Artículos

En un clima mundial de conflictos armados que se multiplican sin cesar, las víctimas civiles tienen nombre de mujer, de niños y niñas, así como de militantes de derechos humanos y periodistas.


Lo que hasta ayer fue pura ciencia ficción, ahora es realidad cotidiana. Máquinas y programas que crean contenidos propios y que amenazan millones de puestos de trabajo.


Cada segundo, un camión de basura exclusivamente de ropa va a parar a un vertedero o se incinera en algún lugar del planeta. La moda rápida atenta contra el medioambiente y afecta las condiciones sociales de los trabajadores.

Mientras una cuarta parte de la humanidad padece inseguridad alimentaria, un pequeño grupo de multinacionales juegan un rol casi hegemónico en la industria de la alimentación. Las transnacionales suizas Syngenta Group, las alemanas Bayer, BASF y KWS, la estadounidense Corteva y la francesa Limagrain controlan dos tercios de las semillas comerciales en el mundo y sostienen una tendencia concentradora acelerada.

Al mismo tiempo que se acrecienta el asedio israelí contra la Franja de Gaza se prohíbe a la prensa internacional su cobertura periodística directa. En ese contexto de agresión militar, desabastecimiento impuesto y desinformación obligada, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) exigió que se permita la entrada de la prensa internacional en la Franja de Gaza, zona prohibida desde hace más de un año.

La tercera semana de abril la Organización Mundial de la Salud (OMS) logró un acuerdo “histórico” para prevenir futuras pandemias. Sin embargo, la salud pública global sigue en picada.

En medio de una Italia confrontada con la protesta ciudadana contra el aumento de la militarización, una experiencia antidictatorial de la Argentina de los años 70 refuerza el concepto de unidad.

La deuda del Sur Global en permanente incremento, condena a millones de seres humanos a no estudiar, comer poco o nada y carecer de asistencia sanitaria.