Recomiendo:
0

El periódico El País se pasa a la prensa amarilla

Fuentes: Rebelión

Quizá motivado por la crisis económica que sufre el Grupo Empresarial Prisa, cuyas acciones cayeron en los últimos doce meses un 36,3 % en la bolsa española, a pasos acelerados el periódico madrileño El País se corre del periodismo serio hacia la prensa amarillista.  Como se sabe, el término prensa amarilla surgió a finales del […]

Quizá motivado por la crisis económica que sufre el Grupo Empresarial Prisa, cuyas acciones cayeron en los últimos doce meses un 36,3 % en la bolsa española, a pasos acelerados el periódico madrileño El País se corre del periodismo serio hacia la prensa amarillista. 

Como se sabe, el término prensa amarilla surgió a finales del siglo XIX, en Estados Unidos, cuando los diarios New York World, y New York Journal fueron acusados por otras publicaciones más serias, de magnificar cierta clase de noticias para aumentar las ventas, y de pagar a los implicados para conseguir exclusivas.  

Ciertamente, no todas las noticias de ese diario tienen tal perfil. Hasta el momento el grueso de las noticias sensacionalistas y de enredos políticos, publicadas por El País, solo tienen como protagonistas a un limitado grupo de países, principalmente Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Ecuador, Irán y Rusia, pues al parecer son estas las regiones que mayor rentabilidad generan con la invención de predicciones catastrofistas. 

Pero no solo se trata ya de manipular las realidades de estos países, de modo que se imponga una ficción mediática más vendible, sino que también ahora El País avanza hacia otros campos normalmente dominados por las revistas de vanidades: la moda.  

Por ejemplo, el pasado 13 de agosto publicó un ranking de los diez jefes de estados peor vestidos de la historia, el cual tomó íntegramente del New York Times, aunque también le agregó fotos y comentarios. Puede que sea casualidad, pero entre ellos aparecen líderes políticos de Venezuela, Rusia, Cuba, Irán y Bolivia; en tanto se incluyen otros de países que también suelen ser blanco de patos periodísticos como China, Corea del Norte y Libia. Para completar la lista, se agregan los nombres de los ex-dictadores ya fallecidos Pinochet y Bokassa. 

No sé si la inclusión de Pinochet y Bokassa tenga como objetivo trasladar una idea subliminal al estilo de «dime cómo te vistes y te diré quién eres»; pero en todo caso los comprendidos en la listas son personas que por lo común no suelen usar corbatas en su vestimenta.  

Quizá sea esta la razón por la cual no se incluye a George W. Bush, a quien todos pudimos ver borracho y con la corbata torcida durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing, ni tampoco a Silvio Berlusconi por sus fotos en traje de Adán. Ya se sabe que Berlusconi, cuando no está rodeado de chicas y amigos desnudos, suele usar elegantes corbatas.  

Por cierto, que tras  la divulgación de las fotos de Berlusconi desnudo, el diario el País no pudo ocultar su euforia, en tanto ese día reportó más de siete millones de visitas. Esto demuestra que su nuevo perfil amarillista muy bien le ayuda a soportar la crisis.  

En cuanto a la moda de la corbata, refiere István Rath-Vegh en su Historia de la estupidez humana, que esta surgió en la época de Luis XIV, cuando un día El Rey Sol se amarró un trapo al cuello y servilmente la aristocracia corrió a imitarlo. En esta misma obra, Rath-Vegh también nos informa que en los tiempos de Luis XVI se puso de moda el color Caca Dauphin, en honor a la evacuación amarilla que dejaba en sus pañales el pequeño hijo de este con Maria Antonieta. 

Ahora vemos, sin embargo, que la imitación, como prueba de servilismo no solo era cotidiana en época de los Luises franceses, sino que tiene sus ilustres partidarios en la contemporaneidad. Así, los del Periódico el País, no solo imitan a los del New York Times en el uso de las corbatas, sino también en la divulgación de noticias Caca Dauphin como esta de las modas presidenciales.  

Curioso es, sin embargo, que la mayoría de los integrantes de la capciosa lista, sean -o hayan sido- personas de rectos principios, y en consecuencia jamás destacaran por ser imitadores de nadie. Y naturalmente, tendríamos que agregar que tampoco por doblar sus espaldas en gestos serviles.