Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
El racismo es «la creencia de que un ‘grupo racial’ es inferior a otro y las prácticas del grupo dominante para mantener la posición inferior del grupo dominado. Se suele definir como una combinación de poder, prejuicio y discriminación». Así es como la Biblioteca Británica define racismo en su página web. Esta definición apenas difiere de la esencia de la mayoría de las definiciones del ominoso concepto. Y, de hecho, el concepto está siendo completamente utilizado en el ataque de Israel a los palestinos y en la benigna, si no complaciente, respuesta de la comunidad internacional y de los medios a este ataque.
La captura del soldado israelí, Gilad Shalit, es un acto de defensa propia. Según el derecho internacional y las Convenciones de Ginebra se le puede considerar prisionero de guerra, pero no según la CNN, Fox News y la cada vez más débil BBC, que presentan al soldado como una víctima, que ha sido «secuestrado» por «militantes» palestinos que están «afiliados» al gobierno de Hamas.
Al no cuestionar de manera significativa el discurso de Israel, los acríticos medios se han convertido en un instrumento en manos de los estrategas de la guerra de Israel y sus eternas invenciones.
Veamos este ejemplo. Un comandante militar israelí declara a un corresponsal de BBC destacado en la zona de la frontera entre Israel y Gaza que Israel pretende abrir la frontera «el tiempo que sea necesario» para mitigar la crisis humanitaria que hay en Gaza. Mintiendo descaradamente el representante del ejército israelí declara que a pesar de la perpetua amenaza palestina al Estado de Israel la frontera siempre ha estado abierta. El corresponsal de BBC le da las gracias y acaba la conexión.
¿Es posible que la BBC desconozca el hecho de que Gaza ha estado sometida a un estricto asedio militar desde que Hamas llegó democráticamente al poder en las elecciones de enero de 2006? ¿Es posible que a los medios occidentales se les hayan pasado por alto las docenas de impactantes informes que advertían de que el asedio israelí – que empezó meses antes de la captura de Shalit – enseguida había creado el caos y el pánico entre la ya desnutrida población palestina de Gaza? ¿A todos ellos se les pasaron por alto las declaraciones de altos mandos israelíes afirmando que iban a continuar con el asedio hasta derrocar a Hamas?
Algunos periodistas tergiversaron los hechos por ignorancia, no intencionadamente. Pero aunque éste fuera el caso, ¿cómo podemos entonces excusar el hecho de que los mismos medios que acuñaron el término «secuestro» para describir la acción de los combatientes palestinos que capturaron a Shalit se negaron a utilizar la misma asociación para describir el secuestro de la mayor parte del gobierno electo palestino, la mayoría de ellos profesores sin relación alguna con el ala militante ?
El portavoz del ejército israelí insistió en que «todos ellos son terroristas» e Israel, «como cualquier país democrático», tiene derecho a protegerse de los terroristas. Si esto fuera verdad, ¿por qué se abstuvo Israel de secuestrarlos hasta que los combatientes palestinos pusieron al ejército israelí en una situación embarazosa y capturaron a su primer prisionero de guerra en mucho tiempo? ¿»Hacer una redada» de ministros palestinos y de varios legisladores es lo mismo que tener un soldado capturado en lo que durante mucho tiempo ha sido una guerra unilateral israelí?
Si uno es un ávido televidente de Fox News o lector de New York Times, entonces Israel está dentro de sus legítimos límites legales: los de una democracia que opta por defender a sus ciudadanos. Pero sólo el racismo puede llevar a este razonamiento. Sólo un medio racista describe como una violación de lo que es sagrado la captura de un soldado cuyo ejército ha estado asediando Gaza durante años y negándole alimentos y medicinas. Sólo un medio racista presenta el secuestro de 9.000 palestinos que están a día de hoy en las cárceles israelíes como la justa consecuencia de las rutinarias detenciones israelíes de terroristas, o potenciales terroristas, palestinos. Sólo el racismo puede quitar importancia al hecho de la destrucción israelí de las infraestructuras de Gaza, que se justifica incuestionablemente porque tal acción es necesaria para obstaculizar las acciones de los militantes.
E incluso se alaba a Israel por su «generoso» acto de permitir que se entregue algo de comida a los habitantes de Gaza, que irónicamente están padeciendo hambrunas debido a la campaña internacional fomentada por Israel para castigar a los palestinos por haber elegido a Hamas.
Sólo el racismo puede eliminar completamente del discurso actual el asesinato de decenas de civiles palestinos a manos del ejército israelí (90 en siete semanas) como la razón que llevó al ataque palestino al puesto israelí y a la captura de Shalit, y en vez de ello describir la actual escalada como si fuera únicamente obra de los palestinos, e Israel no tuviera culpa alguna en ello y mantuviera impecable su hoja de servicios.
De hecho, la hoja de servicios israelí continuará estando impecable mientras el racismo y la desigualdad sean los conceptos en base a los cuales se explica este conflicto. Israel tiene derecho a hacer sin el menor titubeo todas las acciones antes enumeradas porque Israel no es Palestina y las vidas y el bienestar de los residentes en Israel , al menos de algunos de ellos, no pueden ser equiparados a los de los palestinos. Inviertan los términos por un momento y entenderán lo despreciable que es este racismo.
Como solía afirmar el difunto profesor Edward Said, la desigualdad ha estado siempre en el centro de este conflicto. El racismo está en el centro de la desigualdad, debo añadir yo . En efecto, los medios pueden ser ignorantes, sesgados e interesados, pero también pueden ser completamente racistas.
Ramzy Baroud enseña comunicación de masas en la Universidad Curtin de Tecnología y es el autor de The Second Palestinian Intifada: A Chronicle of a People’s Struggle. También es jefe de redacción de PalestineChronicle.com. Se le puede contactar en: [email protected]