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Cuidado con la proliferación de analistas y mensajes ponzoñosos en medios y redes sociales

Fuentes: Rebelión

La proliferación de analistas en los medios

Cual chamanes o piaches tribales, hoy se muestran unos personajes infaltables en el análisis de cualquier evento del acontecer nacional o internacional, como también en el asesoramiento de cualquier proyecto político, económico o social relevante: son los así llamados analistas políticos, internacionales, gerenciales, etc. Estos analistas se ofrecen como doctos y bien informados, sus opiniones son requridas frequentemente por los medios de comunicación, son solicitados por los gobiernos o eventualmente son invitados por algún organismo institucional del país. En algunos casos sus conferencias serán promovidas y sus libros publicados por los responsables de estas instituciones como importantes y autorizadas guías para los proyectos en cuestión.

Hay analistas para todos los gustos y materias o eventos por tratar: unos se presentan como analistas o asesores electorales; otros se definen como especialistas en temas y artes gerenciales; también están los asiduos opinadores sobre políticas públicas; hasta los más ambiciosos que pretenden abarcar los proyectos de desarrollo de un país, diseñando sus estrategias, planes, programas y políticas tanto nacionales como internacionales. Estos analistas pueden ser nacionales o extranjeros, independientes o funcionarios de alguna institución, identificados políticamente con la derecha o con la izquierda. Pero más allá de su nacionalidad o tendencia política, lo importante será la coherencia de sus ideas, la consistencia de sus análisis, la pertinencia de sus consejos y, no menos importante, la intención y los propósitos de sus ayudas, pues los hay quienes parecen bien intencionados y acertados, pero otros lucen contradictorios o resultan estar cuando menos equivocados, si no terminan por ser unos tremendos embaucadores o impostores. Es por esto que los analistas también deben ser analizados.

En Latinoamérica hemos tenido analistas de todos los pelajes y procedencia, y su vigencia ha dependido de los resultados que muestran los eventos como el grado de aciertos de sus estimaciones y consejos. En este sentido, pareciera que existe una especie de escalafón que los clasifican, de mayor a menor: desde asesores, analistas, opinadores, hasta meros piratas y pantalleros. Desde luego, esta gente puede tener mucha o poca acreditación, pero lo que inevitablemente identifica y avala sus análisis será, digamos coloquialmente, con cual equipo juegan y de que lado de la cancha se ubican, porque resulta dificil escapar de las idelogias y la subjetividad, de tal manera que parece que los objetivistas y ninis puros no existen en la realidad. Sin embargo, se puede salvar este obstáculo si contamos con apropiados criterios para la evaluación de un análisis.

En este sentido, los teóricos de la investigación han desarrollado toda una serie de criterios para lograr una verificación más precisa del valor de una investigación. Y, si asumimos que en todo análisis debe haber una investigación, vale entonces utilizar al menos dos de estos criterios básicos. Ellos son los de coherencia interna y consistencia externa en la argumentación. Para Miguel Martines M., en el texto Investigación Cualitativa, coherencia interna: indica que todos los elementos y partes constituyentes de una teoría (en nuestro caso de un análisis, una información, o una argumentación) se relacionan entre sí sin contradicciones, es más, que forman un todo coherente y bien integrado. Y consistencia externa: es la compatibilidad que hay entre la doctrina que constituye la teoría y el conocimiento ya establecido en el mismo campo o en campos adyacentes o afines.

Por supuesto, se supone que todo análisis es para ser informado a una institucion o persona en particular, como también puede tener como objetivo el público en general. Entonces también necesitaremos contar con ciertos criterios para evaluar esa información. De acuerdo con la página digital cefire.edu.gva.es, algunos criterios son: autoridad, relevancia, alcance, contenido, exactitud y acceso. En particular, el contenido se relaciona con: a) la objetividad, esto es si la fuente presenta opiniones, hechos, datos, es decir, cuán detellada es la información; b) corrección gramatical, ortográfica y de sintaxis; c) referencias y enlaces que puedan completar la información, y d) ¿cuándo fue la última revisión?, la información es novedosa, desfasada, etc. Sobre el criterio de exactitud, según la fuente citada, esta se mide a base de información correcta y exacta. Usualmente se compara la información con una ya investigada y se verifican los datos en fuentes impresas. Es importante, dicen, considerar que la información no actualizada tiende a no ser exacta.

También se debe considerar tanto la ubicación como la calidad de la audiencia o los receptores del mensaje, porque están los que simplemente buscan información junto a los prejuiciados que quieren oír lo que ya les gusta y creen de antemano. Y aquí los analistas obviamente juegan su papel: unos informando, otros manipulando, y otros más simplemente replicando. No es necesario en este corto espacio ejemplificar con nombres y tendencias, basta con saber distinguir y valorar la calidad del método y los argumentos empleados, y obviamente constatar en la realidad lo acertado o no de los análisis. Para lograr esto es necesario que adoptemos una actitud atenta y desprejuiciada, pero al mismo tiempo bien informada para, cualquiera sea nuestra posición, poder evaluar el valor real de un análisis cualquiera, así como poder discernir los juicios de valor de nuestro propio análisis.

Los mensajes ponzoñosos en las redes

Junto a los falsos analistas, la maleficencia por parte de alguna gente de mala fe ha convertido uno de los portentos de la tecnología y la comunicación en un terrible vehículo de reconcomio y disgregación social: los mensajes llenos de odio, racismo, misoginia, chovinismo y noticias falsas, que ya pululan en las redes sociales (a través de facebook y twitter, principalmente) están causando una terrible paranoia y disociación psicótica que afectan las relaciones interpersonales en la familia o en la comunidad de agregados en la red. El irrespeto y la intolerancia que se reflejan en esos mensajes constituye una situación tan irracional que muchas veces termina en la desagregación o en una ruptura de vínculos personales, familiares o grupales, tanto en la vida virtual como real.

Las redes sociales con mayor influencia (facebook, twitter, instagram y youtube) tienen ventajas y desventajas como todo en la actualidad, señalan en bgcreativos.com. «Si bien es cierto que nos informa, de alguna u otra forma y permiten la innovación en las redes, también tergiversan los hechos y es un arma de doble filo para el usuario». Por su parte, la página web Conceptos.de/ explica de manera exelente cuáles son los riesgos y peligros que surgen en las redes sociales, en conceptos emocionales, sociales y en seguridad.

En concepto emocionales, nos informa que: » Se ha estudiado que las redes forjan una suerte de adicción, incitando a su uso mediante recompensas subliminales. Se conoce como el “hit de dopamina” al efecto que producen sus notificaciones en el cerebro, semejante a lo que inducen las drogas en la mente del adicto».

Por un lado, señalan que «el uso de redes sociales puede incidir negativamente en nuestra autoestima, asociada a la competencia por la aprobación grupal. Las redes sociales exponen un mundo de popularidad, felicidad, intensidad o éxito que rara vez se corresponde con la vida real de sus usuarios…El mensaje tácito es siempre de falta: todos tienen miles de amigos menos tú, todos tienen mucho éxito menos tú, todos son felices menos tú. El efecto paradójico de ello es deprimir al usuario e incitarlo a compensar esta sensación con una frenética actividad en línea, dedicándole a las redes sociales más vida que a su propia vida real, y reproduciendo por lo tanto el ciclo de tristeza».

Por otro lado, afirman que «los algoritmos que rigen las redes sociales persiguen la mayor cantidad de interacciones posible, a partir de un análisis profundo de los datos introducidos por el propio usuario: cada vez que interactuamos con una entrada en redes sociales, estamos diciéndole al algoritmo que nos muestre más contenido semejante… El efecto a la larga es de una cámara de eco, en la que sólo consumimos opiniones semejantes a la nuestra y nos reforzamos la idea de que quienes no están en nuestro anillo selecto son poco menos que idiotas. Es así que las redes sociales se han convertido en un lugar repleto de opiniones radicales y de mucho extremismo, en materia de política, religión y otros temas polémicos…El consumo de las llamadas fake news o noticias falsas es también un ejemplo de este contenido tóxico, que contribuye sólo con desinformar, esparcir rumores o ideas delirantes, radicalizar la opinión que se tenga sobre un tema y, a la larga, empobrecer emocionalmente a los usuarios más vulnerables».

En cuanto a los riesgos de socialización, dicen, «La alienación social es otro riesgo importante en el uso de las redes sociales. Existen personas cuya vida virtual es mucho más rica que su vida real, o que viven una suerte de experiencia alterna (un alter-ego) en redes sociales…Así, se descuidan aspectos cruciales de su vida real, como pueden ser la productividad en el trabajo, el estudio, las relaciones interpersonales en su familia, etc. En muchos casos, las redes sociales deben tratarse como una adicción, y puede que sea necesaria cierta orientación psicológica profesional». Disponible en: https://concepto.de/riesgos-peligros-de-las-redes-sociales/

En fin, después de leer toda esta información, sólo cabe preguntar si esa proliferación de análisis inciertos y mensajes ponzoñosos se deben a la inconsciencia e irresponsabilidad de alguna gente, o si se trata de una deliberada intención de causar un malestar general, un caos social, o hasta una guerra fraticida, como la que propiciaron dos periodistas de una emisora radial de Ruanda, en el año 1994. Si este último es el caso, entonces preocupa lo que puede ocasionar la aviesa intención de mucha gente desquiciada en un país con amplios medios y redes de comunicación social.