Alrededor de la medianoche del 2 de diciembre de 1984, unas 40 toneladas de gases tóxicos envenenaron a los ciudadanos de Bhopal, India, una urbe del centro del país con más de 500.000 habitantes, en el peor desastre industrial de la historia. Los gases venenosos fueron vertidos en el aire nocturno, en un escape largamente previsto, por una planta química de insecticidas, en gran parte abandonada, de la corporación estadounidense Unión Carbide [«Unión Carburo»], ahora Dow Chemical.
Por negligencia y fallas de equipamiento escaparon gases de isocianato metílico, fosgeno, y otros altamente tóxicos, que mataron inmediatamente a un estimado de 8.000 personas. El número de víctimas mortales, atribuido a que «era de noche», aumentó en las semanas y meses siguientes a 20.000 personas. Otros cientos de miles sufrieron daños, en muchos casos permanentes, como ceguera y afecciones del pulmón, hígado, riñón y sistema inmunológico. El Consejo Indio de Investigación Médica [ICMR, por su sigla en inglés] concluyó que más de 520.000 personas expuestas adquirieron venenos en su circulación sanguínea, causantes de diversos grados de daño a casi todos los sistemas de su organismo.
El desastre de 1984 puede haberse descolorado en la memoria del mundo, pero en Bhopal hasta hoy continúan naciendo niños con daños. Los restos de la misma fábrica que arrojó los gases tóxicos han estado dejando escapar sustancias químicas mortales en el agua potable de unas 30.000 personas. En las comunidades afectadas existen epidemias de enfermedad renal, cáncer y cientos de niños con daño congénito.
La escritora Indra Sinha, galardonada por su libro Animal’s People (Gente de Animal) sobre el desastre de Bhopal, explicó por qué sigue siendo un escándalo nacional el escape de gas que hace 25 años mató a 20.000 personas y continúa creando problemas de salud para incontables personas más: «La fábrica fue cerrada después de la noche del horror, pero adentro siguió teniendo miles de toneladas de pesticidas y basura tóxica. La Union Carbide nunca se molesto en limpiarla. Las sustancias químicas quedaron abandonadas en los almacenes abiertos al viento y la lluvia. Veinticuatro monzones han aherrumbrado y descompuesto la fábrica de la muerte. Las lluvias introducen los venenos profundamente en el suelo. Ingresan al agua subterránea, se filtran a los pozos y agujerean las tuberías. Permanentemente manan fluidos que se introducen en los cuerpos de la gente. Queman los estómagos, corroen la piel, dañan órganos y llegan a las matrices que alimentan a los niños en gestación, todavía nonatos. Si los bebés logran llegar vivos al mundo, los aguardan los venenos en la leche materna».
Una encuesta de Greenpeace encontró substancial y, en algunas locaciones, severa contaminación de metales pesados y químicos clorados en la tierra y las fuentes de agua. Las muestras de agua subterránea extraídas de pozos alrededor del sitio mostraron presencia de químicos clorados, incluyendo cloroformo y tetracloruro de carbono, indicadores de una contaminación de larga data. Adicionalmente, en las muestras de suelo se encontró plomo, níquel, cobre, cromo, hexaclorociclohexano y clorobencenos. La contaminación total del sitio y de sus alrededores inmediatos se originó en derramamientos y accidentes rutinarios, mientras la fábrica estuvo en actividad, y las basuras tóxicas que siguen permaneciendo en el lugar todavía continúan emanando sustancias químicas.
El Centro para la Ciencia y el Ambiente de Delhi dijo que a más de tres kilómetros de la fábrica encontró agua conteniendo pesticidas en niveles 40 veces más altos que el estándar de seguridad indio. En un segundo estudio, la entidad británica Súplica Médica de Bhopal (BMA, por su sigla en inglés) encontró un cóctel químico en el agua potable local, con la presencia del agente carcinógeno tetrafluoruro del carbono en un nivel 2.400 veces más alto que las pautas de la Organización Mundial de Salud (OMS).
Ahora están afectadas las nuevas generaciones
La clínica local Sambhavna, financiada por la BMA, denunció que 1 de cada 25 recién nacidos muestra severos defectos de nacimiento, una tasa 10 veces más alta que la media nacional, incluyendo cojera, miembros torcidos o perdidos, sordomudez, daño cerebral, labio leporino y fisuras del paladar, dedos reticulados, parálisis cerebral y tumores ocupando el lugar de los ojos. La víctima Mohini Devi reclamó que sus niños y nietos experimentan defectos de nacimiento. «Mi preocupación real son mis nietos. Algunos ya han nacido sin los ojos. ¿Por qué es nadie hace ninguna cosa por nosotros?», dijo.
Union Carbide Corporation -ahora Dow Chemical, tras una fusión en febrero de 2001- alega que el isocianato metílico (el gas que se escapó de la planta del pesticida de Bhopal) es su «secreto comercial» de 60 años de investigación (incluyendo experimentos con «voluntarios humanos»). Hay más que suficiente investigación para sugerir que Dow-Carbide ha bloqueado los esfuerzos de las víctimas para ayudarse reteniendo información, propagando información falsa y retirando fondos destinados a asistencia médica. El gubernamental Consejo Indio de Investigación Médica [ICMR], a su vez, detuvo en 1994 toda investigación de los efectos del gas sobre la salud y todavía no publica los resultados de 24 estudios de investigación realizados hasta ese año que implicaban a más de 80.000 supervivientes. Sigue permaneciendo indocumentado el aumento alarmante de cánceres, tuberculosis, dificultades reproductivas y retraso en el crecimiento de los niños nacidos después del desastre. La agencia oficial que monitoreaba las muertes se cerró en 1992.
En ausencia de información médica, no existen protocolos de tratamiento específico a los problemas multi-sistémicos derivados de la exposición a los químicos. En vez de eso, a millares de seres que buscan alivio y tratamiento médico en muchos lugares se les prescriben drogas ineficaces y a veces perjudiciales para el riñón. Sin embargo, desde 1996 la clínica de Sambhavna comenzó a ofrecer a los supervivientes una combinación de medicina moderna, tratamientos herbarios ayurvedic (medicina tradicional de la India), yoga y masajes. Financiada por donaciones privadas, la ONG británica Súplica Médica de Bhopal, proporciona gratis tratamiento, medicinas y monitoreo.
Mientras siguen dispersas hasta hoy toneladas de pesticidas venenosos y otros desechos peligrosos abandonados por la fábrica de Dow-Carbide, envenenando sibilinamente el agua subterránea y contaminando la tierra, la corporación y Warren Anderson, su ex jefe máximo (en inglés, CEO: chief executive officer), se han distanciado de «la gerencia de la compañía india», culpando de eventual sabotaje a los empleados. Como consecuencia, el desastre hizo poco para afectar a Dow-Carbide. En febrero de 1989, después de forzar un acuerdo ínfimo de reparación -470 millones de dólares en respuesta a los 3 mil millones exigidos por el gobierno de India-, el precio de las acciones de «Unión Carburo» aumentaron en 44 centavos de dólar y volvieron al negocio como de costumbre. Los supervivientes de Bhopal recibieron una compensación pobre: la mayor parte consiguió 25.000 rupias (algo más de 500 dólares) para una vida de sufrimiento causado por el daño a sus pulmones, hígado, riñones y sistema inmunológico.
Dado los centenares de miles de víctimas muertas y heridas, el acuerdo significó menos de 9 centavos de dólar estadounidenses diarios, apenas el costo de una taza de té cada día, por más de un cuarto de siglo de sufrimiento inimaginable. No recibió ayuda ningunos de los miles de nacidos con defectos congénitos o enfermedades relacionadas con el gas y la contaminación actual del agua. Cuando Dow Chemical adquirió a la «Unión Carburo» sacó un comunicado de prensa negando responsabilidad adicional en el desastre y afirmó que el acuerdo fue «….generosamente bueno para un indio».
Union Carbide Corporation (UCC) y Warren Anderson, entonces CEO de la UCC, resultaron inculpados de homicidio u homicidio culposo y en 1992 fueron declarados prófugos por la corte de Bhopal, después de varias ocasiones en que no asistieron a honrar el emplazamiento del tribunal. Warren Anderson fue arrestado brevemente en la India en 1984 y después huyó del país. El paradero actual de Anderson es considerado desconocido, pese a que se conocen públicamente sus residencias, una en el exclusivo suburbio de Hamptons, Nueva York. Ni el gobierno indio ni el gobierno de EEUU están dispuestos a apoyar acciones judiciales para el arresto de Anderson, ni para exigir responsabilidades a Dow-Union Carbide. De hecho, los luchadores indios que trabajan para exigir la responsabilidad de Union Carbide por sus acciones, denuncian que su gobierno declaró «segura» la fábrica ahora cerrada y apta «para abrirse como atracción turística». El gobierno local de Bhopal también mostró negligencia en trabajar por cualquier clase de reclamación contra Union Carbide y, simplemente, dejó que continúen escapándose sustancias químicas desde la planta.
Satinath Sarangi, de la clínica Sambhavna de Bhopal, dijo que el gobierno ahora está trabajando por un contrato con Dow Chemical que permitiría una inversión de mil millones de dólares, y alega que dejará pasar por alto la obligación de Union Carbide de limpiar su derramamiento. «Todo esto es por el dinero. Los políticos de la India más bien deberían luchar por la gente que sufrió», dijo Sarangi.
Fuentes contribuyentes:
– «Indian court issues arrest warrant for Warren Anderson, the former head of Union Carbide, in Bhopal gas leak case,» The Guardian UK, July 31, 2009,
Fuentes:
– Randeep Ramesh, «Bhopal Water Still Toxic 25 Years After Deadly Gas Leak, Study Finds,» The Guardian UK, December 1, 2009,
– Indra Sinha, «Bhopal: 25 Years of Poison,» The Guardian UK, December 3, 2009,
Estudiantes investigadores:
Abbey Wilson y Jillian Harbin, DePauw University
Evaluador académico:
Tim Cope and Kevin Howley, DePauw University.
Traducción: Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)
Fuente original: http://www.argenpress.info/2010/10/proyecto-censurado-2011-15-agua-de.html