Ada Colau y Barcelona en Comú lo siguen haciendo de maravilla. Basta leer el editorial que le ha dedicado el global-imperial (tengo alguna conjetura sobre el autor: probablemente el mismo que escribe en la página 2 de la edición de ese día) el pasado martes 2 de junio. Empecemos por el título: «Conviene madurar». Tan […]
Ada Colau y Barcelona en Comú lo siguen haciendo de maravilla. Basta leer el editorial que le ha dedicado el global-imperial (tengo alguna conjetura sobre el autor: probablemente el mismo que escribe en la página 2 de la edición de ese día) el pasado martes 2 de junio.
Empecemos por el título: «Conviene madurar». Tan masculino, tan de señores mayores, tan de ciudadano de orden ubicado en posición superior, mirando y aparentando reflexionar desde sus años de experiencia y saber no discutible de lo que es posible e imposible, desde la racionalidad inamovible de lo que encaja en el sistema. Lo otro es utopía infantil o adolescente.
El subtítulo transita por el mismo camino: «Barcelona aprovechará la nueva fase si se respetan la ley y la economía». ¿Está claro? ¡Todo bien si se respetan la ley (que es neutral y al servicio del bien común como todas sabemos) y la economía del desorden, el paro estructural, la precariedad permanente y la desigualdad creciente! En síntesis: todo a las mil maravillas si se hace lo que toca hacer, sin moverse una coma del guión establecido por los Amos ¡Lo que está mandao desde la noche de los tiempos!
Los nueve puntos del editorial:
1. Uno de los efectos colaterales positivos de las elecciones del 24-M es la demostración de que el actual marco constitucional -bien que necesitado de mejoras- es suficientemente flexible como para incorporar a partidos, movimientos y dirigentes que se sienten desligados del mismo, o son abiertamente partidarios de su completa sustitución.
Aprovechando que el Ebro pasa por Sevilla, una apología de la Constitución de 1978, un latigazo contra los que abonamos un nuevo proceso constituyente en toda España. ¿Se imaginan una constitución que no tuviera estas características? Por lo demás, ¿qué querrá decir «incorporar» movimientos y dirigentes en este contexto? ¿Formar parte de la trama hegemónica y no modificable de la usurpación de lo común?
2. También lo remacha así el que la más que probable próxima alcaldesa barcelonesa, Ada Colau, se haya permitido el error de elogiar la infracción de las normas, al afirmar que «si hay que desobedecer leyes que parezcan injustas, se desobedecen». ¿También habrá que desobedecer sus futuros decretos y circulares? Algo que sería difícil escuchar de labios de otra significada alcaldable (por Madrid) de parecida sensibilidad, la exjuez Manuela Carmena.
Aparte de las ramas de cizaña lanzadas para separar lo que está muy y muy bien unido, el nuevo dueto Barcelona-Madrid, ¿no resulta obvia la reflexión de Colau? ¿No han oído hablar nunca los del global de la desobediencia civil?
¡Y claro que habría que desobedecer sus decretos y circulares si fueran injustos! Lo dicho vale para todos, también para uno mismo aunque desde luego no es ni remotamente posible ni concebible unas prácticas de ese tipo.
3. El traspié se comprenderá quizá si lo sostiene un grupo marginal; pero en modo alguno debe preconizarlo una aspirante a una responsabilidad institucional, aunque su entorno esté tan contaminado por el mal ejemplo del presidente de la Generalitat, Artur Mas, habitual en quebrantar la ley que ampara el ejercicio de su cargo.
¿Entorno contaminado por las acciones de don Mas? ¿Qué tendrá que ver el entorno de Ada Colau con el del hijo político del molt ex honorable, uno de los mandatarios, superando incluso a su maestro, más neoliberales de la historia reciente y no tan reciente de Cataluña? ¿Qué concepto tendrán de responsabilidad institucional?
4. El episodio ilustra cómo Colau y otros dirigentes están en tránsito desde los movimientos de protesta hasta las poltronas del poder, y hasta qué punto conviene que maduren aceleradamente, interioricen la nueva situación y empiecen a actuar con plena responsabilidad.
¿Poltronas de poder? ¿Hacia ese lodazal de porquería piensan que están en tránsito Ada Colau y los otros representantes de Barcelona en Comú? ¿Pensarán el ladrón y el hombre y la mujer del sistema que todos son de su condición, que no hay otra, que lo único razonable es su interesada irracionalidad?
«Conviene que maduren aceleradamente, interioricen la nueva situación y empiecen a actuar con plena responsabilidad». ¿En qué maduración piensan? ¿Qué deben interiorizar? ¿De qué responsabilidad hablan? ¿Pretenden absorber lo que no va a ser absorbido? Expanden la tinta pensando que va a alcanzar a todos. Y no: Barcelona en comú está hecha con otros materiales.
5.A diferencia de lo que sostienen desde las voces ultras hasta los nacionalistas perdedores, la entrada en los salones de los poderes democráticos de representantes de plataformas emergentes en las grandes ciudades conlleva algunos beneficios: dota de aire fresco a un paisaje humano muy reiterativo; incorpora al sistema a gentes tentadas por el saboteo de ese mismo sistema; dota de mayor viveza a las instituciones y conecta con algunas preocupaciones de la gente que han sido, en ocasiones, menos tenidas en cuenta, como la desigualdad y las situaciones de emergencia social.
Ahora la lección supuestamente equilibrada: salones de los poderes, plataformas emergentes, beneficios, paisaje humano muy reiterativo, mayor viveza, conexión con algunas preocupaciones sociales. Lo esencial de repite: incorporar al sistema gentes antisistema. ¡Lo tienen claro! ¡No saben… o sí que saben lo que tienen delante! Lo suyo es la estética, no la ética. Han olvidado el aforismo de José María Valverde: «Nulla aesthetica sine ethica. Ergo apaga y vámonos». Y se fue, dejó la cátedra y se exilió. En solidaridad con García Calvo, Aranguren, Tierno Galván y su amigo Manuel Sacristán.
De su conocido cinismo basta con leer este paso: «algunas preocupaciones de la gente que han sido, en ocasiones, menos tenidas en cuenta, como la desigualdad y las situaciones de emergencia social». ¡Lo dicen ellos, precisamente ellos, que son fanáticos partidarios de un sistema que genera todo eso (y mucho más) cada milésima de segundo sin apenas excepciones!
6. Todo ello es cabal siempre que se haga operativo mediante la poda de los excesos del sistema económico-urbanístico (por ejemplo, en Barcelona, la sobresaturación de licencias hoteleras y pisos turísticos), y no mediante el olvido de sus principios y de los intereses -también para el empleo- del dinamismo empresarial, que no puede ser tributario de la discrecionalidad administrativa.
Lo intocable de nuevo: los intereses del dinamismo empresarial que «no puede ser tributario de la discrecionalidad administrativa». Podemos hablar de algunas excesos pero el núcleo de su sistema operativo no se altera. Ni hablar de eso.
7. Las infrecuentes irregularidades, los excesos abundantes y algunos abusos no deben constituir caldo de cultivo para ninguna sospecha global contra un modelo eficaz, aunque haya ido declinando en los últimos tiempos. El municipio de Barcelona ha estado durante casi cuatro décadas relativamente libre de grandes casos de corrupción, y ha contribuido a catapultar a la ciudad como una de las más envidiadas y habitables del mundo.
¿Ninguna sospecha contra un modelo eficaz? ¿Eficaz? ¿De qué tipo de eficacia? Eso sí, son así de flexibles, «ha declinado en los últimos tiempos». ¡Ha declinado! ¿Conocen los datos sociales básicos de la actual rosa de fuego, nunca más su millor botiga del món!
¿Libre Barcelona de grandes casos de corrupción? ¿De qué hablan? ¿Dónde viven? ¿Qué nos cuentan? ¿No saben de regidoras que fueron amenazadas de muerte (y tuvieron que huir de su casa) por denunciar corrupciones y hoteles de lujo-lujísimos?
8. El uso de ese prestigio, y del poder de una metrópoli que ha realizado muchas funciones de sustitución de otros poderes que la desatendieron, debe realizarse con cautela. Algunas de las medidas del plan social urgente pueden ser muy convenientes, siempre que no acaben justificando el absentismo de otros niveles de gobernanza (rentas a familias desatendidas) y no comprometan unas cuentas saneadas (que deben contabilizarse bien).
Cautela, prudencia, no hacer mucho, tranquilos, muy tranquilos, etc etc. ¿Qué medidas del plan social urgente con convenientes? ¿Qué hay que hacer entonces? ¿Esperar que el gobierno neoliberal de Mas y sus compinches se pongan en tareas que nunca van a realizar por declaración, interés y finalidades? ¿Quién ha hablado de comprometer unas cuentas saneadas, unas cuentas que ahora apoyan asuntos tan sustantivos como la Fórmula I o el más que imprescindible torneo de tenis de los Godó al servicio de las clases hegemónicas y exquisitas asuntos jamás criticados en las páginas del global?
9. La lista de Colau se colocó en primer lugar el 24-M, para disgusto de los que tratan de deslegitimarla o seducirla para la causa de la secesión. Pero solo supone un 25% del cuerpo de concejales. Si quiere hacer sostenible su alcaldía, no debe imponer su programa electoral, sino negociarlo y retocarlo a fondo para convertirlo en un programa de mayorías. Solo así se hará real su promesa de gobernar para todos los barceloneses.
Otros, ellos como es obvio, la intentan seducir para la causa del «sistema de la eficacia». Ni unos ni otros desde luego.
BenC, además, no supone el 25% sino el 27,4% de los concejales del consistorio.
Luego el consejo del sabio: no se trata imponer ningún programa, se trata de retocarlo a fondo pata hacer otro programa que no el suyo, «un programa de mayorías», como, por ejemplo, el del señor Trias. Es decir, traicionar a las gentes que les hemos apoyado. Hacernos entrar en razón, en la sinrazón quería decir.
Gobernar para todos los barceloneses no significa gobernar respetando siempre el interés crematístico de todos los barceloneses, sobre todo de sus sectores más privilegiados. Confunden porque quieren confundirnos.
¡Ánimo Ada! ¡Intentan hacer contigo lo mismo que intentaron con algunos dirigentes de izquierda antisistema en los primeros años de transición! ¡El Palace era entonces el instrumento! ¡Intentaban hacerlos suyos con lujos y sandeces! Pero no podrán, contigo y Barcelona en comú no podrán. Comú suena a palabra muy hermosa y una tradición admirable.
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