El presidente argentino, Javier Milei, abrió el período 142° de sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación con un discurso plagado de medias verdades, falacias y ataques directos al arco político y convocó a gobernadores, expresidentes y a la oposición para un nuevo contrato social al que llamó “Pacto de Mayo”.
La retórica presidencial, en tono de campaña, consistió en una mezcla de anuncios con propuestas, negaciones y sorpresas que contaron con una tribuna fanática en las gradas del recinto legislativo y que contrastó con el creciente descontento social por el continuo y desproporcionado aumento de precios que causa la alta inflación y la recesión inducida.
Entre los anuncios se destacaron la eliminación del financiamiento público para los partidos políticos; el cierre de la agencia de noticias TÉLAM; la prohibición de presentarse como candidatos en elecciones nacionales de las personas condenadas por corrupción en segunda instancia; la obligación de que los sindicatos elijan a sus autoridades supervisadas por la justicia electoral con mandatos limitados, entre otras. Las palabras presidenciales incluyeron la advertencia: “no vamos a dar marcha atrás, vamos a seguir acelerando” y prosiguió con “Si el precio de arreglar este país es caer al ostracismo, allí me encontrarán con orgullo”.
Cabe destacar que el cierre de TÉLAM constituye uno de los peores ataques a la libertad de expresión en los últimos 40 años de democracia.
En medio de la agitación política que provoca el plan económico financiero del gobierno la siderúrgica Acindar, perteneciente al Grupo ArcelorMittal, anunció que paralizará durante el mes de marzo sus cuatro plantas de producción de acero en Argentina debido a la caída abrupta en sus ventas que se redujeron entre un 35 y 40 por ciento en los últimos dos meses.
En cuanto a las frases destacadas en el discurso presidencial, llama la atención que se haya referido a figuras específicas de la oposición como “los jinetes del fracaso”, cuando los resultados de sus medidas económicas distan mucho de mejorar la situación socioeconómica del país. Mas bien, se podría comparar al libertario -y su evidente fracaso- con la figura del mítico personaje de Washington Irving “El Jinete sin cabeza”.
La trama de la obra literaria de Irving, publicada por primera vez en 1820, se centra en la leyenda de un jinete sin cabeza, un soldado alemán decapitado durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos que en aras de encontrar su cabeza utiliza su fuerza sobrenatural para vengar su destino. Siguiendo con la comparación es legitimo preguntarse: ¿qué tipo de venganza y contra quien cabalga el anarco-capitalista?, ¿será contra la justicia social, contra la cultura, la salud y la educación pública, contra el Estado cobrador de impuestos al que califica de organización criminal o contra el imaginario enemigo comunista?
Javier Milei, cual jinete sin cabeza, cabalga en una encrucijada histórica donde el pasado y el presente convergen en que el peso del ajuste siempre recae en los mismos: los jubilados, la clase media y los más vulnerables. En campaña su promesa fue que el ajuste lo iba a pagar la casta; una casta de la que es su principal representante y de la que son los principales beneficiarios de su gobierno quienes además ocupan cargos de relevancia. La falta de soluciones socioeconómicas crean un panorama incierto para el futuro del país y su gobierno que, a ciencia cierta, ya se puede identificar como la personificación del Estado Desertor.
Así como el Jinete sin Cabeza desafiaba las normas establecidas en su particular búsqueda, el Presidente argentino desafía las expectativas democráticas, promoviendo ideas extremas y desestabilizadoras. La alegoría se refleja en su capacidad para provocar, polarizar y desorientar, dejando a la sociedad argentina preguntándose hacia dónde se dirige.
Sobre el Pacto de Mayo
A primera vista, la propuesta del Presidente de firmar un nuevo acuerdo social en Córdoba el 25 de mayo, una fecha emblemática de la historia argentina vinculada directamente al grito de revolución por la independencia, podría generar una percepción positiva.
El pacto propone diez puntos calcados del Consenso de Washington, que en algunos casos es conveniente concertar pero que posee también la apertura indiscriminada de las exportaciones lo que produciría un impacto negativo en el entramado industrial.
Sin embargo, el Pacto de Mayo se interpreta como una presión indirecta sobre los gobernadores, quienes ya han experimentado perjuicios económicos por la reducción de las transferencias discrecionales, la eliminación de subsidios al transporte y la disolución de diversos fondos fiduciarios destinados a fortalecer sectores como la ciencia y tecnología, de desarrollo provincial, de infraestructura económica y social, de asistencia directa a víctimas de trata, de cobertura universal de salud, de desarrollo de energías renovables, de seguridad aeroportuaria y el programa hogar, entre otros.
La posibilidad de restituir estos recursos está condicionada a que los gobernadores otorguen al Presidente las facultades solicitadas mediante el proyecto de la ley ómnibus, que ya fue rechazado en el parlamento, y a la aceptación del decreto de necesidad y urgencia (DNU). Aquí radica la estrategia del gobierno para obtener la adhesión de distintos gobernadores.
En esencia, la propuesta del Pacto de Mayo, aunque inicialmente puede parecer constructiva, revela una dinámica de presión gubernamental condicionada a concesiones específicas por parte de los gobernadores, lo cual plantea interrogantes sobre la verdadera naturaleza y objetivos de esta iniciativa.
Como respuesta por parte de la oposición destacan el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que expresó: «nuestro pacto es con el Pueblo, nuestro pacto es con la Patria y nunca lo vamos a traicionar”, y agregó: “Presidente: no queremos ser Irlanda, ¡queremos seguir siendo Argentina!». Además, Kicillof expuso una lista de demandas entre las que resaltan la inmediata reactivación de las obras públicas, la devolución de los fondos para los salarios docentes, universidades y el transporte.
A su vez el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, respondió: “es difícil poder hablar cuando te quieren imponer algo», dijo también que «El Pacto de Mayo se condiciona a que uno apruebe lo que es la ley ómnibus. Desde un vamos, eso no va a ser factible”, y resaltó: «Hay un ataque, no al sistema federal únicamente, sino a la sociedad argentina en su conjunto”.
En el mismo sentido el gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, apuntó: “No se construyen consensos pretendiendo poner de rodillas al otro, agrediéndolo y quitándole lo que le pertenece y debe defender”, y sentenció: “Nunca será posible un acuerdo si antes no se respeta la Constitución Nacional y, a partir de sus máximos postulados, la división de poderes y el federalismo”.
Al concluir su discurso, Milei no ofreció ninguna evaluación respecto a la situación de los jubilados, la precarización de los salarios ni propuso medidas para mitigar el impacto de la inflación. En lugar de abordar estas preocupaciones cruciales en medio de la creciente crisis, se limitó a solicitar a los argentinos «paciencia y confianza».
En todo este contexto la paciencia y la confianza parecen desafiar al pueblo que ya enfrenta una realidad marcada por la falta de un plan coherente y medidas de contención concretas para afrontar los desafíos actuales.
Fuente: https://www.agenciapacourondo.com.ar/debates/el-rumbo-de-milei-un-pacto-sin-futuro
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