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El modelo agroexportador y el rol de paises productores de forraje configuran la nueva situación neocolonial en el capitalismo global

Fuentes: GRR

Introducción Millones de argentinos sufren hambre en la tierra que alguna vez fuera de las vacas y las mieses; en Paraguay el ejército acompaña a las topadoras, a las máquinas de siembra directa y a los fumigadores y reprimen a los campesinos. En Brasil el Gobierno de Lula retrocede ante las empresas y promulga leyes […]

Introducción

Millones de argentinos sufren hambre en la tierra que alguna vez fuera de las vacas y las mieses; en Paraguay el ejército acompaña a las topadoras, a las máquinas de siembra directa y a los fumigadores y reprimen a los campesinos. En Brasil el Gobierno de Lula retrocede ante las empresas y promulga leyes sobre Biotecnología aceptando las situaciones de hecho establecidas por Monsanto y por los sojeros. En Uruguay y a pocos días de asumir el Gobierno, los líderes del Frente Amplio le demuestran al mundo que tal vez sepan mucho de socialismo municipal pero que lo ignoran todo respecto al medio ambiente y que no son capaces de comprender que las papeleras configuran un modelo de país monocultor de eucaliptos que sería el impuesto destino colonial del Uruguay en el siglo XXI. En Bolivia crece la lucha campesina e indígena por recuperar los recursos naturales y con ello la propia soberanía, pero en el Oeste Boliviano crecen también el secesionismo y las propuestas racistas y oligárquicas que sólo gracias al esfuerzo minero y al sacrificio de la comunidad aymará del Alto, fracasaron en el intento de colocar a uno de sus propios parlamentarios en lugar del Presidente Mesa. Respaldando a ese movimiento secesionista están los intereses de los sojeros de la Provincia de Santa Cruz, cuyas exportaciones crecientes casi equiparan hoy a las exportaciones del gas boliviano.

Hace años manifestamos desde el GRR que: «El proceso de Globalización impuso a la Argentina en los años 90 un modelo de país productor de transgénicos y exportador de forrajes. Las consecuencias son ahora fáciles de advertir: inmensos territorios vaciados de sus poblaciones rurales, cientos de pueblos en estado de extinción, cuatrocientos mil pequeños productores arruinados y muchísimos más endeudados con los Bancos debido al desequilibrio financiero que les causó la adopción de nuevos paquetes tecnológicos con gran dependencia a insumos, semillas OGMs, herbicidas de Monsanto y carísimas maquinarias de siembra directa».

Este modelo de exportación de forrajes es perverso pues su lógica es la del aumento constante de esas exportaciones y ese crecimiento va en desmedro de las producciones de alimentos. El hambre es entonces, y más allá de los discursos hipócritas de la clase política, una consecuencia directa e inevitable del modelo agroexportador de comodities. De esa manera, tanto el éxito del modelo cuanto los record de cosechas que se obtienen, se traducen inmediatamente como mayor pobreza, indigencia y hambre para las poblaciones.

La violencia contra la naturaleza y la gente expresa hoy en todo el continente el Poder desnudo de las transnacionales, pero esa violencia se ejerce especialmente sobre las tierras campesinas devastadas, y esas tierras están distantes de los Foros y de las mesas de consenso donde se pretende debatir sobre el porvenir de nuestros países. Mientras, en esos foros y en las reuniones de la concertación de la Soya florecen los paradigmas del budismo occidentalizado como nueva ideología de sustento del Capitalismo Global, en que los antagonismos de ayer conviven hoy armoniosamente y donde cada cual suele transformares en su contrario. Como si fuera un espacio mágico, un espacio de transmutaciones, las mesas de concertación mezclan y devalúan historias y conductas en un cambalache discepoliano del que no se vuelve….

Impactos de la Soja RR en la Argentina

Los impactos del modelo de la soja sobre los ecosistemas y las poblaciones son cada vez más evidentes e insoslayables en todo el territorio nacional. Estamos alcanzando las 18 millones de hectáreas de monocultivos transgénicos y sus efectos han sido devastadores, tanto para el medio ambiente y la biodiversidad, cuanto para la vida y la cultura rural. El modelo agro exportador de forrajes se ha constituido en una fábrica inagotable de pobreza, fuente de desarraigo y razón de migración hacia las grandes ciudades, donde en los nuevos y crecientes conurbanos se multiplican los fenómenos de la indigencia y de la exclusión social. Por otra parte, la soja y el maíz transgénico han desplazado a muchos otros cultivos que aportaban alimentos a la mesa de los argentinos, algunos de los cuales ahora deben ser importados. El uso intenso de agrotóxicos ha mostrado la falsedad de las promesas que tuviera en los años 90 la llamada revolución biotecnológica. Las cifras en uso de herbicidas y de nuevos pesticidas, acaricidas y fungicidas, son formidables y han provocado una masiva contaminación de las cuencas hídricas y de las napas freáticas. Para peor, esta agricultura industrial ha barrido a las pequeñas producciones hortícolas, tambos y criaderos de aves que rodeaban tradicionalmente todas las ciudades argentinas. Ahora los monocultivos llegan a las primeras calles de los pueblos y ciudades, y las fumigaciones aéreas impactan sin piedad sobre las poblaciones de los barrios periféricos, provocando graves y crecientes estadísticas de cánceres y enfermedades terminales.

Como consecuencia de los profundos desequilibrios del ecosistema, han aparecido nuevos patógenos como el Fusarium y la roya que ahora infestan los monocultivos de soja. Ello es consecuencia de que la comunidad de microorganismos del suelo ha sufrido fortísimas modificaciones y se han multiplicado los hongos en desmedro de las colonias bacterianas. Asimismo se han registrado cambios en las comunidades de malezas con la aparición de especies inusuales en estos sistemas y de varias malezas que han desarrollado tolerancia al glifosato. La respuesta de los sojeros ha sido hasta ahora la de operar sobre los efectos del modelo, aumentando las aplicaciones y la cantidad de glifosato por hectárea , así como también, otros herbicidas tales como el 2.4D, lo mismo que, variados insecticidas y funguicidas para responder a las nuevas amenazas producidas por un profundo desequilibrio de los agro ecosistemas.

Otro tema de fuertes impactos es la práctica de barbechos químicos en el invierno que luego de una soja de primera y una de segunda completa en vastas extensiones el ciclo del monocultivo y del creciente agotamiento de los suelos. Luego de la última cosecha y antes de las primeras heladas germinan en estos campos que se disponen para el barbecho, verdes alfombras de soja guacha. Actualmente el método que se sigue en estos casos dado que por ser esa soja RR resistente al glifosato y tal vez para evitar demandas de la empresa Monsanto, es la de combatirla con un producto cuyo nombre comercial es Grammoxone y cuyo componente activo es el temible Paraquat.

Como consecuencia de la nueva situación ambiente creada en el campo por las aerofumigaciones y la contaminación, podemos verificar una masiva colonización de las zonas urbanas por los pájaros silvestres, incluyendo las aves carroñeras, de rapiña y gaviotas, así como también por los roedores del campo, obligados todos a abandonar sus hábitat naturales ahora convertidos en lugares hostiles.

Cuando el capitalismo global se maquilla de verde

Decíamos a principios de este año 2005 en un documento del GRR y con motivo de organizar el Contraencuentro de Foz de Iguazú: «Uno de los ejes de esas nuevas políticas públicas son las estrategias de certificación condicionadas por los intereses de los mercados y sometidas sin escrúpulos a los mensajes implacables de la publicidad empresarial. Los discursos de sustentabilidad social y ambiental, que fueran parte de arsenal de denuncias de las organizaciones de la Sociedad Civil, son captados por las Corporaciones que ahora que se invisten de pretendidas responsabilidades sociales. Ciertas ONGs, lamentablemente, en estos nuevos escenarios han devenido en meras entidades prestadoras de servicios ambientales y pretenden además, mostrarnos como un progreso las mitigaciones o morigeraciones de impactos que se prometen»

Agresividad, violencia y discurso hegemónico

El discurso hegemónico tiene marcos sumamente precisos que no resulta conveniente exceder si se pretende ser aprobado por los propulsores del «consenso». En ese territorio se nos exigen buenos modales y respeto por las reglas que hacen funcional al sistema. Por ejemplo: la violencia que campea como represión a todo lo largo y lo ancho del modelo de «sojización» es enfáticamente negada en el territorio del discurso académico y en las mesas de diálogos que se nos propone. Más paradójico aún y seguramente mal intencionado, se confunde una vez más la violencia que siempre es un hecho cultural, con la agresividad que, es propia y característica del espíritu del hombre. Así, cuando se nos acusa de violentos, tal como ocurrió con posterioridad al último Foro Social Mundial FSM en Porto Alegre con motivo de un incidente habido en nuestro propio taller con Mauricio Galinkin y otros exponentes de las Mesas de Concertación de «la Soja responsable» que pretendieron modificar de manera arbitraria la voluntad de los participantes. Y tanto en esta situación que nos tuvo en realidad por víctimas más que por victimarios, y dado que no somos violentos ni lo fuimos en aquellos momentos, creemos que lo que en realidad se nos reclamaba es que no fueramos agresivos. Es decir, se nos reclama que respetemos las reglas acordadas de la presunta objetividad y de la moderación en el discurso, que aceptemos los protocolos del consenso que no dan posibilidades para la propia identificación ni permiten la manifestación suficiente y previa, de las diferencias que nos caracterizan, y que producen la hechicería de trasmutar al enemigo en adversario, y a nosotros en lo mismo que históricamente hasta ayer combatíamos.

La emocionalidad y hasta el énfasis en el uso de la palabra y de la imagen, caen dentro de lo que nos está prohibido por el discurso hegemónico y sus reglas de convivencia en el consenso. Es preciso de esa manera dejarse fluir, morigerar los propios sentimientos y poner distancia de los acontecimientos, a la vez que reconocer en los otros miembros de la mesa en la que se nos invita a participar, espíritus fraternales con los que se hace necesario alcanzar el tan deseado consenso. No importa que sean ellos campesinos o gerentes de los agronegocios, la visión New Age incorporada por el capitalismo globalizado como nueva ideología nos impone la regla de diluir las antinomias e intercambiar los roles de los opuestos. A su vez, la cooptación del concepto de sustentabilidad y su incorporación a las mesas de consenso obra como otra herramienta para producir verdades aparentes y sin mayores consecuencias.

En realidad nos tratan de imponer una mirada en la que ya no hay verdades básicas ni fundamentos de verdades últimas. Con esa mirada sin absolutos se quiebra el espejo de nuestra posible y recuperada identidad. Porque para pertenecer a una comunidad o para reconstruir nuestra identidad es imprescindible que reconozcamos al otro diferente, llámese enemigo o como se lo quiera denominar. Y por eso el esfuerzo de las transnacionales para que legitimemos los modelos impuestos y para que nos sentemos a las mesas de consenso donde el enemigo se disipa… El modelo de dominación es gigantesco y sin embargo frágil, en última instancia depende de nuestra propia aceptación, aún más todavía, depende de que sigamos como ahora sin saber quienes somos y qué queremos. La construcción del modelo se basa en generarle sentidos comunes a la subjetividad creada por el neoliberalismo. Una vez que se ha construido ese sentido común, la dificultad de deconstruirlo y de construir otro sentido alternativo requiere de un esfuerzo titánico. Es por ello que en nuestras luchas deberíamos tratar siempre y por sobre todo, de generar nuevas esas nuevas subjetividades.

La resistencia crece aunque todavía sin la suficiente conciencia y sin la necesaria estrategia

Sin embargo y más allá de los discursos, la violencia está vigente como nunca jamás en la historia y además de ello: se ha globalizado. Pero esas situaciones son realidades distantes a las mesas de consenso donde se imponen las hechicerías de hacer desaparecer a los contrarios. Si la agresividad y la violencia no son parteras de la historia estaríamos desconociendo nuestra propia historia nacional hecha de sucesivos estallidos sociales que rompieron o desbordaron cada vez que ocurrieron los modelos impuestos, modelos que se reproducían a sí mismos intentando perpetuarse, y que abrieron de ese modo espacios para cambios sociales e institucionales. Rodolfo Kusch cuando habla de América profunda refiere siempre a un imaginario de magma y a un abismo impensable, horrible y hediondo que oficia como caos creador del inconsciente y de las fuerzas colectivas ligadas a la tierra por lo fundante del pensamiento, por el arraigo, por la tradición y la Cultura. Sobre ese magma social y de pensamiento popular se enfría una capa leve de lava sobre la cual ejercemos nuestra precaria racionalidad y nuestras certezas sobre el mundo de los objetos. A veces esa capa es tan fuerte que nos hace olvidar que debajo subyace un abismo y en el escenario en que construimos el propio universo casi nos dejamos convencer sobre la inexistencia de la muerte y la existencia en cambio de un progreso ilimitado. Otras veces la capa leve se fractura y nos caemos en lo hondo, a veces el magma estalla y es preciso reformular ideas y también, el orden social. Después de cada estallido cambian las correlaciones de fuerzas

Si negamos a la violencia como factor de cambio estaríamos desconociendo asimismo la rebelión popular de diciembre de 2001 que no fue solo un estallido provocado por el hartazgo al abuso del poder y a la corrupción, sino que significó asimismo un crecimiento y una rebelión de la ciudadanía que hizo saltar las costuras del modelo político. El magma emergió una vez más por encima de la capa que lo contenía. Sin embargo, los gobiernos surgidos de ese cimbronazo social predican hoy las doctrinas del consenso y juegan, conversos y reconvertidos, a los cambios de roles en los que no existe el enemigo. Así, muchos de ellos desde las duras experiencias de los años 70 en que proponían la doctrina sesgada de cuanto peor mejor, se han reciclado a los actuales operadores y funcionarios políticos que avalan el modelo establecido. Este modelo que pareciera intocable para nuestra clase política, es el modelo neoliberal impuesto por la dictadura y por el menemismo, en el que el grueso de las cadenas de la producción, de la comercialización y la exportación, pertenecen al dominio de las grandes empresas transnacionales. Ese el el núcleo duro, innegociable. A este modelo se añade ahora intensas políticas sociales, políticas para la pobreza, planes clientelares y ayuda para microemprendimientos financiados todos por nuevos préstamos que son diseñados por los Bancos y que continúan engrosando nuestra Deuda Externa. No se trata de resolver el tema de la pobreza y del hambre, sino de perpetuarlo a la vez que contenerlo para evitar nuevos estallidos como los del 2001. Centenares de cuadros de la izquierda progresista aportan su creatividad a esta tarea de mero reciclaje y maquillaje del modelo y de sus consecuencias, y lo hacen con pretendido ánimo optimista de lograr modificar la iniquidad institucionalizada.

Frente a lo anterior, la fragmentación de las luchas actuales conforman un archipiélago disperso y sin estrategias que a los dueños del modelo no resulta difícil neutralizar. Durante años nos propusimos el hacer tomar conciencia de que mucha energía y acciones colectivas no hacían sino fortalecer a un modelo que seguía siendo neoliberal pero que se travestía de políticas sociales. Tal vez no fue una buena táctica, terminamos mal quistándonos con algunos sectores piqueteros, mientras que buena parte de los intelectuales que, sin mayor pudor los cortejaban públicamente y que, con ligereza y sin mayores exigencias de análisis, hasta quisieron ver en ellos a los nuevos sujetos revolucionarios, hoy son funcionarios del Gobierno actual. Eso sí, nos hemos ganado como GRR el respeto de señalar que por encima de los reclamos sobre la iniquidad que mueven al común de los dirigentes sociales, debemos ser capaces de comprender el rol de país forrajero que se nos impuso, el papel del modelo rural y la desocupación masiva y el terrible desarraigo que el modelo ha producido, y además tener en cuenta los desafíos que una ausencia de sentimientos de ruralidad implican para la construcción de una Sociedad mejor.

La búsqueda por parte de ciertos intelectuales del sujeto revolucionario es un viejo gesto de la izquierda que suele no atender suficientemente las complejidades y crecientes perversiones del modelo. Las zonas de extrema pobreza, marginalidad y desocupación son también zonas donde el Capitalismo globalizado explora nuevos modos de manipulación y de clientelismo, donde los multimedios oligopólicos hacen estragos sobre la idea de sí mismos de los excluidos y donde se descarga todo el peso político asociado de las bandas de narcos, de las policías de gatillo fácil y de los punteros políticos. Resulta al menos arriesgado imaginar que de esas zonas pueda surgir el nuevo sujeto emancipatorio, aunque no es esa la discusión que nos planteamos ya que pertenece al campo de la investigación posible, sino la falta de rigor y hasta de escrúpulos de una izquierda y de unos intelectuales que por momentos parecieran haber extraviado todo sentido de la realidad.

Las transnacionales necesitan que legitimemos sus modelos, necesitan también que interioricemos el neocolonialismo, que lo asumamos como una nueva identidad, la identidad de los hombres del consenso en el nuevo orden neocolonial…

Cuando en plena ofensiva de las empresas transnacionales aceptamos, tal como lo hacen algunas organizaciones ambientalistas, sentarnos a discutir con ellas, en realidad damos por supuesto que podemos o que tenemos capacidad de negociar, lo cual entraña la certeza de disponer del poder suficiente para ello. O acaso no, y simplemente y sin inocencia, aceptamos y reconocemos la propia derrota de las luchas llevadas en tiempos anteriores… De hecho estaremos aceptando y sumándonos resignados a la estrategia de esas empresas con la esperanza de poder negociar algunos límites a sus ofensivas, acotar el daño que consideramos inevitable, etc. Ahora bien, hagamos el esfuerzo de tratar de verlo desde la perspectiva no ya de los derrotistas y negociadores, sino desde la perspectiva de las propias empresas y desde la necesidad de preservar sus estrategias de mercadeo global. Ellas mismas por boca de la FSV Fundación Vida Silvestre copada por altos empresarios de Pionner y de los agronegocios como Lawrence, lo expresan con claridad en la propia convocatoria al Foro por los Cien Millones de granos de Exportación a finales del año 2003. Necesitan de los ambientalistas y de ciertas ONGs, dicen ellos, para evitar las posibles crisis sociales o colapsos ambientales que podría provocar el aumento de millones de nuevas hectáreas de soja a los actuales monocultivos. Por eso publicitan en sus páginas Web sus éxitos en la convocatoria a la que lograron sumar a organizaciones tan prestigiadas como FARN, Greenpeace, FUNDAPAZ y Aves Argentinas que, son hoy sus mejores interlocutores con la Sociedad Civil. Debe ser un orgullo para las empresas de Agronegocios semejantes éxitos de cooptación de las ONG que, seguramente los hace ilusionar con la posibilidad de poder quebrar la voluntad de resistencia de nuestro Pueblo frente a los avances del modelo de agroexportación.

El Foro de los Cien Millones, la Mesa de Concertación de los Agronegocios con los ambientalistas

Que Greenpeace se siente a negociar con los agronegocios no es un hecho menor. Expresa un respaldo decisivo al Modelo de la producción de soja y además un respaldo a la voluntad de los Agronegocios de profundizar ese modelos hasta el horizonte de los cien millones de toneladas de granos de producción, cuando actualmente y con un sacrificio terrible de la población y del territorio hemos superado apenas los ochenta millones de Toneladas. Esa connivencia con las empresas es más grave todavía porque Greenpeace no detiene su campaña a favor de los bosques sino que por el contrario la acrecienta, tal vez para ocultar o distraer respecto a su respaldo al modelo. Mientras, continúa concitando de ese modo voluntades y esperanzas en la opinión pública, esperanzas traicionados vilmente desde su mismo nacimiento, ya que la previa adhesión al Modelo transforma la lucha por la preservación de los bosques en un mero divertimento destinado tan sólo a continuar confundiendo las expectativas del común, a la vez que continuar recaudando, sumando aportantes y vendiendo merchandinsing verde para la propia financiación.

De cómo los «Certificadores» y los «orgánicos» descubrieron el modelo de la Soja Responsable

Con el Foro por los Cien Millones de Toneladas de granos y con la Mesa Redonda de la Soja Sustentable en el Hotel Bourbon en Foz de Iguazú convocada por la WWF, el Gobernador Maggi de Matogrosso y Unilever, durante el mes de marzo de este año 2005, comienza otra etapa en la dependencia a insumos y en el neocolonialismo del modelo de agro exportación de forrajes. Se trataría ahora de consolidar el llamado MERCOSUR de la Soja, y la etapa refiere a una profundización del status de Republiqueta Sojera que nos fuera fijado en los años 90. Es necesario, sin embargo aclarar que en esta etapa no sólo se nos propone añadir nuevos territorios a las extensiones asignadas a los monocultivos o se nos impone una planificación del territorio y del porvenir de los argentinos realizada desde las empresas y en reemplazo del Estado ausente, sino que fundamentalmente se nos enfrenta a una complejización del modelo y a una incorporación de nuevos actores y protagonistas que lo fortalezcan y legitimen.

Las corporaciones, ahora en alianza con las grandes ONGs, tratan de avanzar de ese modo sobre la resistencia de los consumidores europeos con nuevos mercados certificados que expresen cambios relativos y superficiales, pero que consigan incorporar nuevos productores al modelo a la vez que logren engañar al conjunto por una parte y mantener el esquema de dominación por la otra. La apertura de un diálogo con las ONGs, el logro de sumar a muchas de esas grandes ONGs europeas a las mesas de consenso y la incorporación de Consultoras prestigiadas permiten a las empresas abrir amplios abanicos de alternativas sobre diagnósticos básicamente correctos y que describen situaciones sumamente críticas e igualmente insoportables para la conciencia del consumidor europeo. Entre las opciones se ofrecen, tal como lo hace la WWF del osito Panda, rotaciones de soja y ganadería para preservar suelos e imaginar ilusorios modelos de sustentabilidad. Esta propuesta olvida la concentración en el uso del suelo en la Argentina y el masivo levantamiento de alambrados, torres de molino, bebederos e infraestuctura rural, así como la ausencia de población en el campo, que permita volver a lo que fuera la rotación tradicional en las prácticas agrarias en la Argentina. Sin embargo, creemos que la propuesta debe ser leída desde la crisis suscitada por los problemas ambientales en Europa, problemas consecuencia de la enorme concentración de corrales de engorde en las cercanías de los puertos en donde desembarca el grano que exportamos y la búsqueda por parte de las empresas de una superior racionalidad de la producción que les permita evitar los actuales impactos, trasladando la cría en engorde a los propios países productores de forraje.

Las alternativas verdes, agronegocios y agronegozinhos

Otras alternativas son las de especular con crecientes mercados certificados que permitan incentivar en el MERCOSUR los cultivos de Soja Orgánica y soñar con la posibilidad de llegar a reemplazar el actual uso masivo de piensos transgénicos por otros certificados como orgánicos. En este vector estratégico se inscribe el Encuentro de la Soja Sustentable del Hotel Bourbon y la cooptación tanto en Brasil como en la Argentina y Bolivia de asociaciones de pequeños y medianos productores orgánicos que, de esta manera, se asegurarían un creciente mercado para sus producciones, legitimando así y desde las necesidades del pequeño productor, al mercado global. Uno de los máximos exponentes de la Pastoral do Terra de Brasil lo expresó claramente en una sola imagen, Argentina, nos dijo, está en la etapa de los agronegocios, mientras Brasil ha entrado hace tiempo en la etapa de los «agronegozinhos».

Bien, parece que esa etapa se ha iniciado también en la Argentina y son muchos los ambientalistas y los productores orgánicos entusiasmados por participar de las nuevas políticas y mercados certificados que inauguran las corporaciones. La transformación de la agricultura en meros agro business y la conversión de las prácticas agrícolas en farming, han sido ejes fundamentales de la transformación impuesta al sector rural en paralelo con la commoditización de sus producciones, la creciente dependencia a insumos y ahora también, la adaptación a los nichos de mercados con certificaciones, trazabilidad y denominaciones de origen.

En los nuevos discursos empresariales hallan su lugar asimismo las inversiones en energías renovables y en gestión de residuos sólidos urbanos. La aprobación del Protocolo de Kyoto les abre amplios espacios para implementar nuevos negocios con el cambio climático que la misma industria provocara. En este caso se les ofrece a las empresas el aprovechar uno de los principales instrumentos del Protocolo: los mecanismos de desarrollo limpio. Según los MDL, los países desarrollados se comprometen a apoyar la utilización de energías menos contaminantes en los países en vías de desarrollo y con ello iniciarían un gigantesco mercado de créditos de carbono regidos por mecanismos de mercado tales como la oferta y la demanda de certificados de emisiones de gases de efecto invernadero.

Tengamos en cuenta asimismo que la propuesta de Biodiesel como combustible que ahora se nos hace llegar tanto desde las empresas, como desde el Gobierno y desde muchas ONGs ambientalistas, implica siempre un modelo de agricultura no sustentable e improductivo, porque consume más energía que la producida y porque exigirá un mayor productivismo y escala en aquellos lugares en que se desarrolle. Será de ese modo un modelo de agricultura injusta porque concentrará riqueza en pocas manos y será antiecológica porque al proponerse producción en escala lo hará inevitablemente con abuso de insumos químicos y sin respetar los procesos naturales. Resulta por otra parte hipócrita que un país como la Argentina que ha entregado graciosamente y sin una guerra mediante, su petróleo a la empresa española Repsol, ahora nos proponga el Biodiesel como combustible y que, con más de seis millones de hambrientos se continúe insistiendo en la perversidad de usar la agricultura para fines que no son los de producir alimento. Es por todo lo anterior que no nos sorprende que, detrás del Biodiesel se encuentren directamente los intereses de la transnacional Monsanto.

Por último, y con el ánimo de preservar una visión general de la crisis planetaria quisiéramos expresar que no podemos desvincular las consecuencias del calentamiento global del uso de la biotecnología y de las semillas provenientes de ingeniería genética. Asimismo, tampoco podemos dejar de vincular el cambio climático y el uso de los transgénicos con un modelo agrícola del cual son la máxima expresión y el resultado. Es decir, que se trata no sólo de hacer campaña contra el calentamiento global y contra los transgénicos sino también de enfrentar un modelo de agricultura sin agricultores, un modelo de exportación de insumos que ha vaciado de población rural al campo y que en aras de una agricultura de escala y de una ganadería de fábrica abandonó el modelo de seguridad alimentaria y también la antigua producción de alimentos de alta calidad.

Redescubrimiento de la ética empresaria, maquillaje sobre un rostro viejo

La RSE o responsabilidad social empresaria, tiene como concepto aproximadamente unos diez años de vida, si bien últimamente esta propuesta crece con renovadas fuerzas en cuanto foro internacional o empresarial se realiza en el mundo. Habiendo sido al principio solo motivadora de acciones aisladas filantrópicas destinadas a la ayuda sobre sectores desfavorecidos, la RSE se transformó pronto en un medio eficaz para añadir valor agregado a las propias producciones o servicios, a la vez que para proponerse nuevos criterios de maximización de ganancias. Dice Adela Cortina en su libro «Ética de la empresa», «lo ético es rentable, entre otras cosas, porque reduce los costos de coordinación externos e internos de la empresa: posibilita la identificación con la corporación y una motivación más eficiente«. En los últimos años muchas Universidades de administración de empresarias incorporaron cursos de ética y establecieron una discusión meramente instrumental, la de colocar a la ética como un instrumento más al servicio de un logro empresarial: el de la maximización de las ganancias. La comprobación de que el grueso de los consumidores considera positiva que una empresa se encuentre comprometida con su entorno inmediato más allá de sus intereses económicos, abrió camino para experimentar también, que buena parte de esos consumidores estarían dispuestos a pagar un plus por productos socialmente responsables. Las empresas descubren de esa manera que cuanto más compromiso social tengan, mayor aceptación lograrán por parte de los consumidores. De allí a la cooptación de los discursos de la Sociedad Civil solo faltaba un paso, les empresas comienzan a pensar la RSE en tres grandes líneas estratégicas según los intereses del mercado de consumo: un área de políticas laborales, uno de políticas sociales y por último uno de políticas ambientales. No sólo descubren las empresas de este modo nuevos incentivos para el mercado a la vez que nuevos modos de ejercitar la competencia entre ellas, lo que es más importante es que suman a sus arsenales discursos y pensamientos sociales y ambientales, dejando atrás los tradicionales mensajes publicitarios, y enriqueciendo y acomplejando sus estrategias a la vez que asumiendo nuevas responsabilidades que fueran hasta ayer propias del Estado.

Sin embargo, George Soros, uno de los más grandes inversores del mercado financiero internacional, en su libro «La crisis del Capitalismo», reconoce que: «es necesario establecer una distinción entre el hacer las reglas y actuar según esas mismas reglas. La elaboración de las reglas envuelve decisiones colectivas, o políticas. Actuar según las reglas envuelve decisiones individuales o comportamientos de mercado». La RSE no cuestiona la economía sino las estrategias y los procedimientos empresariales, y en verdad todo debate sobre la ética y la economía sólo cobraría sentido si somos capaces de recuperar la antigua concepción de la economía como economía política, en el sentido que la capacidad y la decisión de modificar las reglas sigue siendo un tema de la política, y asimismo, si somos capaces de reconocer con visión integral que el sistema económico no es más que un subsistema de la Sociedad Global.

La Certificación de nuestra dependencia a insumos se inscribe en el gran laboratorio de los monocultivos y del actual modelo de producción de forrajes

Para comprender cabalmente la actual etapa que se enmarca en la RSE, Responsabilidad Social Empresaria, debemos aclarar varios supuestos imprescindibles. Cuando las empresas refieren como en este caso a la agricultura orgánica, están hablando de una agricultura extensiva y de exportación que respeta absolutamente el modelo impuesto por las transnacionales de semillas mejoradas y de producción de agrotóxicos desde los finales de la segunda guerra mundial. Se trata de una agricultura orgánica fuertemente dependiente de insumos, insumos supuestamente no contaminantes, dependiente asimismo de semillas certificadas y de empresas controladoras de la calidad de esa producción orgánica. Debemos recordar también, que se trata de producciones que requieren operaciones especiales de traslado y de embarque, incluyendo puertos no contaminados, que hoy en la Argentina solamente la empresa Cargill tiene a disposición en la zona de Timbúes sobre el río Paraná. Asimismo, se nos ha manifestado ya que la urgencia de los mercados de productos orgánicos conduce a pensar en las zonas de reciente deforestación como las más apropiadas para esta agricultura dado que se trata de tierras vírgenes. En caso de intentarse hacer orgánico en otras tierras en las que ahora se siembran transgénicos, cualquier empresa certificadora exigiría aguardar dos o más años antes de expedir el sello verde correspondiente. En consecuencia, estamos frente a nuevas amenazas de agresión a nuestros cada vez más escasos bosques.

Desde AVINA y el Foro por los Cien Millones de toneladas de producción al Partido del maquillaje Verde

Si alguno supuso alguna vez que los Partidos Verdes serían gestados siempre por militantes radicalizados, la Argentina ha demostrado que, todo lo contrario también resulta perfectamente factible, al menos en el paradójico mundo de la republiqueta sojera… El respaldo a la iniciativa de constituir Partidos Verdes en la Argentina reúne a una cantidad de dirigentes con sorprendentes historias ambientales, desde relaciones con el Banco Mundial a patrocinios de AVINA, la Fundación Europea que encubre la penetración de las Transnacionales en el mundo de las ONG, pero en especial reúne a las expresiones locales de las grandes ONG ambientalistas internacionales. No parece ello un buen comienzo para construir alternativas liberadoras, en especial cuando algunos de esos dirigentes, tales como los ejecutivos de Greenpeace, participan pública y simultáneamente del Foro por los Cien Millones de toneladas de exportación.

Nuestra Cancillería continúa impulsando las políticas sucias de los Estados Unidos en el plano internacional

La Argentina se define en política internacional contra los subsidios que afectan nuestro acceso a los grandes mercados europeos. Pero, lo que no se considera, es que la política de subsidios en Europa se genera a partir del hambre y de una enorme necesidad de seguridad alimentaria en la postguerra y que esa propuesta fue y sigue siendo absolutamente legítima para los europeos. Sin embargo, es verdad que esas políticas justificadas en su origen, derivaron luego en el respaldo a la industria alimentaria y a muchos modos de favorecer la exportación y un dumping internacional de producciones alimentadas con nuestros propios forrajes y que luego en los mercados internacionales se nos vuelven en contra a precios subsidiados. De todos modos, nuestra política exterior sigue siendo la de estar irracionalmente contra todo subsidio y también contra toda propuesta de Seguridad Alimentaria, cualesquiera que ellas sean y en cualquier lugar del Planeta. Y esa política se mantiene aún al precio terrible de condenar un tercio de nuestra propia población al hambre, ya que la clase política parece ser tan irrazonablemente principista en este terreno y tan leal a las reglas de la OMC, que para ser consecuente con su discurso internacional se niega a establecer precios sostén para alimentos destinados a la mesa de los argentinos y que podrían aliviar el hambre de los indigentes y evitar una próxima generación de argentinos intelectualmente disminuidos.

El libre comercio y nuestros pobres hambrientos sacrificados ante el altar de la coherencia…

Los enfrentamientos entre países en los mercados globales no refieren así a una discusión sobre el libre comercio, con el cual todos parecen acordar, sino sobre dos modos de ponerlos en práctica, uno con ciertas trampas proteccionistas y el otro absolutamente estricto y que no reconoce excepciones ni guarda piedad por sus propios y pobres hambrientos. Paradójicamente esta última postura en la política internacional pertenece fundamentalmente a países periféricos como la Argentina. Sin embargo, en nuestro país el medio ambiente esta subsidiando el modelo de la Soja, permitiendo con absoluta impunidad que se deforesten millones de hectáreas de bosque nativo, que se degraden intensamente las zonas agrícolas tradicionales por los monocultivos y las nuevas tierras añadidas por agriculturización, que se contaminen las cuencas hidráulicas y que se degrade irremisiblemente la biodiversidad. Y todo esto sin contar las innumerables víctimas humanas y en especial de niños, consecuencia de las fumigaciones con glifosato, 2.4D y paratión que impactan sobre los habitantes del campo y en especial sobre los barrios periféricos de todas las ciudades argentinas. Nuestros subsidios a la exportación son: un territorio ambientalmente devastado por una parte, y por otra la pobreza, el hambre y la indigencia de las poblaciones.

Nos definimos como Grupo de Reflexión Rural frente a las políticas europeas

Nosotros como GRR pensamos que es legítimo que Europa se preocupe por su seguridad alimentaria y que el Estado proteja a su agricultura, pero consideramos inmoral que los subsidios sean para la exportación y deriven en efectos de dumping perjudiciales para el Tercer Mundo. También consideramos que Europa debería modificar la libre tasa de forrajes que los Estados Unidos establecieron y se reservaron a partir del Plan Marshall, libre tasa que posibilita hoy nuestra conversión en Republiqueta Sojera y consideramos que cada país debería hacer su propio forraje para de esa manera alcanzar producciones cárnicas equilibradas a las propias posibilidades. Nuestra propuesta se resume en que no necesitamos que nos ayuden, que nos basta con que nos saquen las manos de encima…

Reflexiones sobre la liberación nacional y la necesidad de recuperar un proyecto de país

La izquierda ha interpretado tradicionalmente a los procesos de Liberación Nacional como etapas propias de los países periféricos o subdesarrollados, en las que debían resolverse problemas pendientes tanto económicos como sociales, para poder plantearse luego la posibilidad del Socialismo. En esa visión se median nuestros desarrollos según el espejo europeo y se consideraba la necesidad de generar un sujeto revolucionario que solamente producían los procesos industriales, para poder proponerse luego la construcción del Socialismo y tal como se pensaba poéticamente tomar el cielo por asalto… En realidad no fue esa visión en cambio la que tuvieron todos aquellos que impulsaron los heroicos procesos de Liberación Nacional de la última mitad del siglo veinte en numerosos países coloniales y semicoloniales. Ellos imaginaron modos de luchar que les posibilitaba la recuperación plena de lo humano que les había sido expropiado por el colonizador. Fanon, uno de los más grandes teóricos de la violencia política dijo refiriendo al caso argelino: cuando un colonizado mata a un colono, muere un hombre pero otro nace, o sea que según Fanon la extrema pérdida de humanidad del colonizado requería la muerte del colonizador para poder recuperar en ese acto de exacerbada afirmación su propia humanidad… una condición de hombre que había extraviado en el penoso proceso de su sometimiento y en la pérdida de la Cultura y de la existencia de la Nación, que había significado para él, el terrible proceso de la colonización.

Recobrar la propia identidad, generar un Proyecto Nacional y pensar otro Modelo de País

Aquellas heroicas luchas revolucionarias del siglo anterior pueden equipararse a las tareas semejantes que se nos imponen en nuestro siglo XXI. La recuperación de lo humano por parte del colonizado es siempre, y tanto en Fanon como en otros autores, la recuperación de la propia identidad, y ello sigue siendo una tarea pendiente. Junto a la afirmación orgullosa de esa identidad necesaria, falta la proclamación del hecho Cultural de existir en la otredad aún no reconocida de ser diverso y único, y de estar arraigado tanto en un suelo dado, cuanto en una historia que nos provee un modo de saber quiénes somos como para saber también, de dónde venimos y por lo tanto poder determinar adónde queremos llegar… Son situaciones equiparables y que además continúan estando pendientes. Hoy en Democracia y distantes de aquellas épocas marcadas por los paradigmas de la vanguardia y de la lucha armada, nos planteamos la necesidad de reconocer en las nuevas luchas que se proponen desde la gente misma, medios para procurar pequeños aunque importantes objetivos de remediación de la conciencia, de la autoestima y en especial de la búsqueda de la identidad.

Nuestra clase política hace mucho tiempo que ha dejado de tener el oído pegado a los rumores de esa caldera que es la Argentina profunda. Como estamento político no dirigencial es una suma de fracasos personales, de vidas políticas recicladas, de identidades fracturadas, de interminables luchas intestinas y de miradas sin grandeza. Si la identidad se sustenta en la comprensión de la propia historia nacional, es ella, nuestra clase política, la menos indicada para exhibir hoy una impronta que, no podría asumir sin avergonzarse… Para peor, la corrupción inherente a su prolongada permanencia en el Poder a lo largo de más de veinte años de Democracia, ha creado una crisis de representación de difícil retorno.

En la realidad el modelo de representación, que no es democrático, pareciera haber capturado al modelo de la Democracia. El Estado o al menos lo que resta del Estado es botín de guerra del modelo de representación. Seguimos entonces esclavos de un proceso que sólo puede ser modificado mediante fuertes estallidos sociales.

Salir del desgarro colectivo de esta Argentina 2005 no será tarea fácil, quizá convenga reconocer que estamos apenas en etapas de preparación, en etapas de crecimiento y de conflicto. Que el tiempo de la coagulación de tanto esfuerzo aislado en un pensamiento nacional hegemónico aún no ha llegado, pero que no tardará…. Será tal vez, el resultado de hechos imprevisibles, fruto de otros cataclismos sociales como tantos que hemos vivido y sufrido en los últimos años. Será entonces y siempre, un punto de atracción y de maduración del pensamiento que permitirá recobrar los legados de la historia nacional en un hombre o acaso en un grupo; pero por encima de todo, será el fruto de las luchas y de los esfuerzos inabarcables del conjunto de los hijos de esta tierra.

Miembro del GRR Grupo de Reflexión Rural
http://www.iguazu.grr.org.ar
Junio de 2005