A menos de un año para las elecciones presidenciales generales en la Argentina la sensación mundana de la sociedad se trama entre un cierto escepticismo de lo que vendrá y la continua reiteración de los adversarios opositores. El Frente para la Victoria se haya enraizado en una larga lista interna de candidatos donde sobresale el […]
A menos de un año para las elecciones presidenciales generales en la Argentina la sensación mundana de la sociedad se trama entre un cierto escepticismo de lo que vendrá y la continua reiteración de los adversarios opositores.
El Frente para la Victoria se haya enraizado en una larga lista interna de candidatos donde sobresale el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, cuyo origen menemista neoliberal no afecta en sus mediciones sobre intención de voto ni que afirmar de las falencias políticas y administrativas de su gestión.
De larga tensión con los núcleos duros del Kirchnerismo y de idas y venidas con la presidenta Cristina Fernández parece que asistimos a un momento de pax política entre ambos y de mucho rumor de acuerdo para que por lo bajo sea el consagrado presidencialista del Frente.
En términos de purismo estaría lejos de conformar a las legiones «del palo «pero existe un extraño secreto o pacto con amplios sectores medios que afirman su voluntad de voto sobre el Ex Motonauta como el continuador del Proyecto.
Así también con la llamada Legión de Gobernadores que ven en su versatilidad peronista una posibilidad certera de continuar en el poder en los distintos terruños provinciales.
La pregunta que ronda es por que si su investidura política nunca fue del agrado del Kircherismo este en definitiva y en decurso de más de 10 años de gestión no promovió otros actores capaces de ser leales continuadores o profundizadores del proyecto en vez de resumir su voluntad en un candidato conservador del peronismo.
La repentina muerte del Ex Presidente Nestor Kirchner y el stress gubernamental pudieron haber incidido en esta razón pero conociendo la raigambre política resulta extraño que no sea claro cual es el heredero.
Dijo Juan Domingo Perón «mi único heredero es el pueblo «y pareciera ser cierto para los tiempos que corren donde se habla más de empoderamiento que de personas.
Mientras tanto la agenda cotidiana no deja de apremiar en lo concerniente a la situación económica donde el corrimiento de la inflación y la necesidad de relanzamiento dominan la arena.
En el plano externo el conflicto con los fondos buitres ha logrado malograr las expectativas generales a tal punto de ser la espada en contra de una recomposición general abriéndose posibles instancias de re estructuraciones regulares de la deuda externa.
Los grandes centros geoeconomicos occidentales continúan con esquemas macroeconómicos de austeridad restringiendo la demanda efectiva y no atendiendo a sus negativos índices sociales que son por sobre manera inéditos en los últimos 100 años de historia económica.
Brasil, nuestro socio estratégico, se ve detenido en materia de crecimiento por dos factores, el primero es su dependencia sobre los EEUU en materia de demanda de materias primas y en segundo lugar la aplicación – aun bajo un gobierno progresista – de una política macroeconómica ortodoxa.
La necesidad de la recomposición política que abandone la tecnocracia, o lo que Oscar Varsasky bien llamaba «cientificismo» de la arena política, es una tarea que llevara varios años pero donde la realidad efectiva de los pueblos surgirá de manera vehemente.
Una prueba de ello es el fenómeno de la juventud que milita tanto en los espacios barriales como en los secundarios y universitarios pues sin duda el quiebre del Neoliberalismo ha sido las movilizaciones del 2001 y la aparición del Kirchnerismo como fenómeno político.
Que el árbol no tape el bosque.
Ezequiel Beer es Geografo UBA / Analista Politico
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