A propósito de la lucha de clases desatada en Argentina teniendo como eje el conflicto agrario, la nota sostiene que los kirchner apostaron por el bombo, la matraca y los piquetes frente al hemiciclo, omitiendo que durante meses el gobierno intentó todo tipo de negociaciones y de hecho incorporó al proyecto parlamentario muchas de las […]
A propósito de la lucha de clases desatada en Argentina teniendo como eje el conflicto agrario, la nota sostiene que los kirchner apostaron por el bombo, la matraca y los piquetes frente al hemiciclo, omitiendo que durante meses el gobierno intentó todo tipo de negociaciones y de hecho incorporó al proyecto parlamentario muchas de las demandas del sector agrario y que la oligarquía terrateniente y el medio pelo adscripto también realizaron actos callejeros en defensa de sus intereses corporativos. Nada dice la nota de la metodología empleada por el «agrarismo», que efectivamente consistió en el corte de rutas, desabastecimiento, piquetes y actos de violencia durante 100 días, amenazando y llegando a apedrear el domicilio de los senadores que apoyaron la iniciativa gubernamental.
La nota sostiene como hipótesis que el verdadero «poder detrás del trono» es su marido Néstor Kirchner, quien supuestamente está «acostumbrado a mandar de manera brutal desde hace 20 años». Lo cierto es que la presidenta Cristina Kirchner renunció desde el vamos a reprimir los cortes de ruta, renunciando al legítimo derecho de cualquier gobierno a garantizar la libre circulación, bandera antes esgrimida por estos «piqueteros 4 x 4» cuando los que cortaban la ruta eran los desocupados. Si su marido es quien gobierna, lejos está de ser la «la bestia negra detrás del trono».
Ante tal deformación cabe preguntarse si el mote de «azote de los militares genocidas» referido a Néstor Kirchner es un elogio o una crítica a la política de derechos humanos de su gobierno, apoyada por todos los organismos de derechos humanos, que permitió anular las leyes de la impunidad genocida y el juzgamiento de los responsables del mayor genocidio ocurrido en el país, en el que entre otros, desaparecieron mas de 600 españoles. Tal parece que, en la óptica de «El País», ser peronista, nacionalista y de izquierdas es un pecado imperdonable.
La nota recoge las opiniones del hermano del ex presidente Carlos Menem quien sostiene que «El que manda en el país es Néstor Kirchner y no su mujer». A pesar de que Néstor Kirchner no detenta ningún cargo gubernamental si es presidente del PJ y como tal tiene la actuación política que es normal en cualquier presidente de partido. En Argentina hay «separación de poderes», es decir el presidente de un partido actúa como tal y la presidenta del gobierno ejerce sus atribuciones como tal. Obviamente gobierna el partido que gana las elecciones democráticamente, tal como ocurre en España o en cualquier otro país democrático.
La nota acaba por mostrar la hilacha de la defensa de los intereses «españoles», es decir del grupo Marsans, al calificar de «violentos piquetes» los reclamos realizados por los trabajadores en defensa de su fuente de trabajo, que a su vez atribuye a la estrategia gubernamental de recuperar la soberanía nacional en una empresa «regalada» por el gobierno de Carlos Menem al capital extranjero. Acto seguido pasa a la defensa de «otras inversiones españolas», entre ellas Repsol. No es casual que citara a Eduardo Menem, un «patriotico» actor junto a su hermano, del vergonzoso enajenamiento del patrimonio de todos los argentinos a manos del capital extranjero.
Si algo pretende el gobierno de Cristina Kirchner, aunque sea tímidamente, es lograr una justa redistribución del ingreso, para lo cual necesariamente ha de afectarse los «intereses españoles» que tal parece van juntos de la mano con los intereses de la oligarquía terrateniente argentina, promotora de todos los golpes de estado del último siglo. Sin duda lo que molesta al progresista «El País» es que ya no gobiernen los Menem y el neoliberalismo salvaje de los años 90, que condujo al país a la quiebra, para beneficio de las «inversiones españolas» y sus socios nativos.
Acto seguido, la nota pretende menospreciar el nacionalismo popular, que justamente es la herramienta con la cual el pueblo argentino lucha por liberarse de sus opresores. Para colmo de la desinformación la nota pretende atribuirle a la presidenta la supuesta frase: «Acá la presidenta soy yo, coño» Es que el periodista cree que Argentina es una provincia de ultramar de España, donde en lugar de nuestra querida «concha», merced a los capitales españoles ahora utilizamos «coño». Ya le gustaría a este individuo tal grado de colonización verbal.
Para finalizar, la nota alude a la división del peronismo, cuña a la cual han recurrido desde siempre los «interesados amigos del país». Sin duda, lo que le molesta a «El País» es el «nacionalismo antiguo e intervensionista y el caudillismo agitador» de los movimientos de liberación nacional, no sea cosa que los indiecitos se espabilen, coño!!!