políticos del país, al igual que su directorio, que equilibra las distintas fuerzas políticas, con representación parlamentaria. Una televisión pública bastante poco ortodoxa, inserta en el mercado, sin apoyo financiero estatal y a merced de los avisadores, que en su gran mayoría provienen de los grupos económicos chilenos, ligados a partidos de derecha. Para el analista político Cristian Meneses, lo anterior es una «clara muestra que los partidos políticos sí saben la importancia de contar con un medio tan potente como la televisión. Bien lo saben también empresarios como Ricardo Claro y su archirrival Sebastián Piñera, que pretende hacerse de Chilevisión y entrar de lleno a competir en las altas lides políticas, teniendo como aval uno de los canales más creíbles en materia informativa». Quisimos contar con la opinión de especialista en materias comunicacionales, como Eugenio Tironi o el ex Jefe de la Secretaria de Comunicación y Cultura del gobierno del ex presidente Alwyn, Pablo Halpern pero este se disculpó por ser asesor de otro canal de televisión. Con Tironi no hubo mejor suerte, pues el experto comunicacional se encontraba incomunicado, en actividades laborales fuera de la capital. La impresión que queda, después de hacer un barrido por estos peritos de la comunicación, es que más vale guardarse las opiniones, no vaya a ser que se requieran sus millonarios concursos, incluso en la competencia. Quien no ha callado sus críticas es Pablo Longueira. El ex presidente UDI y enconado enemigo de Piñera señaló ante 300 estudiantes, en la opudeista Universidad de Los Andes que «es muy importante separar la actividad empresarial de la política…no estoy diciendo que un empresario no puede dedicarse a la actividad y tenga que optar entre ser empresario o político, pero si creo que hay ciertos límites que no son sanos para la sociedad. Creo que se debería legislar, porque hay un nivel de participación empresarial, que para mí se hace incompatible». La contradicción es evidente al escuchar a uno de los líderes del partido con más estrecha relación con el poder económico. Desde el lado familiar las advertencias se han deslizado contra Piñera, como el filo de un cuchillo, a través de su primo y rival político Hernán Chadwick, quien es miembro del Consejo Nacional de Televisión (CNTV), el organismo estatal que debería regular los contenidos televisivos. Chadwick sostuvo que «es `absolutamente legítimo que Sebastián Piñera adquiera un canal, porque antes que un político, él es un gran empresario y siempre ha sido inquieto por muchas cosas». Todo bien hasta ahí pues a continuación agregó que «toda transferencia de propiedad de un canal necesita la autorización del CNTV y lo que no he visto en todo este debate es cuándo se va a pedir dicha autorización». Veremos si Piñera logra traspasar este muro de palabras y presiones. Quienes tampoco se han guardado sus opiniones, a los menos en corrillos de Inés Matte Urrejola 0825, son los funcionarios de Chilevisión. Estos ven con buenos ojos, tranquilidad y esperanza la llegada de Piñera al canal «Extraña, afirma nuestra fuente venezolana en Chilevisión, la calma con que se ha tomado esta compra. Los funcionarios creen, que al fin dejarán de ser huérfanos de protección, como se sentían con Claxson. Creo que el personal está contento, llega un nuevo papá, con la ventaja agregada que se trata de un chileno, un jefe visible. Me ha sorprendido también, en toda esta operación, la rapidez del acuerdo y el horizonte de traspaso que se cumplirá antes de los dos meses. Generalmente, un negocio como este demora dos años en concretarse, ahora se ha roto todos los tiempos y en esto, sin duda, tiene que ver la próxima elección presidencial del 2005». Alejandro Guillier, presidente del Colegio de Periodistas y jefe del Departamento de Prensa de Chilevisión se ha mostrado optimista frente a la llegada de Piñera y así lo declaró ante un matutitno de la capital. `Supongo que él tiene un buen proyecto, y que sabe que ChileVisión está bien valorado por la gente. No creo que haya cambios en el ámbito editorial. Sí puede haberlos en el ámbito administrativo, o de gestión, lo que de todas maneras le haría bien al canal` Por su parte, Sebastián Piñera ha señalado que «no sólo la rentabilidad tiene que ser el único objetivo – de esta compra – no sólo de pan vive el hombre» ratificando su esencia liberal, su pluralismo y la creencia en la diversidad de los contenidos programáticos de la televisión chilena. Para Meneses las declaraciones de Piñera son lógicas «no puede decir lo contrario. Él no da puntada sin hilo y sabe que el convertirse en un muro de contención a los afanes hegemónicos de la UDI, le trae las simpatías del gobierno y del mundo de la cultura. Piñera ha modelado su interés en los medios a través de su Editorial y revistas como Master Card y Visa pero nada se le compara con esta tremenda arma, que el dinero y el olfato le han puesto como anillo al dedo a sus pretensiones políticas». El medio es el mensaje sostenía Mac Luhan y el mensaje a un sector de la derecha, al empresariado tipo Claro y a la clase política en general está lanzado: Piñera ha vuelto, para quedarse.