Ubicado en la capital cordobesa, el barrio aloja a casi 100 familias. Después de una larga lucha, lograron que los reconozcan como propietarios de las tierras. Villa El Bordo ganó una disputa contra el desarrollo inmobiliario -sinónimo de «progreso»- haciendo visible a los actores sociales que pretenden avasallarlo. Tiempos donde la organización barrial y la […]
Ubicado en la capital cordobesa, el barrio aloja a casi 100 familias. Después de una larga lucha, lograron que los reconozcan como propietarios de las tierras.
Villa El Bordo ganó una disputa contra el desarrollo inmobiliario -sinónimo de «progreso»- haciendo visible a los actores sociales que pretenden avasallarlo. Tiempos donde la organización barrial y la voluntad popular son armas para defender el derecho a la tierra.
Martín Heredia vive en Villa El Bordo, junto a otras 82 familias según el último relevamiento. Recuerda que las primeras familias llegaron hace aproximadamente 60 años. Entre ellos estaba su abuela, quién les contaba que se «instalaron en la punta de una loma y la Colón se veía como si estuviera a 20 metros abajo». Era parte del pueblito La Toma. Se cuenta que mucha de la tierra que utilizaron para rellenar la sacaron del cementerio San Jerónimo.
Algunas familias sí adquirieron las tierras de quién era el titular, otras no, pero nunca tuvieron papeles. Algunas familias simplemente fueron llegando y ocupando las tierras.
Los terrenos en los que ahora construyen GAMA y GNI eran de familias de El Bordo que en el 87 fueron desalojadas y reubicadas. Un grupo de empresarios hizo un juicio y luego les vendieron esos terrenos a dichos grupos inmobiliarios.
En el 2006 se instaló por Félix Paz la empresa textil BANDO, lo que implicó correr a diez familias que estaban viviendo allí. Les ofrecían plata que no representaba el valor de su terreno pero como no había organización, nadie se opuso.
Organización barrial
«Ellos mismos se sentían usurpadores, nadie se creía dueño de las tierras, porque sabían que no tenían papeles de sus casas» cuenta Martín. Allí comenzó la tarea de concientización de la Asamblea de El Bordo. Por un lado, los vecinos fueron sintiendo la pertenencia de sus tierras y por otro trabajaron para que la gente de los alrededores entendiera que a sus comercios no iban a ir a comprar quienes vivieran en los edificios de GNI; sí se iba El Bordo, perdían sus clientes.
El estallido se generó con una nota que sacó La Voz del Interior (vocera de GNI Propietarian) afirmando que detrás de las nuevas construcciones de GNI había casas precarias (de Villa El Bordo) que iban a ser reubicadas.
Tras la consolidación de la Asamblea se formó una mesa de negociación con la Provincia, fiel predicadora de voluntad política que no se reflejaba en los hechos, ya que hubo varios intentos de desalojo en los que intervino la Policía provincial. En 7 meses (durante el 2013) hubo 3 intentos de desalojo y uno se hizo efectivo en noviembre. A la familia que desalojaron, Pablo Messori, quien está a cargo de la Dirección de Hábitat, le prometió que en 15 días iba a tener una casa. Recién el lunes anterior a la expropiación le dieron las llaves.
Desde la asamblea articularon con Defendamos Alberdi (organización barrial) para afrontar la lucha contra el avance del desarrollismo, contra la destrucción del patrimonio cultural y las casas históricas. Carolina Córdoba y Sofía López de Las Huellas de Alberdi comenzaron yendo al barrio para dar apoyo escolar y terminaron convirtiéndose en participantes activas de la Asamblea. Ambas coinciden en que la única solución colectiva era reconocer, por parte del Estado, los derechos de los vecinos.
El trabajo que antecedió la expropiación consistió en realizar un estudio de títulos para determinar quiénes eran los titulares registrados, ya que es a ellos a quienes el gobierno expropia. Después la Cooperativa de viviendas de El Bordo eleva una lista de socios para que se le adjudique un lote a cada familia. Elaboraron el proyecto de ley en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Social, los abogados que los asesoraron, los delegados de la Asamblea de El Bordo y los integrantes de Las Huellas de Alberdi.
En la sesión de la Legislatura previo a tratar la expropiación, se estaban tratando pedidos de informe por parte del Frente Cívico sobre la situación del Complejo Esperanza. Por moción de orden y considerando que estaban los vecinos de El Bordo allí presentes, lo pasaron para después. «Fue una jugada sucia, porque los pibes perjudicados son los mismos» asegura Carolina, convencida de que también perjudica a los jóvenes de su barrio ya que algunos están allí.
Esperaron que se aprobara el proyecto de expropiación y construcción de viviendas con una lucha incesante. Ahora pueden iniciar los trámites para escriturar y exigir servicios ya que no tienen ni gas ni cloacas ni alumbrado público.
¿Barrio de usurpadores?
«Lo que hizo el Gobierno no es más que reconocer lo que correspondía pero fue tapar un bache. La problemática de tierra está en crisis tanto en la ciudad como en el campo. Son cada vez más las tomas de tierra. La gente no toma tierra porque quiere sino porque están faltando políticas habitacionales. La política del Estado no tiene que ser solamente salir a dar un pedacito de tierras en El Bordo porque la gente se puso de pie, necesitamos políticas pro-positivas que den soluciones más estructurales» afirma Carolina.
Si bien los medios cubrieron la noticia, cada uno la mostró desde una óptica distinta. Martín se sorprendía cuando entrevistaban a legisladores y no a la gente del barrio: los verdaderos protagonistas. «Es un barrio de usurpadores, de negros villeros, no vende que un barrio así gané una tierra. Vende más decir que esos negros que roban, que usurpan y afectan a la ciudad, como dice Mario Pereyra, los sacaron. Hay que cambiar la mentalidad de la gente, para que se deje de pensar que todos los que vivimos ahí, somos negros, somos villeros» reclama Martín.
Si bien concretaron el sueño de un barrio, manifiestan la intención colectiva de continuar con el funcionamiento y la dinámica de la asamblea: aspiran a abrir el espacio a zonas aledañas y ampliar los espacios de recreación/contención para jóvenes y niños, actores convencidos de que esa tierra les pertenece. Sofía manifiesta su preocupación ante los altos porcentajes de trabajo informal que hay en el barrio, problemática a la que también esperan darle una salida, profundizando también los espacios de encuentro de mujeres para tratar problemáticas de género.
Actualmente articulan y participan en la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular) para luchar por los derechos de los trabajadores informales.
Villa El Bordo se convirtió en el primer barrio que reclamando el derecho a sus tierras consigue una expropiación donde los beneficiarios son los mismos residentes. Hoy son referentes de lucha y transmiten su espíritu combativo en el deseo de continuar trabajando en/para los barrios.