Resulta interesante comprobar cómo lo que algunos dicen sobre otros sirve en ocasiones para identificar sus propias obsesiones. Después de haberse equivocado decretando la muerte política de Fidel en enero del 2007, el diario español El País necesita manipular para sus lectores el contenido de todo lo que dice el ex presidente cubano y así […]
Resulta interesante comprobar cómo lo que algunos dicen sobre otros sirve en ocasiones para identificar sus propias obsesiones. Después de haberse equivocado decretando la muerte política de Fidel en enero del 2007, el diario español El País necesita manipular para sus lectores el contenido de todo lo que dice el ex presidente cubano y así seguir escamoteándoles la esencia de lo que ocurre en Cuba.
Se trata de la misma actitud de su colega del periódico español El Mundo, para quien los cubanos acudieron al multitudinario y emotivo desfile del 16 de abril en la Plaza de la Revolución convocados por el ron y la cerveza, bajo el chantaje de perder el empleo. Según el reportero, para los habaneros, el partido entre el Barcelona y el Real Madrid reviste más interés que el congreso del Partido Comunista, porque de éste «no saldrá nada que le dé un vuelco a sus vidas».
Si el vuelco que añora el corresponsal de El Mundo es un paquete neoliberal como el que está aplicando el gobierno «socialista» en España, tiene razón, el presidente cubano en su informe al Congreso se encargó de enfatizar que «en Cuba, bajo el socialismo, jamás habrá espacio para las ¨terapias de choque¨ en contra de los más necesitados y que son, tradicionalmente, los que apoyan a la Revolución con mayor firmeza». Además, fue el pueblo de la Isla el que con su participación masiva modificó sustancialmente – con más de tres millones de intervenciones- los Lineamientos que definirán el futuro del país, como parte de un proceso ampliamente democrático que culminó en la reunión de esta semana. La prensa española también había expresado sus intereses de cara al proceso, pero según informó el presidente Raúl Castro, sólo 45 de las intervenciones – de las más de tres millones contabilizadas- plantearon la idea de permitir la acumulación de propiedad a pesar de las preocupaciones que en ese sentido había expresado El País.
Frustrados en su esperanza de que los cambios en Cuba vayan hacia donde quieren sus jefes y no hacia donde desean los cubanos, es comprensible que a los cronistas de los grandes medios de comunicación se les trabe la lengua para hablar de lo que sucede en la Isla. Alcohol, chantaje económico y apatía política corroen a las sociedades para las que escriben. Los jóvenes que salen de botellón a las calles, los bajos índices participación en los procesos electorales y las recientes manifestaciones juveniles contra la precarización laboral se lo podrían explicar; por cierto, lo que aquellos coreaban en una masiva protesta el pasado 7 de abril sí era «casi un trabalenguas»: «si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra… «