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Ecomunitarismo, medios de comunicación y noticias falsas

Fuentes: Rebelión [Imagen: senadora Teresa Leitão (PT-PE) durante el debate del proyecto de ley de las Fake News en el Senado el 3 de mayo de 2023, donde defendió la ley como un mecanismo para luchar contra la violencia escolar. Créditos: Roque de Sá/Agência Senado]

Las brevísimas líneas introductorias que siguen se basan en experiencias brasileñas, pero pretenden tener relevancia para toda Abya Yala y para el mundo.  

La Red Globo es un imperio mediático que en todo el Brasil incluye canales de TV abiertos y cerrados, emisoras de radio y órganos de prensa escrita.

En el fin de semana que ponía fin a abril de 2023 la Cámara de Diputados brasileña, a instancias del Gobierno presidido por Lula,  se aprontaba para votar un Proyecto de Ley sobre las Noticias Falsas (Fake News) que, entre otras cosas, obligaba a las plataformas digitales a remover de inmediato posteos que incentivasen la violencia contra menores (por ejemplo la invasión de escuelas para el asesinato de alumn@s), y las hacía responsables jurídicamente (con las sanciones respectivas) por la publicación de noticias falsas pagadas y divulgadas masivamente. Pero ese fin de semana cualquier usuario de Google o Meta, al hacer cualquier búsqueda, encontraba con gran visibilidad titulares y textos que se oponían a ese proyecto, acusándolo de violatorio de la libertad de expresión. El 2 de mayo de 2023 el Presidente de los diputados brasileños pospuso la votación del Proyecto.

 En ese ínterin una conocida comentarista de la todopoderosa Red Globo de Televisión (que en Brasil tiene el peso equivalente al del Grupo Clarín en Argentina, o Prisa en México, por ejemplo) dijo que ese comportamiento de las plataformas confirmaba la necesidad de que se las regulase, pues su práctica intervenía fraudulentamente, distorsionándolo, en  el debate y las decisiones democráticas, pues no había dado la misma visibilidad a comentarios favorables al Proyecto.

Estructura del grupo Globo. Créditos: Media Ownership Monitor

Comparto totalmente ese parecer, y, al mismo tiempo, me propongo aquí introducir a una ampliación del campo de análisis crítico y de propuestas.  

Constato que a lo largo de su historia, desde que fue creada al inicio de la dictadura que en Brasil duró de 1964 a 1985, la Red Globo ha incurrido sistemáticamente en la conducta ahora imputada por su comentarista a las citadas plataformas. A tal punto que se considera a la Globo como una “hacedora de Presidentes”, pues sus noticiarios, entrevistas y demás programas han sido decisivos para el triunfo electoral de los Presidentes que han gobernado Brasil desde 1985. La única excepción relativa la constituyó la elección de Jair Bolsonaro en 2018, pues la misma se debió a la gran propaganda, incluso con recursos robóticos y el uso masivo de fake news, a través de las redes sociales. Pero digo “relativa” porque como en la segunda vuelta de dicha elección Bolsonaro enfrentó al candidato del Partido de los Trabajadores que a última hora debió sustituir a Lula (que estaba preso desde abril de 2018), y como en los años anteriores la Globo había hecho un sistemático ataque al PT por los numerosos escándalos de corrupción que lo salpicaron, la prédica anterior de dicha Red favoreció de hecho a la candidatura de Bolsonaro, que hasta ese momento nunca había sido ni por asomo tan criticado por la Red Globo como  lo había sido el PT. Y conste que motivos no hubieran faltado para esa crítica, pues Bolsonaro era un oscuro diputado que hasta 2018 en sus 28 años consecutivos de parlamentario había defendido sistemáticamente a la dictadura que reinó en Brasil entre 1964y 1985, había homenajeado a torturadores al servicio de esa dictadura y jamás había presentado un Proyecto de Ley. Así, una vez más la Globo no dio a las opiniones divergentes el mismo peso y visibilidad, incurriendo en el mismo falseamiento del debate democrático que ahora su comentarista recrimina a Google y Meta.       

Y lo que se aplica a la Globo brasileña vale para cualquier monopolio u oligopolio mediático en el mundo desde antes de la existencia de las plataformas digitales y las redes sociales.

La falta de difusión equitativa de versiones divergentes a los efectos de establecer un debate democrático equilibrado se verifica en dos hechos obvios que me limito a recordar.

Primer hecho: a lo largo de la historia la Globo tuvo los mismos comportamientos distorsivos del debate democrático que ahora achaca a las plataformas digitales (sus nuevas, poderosísimas e inesperadas competidoras); y los tuvo motivada por su propios intereses empresariales y políticos, como ahora Google y Meta orquestan sus manipulaciones en defensa de los suyos propios. Ambos intereses desembocan en una práctica mediática que defiende explícita o implícitamente de forma sistemática al capitalismo (en las últimas décadas en su versión neoliberal).     

Y en ese contexto quiero destacar otro hecho muy simple: ninguno de los presentadores o animadores de la Globo defiende en sus programas ideas poscapitalistas (por ejemplo ecomunitaristas). O sea que esa Red elige cuidadosamente a su personal entre gente que defiende el capitalismo, y les impone a sus empleados una línea editorial claramente pro-capitalista. Así no hay lugar en la programación de la Globo para ninguna presencia importante y constante de ideas y propuestas poscapitalistas (que al menos podrían tener un minutaje similar al de las posturas pro-capitalistas). Y de esa manera, permanentemente y desde su inicio, la Globo desvirtúa y manipula el debate democrático (ni más ni menos que como lo hacen hoy en Brasil las plataformas  Google o Meta).

Nótese que no raramente el enorme desequilibrio entre versiones pro-capitalistas y críticas del capitalismo intenta camuflarse con una noticia o una entrevista aislada que critica al capitalismo, pero las mismas son sistemáticamente masacradas en tiempo y en énfasis por las que explícita o implícitamente defienden al capitalismo. Esa estrategia de camuflaje sirve precisamente para decir (eventualmente respondiendo a un cuestionamiento) que también la mirada crítica del capitalismo tiene su espacio en la actividad del monopolio u oligopolio mediático (atendiendo, supuestamente, al “manual del buen periodismo” que orienta a escuchar todas las opiniones).    

Ahora, yendo más allá de la crítica y para terminar estas brevísimas líneas introductorias, queremos recordar muy brevemente las posiciones ecomunitaristas, respectivamente de principio y de transición, en materia de medios de comunicación.  

El Ecomunitarismo incluye en una de sus dimensiones (ver las otras en la bibliografía mínima indicada al fin de estas líneas) la expropiación de los actuales monopolios u oligopolios mediáticos (como la Globo, Google, Meta, Clarín, Prisa, etc.) para ponerlos en manos de las comunidades organizadas: comunidades indígenas, asociaciones de vecinos, sindicales, estudiantiles, etc., para instalar así una comunicación libre y simétrica en la que cada persona sea al mismo tiempo productora y usufructuaria de un diversificado ramillete de  noticias y productos culturales, que incluyen una educación ambiental ecomunitarista socialmente generalizada.

Caminando hacia ese horizonte, en lo inmediato el ecomunitarismo promueve una tripartición igualitaria de los grandes medios de comunicación anteriores a las redes sociales (prensa escrita, radios y Tvs) entre medios comunitarios, medios estatales/públicos controlados por la ciudadanía, y medios privados (regulados y controlados por la ciudadanía organizada y educada para tanto).  

A su vez, en lo que respecta a las redes sociales, el ecomunitarismo preconiza una regulación instaurada y renovada democráticamente, mediante una amplia discusión y decisión ciudadana (a través de mecanismos asamblearios y plebiscitarios) que, entre otras cosas, estipule claramente lo inadmisible a la luz de las tres normas éticas fundamentales, como lo son la defensa/divulgación de la  pornografía infantil, la violencia contra l@s niñ@s, el racismo, el machismo, la esclavitud, incluyendo la esclavitud asalariada vigente en el capitalismo, el fanatismo religioso, las mentiras descaradas, etc. (Recuérdese que esas tres normas éticas fundamentales nos exigen, respectivamente, luchar para garantizar nuestra libertad individual de decisión, ejercer esa libertad en la búsqueda de consensos con l@s demás, y preservar-regenerar la salud de la naturaleza humana y no humana).     

Bibliografía mínima  

José de la Fuente Arancibia y  Ricardo Salas  Astraín (orgs.), “Introducción al Ecomunitarismo y a la educación ambiental. Lectura chilena de la obra de Sirio López Velasco”, gratuitamente disponible en https://library.oapen.org/handle/20.500.12657/51640       

en https://zenodo.org/record/5745105#.YaZXEdDMI2w       

en https://dlc.dlib.indiana.edu/dlc/handle/10535/10827        

y en https://es.scribd.com/document/561776175/Introduccion-Al-Ecomunitarismo-y-Educacion-Ambiental      

Sirio López Velasco, “La TV para el socialismo del siglo XXI: ideas ecomunitaristas”, 13 Ediciones, Quito, Ecuador, 2013, 137 pp., ISBN 978-9942-9944-1-7

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.