Recomiendo:
2

El bulo útil

Fuentes: Rebelión

En ciertos momentos de anormalidad ciudadana, en los que por diversas razones resulta ser el terreno abonado para que circulen bulos de todo tipo, suelen adquirir mayor difusión y hasta persistencia los más descabellados. Cuando se observa que se da excesiva publicidad a esta clase de noticias es, en contra de lo que pudiera parecer, porque resultan útiles a esos personajes que manejan los hilos del poder, ya que en caso contrario los mensajes que transmiten quedarían silenciados, habida cuenta que no suelen tener ni pies ni cabeza.

Su aparición es frecuente que obedezca a tratar de aliviar la tensión o el aburrimiento de las gentes. El auditorio se siente entretenido cuando le alimentan de noticias sorprendentes, sin reparar en que tengan visos de credibilidad, incluso admitiendo que se presenten como abiertas estupideces. En este punto pueden tener utilidad si sirven para dar ánimos al personal o cuanto menos para que alguien esboce una sonrisa. Aunque en todo bulo suele apreciarse cierta conexión con un principio de realidad cercana o lejana, si se maquilla debidamente, esta se pierde diluida en la envoltura externa y de él solo queda la anécdota. Pero si se bucea en sus orígenes, pese al sinsentido que le puede caracterizar, quizás haya algo más que sirva de punto partida para reflexionar e investigar más allá del bulo en si mismo. De manera que su utilidad se hace depender de la deriva que tome. Queda claro que en el caso del destinado al entretenimiento, lo anecdótico del asunto será útil para los espectadores en cuanto consiga su finalidad; mientras que en el plano especulativo, pusiera servir para investigar sus puntos de conexión con eso que se suele llamar la verdad.

Al margen de lo anterior, hay otro aspecto a considerar, y es la dimensión política del bulo. A veces puede ser útil para el que manda. Esto se aprecia cuando lejos de ser censurado porque le desautoriza, promueve el incordio o inquieta a los súbditos, resulta que se le da cuerda. Habría que entender que, puesto que todo suele estar bajo control, la razón respondería a que indirectamente sirve para reafirmar las tesis oficiales. A tal fin, se trata de incidir en el plano de lo descabellado y poner de relieve el absurdo que le acompaña, visto desde su componente publicitario, y echar tierra sobre cualquier soporte real en el que pueda asentarse, poniéndolo de relieve ante la ciudadanía. Es esta la tenencia que se sigue con buena parte de los bulos ocasionales que a primera vista se mueven en el terreno de la fantasía o la vil mentira y se resisten a desaparecer. Por tanto, estos son utilizados por los gobernantes, siempre que puedan ser desmontados desde su propio absurdo.

Una vez puesta de relieve la inconsistencia del bulo, porque ha quedado de él entre la mayoría de las gentes como una simple fábula, si se alienta la difusión, permite dejar clara la otra vertiente. Se trata del mensaje subliminal de que no debe tenerse en cuenta cualquiera noticia que no venga respaldada por un principio de fiabilidad del que, por otra parte, dispone de la exclusividad el que tiene el poder. La consecuencia inmediata es que el cauce a seguir para estar debidamente informado es atenerse a las noticias oficiales, que son la expresión consolidada de lo que obligadamente hay que tener por cierto. Desde la referencia del bulo útil para los intereses del gobernante, se trata de dejar probado a los ojos de la ciudadanía que fuera la verdad oficial no queda espacio para las verdades alternativas, salvo para alimentar la anécdota. En cuanto a otros bulos, los que siembran la duda entre las gentes porque no tienen acogida en la fábula, es mejor echarles tierra encima para que dejen de circular y evitar problemas.

Así pues, el bulo útil, es decir, aquel que por lo descabellado puede ser aprovechado por el que manda para reforzar los términos de su mandato, sin duda viene muy bien a los gobernantes para asegurar su propia credibilidad ante los gobernados, porque su falsedad se aprecia de inmediato y se desautoriza sin complicaciones, lo que redunda en beneficio de sus propios intereses. No obstante, es recomendable mantenerlo bajo control, porque pudiera ser que su lejano punto de conexión con la realidad salga a la luz y ya no sea ni objeto de jolgorio ni resulte ser tan falso como en principio parecía. El problema en tal caso viene cuando la realidad empuja tan fuerte que ya no es posible ocultarla porque camina en la misma dirección de lo que se declaró como bulo. Entonces solo le queda al gobernante fabricar otro bulo de parecidas características para contrarrestarlo y tratar de recuperar la credibilidad. Con el sello correspondiente, ya sea utilizando uno u otro, resplandecerá ante el auditorio la verdad oficial, es decir, la que lleva el marchamo del poder, aunque al final resulte ser un bulo más.