Decía un artículo reciente de El Mundo que Omran Daqneesh es la guerra de Siria. Y por una vez, sin que sirva de precedente, esta cabecera hasta puede tener algo de razón, pero no por los motivos que aduce al unísono toda la prensa corporativa del mundo, sino por todo lo contrario, porque es el […]
Decía un artículo reciente de El Mundo que Omran Daqneesh es la guerra de Siria. Y por una vez, sin que sirva de precedente, esta cabecera hasta puede tener algo de razón, pero no por los motivos que aduce al unísono toda la prensa corporativa del mundo, sino por todo lo contrario, porque es el enésimo montaje organizado por los agitadores del conflicto para contribuir al fomento de la invasión del país.
Sin embargo, esta vez todo parecía diferente, a los pocos minutos de difundirse la foto del niño recién «sacado de los escombros» estrenando una ambulancia, ya se sabía que, tanto su difusión como su filmación no eran lo que pretendía ser. Para comenzar, porque los rescatadores son terroristas y asesinos de críos, como ellos mismos se encargaron de hacer ver al mundo semanas atrás y puede comprobarse fácilmente. Pero también porque la agencia de desinformación que difundió la foto tomada por los yihadistas es justo la misma que publicó originalmente la imagen de Aylan Kurdi ahogado en las costas de Turquía, tras un cuidadoso trabajo de escenificación con el cadáver para producir el mayor de los impactos propagandísticos posible, como también pudimos observar en un grupo de fotos que ningún medio se atrevió a publicar.
La amplísima viralidad de las informaciones que desvelaban qué había detrás realmente de la foto de Omran en las redes sociales y en la blogosfera, hacían prever una oleada de rápidos desmentidos por parte de la prensa progresista pero, una vez más, sólo se trataba de vanas ilusiones. En Occidente, parafraseando a Udo Ulfkotte -autor de Periodistas Comprados-, no existe la prensa libre, no queda ni un atisbo de ella, en todo caso sólo la ejercen los dueños de los medios. Y sin una prensa libre, la libertad de opinión queda seriamente comprometida, al igual que la democracia.
De lo contrario sabríamos que los héroes que salvaron a Omran son miembros del grupo terrorista Nuredin Al Zinki, cuyo vídeo degollando fríamente a un niño palestino, curiosamente, no alcanzó ni la décima parte de la repercusión en la prensa mundial que el presente caso, a pesar de que simbolizaba mucho mejor lo que acontece en Siria que la visión maniquea que insisten en vendernos las agencias multinacionales de de noticias.
¿Qué diferencias hay entre Omran Daqneesh y Abdullah Issa, que es como se llamaba el niño palestino degollado? Es muy sencillo, a Omran se le ha utilizado para intentar culpar a Rusia de que los bombardeos sobre los terroristas del oeste de Alepo están -supuestamente- asesinando civiles, mientras que Abdullah ha sido asesinado justamente por los rebeldes democráticos apoyados y armados por Estados Unidos. El primero es útil a la propaganda norteamericana y el segundo un problema para mantener su falso discurso manipulador.
Ya hemos vistos estos días que también existen otras fuerzas no gubernamentales muy poderosas que se afanan en mentir a la opinión pública para justificar rearmes, sanciones económicas o intervenciones militares. Me refiero, acotándolo al territorio de Siria, a las organizaciones que patrocina George Soros, los «Cascos Blancos» y el «Centro para el Estudio de los Derechos Humanos» de Damasco, que son dos de las fuentes de noticias favoritas de muchos medios de comunicación occidentales y de algún internacionalista despistado o envenenado por la ponzoña mediática del magnate y «filántropo» húngaro-norteamericano.
Obsesionado con crear un sentimiento anti ruso que le permita aumentar su influencia y su volumen de negocios, no duda en disfrazar a colaboradores de yihadistas de al Qaeda como ONGs humanitarias o en agitadores de la guerra como defensores de los derechos humanos; tampoco en invertir ingentes cantidades de dinero en medios de comunicación para que sigan su ideario (posee, entre otros españoles, el 9% de La Sexta), comprar parlamentarios y parlamentos o hacer que presidentes y gobiernos al completo se rindan a sus pies.
Así que, cuanto peor se pongan las cosas para Estados Unidos y sus aliados yihadistas en Alepo, más arreciará la campaña mediática contra la alianza antiterrorista liderada por Rusia. Un líder de al Nusra afirmó igualmente a un periódico español que Occidente no dejaría que Alepo cayera íntegramente en poder de Siria, invocando una futura presión diplomática e informativa usando los reclamos humanitarios para defender, no ya a la población civil, sino a sus captores y verdugos. Alepo es la piedra angular de la agresión contra Damasco, si se logra reconquistar, como todo apunta a que sucederá pronto, la guerra tendrá fecha de caducidad y EEUU habrá perdido buena parte de su influencia en Oriente Medio.
Lo verdaderamente triste es que, a estas alturas, con toda la información original que está disponible en la red, con todo lo que se conoce, aún haya tantos medios, gobiernos, políticos y periodistas bailando al son de la música de Soros.
No, por mucho que se empeñen, lo acontecido a Omran Daqneesh no es la guerra de Siria. Si hubiera que elegir un hecho que resumiera lo ocurrido en más de cinco años de conflicto, sin duda sería la historia de Abdullah Issa, el niño palestino asesinado por yihadistas pagados por Estados Unidos apoyados por el silencio cómplice de los medios de comunicación occidentales. Esa es la dinámica más repetida durante toda esta larga y sangrienta agresión multinacional.
Blog del autor: http://www.bitsrojiverdes.org/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.