Durante este último mes, estaciones de radio en más de 100 ciudades a través de Estados Unidos han trasmitido entrevistas con Noam Chomsky comentando sobre el nuevo embajador estadunidense en Irak, a Miguel D’Escoto recordando el legado brutal de Ronald Reagan en Centroamérica, y al periodista Seymour Hersh hablando sobre los secretos vínculos estadunidenses con […]
Durante este último mes, estaciones de radio en más de 100 ciudades a través de Estados Unidos han trasmitido entrevistas con Noam Chomsky comentando sobre el nuevo embajador estadunidense en Irak, a Miguel D’Escoto recordando el legado brutal de Ronald Reagan en Centroamérica, y al periodista Seymour Hersh hablando sobre los secretos vínculos estadunidenses con Israel.
¿Hubo una revolución en Estados Unidos? ¿O se produjo un golpe de Estado en un medio masivo? ¿Cómo es que estas voces casi excluidas de los medios estadunidenses alcanzaron de pronto tal vez a millones? La respuesta es Democracy Now, un programa de noticias progresista y sin fines de lucro inaugurado hace ocho años trasmitido por radio y televisión y que se ha convertido en la colaboración de medios públicos más grande de Estados Unidos.
El programa diario de una hora trasmite, por 100 estaciones radiales y otras 100 de televisión en todo el país, noticias del día a través de una red global de corresponsales: Robert Fisk en Medio Oriente, activistas sindicales en California, artistas hip hop en Nueva Jersey, Gore Vidal sobre el secuestro de la democracia en Estados Unidos y Michael Moore hablando de su nueva película.
«Tenemos que hacer dos cosas», explica la codirectora Amy Goodman en entrevista con La Jornada. «Una es contar la nota, encontrar a la gente que esté más cerca de esa noticia… Y no sólo debemos ofrecer una nota completamente diferente a la de los medios porque la gente dirá que estamos locos. Por eso tenemos que hacer una disección de la cobertura de los grandes medios también».
Crecimiento acelerado
El interés en Democracy Now se incrementa rápidamente. «Agregamos a una o dos estaciones nuevas cada semana. El interés está estallando, hay hambre de esto». Entre las notas que Amy Goodman, y su colocutor Juan González -columnista del Daily News, autor y presidente de la Asociación Nacional de Periodistas Latinos- han ofrecido recientemente está una entrevista con el presidente Jean Bertrand Aristide poco ante de que tropas estadunidenses lo subieran a un avión para salir de Haití (Goodman viajó con él a Africa); una entrevista con un ex traductor de la FBI que reveló que la Casa Blanca contaba con inteligencia que indicaba la posibilidad de un secuestro de aviones antes del 11 de septiembre, además de entrevistas con Gore Vidal, Arundhati Roy y Bill Clinton.
«Se levanta cada mañana para ser la única voz cotidiana de la verdad en radio en Estados Unidos de América», dice el documentalista Michael Moore. Para Noam Chomsky, «Amy Goodman ha llevado el periodismo de investigación a nuevas alturas de exitante análisis, informativo y a fondo».
«Los medios aquí han llegado a su peor nivel», afirma Goodman a La Jornada. «Antes de la guerra, los medios en este país sólo se dedicaban a batir los tambores de guerra. La Casa Blanca no necesita una oficina de comunicación social, el Departamento de Estado tampoco, ni el Pentágono: ya cuentan con la prensa cautiva empresarial».
Hablando a una velocidad que resulta casi imposible anotar sus palabras, Goodman ofrece una multitud de estadísticas: un examen de la cobertura de las cadenas nacionales de televisión en las tres semanas anteriores a la guerra contra Irak, registra que realizaron 393 entrevistas, pero sólo tres fueron de representantes de grupos contra la guerra. Esto justo en una coyuntura en la que cientos de miles protestaban contra la guerra en las calles de Estados Unidos junto con millones más en otras partes del mundo.
Pero hay más que estadísticas. Goodman cree que hay un movimiento creciente de oposición a la política de los dos partidos nacionales. «Es sorprendente que tanta gente se oponga a la guerra cuando nunca han escuchado sus propias perspectivas reflejadas (a través de los políticos o en los medios masivos). Es lo que dice Chomsky, los medios fabricaron el consenso a favor de la guerra».
Democracy Now fue inicialmente lanzada en 1996 por la Radio Pacífica, una red de radio pública sin fines de lucro, para ofrecer noticias diarias sobre la elección presidencial de ese año. La idea, explicó Goodman, fue cubrir lo que estaba sucediendo entre las bases sociales de este país. «En Haití y otros países, la gente se estaba muriendo por el derecho al voto. Pero aquí, la mayoría no vota», señala Goodman. «No creo que sea por apatía, creo que es porque piensan que no tienen opciones reales (entre los dos principales partidos)».
El programa resultó ser tan exitoso que Pacífica decidió mantenerlo al aire después de que Bill Clinton ganó su relección. Hoy Goodman subraya que el interés en su programa ya no sólo proviene de Estados Unidos, sino que es mundial.
«Hace un par de años, estaba haciendo el programa y teníamos a una mujer de Guyana hablando sobre la globalización. Cuando acabé con ese segmento, le dije muchas gracias y anuncie que íbamos a ir a otra discusión sobre otro tema; las elecciones en Estados Unidos», recordó Goodman, entre constantes interrupciones telefónicas después de concluir uno de sus programas.
«Pero la mujer se negó a salir, y le explique que habíamos concluido con la discusión con ella de globalización, y que estábamos por abrir otro segmento sobre Estados Unidos. Ella dijo que no, que deseaba participar en esa discusión también porque todo el mundo debería de tener el derecho de votar por el presidente de Estados Unidos, ya que esa figura tiene más efecto sobre las vidas de todos que cualquier otra persona en el mundo».
La dinámica política interna en Estados Unidos es críticamente importante no sólo para este país, sino para el resto del mundo, afirmó Goodman. «La gente que vota aquí, no sólo está votando por uno, sino por gente alrededor del mundo; tiene implicaciones profundas».
Democracy Now ha construido a su público cubriendo importantes actos en vivo, como la rebelión antiglobalización empresarial en Seattle, las manifestaciones contra el Banco Mundial en Washington y las protestas y foros populares paralelos a las Convenciones Demócrata y Republicana. Pero Goodman insiste en que su programa es exitoso porque comprueba que una mayoría del pueblo estadunidense se opone a la estructura existente del poder, precisamente la expresión que los medios masivos empresariales rehúsan difundir.
«No estamos hablando de una minoría marginada», afirma Goodman acerca de su audiencia. «Estamos hablando de la mayoría silenciada por los medios corporativos». Aunque el público de Democracy Now no es reto aún para los grandes medios en radio o televisión, no hay duda de que su programación está llegando a millones cada semana. El nuevo libro de Goodman, Excepción a los gobernantes: revelando políticos aceitosos, explotadores de guerra y los medios enamorados de ellos, es ya un best seller y actualmente Goodman transmite su programa desde varias partes del país durante una gira por 70 ciudades para promover el libro.
La sede de Democracy Now está dentro de un cuartel de bomberos en el centro de Nueva York donde hay un ambiente de trabajo intenso marcado por las exigencias de tiempo de un programa de noticias por radio, y varios redactores, técnicos y productores están generando algo así como un milagro: un medio independiente crítico con alcance masivo desde el ombligo del poder.
Apoyo a radios públicas
Grabadoras, mapas de la red de radios y estaciones de televisión que transmiten lo producido aquí, documentos, periódicos y más papeles inundan las oficinas junto a la sala de control dentro del estudio de este programa. Goodman, que ofrece la entrevista al término de su programa, señala que su equipo no sólo se encarga de producir el programa sino de mantener un contacto permanente con las estaciones locales de radio y televisión que lo transmiten por todo el país. Esto incluye apoyar a estaciones de radio públicas sin fines de lucro con materiales, ideas para ampliar sus públicos e información técnica para resolver los problemas inevitables por no contar con los recursos de los medios empresariales.
El gran problema en los medios estadunidenses es que el gobierno ha cedido casi todas las bandas de trasmisión a las empresas privadas, de hecho, ha privatizado las bandas que por ley supuestamente son propiedad pública. Pero, dice Goodman, la buena noticia es que en miles de comunidades a través del país, las estaciones de radio y televisión sin fines de lucro que son financiadas por contribuciones de su audiencia están retando cada vez más a las grandes empresas de medios. «Tenemos que construir medios que con mayor presencia expresan el carácter verdadero de este país y su pueblo. Medios democráticos que sirvan a una sociedad democrática».
Cada día, Goodman y Democracy Now luchan y van ganando, poco a poco, un espacio realmente democrático dentro del imperio de los medios controlados por las grandes empresas y sus intereses políticos.