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Los y las Okupas de Jun en Granada

Cuando los medios criminalizan y normalizan la represión hacia las clases oprimidas

Fuentes: La Haine

La pasada semana varias familias ocupaban diversas viviendas en el barrio granadino de Jun. La prensa del poder, entre otros El País, ABC, El Mundo y la Cadena Ser, hablaban de «Gitanos que echaban con violencia a inquilinos que estaban tranquilamente en sus casas». Las mentiras y difamaciones de los medios empresariales parecen no tener […]

La pasada semana varias familias ocupaban diversas viviendas en el barrio granadino de Jun. La prensa del poder, entre otros El País, ABC, El Mundo y la Cadena Ser, hablaban de «Gitanos que echaban con violencia a inquilinos que estaban tranquilamente en sus casas».

Las mentiras y difamaciones de los medios empresariales parecen no tener límite, con el objetivo de defender los intereses patronales y criminalizar a las clases oprimidas. Reconstruyamos los hechos y hagamos un análisis global de la situación para poder odiar y despreciar, con la energía que se merecen, a los medios de comunicación y quienes los sustentan.

Lo cierto es que diversas familias -gitanas y payas- que tienen en común la pobreza, ocuparon diferentes pisos vacíos en distintos bloques del citado barrio granadino. Familias que no poseen las salvajes cantidades económicas necesarias para pagar los alquileres o hipotecas. Cuando el derecho a la vivienda se convierte en un privilegio producto de los negocios (legales e ilegales) especulativos detrás de los cuales se encuentran diferentes trapicheos entre la clase política y empresarial (que en realidad es la misma clase opresora), la legitimidad de la ocupación es una realidad evidente para quien posea un mínimo de principios identificables con la justicia social.

La cuestión es que en Granada los pisos ocupados, edificios enteros, pertenecen -casi en su totalidad- a una conocida familia de especuladores granadinos. Además, los inmuebles -a diferencia de lo que dijeron los media- estaban vacíos, esperando una revalorización de su precio. Es decir, familias pobres sin casa -sin posibilidad de pagarla- se introdujeron pacíficamente en unos pisos vacíos producto de la especulación. No echaron a nadie violentamente. Hicieron lo que muchos deberíamos hacer en masa, como medida de protesta, en legítima defensa de un derecho que nos pertenece; cosa que no nos atrevemos a hacer por nuestro sometimiento al sistema, aburguesamiento galopante y alineación latente. Estas familias nos han dado una lección a los luchadores sociales.

Los medios de comunicación empresariales han cumplido, nuevamente, una función meramente represiva. Por un lado están protegiendo la propiedad privada -pilar básico del sistema capitalista- mientras, por otro, buscan criminalizar a un colectivo concreto manipulando y difamando totalmente la realidad. Intentan distorsionar las causas reales que han llevado a esas familias a ocupar esos inmuebles. Inculcan un miedo irracional en la sociedad: «el próximo puedes ser tú, una panda de gitanos puede entrar en tu casa, echarte violentamente de ella y quedársela». De esta forma consiguen crear adhesión al sistema, que la gente asuma como propios los intereses del poder y defienda aquello que se opone frontalmente a sus propios intereses: la propiedad privada, la especulación y las mafias inmobiliarias. Aspecto que no es de extrañar cuando los medios de comunicación suelen estar en manos de potentísimas empresas constructoras.

Buscan generar racismo hacia un colectivo concreto, en este caso, los gitanos, cuando en realidad los pisos también fueron ocupados por payos. En ningún caso los medios hablan de que casi la totalidad de las plantas de dichos edificios está en manos de una misma familia que, seguramente, vivirán en lujosas urbanizaciones a las afueras de la ciudad.

Persiguen, en último término, justificar la actuación policial, política y empresarial. Que la sociedad -autómata y obediente- vea con normalidad como el sistema represivo detiene, juzga y encarcela a los pobres que carecen de casa mientras una sola familia de empresarios posee edificios enteros vacíos para lucrarse económicamente. Pisos que, para más inri, eran de protección oficial.

Servirle al sistema capitalista como eje de propaganda y normalizar la represión -justificarla- es el papel fundamental de los medios empresariales. Tratémosles, pues, como se merecen.

En un contexto más general, se levantan muros para asesinar a los hambrientos en Melilla, en Granada han muerto 6 trabajadores (siempre ponemos los muertos) en accidente laboral, el sistema neoliberal vuelve a apretar las cuerdas con el plan Bolonia -a nivel educativo- y la nueva reforma laboral (pactada con los sindicatos) por un gobierno «socialista».

En París los pobres ya se han cansado de la opresión cotidiana. Aquí ¿A qué estamos esperando?
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