Estamos en año electoral, con una oposición totalmente deprimida y una economía pujante no debe pues extrañarnos la nueva campaña mediática en contra del Gobierno venezolano, tanto dentro como fuera del país. La Vanguardia es un de los pocos diarios españoles, entre los de mayor difusión, que todavía no cobra para tener acceso a parte […]
Estamos en año electoral, con una oposición totalmente deprimida y una economía pujante no debe pues extrañarnos la nueva campaña mediática en contra del Gobierno venezolano, tanto dentro como fuera del país. La Vanguardia es un de los pocos diarios españoles, entre los de mayor difusión, que todavía no cobra para tener acceso a parte de lo que publica en su página de Internet. Por esto, y por editarse en mi lugar de origen, es que lo leo diariamente.
La Vanguardia ha mantenido siempre una línea editorial que pudiera ser considerada como conservadora o derechista. Seguramente por ello publica artículos sobre Venezuela con una visión particular de los hechos y siempre haciéndose eco de la oposición, como lo he denunciado en otras oportunidades. La Vanguardia tiene un corresponsal en Ciudad de México, llamado Joaquín Ibarz quien, supongo que ocasionalmente, se debe mudar a un hotel de Caracas para informar, o mejor dicho opinar, sobre lo que sucede en Venezuela en el ámbito político y social. Ni que decir tiene que no es necesario el viaje puesto que todo lo que escribe parece una trascripción literal de lo que afirman los más recalcitrantes opositores al gobierno y que puede obtener por Internet, incluso en las pocas oportunidades en que parece entrevistar a los que viven en las llamadas por unos zonas populares o marginales por otros. La Vanguardia no publica las réplicas a sus artículos, por lo menos las que enviamos los simples mortales, motivo por el cual debo recurrir a medios alternativos para puntualizar las medias verdades o mentiras completas que aparecen en sus páginas. Aunque no creo que muchos de los lectores de La Vanguardia lo sean de Rebelión, estoy seguro que los de Rebelión son muchos más que los de La Vanguardia, lo cual me reconforta.
La Vanguardia publica el 19 de abril de 2005 otro característico artículo del señor Ibarz quien, inefablemente, vuelve a atacar al Presidente de Venezuela. Bajo el tenebroso título ‘Chávez reimplanta la más feroz de las censuras en Venezuela’ presenta un cuadro sobre el país que a cualquiera que lo lea le debe recordar los tiempos en que La Vanguardia se subtitulaba Española y era dirigida por personajes como Luis de Galinsoga.
Para su artículo, el señor Ibarz se basa en la información aportada por entidades como Reporteros Sin Fronteras (ya se sabe quien la financia) y la Sociedad Interamericana de Prensa, la gran patronal de los medios de comunicación latinoamericanos, con lo cual empieza a aclarar dudas sobre la veracidad de lo que dice. El señor Ibarz también cita como fuente a otras dos entidades sobre las que no quiero comentar dado que muchos todavía están convencidos de su honorabilidad, aunque hayan dado varias muestras de lo contrario.
Por todo lo expuesto, llegado el punto en que debo puntualizar varios aspectos del artículo en cuestión, me siento como tener que explicarle los colores a un ciego.
El señor Ibarz empieza diciendo que «…en Venezuela vuelve a haber censura por primera vez desde el derrocamiento en 1958 de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Los periodistas se sienten bajo libertad vigilada.» Una gran mentira, en Venezuela la censura se acabó en 1999 al llegar Hugo Chávez a la presidencia. Debería haberle preguntado a los propietarios de medios fuertemente opositores como El Universal, El Nacional o El Nuevo País cuantas veces publicaron páginas en blanco por la censura previa, especialmente durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. Por cierto, algunos de los censores ahora son diputados por el opositor partido Acción Democrática, en el que han militado siempre.
También pudo haber preguntado a las televisoras Radio Caracas o Televen cuantas veces fueron censuradas y sacadas del aire durante los gobiernos anteriores y el actual. Por cierto señor Ibarz ¿sabía que durante el gobierno del socialcristiano Rafael Caldera, antecesor del actual, estuvo encarcelado, sin juicio ni acusación formal, un astrólogo por predecir la muerte del presidente? Imagínese lo que sería la represión de la libertad de expresión y de opinión en otras instancias.
Sigue diciendo el señor Ibarz que «…los guionistas de telenovelas deben moderar los diálogos y en los programas que se emiten antes de las once de la noche deben eliminar besos y abrazos apasionados. Las caceroladas están prohibidas como forma de protesta. Al presidente Hugo Chávez no le gustan las protestas.» Si al Presidente no le gustan las protestas, debe haber sido el más paciente del mundo, especialmente entre diciembre de 2001 y marzo de 2004. En cuanto al contenido de las novelas no puedo opinar pues no las veo, a pesar de que los canales comerciales y de mayor audiencia trasmiten, cada uno, unas 4 cada día, muchas simultáneamente. Lo que la ley Resorte regula es el contenido de los programas transmitidos en horarios en que los niños ven televisión, igual como sucede en muchos otros países incluida España. No sé que entiende por ‘abrazos apasionados’ pero el texto de la Ley hace referencia a sexo explícito y también a violencia pues no se consideran muy recomendables para niños pequeños ciertas escenas de destrucción y muerte. Si el señor Ibarz lo considera censura, para mí es higiene mental y educación cívica que, espero, siga contribuyendo a que en las escuelas de Venezuela haya menos violencia que en las españolas y norteamericanas, país del que proviene gran parte de la programación llamada infantil (y cualquier otra) que se transmite por televisión.
En cuanto a los cacerolazos, estos se acabaron hace tiempo al contribuir al fracaso de la oposición que fue incapaz de encontrar otro lenguaje político que no fuese con esta y otras acciones aún más cretinas. El ruido de las cacerolas sólo lo oía quien las hacía sonar y sirvió, al igual que la llamada guarimba, únicamente para aislar a los opositores de si mismos. La verdad es que en esto le doy la razón, no hacía falta prohibirlas, aunque lea el artículo de la Ley en cuestión y verá que tampoco es así. Hay que matizar. Sigue con una referencia a la reforma del código penal y al endurecimiento de la legislación de prensa. De nuevo toca de oídas, el Código Penal venezolano data de 1915, con una reforma parcial en el 2000 y no recogía algunos delitos frecuentes en la actualidad y, también, imponía penas que hoy en día pueden considerase ridículas, como multas de menos de un céntimo de euro, al cambio. En cuanto a lo que se intuye como castigos a la libertad de expresión, concretamente a la ofensa al presidente, también hay que matizarla. No es lo mismo criticar al presidente por sus decisiones en ejercicio de su cargo (crítica política) que llamarlo ‘hijo de p…’ o ‘perro mayor’ en un programa de televisión y que el canal lo repita reiteradamente. Esto ha sucedido en varias oportunidades en Venezuela y, para comparar, le propongo que haga lo mismo en el canal de TV que pertenece al grupo Godó, diga lo mismo del rey de España, a ver que pasa. En lo relativo a la crítica política, no la confund a con el insulto procaz y si durante su estancia en Caracas leyó la prensa o vio la televisión, pudo comprobar que no hay ninguna restricción a la misma. Por lo que se refiere a las sanciones económicas a los canales de TV por no pagar impuestos por emitir publicidad gratuita, debe saber que eso fue un error de las emisoras. La legislación fiscal venezolana exige el pago de impuestos por la emisión de publicidad, aunque el medio no la cobre. Cuando el famoso paro de diciembre de 2002 a enero de 2003, todos los medios opositores al gobierno, no sólo los canales de TV, generaron una gran campaña a favor del paro que la quisieron disfrazar de publicidad. Si la hubiesen asumido como programación ahora no tendrían que pagarle al fisco, apostaron mal y perdieron por lo que de nada les vale acusar al gobierno de represalia política. Como dijo Benjamín Franklin, lo único inevitable en la vida es la muerte y los impuestos. También en Venezuela, señor Ibarz.
En cuanto a la obligación de ‘dedicar la mitad de su programación musical a temas folklórico nacionales’ debe saber que esta norma data de ¡hace 25 años!, aunque no se aplicaba. Si hubiese preguntado a la gente en la calle muchos le habrían respondido que se alegraban pues les había permitido conocer a muchos artistas nacionales ignorados hasta entonces. Por cierto, la ley no dice música folklórica sino nacional, lo cual incluye a autores e intérpretes de cualquier estilo. También muchos, incluso antichavistas, se alegran de que la ley le abra las puertas a la producción nacional en otras áreas, como la televisión, pues contribuye a frenar la pérdida de la identidad nacional y a generar empleo. Recuerde que en toda Europa se subsidia el cine y toda la cultura como manera de protegerla. Sigue diciendo que «…dos de los periodistas más conocidos del país, Napoleón Franco y Marta Colomina, han sido despedidos por Venevisión y Televén por presiones del Gobierno. El diario El Nacional relevó a su cronista de notas sociales por la protesta de la esposa de un alcalde de distrito.» El Napoleón a quien se refiere no es Franco (¿un lapsus, señor Ibarz?) sino Bravo, seudónimo de un periodista que nos tiene acostumbrados a verlo aparecer y desaparecer en programas y canales de TV por su carácter conflictivo, especialmente con los dueños o directores de los mismos. Debe saber que el personaje en cuestión se ufanó, el 12 de abril de 2002, de haber participado en el golpe de estado en reuniones preparatorias celebradas en su casa. Sin embargo, nunca ha sido acusado ni perseguido por ello, como tampoco lo fue el canal de TV en el que tenía su programa y dónde lo manifestó en vivo y en directo. La última salida del mismo se debió a lo que se consideraron amenazas al nieto del vice presidente de la República «…cuidate, tu no tienes guardaespaldas como tu abuelo», lo que originó una demanda en su contra por el aludido y la suspensión del programa por decisión de los dueños de la emisora de TV, no por las presiones del gobierno. Algo parecido sucedió con Marta Colomina, una visceral opositora al Presidente cuya pasión oculta el fanatismo que la motiva. Como ejemplo puedo citar una célebre pintada en una pared de una conocida zona antichavista de Caracas que decía «…Chávez renuncia, ya no soportamos a Marta (Colomina)». El verdadero motivo de la desaparición del programa fue su falta de credibilidad y, sobre todo, de audiencia, nunca las presiones del Gobierno. Sirva como ejemplo, al igual que en el caso anterior, que la hija de la señora Colomina tenía, o tiene, un importante cargo en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Venezuela y nunca que se sepa ha sufrido alguna represalia por la posición política de su madre.
En cuanto al periodista despedido por la protesta de la esposa de un alcalde de distrito, debe saber, señor Ibarz, que en Venezuela no existe la figura de alcalde de distrito, se lo contaron mal otra vez.
Continúa su artículo con una perla «…la CIDH expresó su inquietud por una reforma del Código Penal que permite sancionar en forma aleatoria a los periodistas.» Si esto fuese así sería realmente preocupante pues, como usted da a entender, a los periodistas se les incluiría en una especie de bombo de lotería y periódicamente se extraería un nombre y se le castigaría, supongo, por algún delito extraído igualmente al azar de otro bombo.
¡Por favor, señor Ibarz! ¿acaso no lee lo que escribe? Si esta barrabasada la hubiese escrito al principio del artículo quizá ni hubiese seguido leyéndolo, igual como se me quitaron las ganas de seguir comentando el resto del mismo pues sigue con la misma tónica «-…Las nuevas restricciones a la prensa protegerán a las autoridades del escrutinio público, dijo José Miguel Vivanco, director para las Américas de HRW.» Afortunadamente no queda mucho más para comentar, salvo lo referente a José Miguel Vivanco, personaje de sobra conocido en Venezuela por su (o)posición política. Aprovechando la celebración del IV centenario, acabemos con una frase quijotesca: ladran, luego es señal de que cabalgamos.
REFERENCIAS Chávez reimplanta la más feroz de las censuras en Venezuela: http://www.lavanguardia.es/web/20050419/51182201898.html
¿Mordaza o bozal?: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=8747
La Vanguardia se suma al coro: http://www.rebelion.org/venezuela/040324batlle.htm
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