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Permanente caza de brujas, compra de intelectuales, artistas y periodistas

Del macartismo a la Ley Patriot, una historia sin fin

Fuentes: Rebelión

«El lavado de cerebroen libertad, es más eficazque en las dictaduras» Noam Chomski   Hoy lo veo como anecdótico, cuando jóvenes estudiantes universitarios de arte nos producía dudas, temor y desconfianza, las alertas sobre «la penetración ideológica cultural norteamericana». Principalmente porque siempre fue una acción encubierta. Algunos intuíamos, por el origen dudoso de los recursos, […]

«El lavado de cerebroen libertad, es más eficazque en las dictaduras» Noam Chomski

 

Hoy lo veo como anecdótico, cuando jóvenes estudiantes universitarios de arte nos producía dudas, temor y desconfianza, las alertas sobre «la penetración ideológica cultural norteamericana». Principalmente porque siempre fue una acción encubierta. Algunos intuíamos, por el origen dudoso de los recursos, que ese apoyo al arte y al desarrollo cultural, no era gratuito, pero no se podía determinar exactamente dónde o cómo iba a suceder, si era subliminal o buscaría adhesiones abiertamente, en todo caso no teníamos ninguna posibilidad de informarnos para resistir a las acciones de la «Guerra Fría», la CIA, y su fachada el «Congreso por la libertad y la Cultura», ni rechazar sus generosos aportes económicos encubiertos, para exposiciones de artes plásticas, conciertos, producción de artículos, folletos libros, donaciones de instrumentos, becas, bolsas de trabajo o premios, usando para ello, como operadores, a los Agregados Culturales de sus Embajadas y la creación de instituciones norteamericanas de «amistad», aliadas a las Cámaras de Comercio de cada país.

En síntesis, una «compra» de intelectuales y artistas para convencerlos que su papel (rol) es suavizar la obra, deleitar, entretener a los ciudadanos, que es de muy mal gusto y se debe considerar negativo, que el artista se inmiscuya en política.

Dentro de EEUU mismo, los artistas especialmente de la industria del cine y escritores fueron víctimas del «Macartismo». En 1950, Allen W. Dulles, fundador de la CIA, en sus escritos El Arte de la Inteligencia dice, «De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su cargo social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humano el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad».

Creadores inocentes fueron perseguidos o encarcelados por simples sospechas con acusaciones infundadas, interrogatorios, pérdida de trabajo y negación de pasaporte, son los distintos mecanismos de control social y de represión que EEUU aplicó a los sospechosos de comunismo, acercándose peligrosamente al totalitarismo con éstos evidentes métodos fascistas.

Se habla de quinientas víctimas relacionadas con el cine, entre ellos: Bertold Brecht y Thomas Mann escritores; John Huston, William Wyler, Orson Welles, directores; Frank Sinatra, actor; quienes en su defensa sostuvieron, que lo que en teoría era una actividad para proteger al Estado, no era sino una sistemática destrucción de los derechos civiles.
Uno de los actores más perseguidos fue Charles Chaplin, el cual en su autobiografía describe un interrogatorio en el que sorprendido por la pregunta ¿qué quería dar a entender en un discurso, cuando dijo «camaradas»? y él respondió: «Es exactamente eso. Busqué la palabra en el diccionario. Los comunistas no tienen la exclusividad de esa palabra».

Congresos de Santa Fe, 1 y 2.

Unas de las primeras «banderillas clavadas» abiertamente hostiles a nuestras naciones soberanas, ricas en recursos naturales. pero subdesarrolladas, se encuentran en el Documento de Santa Fe 1 (1980) y Santa Fe 2 (1985), denunciado en el libro de Luis Britto G. «El Imperio Contracultural Del Rock a la Postmodernidad» Editorial Nueva Sociedad, (cuya portada de la primera edición ilustré en 1991) se refiere a la promoción de tratados de libre comercio para el área y el plan de reducción y subordinación transnacional de los ejércitos latinoamericanos, prolongan el mismo proyecto hegemónico, situándolo en un nuevo campo táctico: el de la guerra cultural. Santa Fe 1, en lo cultural, recomienda «iniciar una campaña para captar a la élite cultural latinoamericana mediante la radio, la televisión, los libros, artículos y folletos, además de bolsos de trabajo, donaciones y premios»

En Santa Fe 2 la guerra cultural tiene por propósito la instauración de regímenes «democráticos» a los cuales se define como «un sistema económico sólido exento de excesivo control e injerencia gubernamentales» . Para promoverlos, recomienda de nuevo la formación del mercado interno de capitales, la práctica de los swaps, la reorientación de la agricultura local hacia las necesidades de Estados Unidos, la privatización de las empresas públicas y el ajuste de la deuda externa, de la cual se afirma que «no podrá ser pagada en sus términos actuales», por lo cual los países deudores «no tendrán dinero para comprar los productos de Estados Unidos».

El éxito de los documentos de Santa Fe depende de la imposición en América Latina de un cambio de cultura política: es decir, de un cambio de cultura. Para ello no le faltan medios, los países latinoamericanos están en su mayoría integrados a la red de satélites de comunicación, dominada por los estadounidenses, quienes también ostentan el monopolio noticioso con sus dos grandes agencias, AP y CNN. A finales de los 80, América Latina importaba el 46% de su programación televisada; el 75% de esa proporción era estadounidense.

«Las campañas culturales de la CIA – escribe James Petras- crearon el prototipo para los intelectuales, académicos y artistas aparentemente apolíticos de la actualidad, divorciados de las luchas populares y cuyo valor aumenta proporcionalmente en relación con la distancia que mantienen de las clases trabajadoras y con su proximidad a las prestigiosas fundaciones. El rol patrón de la CIA del profesional de éxito es el del guardián ideológico, excluyendo a los intelectuales críticos que escriben sobre la lucha de clases, la explotación clasista y el imperialismo estadounidense declarando que se trata de categorías «‘ideológicas» no «objetivas». La singular, duradera y dañina influencia de la gente del Congreso por la Libertad de la Cultura de la CIA no fue su defensa específica de las políticas imperialistas de los Estados Unidos; sino su éxito en la imposición a generaciones sucesivas de intelectuales de la idea de que se excluya cualquier discusión prolongada del imperialismo de los EEUU, de los medios culturales y políticos influyentes. El problema no es que los intelectuales o artistas de la actualidad puedan o no tomar una posición progresista sobre uno u otro tema. El problema es la creencia dominante entre los escritores y artistas de que las expresiones sociales y políticas antiimperialistas no debieran aparecer en su música, sus pinturas y en escritos serios, si quieren que su trabajo sea considerado de mérito artístico sustancial. La victoria política perdurable de CIA fue que convenció a los intelectuales de que el compromiso político serio y duradero es incompatible con la seriedad del arte y la erudición. En la actualidad los valores de la guerra fría de la CIA son visibles y dominantes en la ópera, el teatro y las galerías de arte, así como en las reuniones profesionales de académicos. ¿Quién se atreve a desnudar al emperador?»

La «Guerra Fría» fue un período en la historia de la humanidad, tiempos belicosos que hemos rechazado, donde se crearon todo tipo de enfrentamientos entre dos bloques poderosos en pugna liderizados por Rusia y EEUU. 

En relación al manejo de información, propaganda y acciones encubiertas, se creó la CIA y su parapeto, el «Congreso por la Libertad de la Cultura» el cual llegó a tener su propia Agencia de Noticias, donde se mezclaban periodistas, espías y agentes mercenarios, hoy contratistas. Reporteros Sin Fronteras RSF y la Sociedad Interamericana de Prensa SIP, hoy son los herederos legítimos de la CIA y el Congreso por la Libertad de la Cultura. 

La SIP nace en 1943, con el panamericanismo contra el fascismo, pero es cooptada por la CIA para el manejo de la información, como factor básico de control de los pueblos en el mundo. Con el tiempo, en 1950 se convirtió en el cártel de los dueños de las empresas periodísticas, y ha estado vinculada a golpes de estado, ataques y maniobras contra los gobiernos populares y democráticos en América Latina: Guatemala, Bolivia, Argentina, Brasil, Cuba, Chile, y más recientemente Colombia y Honduras.

Por su parte, Reporteros Sin Fronteras, RSF, hace realidad la frase aquella «quien le paga al violinista, le exige la melodía que tiene que tocar». Trabaja con información sesgada, especialmente contra Cuba y recibe financiamiento de Center For a Free Cuba, NED (National Endowment for Democracy), Open Society Fundation, también son acusados de recibir financiamiento del IRI (Instituto Republicano Internacional) del Partido Republicano de EEUU, que se especializa en la injerencia de los procesos electorales de diferentes países. Center For a Free Cuba, es una organización de extrema derecha cuyo objetivo ha sido permanentemente derrocar al gobierno cubano, es también una pantalla de la CIA financiada por ésta a través de la NED y Robert Ménard, ex-agente de de la CIA, fue su fundador y presidente vitalicio. «Reporteros Sin Fronteras» hoy trabaja falseando la información real, poniéndola al servicio de políticas expansionistas criminales de gobiernos, partidos políticos de la ultra derecha y el capitalismo.

Así es como en nuestro Siglo XXI, los medios de comunicación, como es de conocimiento público, se han transformado en empresas transnacionales al servicio de la «ideología neoliberal», donde las noticias son propaganda política, mentiras, rumores «goebelianos», para desestabilizar a naciones del llamado Tercer Mundo. Ahora bien, si de desestabilizar se trata, o intervenir en los procesos electorales, el aguacero de dólares cae sobre los medios de comunicación, empresas encuestadoras, y periodistas llamados «palangristas».

Operaciones como éstas, injerencistas con visos de legalidad, operan a través de ONGs creadas para ello, generosamente financiadas por la NED, USAID, IRI y el Departamento de Estado de EEUU.

Por ello se habla y escribe frecuentemente de la «dictadura o tiranía» de los medios del capital transnacional. Existe una abundante bibliografía al respecto, entre los que se destacan «La Tiranía de la Comunicación», de Ignacio Ramonet, 1998 y «Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo», de Pascual Serrano, 2009.

Las mentiras en las noticias de los medios de comunicación y redes sociales son una pesadilla, amenazan la estabilidad de las naciones y la seguridad pública. Existen rigurosas investigaciones, donde se establece que el 70% de las personas cree en dichas informaciones. Especialmente si para ellas, lo que se publica en Internet son verdades absolutas. La información real o falsa puede volverse viral, (batir el record de difusión en las redes sociales) por lo tanto, el aumento de la desinformación que se genera, puede tener graves consecuencias. Existe la idea que falsas informaciones, así como su difusión en sitios de ultra derecha, llevó a muchos en EEUU a votar por Donald Trump, pero por ahora, es solo una hipótesis a comprobar.

Resulta acertada la observación que hacen algunos especialistas, en políticas culturales estatales estadounidenses, cuando afirman de la existencia de un paralelismo entre el Macartismo de la guerra fría y la Ley Patriot, creada después de Septiembre 11, 2001 a raíz de la destrucción de la Torres Gemelas, ayer el pretexto para combatir el comunismo, hoy el terrorismo, ambas con la evidente pérdida de los derechos civiles de los ciudadanos norteamericanos y extranjeros residentes.

Otros han reevaluado el macartismo a la luz de la represión del terrorismo en los EEUU, encontrando una línea de continuidad entre ambos fenómenos. En su libro «La Era de la Ansiedad: del McCarthismo al Terrorismo», 2005, Haynes Johnson compara los abusos sufridos por los extranjeros arrojados a las prisiones estadounidenses de alta seguridad, como la de Guantánamo, posteriores al 9/11, con los excesos de la era McCarthy. En el mismo sentido, David D. Cole ha escrito que el Acta Patriótica es una «resurrección de la filosofía McCarthista sustituyendo comunista por terrorista «.

Ante la política injerencista permanente, hay que estar vigilante para denunciar, resistir y combatir éstas prácticas bélicas encubiertas, disfrazadas de benéficas acciones en el campo del arte, la cultura y la comunicación. Hoy contamos con valiosas herramientas: los documentos desclasificados de la CIA, las debilidades de Internet, los correos electrónicos, (que de «privado» no tienen absolutamente nada) y la noticia que es «vox populi», acerca de los «hackeos». Se suman, las demoledoras informaciones de Wikileaks y su creador Assange, refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres y Snowden, una suerte de renegado, agente arrepentido, justiciero.

Finalmente, nos interrogarnos, cómo apoyarnos en nuestra propia cultura, en nuestra manera de pensar lo propio…… cómo hacer para que nuestra música, pintura literatura, nuestro cine no sea una mala fotocopia de lo que nos viene enlatado del exterior, con propósitos de penetración ideológica capitalista, calificada como Guerra de Cuarta o enésima Generación.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.