El pasado lunes, mientras las redacciones de prensa de todo el mundo se afanaban por dar su versión de lo sucedido en las elecciones venezolanas, la agencia de noticias Reuters ofreció una crónica tan disparatada que quizá fuera bueno ofrecer algunas pistas para su correcta interpretación. Haciendo de la necesidad virtud, el corresponsal de la […]
Haciendo de la necesidad virtud, el corresponsal de la «mayor agencia de noticias y televisión del mundo» no dudó en afirmar la victoria de la oposición, aun después de haber sufrido una sonora derrota. E igual de paradójicas fueron el resto de las reflexiones que Brian Ellsworth, corresponsal en Caracas, deslizó a lo largo de su artículo.
Algunas precisiones
Antes de continuar se hace necesario llamar la atención sobre la terminología usada por el bueno de Brian. Y saber que donde escribe:
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Líder antiestadounidense, aliado del presidente cubano Fidel Castro o «dictador«, debe decir Hugo Chávez o Presidente de Venezuela.
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Electorado, debe decir votos válidos emitidos.
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Intento de golpe de estado, debe decir golpe de estado frustrado.
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Paro petrolero, debe decir paro patronal.
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Gasto de miles de millones de bolívares, debe decir inversión.
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Políticas radicales, debe decir políticas orientadas al pueblo o socialismo.
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Política responsable, debe decir neoliberalismo.
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Intimida o amenaza, debe decir legisla o hace cumplir la ley.
Confunde que algo queda
Desde su inicio (Oposición a Chávez gana al perder presidenciales en Venezuela) la noticia no deja de sorprender por sus afirmaciones y por lo rebuscado de sus razonamientos.
La idea fuerza es que la oposición ha sabido participar en el proceso democrático y aceptar su derrota limpiamente -sin recurrir a la violencia como hasta ahora- y ello redundará en el afianzamiento de su proyecto político, que no nombra pero, que no es más que la reimplantación del neoliberalismo y su corrupción inherente. Un sistema fracasado y, felizmente, superado en Venezuela.
La práctica seguida por la oposición (golpe de estado incluido) hasta el momento, no merece más calificativo por parte del cronista que de fracasada. Obviamente que lo es, pero con más propiedad podría ser denominada como criminal, mafiosa, terrorista o desestabilizadora. Presentarla únicamente como un cambio táctico frente a la actual es de una miseria ética que raya en lo indecente (ahora [la oposición] está lista para retarlo en las urnas en lugar de intentar sacarlo a la fuerza).
El articulista confunde el 40% del electorado, con el 40% de los votos válidos emitidos. Y lo cierto es que hay una gran diferencia entre una cifra y la otra. Si lo que trataba era de ofrecer el porcentaje de venezolanos con derecho a voto que apoyaron a la oposición, con una simple regla de tres -y con los datos oficiales en la mano- habría sabido que era del 25%.
La noticia recoge únicamente declaraciones de líderes de la oposición, y sobre ellas se construye una realidad que pretende ser descripción objetiva de lo que sucede en Venezuela. Testimonios en los que se denomina, por ejemplo, política aventurera al violento actuar de la oposición «democrática», o donde se asegura que el «50 por ciento (de la población)» no acompaña el proyecto político de Hugo Chávez.
Las referencias a Cuba como modelo de la revolución bolivariana son constantes y, por supuesto, despectivas. Considera un gasto el que se hayan destinado miles de millones de bolívares en programas de salud y educación. No cree que éste haya sido inútil pero sí interesado, pues gracias a ello Chávez «ha conquistado a la mayoría pobre de la nación».
Sus piruetas intelectuales le llevan a afirmar que el fracasado golpe de estado o el sabotaje petrolero «beneficiaron finalmente a Chávez» (¡como si éste prefiriera esa dinámica violenta!), olvidando que de esas situaciones los perjudicados han sido los propios venezolanos. Siguiendo ese tipo de razonamientos, otorga a Hugo Chávez un don sobrenatural al considerar que «resucitó a la izquierda de América Latina a través de una estrecha alianza con Cuba y una abierta confrontación con Washington». Afirmación, esta última, que no deja de ser chocante por cuanto el presidente venezolano siempre se ha mostrado dispuesto al diálogo con la administración estadounidense y al mantenimiento de las relaciones desde el respeto mutuo, mientras que Washington ha respondido con el patrocinio de un golpe de estado, el cobijo a criminales perseguidos por la justicia venezolana, la financiación de actividades desestabilizadoras, la inclusión de Venezuela en la lista de países enemigos, y un largo etcétera.
En fin, tanto trabajo de distracción para que al final se vea lo evidente.