Un continente de 54 países donde puede encajarse tres veces Europa. África. Con mil millones de habitantes y más de 2.000 lenguas. Con una diversidad, contrastes y pluralidad de culturas que llevaron a afirmar al reportero Ryszard Kapuscinski -autor de «Ébano» o «El Emperador»- que en realidad, «salvo por el nombre geográfico, África no existe». […]
Un continente de 54 países donde puede encajarse tres veces Europa. África. Con mil millones de habitantes y más de 2.000 lenguas. Con una diversidad, contrastes y pluralidad de culturas que llevaron a afirmar al reportero Ryszard Kapuscinski -autor de «Ébano» o «El Emperador»- que en realidad, «salvo por el nombre geográfico, África no existe». Si embargo, el imaginario «blanco» asocia este territorio de más de 30 millones de kilómetros cuadrados a tópicos como «color», «danza», «selva», «exotismo», «guerra», «hambre», «pobreza» o «destrucción». Los medios de comunicación occidentales construyen y difunden estos lugares comunes. En África se desarrollan, por el contrario, una miríada de proyectos alternativos que tratan de informar con una voz propia.
El periodista Sebastián Ruiz ha dado cuenta de algunas de estas iniciativas mediáticas en el seminario «Comunicación, Poderes y Democracia», organizado en Donosita por la revista Pueblos y la asociación Paz con Dignidad. Sebastián Ruiz, cuyos artículos pueden seguirse en el blog «Periodismo, cine y África», es coordinador de la sección Cine y Audiovisuales del magazín Wiriko.org, dedicado a difundir las artes y culturas africanas del sur del Sáhara. Además, colabora en la revista Pueblos.
El imaginario y las representaciones que de África tiene un ciudadano occidental «no son algo casual, pues el discurso se ha ido cimentando a lo largo del tiempo», subraya el periodista. Según Voltaire, «los negros son inferiores a los europeos pero superiores a los monos». «Resulta imposible que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma -y sobre todo un alma negra- en un cuerpo enteramente negro», afirmaba Montesquieu. De parecida guisa opinaba Linneo: «El negro es vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas». Y David Hume: «El negro puede desarrollar ciertas habilidades propias de las personas, como el loro consigue hablar algunas palabras».
Se podrían agregar múltiples ejemplos. Desde relatos de exploradores, hasta la literatura (en «El corazón de las tinieblas», obra de 1899 de Joseph Conrad, se pinta a la población negra sin alma y como salvajes con bocas grandes) o en los filmes de Hollywood se reproducen los estereotipos. Incluso el tamaño de los penes, de grandes proporciones, se ha difundido como elemento de salvajismo. Sebastián Ruiz concluye que el discurso es «unidireccional», porque «a los poderes fácticos les interesa un discurso único y una sola historia». Pero hablar de África (en singular) «es un convencionalismo; se hace esta reducción porque supuestamente nos ayuda a comprender las cosas, pero ése es el error; hemos de girar nuestra perspectiva para entender cuáles son las dinámicas intrínsecas del continente», añade.
Una de las tendencias es la proliferación de proyectos de comunicación alternativa, que se insertan en un contexto muy concreto: la mayoría de la población vive en entornos rurales (aunque aumenten los procesos de urbanización) y las tasas de analfabetismo son muy elevadas. La radio y la música cobran, así, gran relevancia. Sebastián Ruiz destaca el caso del Hip-Hop «como música protesta que llega al pueblo y ha calado en países como Senegal o Guinea; también fue una herramienta utilizada en las revueltas árabes; los mensajes llegan a una población joven que no lee los periódicos».
El periodista cita el ejemplo de un informativo «rapeado» (el Journal Rappé), presentado por dos integrantes del movimiento Y’en Marre en Senegal. Dos raperos (Xuman y Keyti) presentan el noticiario en francés y en Wolof (lengua hablada por el 80% de la población senegalesa). El «Journal Rappé» hace uso de la tecnología audiovisual para denunciar, detalla un artículo del Centro de Estudios Africanos e Interculturales de Barcelona, hechos como la apropiación indebida de tierras, la frágil situación de los niños taalibé mendigando por las calles o la subida de las tasas universitarias.
Se desarrollan experiencias similares en Uganda, el país más joven del mundo. Un 78% de la población tiene menos de 30 años, de los que 8 de cada 10 se encuentran en paro. En la televisión NTV, primer canal de Uganda, explica Sebastián Ruiz, un grupo de 8 jóvenes raperos emiten los fines de semana el informativo Newz Beat. La novedad es que utilizan el Hip-Hop. Así explican la iniciativa: «Siempre tenemos en mente la cita de Chuck D -rapero estadounidense y principal vocalista y letrista del grupo Public Enema-, quien solía decir que el Hip-Hop es la CNN del gueto. Y de ahí es de donde venimos: Desde el estudio a la calle y de vuelta».
Tras las elecciones de 2007, la violencia se adueñó de Kenia (1.200 personas murieron y unas 600.000 perdieron el hogar). Sebastián Ruiz destaca una experiencia de «teatro para la paz» que pudo verse desde 2011 por todo el país: «Ni Sisi» («somos nosotros», en swahili). «En clave de humor ácido, se revive el terror que azotó el país, para tratar cuestiones como la identidad keniana, el empadronamiento juvenil, el perdón o la responsabilidad», explica Gemma Solés en Wiriko.org (marzo de 2013). El pasado año se estrenó el filme con el mismo título, en swahili y sheng (con subtítulos en inglés).
Las redes independientes de literatura se encuentran asimismo entre las iniciativas de comunicación alternativa. Cassava Republic Press es un grupo independiente nigeriano que comenzó a rodar en 2006. Publica a autores de Nigeria, tanto reconocidos como otros menos accesibles, para consumo en el país y para los mercados internacionales. El periodista de Wiriko.org Carlos Bajo Erro apunta que la editorial se ha convertido «en un referente en el África anglofona». En Ruanda, Bakame edita cuentos y libros infantiles en una de las lenguas nacionales. En 2003 nació en Kenia Kwani («y qué» en Kiswahili), una red literaria anglófona con presencia en el África del Este.
Hay también periódicos, como The Chimurenga Chronic, que adoptan una perspectiva panafricana. Desde su aparición, en abril de 2013, difunden el arte y la cultura a partir de un claro compromiso. «Se trata más bien de un proyecto editorial en el que escritores y periodistas tratan temas de relativa actualidad, pero empleando un tonos y unos géneros con una libertad creativa que elude el encorsetamiento del tono puramente periodístico», explica Carlos Bajo Erro. El periódico se produce entre Ciudad del Cabo, Johannesburgo, Nairobi, París, Lagos, Yaundé, Accra, Kinshasa, Dakar, Kampala y Delhi. Semanalmente, en inglés, francés y portugués y por Internet se publica otro medio con vocación panafricanista, Pambazuca News. Se define como «comprometido con la libertad y la justicia».
El cómic puede utilizarse como herramienta de crítica y denuncia. En marzo de 2013 apareció en Costa de Marfil «Deléstron», un antihéroe creado por el publicitario «Chabathéo», que corta la electricidad por todo el país. Así se critica, con ironía, las carencias en el servicio de la compañía eléctrica marfileña (CIE). Las andanzas de «Deléstron», ya convertido en personaje popular, pueden seguirse en Internet. El dibujante Didier Kassaï es el padre y protagonista de un cómic que relata la situación de caos y guerra civil generada en Costa de Marfil (2013-2014). Además de señalar la destrucción y la barbarie, el autor toma partido: el de las víctimas.
El cine y el audiovisual son las especialidades de Sebastián Ruiz. Con más de 2.000 películas al año, explica, la industria cinematográfica nigeriana (Nollywood) es la segunda del mundo. La primera es India (Bollywood) y la tercera posición la ocupa Hollywood. Según el gobierno de Nigeria, Nollywood genera 200.000 empleos directos. Prueba de esta situación boyante es la celebración en París entre el 5 y el 8 de junio de la segunda edición de la Nollywood Week. En Uagadugú, capital de Burkina Faso, se celebra cada dos años el Festival Panafricano de Cine y Televisión (FESPACO). Ruanda, país que en occidente se asocia a guerras étnicas y genocidio, ha conseguido que su industria (Hillywood) y su festival cinematográfico ocupen un lugar relevante en el continente. Otra factoría emergente se encuentra en Uganda (Ugawood).
Según Sebastián Ruiz, «la gran revolución cinematográfica en el continente es el acceso al digital; antes, los directores necesitaban las subvenciones de los países del norte y de sus laboratorios, situados en Inglaterra, Francia o las antiguas metrópolis; pero ahora, por primera vez en la historia, en África cuentan con imágenes de entretenimiento hechas por ellos, que tratan de sus problemas y donde aparecen localizaciones que todos conocen». Además, las películas pueden visionarse en Internet y la producción es mucho más sencilla y barata. Para acercarse a África, «hay que cambiar la perspectiva», resume el periodista.
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