Si enorgullecerse de la propia ignorancia es una muestra de estupidez, entonces en la prensa española hay algunos que se pueden vanagloriar de parecer idiotas. Por favor, no se ofendan de entrada, no quiero decir que los periodistas sean estúpidos, todo lo contrario, pero hay algunos «escribidores» que parece que cuando no saben que decir, […]
Si enorgullecerse de la propia ignorancia es una muestra de estupidez, entonces en la prensa española hay algunos que se pueden vanagloriar de parecer idiotas. Por favor, no se ofendan de entrada, no quiero decir que los periodistas sean estúpidos, todo lo contrario, pero hay algunos «escribidores» que parece que cuando no saben que decir, haciendo gala de una ignorancia excelente, escriben cualquier cosa contra Venezuela y su presidente sin importarles el ridículo. Jiménez Losantos puede ser el más emblemático, pero hay otros.
Realmente Hugo Chávez es un personaje notable y si no es considerado popular o carismático por algunos, si resulta interesante, oportuno y motivador por la polémica que genera, aunque sea consecuencia de la incomprensión, cuando no franco desconocimiento, de Venezuela y de la realidad de lo que acontece en este país. Ni que decir que los medios se han cebado en su contra siguiendo un patrón preestablecido de descalificación basado en que es un dictador burdo y populista, cuando no ignorante y carente de formas.
La utilización del personaje va mucho más allá de la llamada gran prensa y podemos leer comentarios despectivos sobre Chávez también en periódicos de poca o limitada difusión como el escrito en catalán Avui que, hasta donde sé, el corresponsal más cercano a Caracas lo tiene en Buenos Aires. Pero ello no es limitación para que algunos de sus articulistas (Alfons Quintà el más reciente) escriban negativamente sobre Venezuela, país que quizá tengan que buscar en un atlas para saber donde está. Por cierto, este periódico no sólo no publica réplicas sino que ni siquiera abre los correos que se le envían para tal fin.
Otro diario que no publica réplicas es La Vanguardia y, al igual que el anterior, su corresponsal más cercano a Caracas lo tiene a miles de kilómetros de distancia. Este diario ha publicado en una semana, el 30/8 y el 4/9, dos artículos que tratan sobre Venezuela y su presidente. El primero firmado su corresponsal en México, el ya conocido Joaquim Ibarz, en el que se hace eco de las declaraciones del presidente de la Federación Médica Venezolana (FMV) en las que, en medio de un panorama desolador sobre la situación de la sanidad en Venezuela, tilda de «piratas del Caribe» a los médicos cubanos que trabajan en Venezuela.
No vale la pena examinar y rebatir el artículo, aunque debo decir que la realidad es muy diferente, claro, basta con una pequeña reseña de quien es Douglas León, el presidente de la FMV. Este personaje militante de la oposición, gracias a una norma legal aprobada cuando gobernaba su partido, hace más de 12 años que cobra sin trabajar en su cargo de médico de la Seguridad Social para dedicarse a sus actividades corporativas lo cual, sin embargo, no resulta incompatible con su consulta privada. También firmó la proclamación de Pedro Carmona y probablemente hubiese sido ministro de Salud de su gobierno si la dictadura hubiese durado unas horas más.
Actualmente no tiene ninguna credibilidad en Venezuela, mucho menos prestigio, y aún contando con el apoyo mediático nadie vio a los «centenares de médicos» que, según el Sr. Ibarz, gritaron en las calles de Caracas. En cualquier caso, que escriba centenares y no miles ya es significativo de la poca asistencia a esa marcha por lo que aún quedaría mejor escribir decenas.
Finalmente, decir que Douglas León apoyó desde su cargo la eliminación de la Seguridad Social y la privatización de los servicios de salud y las pensiones que intentó el anterior gobierno. Chávez, por el contrario, no «escamotea al máximo los fondos para la Seguridad Social», si no que nunca antes la salud había recibido tantos recursos como ahora (tanto en valores absolutos como en porcentaje del PIB) aunque, como sucede en cualquier lugar, siempre son insuficientes y más en un país en el que no se había construido casi ninguna infraestructura asistencial en los 25 años anteriores a la llegada de Chávez al gobierno. Muestra de la obra de Douglas León y los suyos cuando gobernaban a sus anchas y llevaron en verdad a la depauperación a la salud y todo lo demás.
El otro artículo publicado me sorprende dado que lo escribe alguien a quien he leído varias de sus novelas y leo con frecuencia sus artículos, por lo que reconozco su nivel intelectual y cultural. Pero ello no parece ser obstáculo para que Baltasar Porcel se deje llevar por la corriente y saque igualmente a colación al «petardo bravucón» como tilda a Hugo Chávez.
El motivo está en la crítica (la cual justifica) que hizo al presidente Bush por el desastre causado por el huracán Katrina. Pero, a continuación, alega «Claro que si a Chávez le ocurriera algo parecido resultaría incapaz de gestionarlo mejor». Bien Sr. Porcel, a Chávez ya le tocó gestionar un desastre similar en 1999 con la llamada Tragedia de Vargas en la que, después de dos semanas de lluvia constante, parte la montaña se vino literalmente abajo generando una marea no sólo de agua, sino de tierra, rocas y árboles que arrasó todo a su paso dejando centenares de miles de damnificados (aquí la cifra es correcta), quienes también perdieron su vivienda y todas sus pertenencias, además de una ingente cantidad de muertos y heridos. Para que se haga una idea, en algunos lugares las rocas y tierra vertidas en muy pocas horas al mar hicieron ensanchar hasta 150 metros la costa.
Resulta que el detalle está en que un país tercermundista como Venezuela, sin tener la previsión de lo que iba a suceder y dónde, como en el caso del huracán, supo reaccionar y funcionar de tal manera que la forma rápida y eficaz como se evacuó, mediante helicópteros y barcos, a tanta gente en tan poco tiempo y la forma en que se les prestó asistencia médica a los lesionados, es motivo de estudio y ejemplo actualmente en muchos centros de prevención de desastres del mundo. Claro que entonces el presidente ni siguió (ni estaba) de vacaciones ni se limitó a ver de lejos lo sucedido haciendo discursos bienintencionados.
No se trata de hacer comparaciones odiosas pero, como detalle, en Vargas se cerró inmediatamente el aeropuerto internacional al tráfico civil para destinarlo al de helicópteros de rescate y al acopio de recursos de emergencia y distribución de los afectados. En Nueva Orleáns tardaron 5 días en hacer lo mismo.
Por último ¡qué más decir, si parece imposible que se informen en otras fuentes más veraces!
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