Anoche, luego del último parte medico de Carlos Fuentealba, más de 3 mil personas salieron a la calles neuquinas para repudiar la injusta muerte del maestro. Exigiendo la renuncia del gobernador de la provincia Jorge Sobisch por ser responsable político de la brutal represión.Mas de tres mil personas marcharon por la capital neuquina solicitando la […]
Anoche, luego del último parte medico de Carlos Fuentealba, más de 3 mil personas salieron a la calles neuquinas para repudiar la injusta muerte del maestro. Exigiendo la renuncia del gobernador de la provincia Jorge Sobisch por ser responsable político de la brutal represión.
Mas de tres mil personas marcharon por la capital neuquina solicitando la renuncia de los responsables políticos y materiales de la represión ejercida contra los maestros en donde Carlos Alberto Fuentealba fue herido mortalmente por una granada de gas lacrimógeno.
Ayer alrededor de las 19 horas, representantes del Hospital Castro Rendón dieron el último parte médico en donde confirmaron la muerte cerebral del paciente y posterior desconexión del respirador artificial.
Carlos tenía 40 años, era maestro de escuela en cuenca XV y tenia dos hijos de 10 y 14 años. Sus amigos y familiares lo recuerdan como un gran maestro que le gustaba dar clases en los establecimientos vapuleados por la pobreza ya que consideraba que debía ayudar a los chicos a poder encontrar una salida a la marginalidad.
Docentes, organizaciones sociales y vecinos marcharon al Monumento de San Martín al grito de «Sobisch asesino». Alrededor de las 23 horas, cuando se procedió a la desconexión de Fuentealba los aplausos y la tristeza colmaron las calles.
El gremio ATEN decidió mantener el plan de lucha con los cortes de ruta tanto en Neuquén como en Centenario durante toda la noche y los posteriores días. Hoy se realizara el plenario en donde se definirá las medidas a tomar después de este terrible hecho para a partir de lunes convocar a una multitudinaria marcha con paro de actividades.
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La(s) muerte(s) por razones políticas
Mario José Leicker
Pensar en este viernes (santo?) es inevitable pensar la muerte. No es necesario ser creyente, ni siquiera haberse introducido en conocimientos bíblicos o del catecismo cristiano para estar en condiciones de entender que la muerte de Jesús de Nazaret fue una muerte política (aún sin descartar otras explicaciones que puedan venir del dogmatismo religioso). Su lucha y la organización de su pueblo, «Los Doce», fue contra un Imperio, el Romano, y contra un Sistema Monárquico y Sacerdotal totalmente servil a aquél y explotador de su pueblo. Quiso cambiar eso, se jugó entero, denunció, lideró y movilizó al pueblo. y lo mataron hace 2000 años.
Simplemente aplicando la lógica histórica que cuando hubo y hay gente en cualquier lugar del mundo que se resiste y lucha para oponerse a un determinado sistema político, económico o religioso, que entiende que es contrario a sus derechos y reclamos, es altamente probable que el sistema se le vuelva en contra y trate de anularlo, sea por la persecución, la exclusión o la muerte.
Esto es aún más claro y palpable cuando esa resistencia es organizada, tiene claridad de objetivos políticos y sociales y cuando es popular. Así murieron luchadores populares y líderes, y pueblos organizados que intentaron un mundo más justo, equitativo y digno para todos. Luther King, Che Guevara, Kosteki y Santillán, Pocho Leprati, Los 30000, y tantas vidas revolucionarias de nuestra historia latinoamericana entregadas en la lucha contra la dependencia de los imperios de turno.
Pero es menos clara y palpable cuando quien sufre la persecución, la exclusión y la muerte por parte del mismo sistema es la gente inocente, que por muchas razones (por ser niños, por ser mujer, pobre, desocupado, analfabeto o cualquier otra cara de la debilidad social), no ha tenido y no tiene a su alcance los elementos para defenderse y demandar. Es el caso de las mayorías. Víctimas del hambre y la miseria, de la falta de salud, de educación, de la guerra y de pandemias.
En todos los casos se trata de razones políticas. Son las razones del imperio, del expansionismo y de la sinrazón del capitalismo. Son las razones de las políticas arbitrarias, de desigualdad, discriminación y corrupción que permite la democracia formal. Son las razones de la política represiva, en dictadura y en democracia.
Hoy muere otro luchador social y político. «Un buen tipo, un buen padre, un buen docente, un luchador de siempre» como lo calificaron los compañeros docentes de Neuquén: Carlos Fuentealba. Nuestro homenaje a él y nuestro compromiso de tomar la posta.
Hoy, Viernes es Santo, o digno, por la dignidad de sus muertes, y la humanidad se redime por sus luchas y el mundo será «otro posible» por su legado y el compromiso de sus seguidores.
La educación está de luto, los trabajadores hacen duelo, el pueblo argentino se conmueve. Pero en el dolor profundo que tenemos este viernes, madura la conciencia y la convicción de la lucha por la dignidad y la igualdad.
«Las tizas no se manchan de sangre. Hoy somos todos Carlos Fuentealba».
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Mario José Leicker es profesor de Filosofía, Pedagogía, Teología y Ciencias de la Religión. Docente de Derechos Humanos en Institutos de formación docente dependientes del Consejo General de Educación de la Provinica de Entre Ríos y ex sacerdote.