Según el diccionario de la Real Academia, el término cofradía tiene varias acepciones; pero, yo me quedo con estas dos: ‘Gremio, compañía o unión de gentes para un fin determinado’; y esta otra: ‘Junta de ladrones o rufianes’. Dejo al mejor y más ilustrado criterio de quienes tengan acceso a este comentario, que se […]
Según el diccionario de la Real Academia, el término cofradía tiene varias acepciones; pero, yo me quedo con estas dos: ‘Gremio, compañía o unión de gentes para un fin determinado’; y esta otra: ‘Junta de ladrones o rufianes’. Dejo al mejor y más ilustrado criterio de quienes tengan acceso a este comentario, que se queden con la que más crean apropiada o pertinente.
Me parece también que hay que recordar que el término ‘mediática’ es usado ampliamente para referirse a posiciones que asumen los medios de comunicación del sistema frente a temas y problemas que ocupan la opinión pública (también del sistema) en un momento determinado. Desde luego, esta ‘posición mediática’ se da frente a determinadas cuestiones o sucesos que son de interés del sistema económico y político imperante (el neoliberalismo) ya que en los demás del ‘día a día’ cada medio le da preferencia de información y de opinión a los más disímiles temas y problemas de la ‘vida común’ (crímenes, escándalos, denuncias, estado del tiempo, accidentes, desastres, misceláneos, gente, deportes, carreras de coches, prostitución, etc.)
Y el término ‘sipiana’ viene de las siglas SIP que es como se identifica la autollamada Sociedad Interamericana de Prensa, un organismo creado y patrocinado, hace medio siglo, por la CIA norteamericana; y que agrupa a los principales periódicos y revistas del Continente. Desde esta SIP se orienta o se desorienta a la opinión pública de América Latina, frente a problemas y opciones revolucionarios, de cambio; o para defender o por lo menos exculpar a gobiernos genocidas tipo Pinochet y Uribe. Esta SIP patrocina a 11 periódicos de nuestra América que se identifican como ‘Grupo de Diarios de América’ (*) y que pretenden ser jueces y fiscales de los sucesos de nuestros países, según sea a favor o en contra de las ‘bondades’ del sistema o las bestialidades de sus guardianes. La dependencia es tal que estos medios, ‘si desde el imperio nos mean, ellos dicen que llueve’. Además, desde la SIP se orienta la actitud mediática que deben observar los canales de televisión que a su vez dependen de enormes matrices made USA, que imparten políticas mediáticas a sus filiales. En el frente radial la poderosa AIR (Asociación Interamericana de Radio) tiene gran influencia en las estaciones de radio de la red. Es decir, la comunicación social de estos tiempos es un círculo mediático en manos de grandes o medianas corporaciones transnacionales y/o empresariales, que manejan cifras de miles de millones en publicidad, que es el nutriente principal de los mass media. ¿Pueden, en consecuencia, hablar de independencia, de objetividad, de verdad? ¿Pueden presumir que defienden la libertad de expresión?
Por lo dicho, la ‘cofradía mediática y sipiana’ se rige, en los temas o problemas fundamentales o que signifiquen algún riesgo para el sistema imperante (el neoliberalismo) por ‘principios doctrinarios’ (mandatos) que los ideólogos del imperio han desarrollado. Esta práctica no es nueva; viene desde la revolución bolchevique (1917) y en América Latina, desde 1959, año del triunfo de la revolución cubana, hasta la presente fecha. Desde 1998, el fuego cruzado mediático se ha concentrado en el ‘díscolo’ Presidente Hugo Chávez y su revolución bolivariana. Y como la historia no se detiene, pues los nuevos blancos de esta América Mestiza, son Evo Morales, en Bolivia; y Rafael Correa, en Ecuador. Lo que acaba de ocurrir en mi país (que es materia de mi análisis) es una demostración inequívoca de cómo actúa la cofradía mediática, a nivel continental, cuando de justificar una imperdonable y bien planificada agresión se trata.
Uribe, el narcopresidente mentiroso y calumniador
Esta fresca la memoria del caso. Al amanecer del sábado 1 de marzo/2007, un comando de acción inmediata del ejército colombiano, usando tecnología y equipos de última data (que sólo los maneja el ejército yanqui) literalmente barrió un campamento guerrillero que se había establecido clandestinamente en territorio selvático ecuatoriano, a 2.7 kilómetros de la línea de frontera. En esta ‘acción de armas’ fueron ultimados una veintena de insurrectos y su jefe, Raúl Reyes, uno de los comandantes de las FARC que hacía las veces de su canciller. Todos los indicios hablan de que este jefe guerrillero estaba negociando, con contactos reservados de Francia, Venezuela y Ecuador la liberación de once nuevos retenidos, entre ellos, posiblemente, Ingrid Betancourt, la política colombo-francesa que cumplió 6 años en las selvas colombianas. De estos contactos estaba informado Uribe y su servicio de inteligencia militar.
Para el sábado 1 de marzo/2007, desde horas de la mañana, comenzaron a circular en Quito ‘noticias por confirmarse’ que hablaban de que, en un punto de la frontera selvática entre Ecuador y Colombia, había caído en ‘acción de armas’, el ‘terrorista y criminal’ Raúl Reyes, cuando se replegaba con sus hombres hacia ‘su refugio’ en territorio ecuatoriano. Se ofrecían nuevas y sensacionales informaciones tan pronto como haya algún comunicado oficial desde Bogotá o desde Quito.
Como a las 7:30 de la mañana de ese sábado, Alvaro Uribe llama al Presidente Rafael Correa para informarle que un escuadrón volante del ejército colombiano había abatido a un comando guerrillero que pretendía refugiarse, disparando, en territorio de Ecuador. Le dijo que en la acción había muerto Raúl Reyes, el segundo al mando de ‘los terroristas’ de las FARC y su cuerpo de seguridad. Uribe dijo que había caído uno de sus soldados y que la acción de armas se había desarrollado en territorio ecuatoriano, por lo que pedía disculpas, pero que su fuerza no había tenido más alternativa.
A esa hora, el Presidente Correa tenía ninguna información sobre este suceso. Tampoco sabía nada el Ministro de la Defensa igual que el alto mando militar. Llamaron al comando de selva en la fronteriza provincia de Sucumbíos; y tampoco allí conocían de ningún enfrentamiento entre fuerzas regulares e irregulares de la vecina Colombia; peor que esto hubiese ocurrido en territorio ecuatoriano. Recibieron la orden de trasladarse de inmediato al sector donde, según los informes de Uribe, se había producido el suceso. Y como el sector era (es) de difícil acceso, la avanzada ecuatoriana sólo pudo llegar horas después. Se encontraron con un escenario impactante y desgarrador: árboles caídos por la metralla, cuerpos mutilados por doquier, pero en ropa de descanso; cuatro o cinco grandes huecos hechos por bombas disparadas desde el aire y restos dispersos de todo lo que puede tenerse a la mano en un campamento de descanso temporal y clandestino. Los soldados ecuatorianos encontraron en total 23 cadáveres que fueron recogidos por sanitarios y traídos a Quito, para sus autopsias e identificaciones. Y, lo más descarnado de todo sentimiento de humanitario, tres chicas malheridas que habían sido abandonadas en un sector aledaño al campamento destrozado.
La reacción de un Presidente de honor
Para el sábado en la noche ya Correa estaba debidamente informado por el comando militar de selva. En realidad, se trataba de una agresión brutal contra el comando guerrillero, cuando descansaba; y los invasores no sólo que habían masacrado a sus víctimas indefensas sino que habían tenido tiempo para ocupar con fuerzas de paracaidistas el lugar, examinar cuerpos, rematar malheridos que agonizaban y llevarse el de Raúl Reyes y otro guerrillero caído. Los aviones invasores habían penetrado por lo menos unos 10 kilómetros en territorio ecuatoriano para poder atacar el campamento guerrillero por el flanco sur; y todo eso lo hicieron en medio de la noche y cuando los atacados descansaban.
El Presidente Correa comprendió entonces que Alvaro Uribe le había mentido, le había engañado deliberadamente quizá con el cálculo de que Ecuador, ‘comprensivamente’, se limite a pedirle explicaciones oficiales por la agresión y quizá alguna protesta formal, que la diplomacia uribista podría neutralizarlo sin problemas, como ya lo había hecho en otras tantas agresiones perpetradas contra territorio nacional, en la extensa frontera mutua de los dos países. Ni de broma pensaban los invasores que el Presidente Correa, absolutamente seguro de que se trataba de una agresión bestial contra territorio ecuatoriano, reaccionaría como debe reaccionar un jefe de Estado que se precie, frente a un hecho semejante.
La reacción del Presidente Rafael Correa fue inmediata y firme. En el Ecuador de los últimos tiempos, no se recordaba que un jefe de Estado, en el más elemental cumplimiento de su deber y en defensa del honor y la dignidad de la patria, gravemente mancillados, actuara como actuó desde la noche del sábado 1 y sobre todo el domingo 2/3/2008. Comenzó denunciando al país y al mundo que Colombia había agredido a Ecuador en su soberanía territorial; que en realidad fuerzas militares de acción inmediata habían cometido un gravísimo crimen de Estado por lo que había resuelto romper de inmediato relaciones diplomáticas con el agresor y ordenar la expulsión del embajador colombiano de territorio nacional. Anunció, además, que se desplazará por países amigos y vecinos para denunciar lo ocurrido y pedirles su solidaridad y la condena regional, en la cumbre del Grupo de Río, que debía instalarse el viernes 7, en República Dominicana. Oportuna coincidencia que sirvió por lo menos para que Colombia pida perdón por la agresión; y, lo más importante, que se comprometa a no agredir territorio ajeno, por ningún concepto.
En acción sipianos y vendepatrias
Este brevísimo recuento de lo ocurrido me permite ubicar en sus respectivos tiempos y planos la acción concertada que desató, de inmediato, a nivel continental, la cofradía sipiana, en su afán de tratar de torcer y explicar la gravedad de lo ocurrido, armar todo un bodrio de supuestas complicidades (como en esas telenovelas colombianas) y sostener que Ecuador ‘era el agresor’ por haber dado asilo a los ‘terroristas de las FARC’ que los atacaban desde territorio ecuatoriano.
La contraofensiva mediática comenzó en Colombia y rápidamente se prolongó a Ecuador. Los mass medios locales (en especial las estaciones de televisión) comenzaron a repetir y a sostener las ‘tesis’ y ‘argumentos’ que echaban a circular desde Bogotá, y que la SIP y sus filiales, las difundían profusamente en el mundo entero. En el país agredido (Ecuador) los oficiosos periodistas de radio y televisión, muy conocidos por sus posiciones anticorreistas, antichavistas, no sólo que abrieron sus espacios a toda esa tramoya que se había armado en Bogotá, sino que desempolvaron de inmediato a políticos y diplomáticos del esquema (incondicionales del imperio y del neoliberalismo), para que argumenten contra el Presidente Correa y su patriótica actitud. Sin ningún pudor, comenzaron a alegar que habían sido los ‘terroristas’ de las FARC quienes habían invadido territorio ecuatoriano, al ocupar un campamento guerrillero que no era de descanso sino de ‘entrenamiento’, para atacar al ejército de Colombia; que el Gobierno ecuatoriano estaba comprometido con las FARC según unos textos que habían sido encontrados en tres computadoras superblindadas, que habían resistido el bestial bombardeo del campamento y que unos agilísimos técnicos colombianos las habían desbloqueado. Los sesudos analistas entrevistados remataban sus comentarios repitiendo lo que desde el 11 S (2001) se dice que es la doctrina Bush: el derecho a que un país agreda a otro ‘en defensa propia’ y que la ‘seguridad democrática’ colombiana había actuado contra ‘terroristas’ que se habían establecido en territorio ecuatoriano por lo que el Presidente Correa ‘debía disculparse ante su par de Colombia, Alvaro Uribe, y agradecerle por el servicio prestado’.
Estas y otras versiones, especialmente los infundios lanzados desde Bogotá a pretexto de haber desbloqueado las computadoras portátiles que encontraron ‘intactas’ en el campamento ametrallado y bombardeado, ocuparon la atención de los canales abiertos de la televisión, sin ningún reparo. Los diarios sipianos, con variaciones y algún pudor, informaron sobre la agresión bestial y la actitud de Correa; pero con coletillas y sesgos, siempre tratando de crear la duda, la sinrazón de la actitud ecuatoriana. La CNN en español, a pesar de que desde ahí se cocinan una y mil actitudes mediáticas contra todo lo que huela a cambio, a transformación, a antineoliberalismo; transmitió en vivo y en directo (parcialmente) las declaraciones que ofrecieron Correa con sus pares García del Perú, Chávez de Venezuela, Ortega de Nicaragua. Los canales comerciales de Ecuador siguieron con su programación normal y sólo hicieron alguna mención en sus informativos. En cambio, fueron repetidas varias veces, las versiones que los libretistas sipianos echaron a circular a pretexto de que eran comunicaciones e informes que Reyes enviaba a sus pares del comando central de las FARC, a través de las ‘laptos’ incautadas. Y de esas mentiras, echaron a rodar la versión de que Correa y su Ministro de Seguridad estaban vinculados con las FARC para agredir a Colombia; y que Chávez había aportado nada menos que con 300 millones de dólares a sus ‘aliados’ guerrilleros.
Tampoco los canales de televisión abierta de Ecuador retransmitieron la sesión del Grupo de Río en República Dominicana a pesar de que su Presidente tuvo una actuación que ha enorgullecido a los ecuatorianos, ya que no hay antecedentes de un Jefe de Estado defendiendo la soberanía nacional y luchando por rescatar su honor. Pero aquello no era importante para estos medios sipianos. Mas bien se hicieron eco de versiones descabelladas, una de las cuales publicó El País de España, del grupo PRISA, que no hace mucho compró la mayoría de acciones de El Tiempo de Bogotá, uno de los diarios de la SIP y del Grupo de Diarios de América. Da la casualidad que un Santos, propietario de este periódico, las oficia de Vicepresidente de Uribe; y otro, de Ministro de Defensa. ¿Qué dijo el País? En una crónica de una tal corresponsal en Bogotá, afirmaba que había un vínculo de los terroristas de las FARC con el Gobierno Correa y que los terroristas se paseaban por la frontera con Colombia, por el lado ecuatoriano, como que estuvieran en su casa. Desde el Nuevo Herald de Miami (también de la SIP) se dijo que un profesional mexicano, de origen cubano, era el contacto y el financista de las FARC, que había facilitado a que 5 jóvenes universitarios de la UNAM vengan a Quito con el pretexto de participar en un congreso de la revolución bolivariana; pero que el propósito principal había sido el que estos guerrilleros se incorporen a la columna de Reyes. Desde luego, ninguna de las dos versiones y otras que corrían por todo el Continente, tenían pies ni cabeza. Eran simplemente versiones que afiebrados ‘cipianos’ (de la CIA) de Bogotá y de Miami producían con el propósito claro de desprestigiar y descalificar al Presidente ecuatoriano y de darles la razón a Uribe-Bush en sus pretensiones de establecer en Colombia un comando armado hasta los dientes que ‘ponga en su sitio’ y desbarate esos ensayos de Chávez, de la revolución bolivariana; y de Correa y su revolución ciudadana a fin de matar a los subversivos la víspera y prevenir el mal ejemplo en la región.
En el caso ecuatoriano, esta arremetida sipiana, totalmente antipatriotica, miserable; sin embargo, no ha impactado en los sectores populares. Al contrario, desde hace algún tiempo, como que el ciudadano y la ciudadana, comunes y corrientes, se dan cuenta de que los medios de comunicación ‘grandes’ no son ni democráticos, ni respetan la libertad de expresión, ni están con los intereses de las mayorías. Indignados radioescuchas, en una de las pocas radioemisoras que permite opiniones y reflexiones sin cortapisas, se han escuchado voces indignadas rechazando esta actitud y pidiendo que la Asamblea Constituyente haga algo por lo menos para condenar a estos traidores al país y exigiendo que se les quite su nacionalidad. Asunto que desde luego no va a darse pero que es sintomático que la cofradía mediática sipiana ha perdido su credibilidad y sus impactos. En buena hora.
*) El Grupo de Diarios de América está integrado por La Nación de Argentina, O Globo de Brasil, El Mercurio de Chile, El Tiempo de Colombia, La Nación de Costa Rica, El Comercio de Ecuador, el Universal de México, el Nuevo Día de Puerto Rico, El País de Uruguay y El Nacional de Venezuela.