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El bufón de las balas de goma

Fuentes: Colectivo Libertario de Gualeguaychú

Todos conocemos el poder que los medios de comunicación (de desinformación) poseen y ejercen sobre la población. Han sido palabras renombradas las referidas al rol de los medios durante estos últimos doce años de kirchnerismo y se abrirá una nueva discusión a partir y mientras dure el gobierno macrista. Pero, naturalmente, el poder político, ponga […]

Todos conocemos el poder que los medios de comunicación (de desinformación) poseen y ejercen sobre la población. Han sido palabras renombradas las referidas al rol de los medios durante estos últimos doce años de kirchnerismo y se abrirá una nueva discusión a partir y mientras dure el gobierno macrista. Pero, naturalmente, el poder político, ponga la máscara que ponga después del círco electoral, desvía o aplasta la discusión crucial sobre los medios de comunicación -que tiene que ver, inexorablemente, con el poder político y con la esencia misma del capitalismo-, limitándose a reestructurar las redes de información, sumando voces a favor y restando voces en contra para así legitimar las medidas y discursos del gobierno de turno. Pero este no es el nervio central de este escrito. El centro tiene que ver con la evidente mascarada que han montado (por ejemplo, la rídicula persecución de los tres prófugos por milicos en ojotas) para mantener al público entretenido -característica fundamental en tiempos de ajuste y represión- y que ha servido para ocultar las medidas abiertamente antipopulares del gobierno de Mauricio Macri.

El nuevo gobierno, que tiene a la cabeza al neoliberal Mauricio Macri, representante de la pirámide empresarial, ha utilizado toda la herencia kirchnerista para implantar un modelo económico y político que, hasta este momento, corrobora lo que muchos anunciaban. Estas medidas son respaldadas y ejecutadas con mucha diligencia por los gobernantes e intendentes pertenecientes al FPV. La precarización laboral que dejan los últimos doce años ha servido para que el poder político justifique los despidos masivos que hemos vivido en estas últimas semanas; una estructura económica desequilibrada ha servido, a su vez, como prueba para legitimar el endeudamiento y el ajuste contra el pueblo.

Los despidos, que comenzaron en el sector público, englobando la medida sistémica en una «limpieza de ñoquis» está avanzado sobre el sector privado, lo que demuestra que esto no es solamente una decisión ideológica de abrir paso al libre albedrío del mercado, sino que son las consecuencias directas de un programa económico/político en contra del pueblo trabajador. Y, con la complicidad del kirchnerismo dirigente y utilizando las herramientas que este dejó, la respuesta a los reclamos es y será la represión. A continuación una breve lista de cómo van progresado los despidos en el sector público a lo largo y ancho del país, esto a unos pocos días de la asunción de Mauricio Macri en el poder:

Estado nacional 3340 (gobierno Cambiemos), Santa Cruz 1000 (gobierno FPV), Salta 195 (gobierno FPV), Tierra del fuego 1000 (gobierno FPV), La Rioja 800 (gobierno FPV), Pcia de Buenos Aires 7397 (gobierno Cambiemos), Catamarca 832 (gobierno FPV), Mendoza 1600 (gobierno Cambiemos) En total son 16164 en menos de 30 días.

Citamos un fragmento de un comunicado de la Asociación de abogados laboralistas del día 14 de enero:

«Estos hechos, entre muchos otros, demuestran que las empresas se sienten con vía libre para avanzar en «reestructuraciones» que implican despidos, con el único objetivo de maximizar sus ganancias. El Gobierno acompaña estas políticas patronales mediante su inacción -que de hecho implica intervenir a favor de las empresas- y llegado el caso, con represión, tal como ha acontecido con las protestas de los trabajadores de Cresta Roja, situación que afecta 5000 trabajadores, o con los municipales de La Plata, brutalmente reprimidos con balas de goma y gases lacrimógenos».

¿Y el kirchnerismo? ¿Y los dirigentes kirchneristas? ¿Y los «hijos del pueblo kirchneristas»? La respuesta: el pueblo, nuevamente, engañado. El kirchnerismo tuvo la astucia de disfrazarse de una socialdemocracia bondadosa, con un capitalismo regulado y amigable. Pero esto demuestra una vez más que el capitalismo puede simular una cara más humana, pero que esto no es más que otro de los telones que permite su subsistencia. El gobierno kirchnerista, que tanto ha permitido a sus militantes jugar a los revolucionarios, no ha tocado las estructuras reales de la desigualdad y del poder político (opresor por naturaleza); tampoco creó auténtico poder popular, simplemente porque esto no es posible de parte de los mismos que nos lo quitan. El gobierno anterior hizo creer al pueblo que las leyes, la industria y la bandera eran de todos, que las conquistas kirchneristas pertenecían a los de abajo, cuando en realidad, otra vez, se demuestra que ha sido un gran montaje y que mientras los medios de producción no estén en manos de los productores directos, que mientras el poder popular no esté por encima del poder burocrático estatal y sindical, que mientras la economía «nacional y popular» no sea más que trabajo precarizado y ganancias para los mismos privilegiados de siempre no habrá ninguna modificación que nos tape la boca.

Esperamos con ansia -pero sin dejar de luchar- que los de abajo, los oprimidos, los trabajadores, se cansen de una vez por todas de la mentira de los ciclos bondadosos del capitalismo, que lo que hoy permite que algunos crean ingenuamente en un capitalismo social, en un capitalismo al servicio de la gente mediante un Estado interventor no es más que patear la pelota hacia adelante, preparando el escenario para la derecha más caliente y despiadada, como estamos viviendo. Esto recién empieza y nuestra tarea es estar junto al pueblo, que sufrirá invariablemente, como ya estamos acostumbrados, una lección del Capital-Estado: «vamos a ajustar algunos pequeños tornillos del sistema; ustedes no reclamen, miren mucha televisión y para el que se atreva a lo contrario no escatimaremos balas de goma». Lo piensan, no lo dicen.

Apaguen la televisión, la vida y la verdad están en las calles. Todo lo otro es un teatro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.