Nuevos códigos de expresión en EE.UU. que castigan el derecho a cuestionar lo que otro gobierno a miles de Kilómetros está haciendo
En 2016, la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA) publicó lo que la organización llamó su “definición de trabajo” del antisemitismo. Según su autor principal, «se creó principalmente para que las personas que recogen los datos europeos sobre incidentes antisemitas supieran qué incluir y qué excluir. De esta forma, se podría monitorear mejor el antisemitismo a lo largo del tiempo y a través de las fronteras».
Agregó: “Nunca tuvo la intención de ser un código de incitación al odio en los campus, pero eso es precisamente lo que la orden ejecutiva de Donald Trump logró esta semana”.
Estas palabras fueron escritas por la experta en antisemitismo del Comité Judío Americano, Kate Aronoff, en 2019. Ella, como autora, estaba condenando la aplicación de la definición por parte de la administración Trump, que firmó una orden ejecutiva en diciembre de ese año que hizo que el Título VI de la Ley de Derechos Civiles de 1964 se aplicara a los actos antisemitas definidos bajo la IHRA.
A muchos les preocupaba que esta orden, firmada casi cuatro años antes del ataque terrorista del 7 de octubre de 2023 contra Israel por parte de Hamás —y la posterior matanza, devastación y hambruna de civiles en Gaza— silenciara a los críticos del gobierno israelí. En muchos sentidos así ha sido: estudiantes internacionales en Estados Unidos han sido arrestados y amenazados con ser deportados por expresar opiniones políticas propalestinas, y las universidades reprimen las manifestaciones estudiantiles por temor a que se les retire la financiación federal.
En la actualidad, la IHRA afirma que su definición ha sido adoptada por casi 1.300 entidades, incluidos 45 países, entre ellos el poder ejecutivo de EEUU, 37 de sus estados, 96 ciudades y provincias.
Entonces ¿cuál es la definición?
El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede (énfasis) expresarse como odio hacia ellos. Las manifestaciones retóricas y físicas de antisemitismo se dirigen a personas judías o no judías y/o sus propiedades, así como a instituciones comunitarias judías e instalaciones religiosas. Puede que no se limite solo a esto. ¿Es el antisionismo antisemitismo ? El sitio web de la IHRA intenta explicarlo: «Las manifestaciones pueden incluir ataques contra el Estado de Israel, concebido como una colectividad judía. Sin embargo, las críticas a Israel similares a las dirigidas contra cualquier otro país no pueden considerarse antisemitas». Un lenguaje que también parece ambiguo.
El texto continúa citando ejemplos de antisemitismo, incluyendo: «Acusar a los judíos, como pueblo, de ser responsables de delitos reales o imaginarios cometidos por una sola persona o grupo judío, o incluso de actos cometidos por no judíos». ¿Se considera esto criticar al gobierno de Israel? ¿O este otro punto de la IHRA sobre antisemitismo: «Acusar a los ciudadanos judíos de ser más leales a Israel, o a las supuestas prioridades de los judíos de todo el mundo, que a los intereses de sus propias naciones»?
El lenguaje de la definición no se interpreta como ley, ya que, según Aronoff, nunca se pretendió que fuese ley. Sin embargo, los críticos afirman que la IHRA y los partidarios de Israel la están utilizando para acallar y silenciar las críticas a las políticas del gobierno israelí en Estados Unidos y, más recientemente, a las operaciones militares en Gaza y Cisjordania.
Aviva Chomsky, en un ensayo publicado en The Nation la semana pasada, explica lo que está sucediendo : La creación de vías legales para suprimir todo lo que comprometa al discurso político y protegido sobre Israel es una de las principales razones por las que la IHRA y sus aliados han sentido la necesidad de convertir su definición en ley. Y quienes defienden la adopción legal de dicha definición afirman que es necesaria porque el antisemitismo está en aumento en este país».
La proliferación de estas leyes se produjo meses, si no semanas, después de los atentados del 7 de octubre, cuando más de 10.000 gazatíes ya habían muerto, en su mayoría civiles, en operaciones del ejército de Israel (FDI) en la Franja. Las protestas se intensificaban en las calles estadounidenses, y especialmente en los campus universitarios, a medida que la gente se cuestionaba la ayuda militar estadounidense a Israel. Funcionarios gubernamentales, incluido el FBI, advertían que los incidentes de antisemitismo ya estaban alcanzando niveles históricos en todo el país.
En el proyecto de ley de noviembre de 2023 se exige que el Departamento de Educación “adopte la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA) para su uso en la aplicación de las leyes federales contra la discriminación”, el representante Mike Lawler (republicano por Nueva York) dijo rotundamente: “Hemos visto un rápido aumento del antisemitismo en estos campus universitarios y debemos tomar medidas enérgicas al respecto”.
Finalmente, en mayo de 2024, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que favorece la definición de la IHRA, por 320 votos a favor y 91 en contra. Por lo pronto, el Senado aún no ha hecho lo mismo.
Mientras tanto, la represión de la libertad de expresión ha estado en plena vigencia, a menudo justificada por alguna variación de las prohibiciones definidas por la IHRA sobre el antisemitismo.
El activista palestino y estudiante de posgrado de la Universidad de Columbia Mahmoud Khalil fue arrestado en marzo “en cumplimiento con las órdenes ejecutivas del presidente Trump que prohíben el antisemitismo”.
Tras las protestas del año pasado por la guerra en Gaza, la administración Trump afirmó que ampliaría su orden de 2019 y que tomaría «medidas enérgicas y sin precedentes para reunir todos los recursos federales y combatir el estallido de antisemitismo en nuestros campus y en nuestras calles desde el 7 de octubre de 2023«.
A finales de julio, The Times of Israel informó que, tan solo en la Universidad de Columbia, «casi 80 estudiantes fueron suspendidos o expulsados» debido a la presión ejercida sobre la institución para combatir el presunto antisemitismo o perder la financiación federal. Columbia no es, en absoluto, una excepción.
El senador republicano del estado de Ohio, Terry Johnson, propuso en noviembre un proyecto de ley para definir el antisemitismo en la ley estatal, y determinar si un individuo ha cometido “intimidación étnica ”; cuando fue aprobado dijo que “las manifestaciones relacionadas con las protestas a favor de Gaza en los campus universitarios se han caracterizado por una agresión e intolerancia alarmantes”. “Muchas de estas protestas cruzan la línea del antisemitismo al atacar a estudiantes judíos y expresar una retórica de odio”, añadió Johnson, sin dar ejemplos específicos para que conste.
Estas declaraciones fueron criticadas; «Al vincular la definición de la IHRA a decisiones legales y administrativas, este proyecto de ley corre el riesgo de confundir las críticas legítimas a las políticas de Israel o a la ideología política del sionismo con el antisemitismo», declaró Ann Ghazy, quien se unió a otros en el capitolio estatal antes de la votación de diciembre de 2024 que, sin embargo, aprobó por abrumadora mayoría el proyecto de ley de Johnson. «Esta confusión socava los debates válidos sobre los derechos humanos y la autodeterminación y amenaza con sofocar los debates necesarios para una democracia sana».
Kenneth Stern es el director del Centro para el Estudio del Odio en Bard College y autor de la definición original de antisemitismo de la IHRA en 2006. Stern afirmó que instrumentalizar la definición mediante una ley o una orden ejecutiva «pone a los estudiantes judíos proisraelíes en una situación en la que podrían ser vistos como si intentaran reprimir la expresión en lugar de responder a ella«.
Stern, quien dice que hay un antisemitismo real en Estados Unidos, incluso en los campus universitarios, denuncia no obstante que la definición que él ayudó a crear está siendo distorsionada y mal utilizada para silenciar a los críticos antiisraelíes, y que eso podría empeorar la situación.
Los críticos argumentan que el mero uso de esta definición para imponer nuevas leyes o códigos de expresión de facto podría dar lugar a otros abusos. Esto ya está sucediendo. Como señaló el periodista independiente Glenn Greenwald en X el domingo: «Una profesora judía de Estudios del Holocausto podría abandonar Columbia porque entre los textos que siempre utilizaba se encuentra la obra de la filósofa judía Hannah Arendt, quien comparó a los sionistas con los nazis y afirmó que el sionismo es racista: ideas ahora prohibidas por el código de incitación al odio de la IHRA que Trump impuso en las universidades».
Greenwald se refería a los recortes de fondos de la administración Trump a las escuelas que la Casa Blanca considera que no están investigando adecuadamente los delitos de antisemitismo según lo define la IHRA.
Como declaró a Associated Press la profesora de Columbia Marianne Hirsch, destacada investigadora sobre genocidio : «Una universidad que considera antisemitas las críticas a Israel y amenaza con sanciones a quienes desobedecen ya no es un lugar de investigación abierta. Simplemente no veo cómo puedo enseñar sobre genocidio en ese entorno».
Hirsch lleva años usando el mismo currículo, pero de repente se ha convertido en una ofensa. No debería serlo, ni hablar en contra del gobierno de Israel, ni de ningún otro gobierno, y mucho menos del propio.
Como dijo Aronoff: «Si crees que no se trata de suprimir la libertad de expresión política, analiza un paralelismo. No existe una definición de racismo antinegro que haya forzado la creacion de una ley para evaluar un caso del Título VI». Añadió: «Si tuvieras que elaborar una (definición), ¿incluirías la oposición a la acción afirmativa? (por ejemplo) ¿Oponerse a la retirada de las estatuas confederadas?».
Buenas preguntas, confusas y sin respuestas, y probablemente irrespondibles, porque pocos pensarían en llegar hasta allí legalmente, precisamente debido a la Primera Enmienda.
Independientemente de si algo se considera “retórica de odio” (¿agitar una bandera palestina o calificar de genocidio lo que ocurre en Gaza?), esta manifestación de expresión es algo que la mayoría de los estadounidenses de los últimos cincuenta años entendieron que estaba protegida por la Primera Enmienda, un precedente establecido por la Corte Suprema en 1978 en un caso presentado por la ACLU en defensa del discurso neonazi.
El senador estatal de Ohio mencionado anteriormente insiste en que «su legislación no debe interpretarse como que menoscaba o vulnera ningún derecho protegido por la Primera Enmienda«. Esta adenda es lo que la mayoría de los líderes gubernamentales han dicho para desestimar las preocupaciones constitucionales sobre sus proyectos de ley que prohíben la libertad de expresión antisemita. Y se equivocan: el hecho de que digan que cumple con los requisitos constitucionales no significa que lo sea.
Los tribunales ya están considerando si el uso de la definición de antisemitismo de la IHRA para forjar políticas y leyes es inconstitucional.
En octubre de 2024, el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Oeste de Texas determinó -en el caso Estudiantes por la Justicia en Palestina v. Abbott – que una orden ejecutiva dirigida a todas las instituciones de educación superior de Texas, que ordena utilizar la definición de antisemitismo de la IHRA, para crear y aplicar códigos de expresión probablemente viola la Primera Enmienda, por lo que los grupos estudiantiles afectados pueden presentar denuncias contra el gobernador.
Ha habido muchos trastornos raciales y religiosos a lo largo de la historia de los Estados Unidos y, afortunadamente, la Primera Enmienda, a menudo golpeada y maltratada, ha sobrevivido a todo.
¿ Y ahora qué?, ¿es solo un recuerdo? ¿Y por qué? ¿Por el gobierno de otro país?.
Como afirma Glenn Greenwald , “no existe ninguna excepción de Israel a la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos”.
Fuente: https://responsiblestatecraft.org/state-department-human-rights/
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