A mediados del pasado Julio, circuló por internet la noticia de dos menores de edad ahorcados en la ciudad iraní de Mashhad por haber tenido relaciones homosexuales. Cuando al cabo de las semanas se ha impuesto la versión más contrastada de los hechos, según la cual al parecer Mahmud Asgari y Ayaz Marhoni, ambos mayores […]
A mediados del pasado Julio, circuló por internet la noticia de dos menores de edad ahorcados en la ciudad iraní de Mashhad por haber tenido relaciones homosexuales. Cuando al cabo de las semanas se ha impuesto la versión más contrastada de los hechos, según la cual al parecer Mahmud Asgari y Ayaz Marhoni, ambos mayores de 18 años, fueron condenados por la violación de un chico menor que ellos, ya se habían convocado numerosas manifestaciones de protesta ante las embajadas iraníes y ya se había desatado la islamofobia de ciertos grupos de gays y lesbianas.
El e-mail detonante de la reacción internacional contra Irán citaba como fuente una asociación de estudiantes iraníes, y, en otra versión, un periódico de Teherán. En ambos casos la información estaba datada el 19 de Julio y adjuntaba imágenes de los dos chicos mientras se dirigían al patíbulo y se les colocaba la horca. En esas fechas, la elección del nuevo presidente anti-occidental iraní era aún reciente, y estaba a punto de brotar la crisis entre Teherán y diversas capitales occidentales (Washington, Londres, París y Berlín) por la continuación del plan de enriquecimiento de uranio de la República Islámica. La asociación británica Outrage, conocida tanto por su lucha continua por los derechos de gays y lesbianas como por su entusiasmo en denunciar a cualquier gobierno musulmán, tradujo y promovió la difusión de la noticia en internet. La cobertura del hecho en los medios de comunicación convencionales fue nula, lo que, por desgracia, no supone una sorpresa para las lesbianas y los gays, casi nunca merecedores de la atención de las agencias de noticias internacionales por sanguinarios que sean los casos de homofobia de Estado cometidos en diversos países del mundo.
Esta primera versión, que se propagó rápidamente en la red, afirmaba que los chavales eran menores de edad y que habían sido ejecutados «por el mero hecho de ser gays». La nota recogía sus declaraciones: «No sabíamos que era delito, y creíamos hacer algo normal porque todo el mundo hace lo mismo». En el plazo de pocos días, 200 personas ya se manifestaban frente al consulado de Irán en Milán, convocados por ArciGay y otras asociaciones italianas de gays y lesbianas y de derechos humanos. Outrage anunciaba la convocatoria de una manifestación en Londres. En diversas webs de grupos de gays y lesbianas, en foros de internet por la libertad sexual, y mediante envíos de correo electrónico, se solicitaba firmar y mandar cartas de condena a altos cargos de Teherán, siempre resaltando el carácter homofóbico del ahorcamiento. En sucesivas versiones se iban aportando nuevos datos: además de a la pena de muerte impuesta a ambos jóvenes, se les había condenado a 228 latigazos y el tiempo total que pasaron en prisión fue de catorce meses. Indymedia Beirut, en su sección Queer, convocaba a diversas formas de protesta, si bien -tal vez comenzando a adivinar por dónde podrían ir los tiros- especificaba que «la campaña contra estos crímenes nunca podrá servir para justificar la invasión militar de Irán». Dicho texto fue traducido al gallego por el grupo MariBolheras Precárias y colgado el 23 de Julio en Indymedia Galiza, en la que fue la primera condena pública realizada en el Estado español de la que tenemos constancia.
La campaña dio frutos en las altas esferas: el premio Nóbel Shirin Ebadi, un alto cargo del gobierno sueco y el alcalde de Florencia, entre otros, anunciaron enviar protestas a instancias diplomáticas iraníes, seguidos algo más tarde por la presidencia de turno de la Unión Europea. El gobierno holandés paralizó los expendientes de expulsión de iraníes. Incluso dos congresistas estadounidenses solicitaron a Condolezza Rice -cuyo gobierno no es en absoluto gay-friendly en las políticas dirigidas a las lesbianas y los gays estadounidenses- investigar el caso y clarificar los hechos. Ninguna de estas personalidades mencionaba el hecho de que la condena estuviera motivada por la homosexualidad de los jóvenes, si bien hacían referencia a su (presunta) edad. No obstante, el mérito de tal repercusión se debía sin duda a la campaña de gays y lesbianas en el ciberespacio: en otros recientes ajusticiamientos a personas menores de edad cometidos por el régimen iraní -al menos uno en los meses previos del año 2005, y un mínimo de cinco durante el 2004- no se había dado ninguna reacción de este calibre.
Las primeras versiones documentadas aparecieron en la red en torno al 25 de Julio, firmadas por la Comisión Internacional para los Derechos Humanos de Gays y Lesbianas (IGLHRC), Human Rights Watch y Amnistía Internacional. Dichas asociaciones habían consultado in situ con observadores de derechos humanos y ONGs locales. A la luz de los nuevos datos, señalaban que la pena de muerte fue impuesta a los jóvenes por la violación de un chico de 13 años, -según algunas versiones, coaccionado a punta de navaja, y víctima también del robo de una bicicleta- y que los autores del abuso eran mayores de 18 años en el momento de ser ahorcados, y al menos uno de ellos también lo era al cometer el delito. El resto de los datos de las primeras versiones se mantenían cómo válidos. El ahorcamiento de los dos jóvenes sigue siendo tildado de rechazable y desproporcionado en estas nuevas versiones, e invitan a enviar cartas de protesta a instancias gubernamentales iraníes, pero centran el caso en una naturaleza muy distinta a la de los primeros llamamientos de condena. «No es un caso gay» -afirmaba Paula Ettelbrick, directora ejecutiva del IGLHRC, en una entrevista del 28 de Julio. En ampliaciones informativas de los siguientes días, un abogado iraní declara que la homosexualidad es ilegal en Irán y castigada en el código penal con penas diversas que pueden llegar a ser de pena de muerte, pero que ésta «nunca se aplica por tener relaciones homosexuales consentidas entre adultos». Varios informes señalan que la mayoría de edad penal en Irán comienza a los 9 años en el caso de las mujeres y 15 en el de los hombres. Algunas asociaciones de derechos humanos solicitan que no se particularicen las protestas a este único caso, dado que los abusos del régimen iraní son muchos, y se invita a dirigir la movilización contra todos ellos. Desde la fecha de la muerte de los dos jóvenes hasta el día 2 de agosto, cinco personas más han sido ahorcadas en Irán con diversos cargos sin que se haya dado la más mínima condena desde la comunidad internacional.
Nadie niega que el carácter homosexual de la violación pudo ser utilizado de agravante en la condena, si bien ninguna fuente incluye citas textuales al respecto en la sentencia judicial, y esa posibilidad es recogida en algún informe como mera hipótesis. Otras fuentes señalan que pudo ser también un motivo de discriminación judicial el hecho de que Mahmud y Ayaz pertenecían a una minoría étnica: en un país de mayoría persa, los jóvenes ahorcados eran de raza árabe. Sus familias provenían de la zona fronteriza con Irak, pero abandonaron sus hogares, junto otras miles de personas de la misma raza, para establecerse en Mashhad, al noreste del país, desplazadas a la fuerza por las autoridades durante la guerra Irán-Irak, dado el temor del gobierno a que la población árabe se aliara con el país vecino. Mashhad es «la ciudad más santa de Irán», de carácter muy conservador, y fue en ella donde recientemente fueron juzgados y ejecutados los dos jóvenes.
A principios de agosto, un artículo firmado por la periodista y activista estadounidense Elizabeth Weill-Greenberg señala como probable origen de la información falsa al Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI), asociación afincada en París. Dicha asociación, según recoge su propia página web, aboga por la oposición al régimen de los ayatolás mediante toda forma posible -incluida la intervención bélica- para imponer en Irán un sistema de elecciones de inspiración occidental y un modelo de economía de libre mercado, apostando por el capitalismo y «la inversión extranjera de los países industrializados que deseen colaborar en la reconstrucción de Irán», medidas que desde una posición contra la globalización económica podemos traducir como un desmantelamiento total del país a manos de las multinacionales occidentales. El CNRI ya ha elegido a la persona que presidirá el gobierno del «nuevo Irán» durante «el periodo de transición hasta las elecciones», que no es otra que la presidenta de la propia organización. En el programa político del CNRI se incluye asimismo el reconocimiento del Estado de Israel.
La pelota parecía estar en ese momento en el tejado de Outrage, gran impulsor de la protesta internacional. Pareciera que lo más fácil hubiera sido reconocer cierta precipitación en su iniciativa y reorientar su campaña. Pero pese a lo evidenciado por los nuevos datos, esta asociación no cambió de posición: «No daremos el beneficio de la duda a Irán. No tenemos por qué creer que se ha tratado de una violación en lugar de una relación consentida: tal vez el dato de la violación es falso, lanzado por los mulás para debilitar el apoyo internacional a la protesta. Todos sabemos que es un régimen homofóbico». Al preguntárseles qué fuentes utilizaban para mantener esa actitud de sospecha, incluyeron sin ningún pudor en su respuesta a «la oposición iraní en el exilio». Outrage mantuvo la convocatoria de su manifestación, que tuvo lugar finalmente ante la Embajada Iraní en Londres el 11 de Agosto, con la asistencia de 100 personas, mientras que de forma coordinada se celebraban también concentraciones en Dublín, San Francisco, París y Montpellier. El grupo Outrage tiene un gran prestigio en el tejido asociativo lésbico-gay internacional, debido a su larga trayectoria de lucha contra la homofobia. No obstante, una de sus más controvertidas acciones durante los últimos años consistió en acudir a una manifestación de solidaridad con Palestina celebrada en Londres con pancartas acusando de homofobia el gobierno de Arafat. Asimismo, Outrage ha realizado de forma periódica fuertes pronunciamientos contra el Islam en su conjunto.
En una entrevista realizada a un activista gay iraní por Nikolai Aleksiv, miembro del grupo Gay Russia, puesta en circulación durante esas fechas en internet por la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA), se señala que existe una fuerte represión homofóbica en Irán, ejemplificada en el cierre de 15 webs gays y en la inexistencia de bares y discotecas, pero que el régimen ya no persigue de forma sistemática a las minorías sexuales. «Existen cines y parques que sirven de lugar de encuentro para hombres gays, y aunque todo el mundo sabe que están ahí, no se emplean medidas taxativas para su erradicación»- añade. Las operaciones de cambio de sexo son legales y cuentan con el apoyo explícito del gobierno. La ley sigue castigando la «homosexualidad reiterada» con la pena de muerte, pero dicho código no se aplica. En los medios de comunicación progresistas aparecen en ocasiones tímidas propuestas de «respetar los estilos de vida diferentes». El mayor problema que afrontan los gays y las lesbianas en Irán es «la falta de información». El activista iraní declara no tener el más mínimo conocimiento sobre los motivos reales de la pena de muerte impuesta a Mahmud y Ayaz.
El 3 de agosto, Faisal Alam, activista queer estadounidense de familia paquistaní y fundador del grupo Al-Fatiha (compuesto por queers estadounidenses de origen musulmán) se hace eco en !Queer
de que la campaña de condena ha sido puesta en marcha sin realizar las más mínimas comprobaciones de veracidad por parte de la mayoría de los grupos convocantes, a diferencia del trabajo realizado por las tres grandes organizaciones internacionales de derechos humanos que alertaron sobre la inexactitud de los datos sobre los que se basaban las protestas. El autor, que señala a las fuerzas opositoras iraníes en el exilio como promotoras de la confusión informativa, sugiere crear una red internacional de grupos por la libertad sexual entre los países industrializados y los del «Tercer Mundo», para evitar malentendidos de este tipo y contar con fuentes de información directas. Esa red también serviría para coordinar las protestas internacionales según la conveniencia de los países donde se den los casos de abuso -como Irán en esta ocasión, donde la campaña puede provocar involuntariamente un recrudecimiento de la homofobia institucional-, y evitar así efectos contrarios a los que se intentan. Alam enmarca esta manipulación en el aumento de la islamofobia en Europa y Norteamérica y en la campaña del «Eje del mal» del gobierno de Washington. Finalmente, se pregunta cómo la opinión pública estadounidense puede protestar por la muerte de unos presuntos menores cuando su propio país hace lo mismo -uno de los únicos cinco países del planeta donde ello ocurre. De los 21 casos de pena capital impuesta a menores de edad ocurridos desde el 2000 en todo el mundo, 13 han tenido lugar en Estados Unidos.
Una última matización que podría hacerse a las versiones iniciales de los hechos es la utilización de conceptos occidentales a la hora de describir el tipo de sexualidad de otras culturas. Es un error hablar de «dos gays» para definir a dos jóvenes iraníes de en torno a los 18 años de edad que, de ser cierta la información contrastada, imponen mediante intimidación una relación sexual a un chico de 13, ya que ese comportamiento se percibe como perfectamente «heterosexual» en la cultura dominante de aquel país, siempre que quienes lo perpetren adopten el rol activo en la penetración. Es más, lejos de ser un acto «gay», pudiera haber sido un acto homofóbico por parte de los violadores, pues es «muy macho» el conseguir con violencia «follarse al marica». Cabe la posibilidad de que el movimiento GLBT occidental, en nombre de los derechos de los gays y de los menores, esté manifestándose, irónicamente, a favor de dos jóvenes heterosexuales que eligieron a la víctima, un menor de 13 años, por ser gay o por parecerlo.
Las fuentes siguen presentando cierta confusión al cierre de este artículo y quedan muchos datos por comprobar. La tesis de que fuese el régimen iraní el que disfrazó de «violación» una sentencia por homosexualidad, si bien ha perdido crédito a lo largo de las últimas semanas, puede aún revelarse como cierta. A medida que pasa el tiempo, no obstante, la tesis defendida por Human Rights Watch, Amnistía Internacional e IGLHRC se va imponiendo por sí sola como la más fidedigna. La campaña anti-iraní que se ha puesto en marcha por parte de ciertos grupos de gays y lesbianas se ha basado en informaciones fuertemente sesgadas, incompletas o, en ocasiones, abiertamente falsas; y a todas luces se enmarca en un ejercicio premeditado de intoxicación informativa. Es asimismo sospechosa la calurosa acogida de estas movilizaciones por parte de partidos y grupos conservadores que nunca han defendido los derechos de gays y de lesbianas, o que incluso han protagonizado iniciativas abiertamente homofóbicas, como el Partido Republicano de Estados Unidos. Por desgracia, la campaña de protesta, a la que tildaremos como mínimo de desacertada y poco documentada, es ya imparable, a pesar de la aparición de los datos contrastados y de las versiones aclaratorias: a fecha de hoy, las peticiones de firmas de condena siguen funcionando y mantienen la versión de que Mahmud y Ayaz fueron ahorcados «tan sólo» por ser gays. Es comprensible que nuestra rabia ante los continuos abusos homofóbicos que conocemos nos puedan llevar a reacciones inmediatas y poco meditadas; pero ello nos puede llevar a convertirnos, mientras creemos estar luchando por la liberación de gays y lesbianas, en meros títeres de intereses que nos superan.
En torno a las fechas de los sucesos narrados en este artículo murió el rey Fahd de Arabia Saudí, cuyo régimen es aliado de Estados Unidos y otros países occidentales. En el Estado español, como en otros países de nuestro entorno, hubo un día de luto oficial -que en el municipio de Marbella, lugar habitual de vacaciones del monarca, fueron tres. Los obituarios de la prensa europea y norteamericana le dedicaron grandes loas, evitando condenar el régimen dictatorial que encabezó y silenciando sus horribles abusos en materias de derechos humanos. Ningún medio recogió las decapitaciones de gays que de forma frecuente tenían lugar en las plazas públicas de su reino. Tan recientemente como el pasado 14 de marzo, una pareja de hombres fueron decapitados por «vivir en pecado y exponer socialmente su relación homosexual». Entre el 9 y el 20 de abril de este año, 202 homosexuales y transexuales fueron arrestados en el transcurso de dos fiestas gays, y se les condenó a penas de cárcel de hasta dos años y a un número de latigazos que varió, según los casos, entre 200 y 2600. El tiempo de estancia en prisión es el preciso para poder recibir todos los latigazos dispuestos en las sentencias judiciales, a raíz de 15 por día, interrumpidos con periodos de descanso para evitar la muerte del detenido. Hoy, mientras lees esto, puede que los estén recibiendo. Ningún grupo gay-lésbico ha iniciado una campaña internacional de denuncia por estos hechos.
NOTA: El autor de este artículo es activista gay. Está en contra de la pena de muerte y es consciente de que Irán se encuentra entre los regímenes más homofóbicos del mundo, por lo que lo denuncia en sus justos términos. En los años 90, el autor participó en una campaña internacional semejante a la analizada en este artículo, dirigida en aquella ocasión contra el régimen cubano, que había sido orquestada, como se denunció mucho después, en Florida. Mientras dicha campaña se llevaba a cabo, los escuadrones de la muerte, presumiblemente entrenados por el Pentágono, mataban a gays, lesbianas y transexuales en la práctica totalidad del resto de los países de América Latina; de estos casos sólo se tuvieron noticias varios años más tarde. La campaña contra Cuba, motivada por hechos como el desalojo de fiestas gays, llegó a ser tan dura que el grupo estadounidense Human Rights Watch hizo público un informe en el que se afirmaba que «no hay una situación de gravedad ni de emergencia para la población gay y lésbica de Cuba». Diversos informes sobre derechos humanos adjuntaban el nombre de 12 países latinoamericanos donde «sí hay situaciones homofóbicas de extrema gravedad», con frecuentes asesinatos cometidos por bandas de ultraderecha ante la pasividad de las autoridades, «sin que observemos reacción alguna por parte de los grupos activistas internacionales».
Fuentes:
http://www.outrage.org.uk
http://www.arcigaymilano.org
http://www.gayegypt.com
http://www.gaymiddleeast.com
http://beirut.indymedia.org
http://galiza.indymedia.org
http://www.iglhrc.org
http://www.hrw.org
http://www.amnestyusa.org
http://www.iranfocus.com
http://www.ncr-iran.org/
http://www.gayrussia.ru
http://www.ilga.org
http://www.gay.com