Analizar el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 ocurrido en Venezuela, nos permiten establecer patrones que definen un tipo de guerra novedoso; donde los soldados enemigos salen de entre las filas del mismo Pueblo. La lejanía de haber transcurridos 6 años de aquel 11 de Abril nos permiten una reflexión mas racional […]
Analizar el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 ocurrido en Venezuela, nos permiten establecer patrones que definen un tipo de guerra novedoso; donde los soldados enemigos salen de entre las filas del mismo Pueblo.
La lejanía de haber transcurridos 6 años de aquel 11 de Abril nos permiten una reflexión mas racional de los hechos. Los días previos al 11 de abril Venezuela se encontraba totalmente convulsionada. La razón era la transmisión constante a través de la televisión y la radio privada de imágenes y consignas que incitaban a la sublevación popular.
Radio Caracas Televisión, Televen, Venevisión y Globovisión transmitían las 24 horas del día imágenes de personas llenas de furia contra el gobierno y particularmente contra el Presidente Chávez. Los medios de comunicación eran quienes convocaban a las concentraciones y a las marchas contra el gobierno, por esta razón captaban la atención de la mayoría de la población.
Una parte de la población seguía obediente y ciegamente las ordenes que se transmitían por los medio de comunicación social. Y daban toda veracidad a la constante marejada de informaciones e imágenes que se transmitían por los mismos; sin corroborar si era cierto o falso.
Para el 11 de abril de 2002 las televisoras convocaron «a la marcha final a Miraflores». Se decía sin tapujo que era para sacar al Presidente Chávez del poder. Cabe acotar que Miraflores es la sede del poder Ejecutivo, donde sabían se encontraba el Presidente Chávez. Y precisamente, en las calles adyacentes a Miraflores, donde se encontraban por un lado quienes defendían al Presidente y por la otra grupos que participaron de la marcha, franco tiradores comenzaron a asesinar a personas que apoyaban al Presidente y a personas que formaron parte de la marcha; incluso a personas que eran la prensa. Fueron más de 20 los muertos con tiros en la cabeza.
Paralelamente, se transmitían escenas, que después se supo que habían sido grabadas dos días antes, donde militares generales de las distintas fuerzas informaban que estaba ocurriendo una masacre en Miraflores y que ello justificaba un alzamiento militar.
Este conjunto de hechos conformaron el 11 de Abril y sus días previos; pero, también constituyen la piezas de una guerra psicológica, columna vertebral de una guerra de cuarta generación.
La guerra de cuarta generación tiene sus orígenes en los años 80 con los trabajos realizados por militares norteamericanos y se dice que es de cuarta generación por cuanto no se quiere el control territorial (guerra de primera generación), ni el control de los recursos naturales (guerra de segunda generación); ni el control social a través del idioma y la religión (guerra de tercera generación) sino lo que se quiere es el control y dominación mental de los integrantes de una sociedad (guerra de cuarta generación) mediante el apoderamiento y control de la conducta social masiva. Se quiere que la sociedad, sobre la que se ejerce una guerra de cuarta generación, responda a los intereses del agresor (en este caso Estados Unidos), lo que le da derecho al territorio, a sus recursos naturales y a los consumidores que en ella habitan.
Este tipo de guerra tiene un componente militar, otro de guerra psicológica, otro que maneja de diplomacia internacional y la opinión pública internacional.
En su definición técnica «Guerra Psicológica» o «Guerra sin Fusiles«, es el empleo planificado de la propaganda y de la acción psicológica orientada a direccionar la conducta, en la búsqueda de objetivos de control social, político o militar, sin recurrir al uso de la armas.
En este tipo de confrontación la guerra psicológica persigue transformar a los individuos (llamados individuos-masa) en «soldado cooperante» de los planes de dominio y control social establecidos por el capitalismo trasnacional y la potencia imperialista regente.
Esta cooperación la logran mediante la utilización de los medios masivos de comunicación social como la televisión, la radio y los periódicos ahora convertidos en los modernos ejércitos de conquista.
Los medios de comunicación siguiendo instrucciones de los operadores de guerra psicológica; diseñan una programación fundamentada en consignas e imágenes direccionadas a conseguir un objetivo de control y manipulación de la conducta social masiva. En Venezuela, a esta conducta social masiva la llamamos disociación, por cuanto la misma desconecta al individuo de la realidad y lo convierten en repetidores iracundos de todos lo que se transmite por Globovisión, Venevisión, Televen y Radio Caracas Televisión y CNN.
En las guerras de cuarta generación los ejércitos militares son sustituidos por grupos operativos descentralizados especializados en insurgencia y contrainsurgencia, y por expertos en comunicación estratégica y psicología de masas. En este tipo de guerra las grandes batallas son sustituidas por pequeños conflictos localizados, con violencia social extrema, y sin orden aparente de continuidad.
En las batallas, de la guerra de cuarta generación, las unidades de Guerra Psicológica son complementadas por Grupos Operativos, infiltrados en la población civil con la misión de detonar hechos de violencia y conflictos sociales.
Las tácticas y estrategias de control social se realizan mediante la manipulación informativa y la acción psicológica orientada a direccionar la conducta social masiva.
De los elementos expuestos se aprecia como lo ocurrido el 11 de Abril de 2002 encuadran muy bien con una operación de guerra psicológica. En esos días el Pueblo Venezolano fue sometido despiadadamente a una intensiva manipulación de la información y a un direccionamiento psicológico para que se convirtieran, como en efecto ocurrió, en soldados cooperantes en la acción militar que se estaba fraguando. Acción militar que tenía como objetivo fundamental extorsionar a los grupos políticos dominantes del proceso Bolivariano para que influyeran en el establecimiento de una permanencia pacífica, lucrativa y duradera de las transnacionales petroleras en la explotación de los hidrocarburos venezolanos.
Así las cosas, la guerra de cuarta generación desarrollada en Venezuela por el gobierno norteamericano tenía un componente militar y otro de guerra psicológica. El componente militar aseguraba la participación de un grupo de militares venezolanos de alto rango que garantizarían la desactivación de los mecanismos de seguridad interno. El otro elemento militar era el control y manejo de las comunicaciones dentro de Venezuela (particularmente en los alrededores de Miraflores) y finalmente, el componente militar, implicaba la utilización de las fuerzas de apoyo armado aéreo y marítimo, norteamericano, para el caso en que se saliera de control la operación de extorsión.
En este último supuesto la operación debería ir dirigida a garantizar militarmente la estabilidad política de los rufianes que asumirían el poder lo que suponía controlar militarmente el foco de resistencia dentro de las fuerzas armadas, así como contra la población civil. Este escenario implicaría tal derramamiento de sangre que complicaría la situación política y haría más tortuoso el objetivo de las transnacionales petroleras.
El componente de guerra psicológica había sido ejecutado a la perfección. El grupo que controlaba la operación de manipulación social a través de los cuatro canales televisivos y la radios habían logrado crear una zozobra extrema dentro de la población; habían relajado sus capacidades de análisis y reflexión y eran instrumentos fieles a las órdenes de quienes decidiera el momento para integrar las operaciones militar y de guerra psicológica con el manejo diplomático y la opinión pública internacional.
Una vez decidido que fuera el 11 de Abril de 2002 el día en que integraban las dos operaciones, un grupo importante de venezolanos fueron llevados a través de la manipulación, a través de la disociación, (a la marcha final) al teatro mediático. Allí los esperaban los Grupos Operativos (los francotiradores, los policías metropolitanos y de Chacao) para detonar hechos de violencia y conflictos sociales que dieran la ilusión, la imagen, de que todo estaba perdido y que no quedaba otra.
Recalcamos que fue un teatro (tipo Hollywood) por cuanto es mentira que una marcha, que ni siquiera pudo acercase a Miraflores, haya podido crear un vacío de poder. Mas y cuando las fuerzas populares que apoyan al gobierno estaban en la calle dispuestas a enfrentar los retos. Suponer que una marcha de la oposición, relativamente inofensiva, pudiera tumbar un gobierno es tan falso como que las personas del proceso que dispararon en Puente Llaguno hirieron o mataron a nadie, como se demostró posteriormente.
Aún más, para reforzar lo dicho tenemos que indicar, que una gran mayoría de las personas de la oposición, que venían en marcha, cuando llegaron al silencio se dispersaron y se fueron para sus casas. Posteriormente, todo lo que supimos los venezolanos fue informado por los medios de comunicación que participaron del teatro y que nos vendieron varias versiones: la primera: que Presidente había renunciado, la segunda: que teníamos a un nuevo Presidente auto designado; la tercera: que había habido un golpe de Estado en Venezuela y cuarta: que el Presidente Chávez había sido rescatado.
De lo dicho se desprende que en esta guerra de cuarta generación todo lo que vemos y escuchamos por los medios privados forma parte de un guión: de un teatro en donde las masas (igual que la opinión pública internacional) son asumidos como relleno y como público espectador.
En Venezuela seguimos viviendo intensamente una guerra de cuarta generación, que inclusive lleva a muchos venezolanos (individuos-masas) a defender abiertamente los intereses de las transnacionales; como en el caso de la congelación de activos solicitada por la ExoonMobil a PDVSA en fecha reciente.
Pero el desarrollo de esta guerra de cuarta generación no solo es aplicado contra Venezuela. El capital internacional imperialista le declaró una guerra de cuarta generación al mundo entero; incluido los Estados Unidos. Por que su objetivo es el control y dominación mundial.
Alerta pues con los medio de comunicación de masa del mundo que quieren crear individuos-masa sin capacidad de reflexión. Vale más una buena lectura para nosotros y nuestros hijos; vale más un momento de reflexión que caer en las manos del consumismo, fiel instrumento de capital internacional imperialista en su guerra de cuarta generación.
Sólo podremos salir airosos con la unidad y la conciencia de de los Pueblos del mundo. Por ello la urgencia de derrotar la manipulación y el consumismo dejando de prestar nuestra atención a los medios de comunicación de masas, que nos pretenden convertir en cooperadores de la burguesía internacional imperialista y en infelices individuos- masas que no reflexionan ni piensan sino consumen cuanta información se le presente por más inverosímil que fuera.
La conciencia nos hará libre, un Pueblo unido y conciente jamás será vencido.