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Las guerras imperialistas del siglo XXI a través de la televisión

El trabajo que nadie quiere hacer

Fuentes: Diagonal

Agentes antiterroristas peligrosamente eficaces, marines con reparos y hasta zombis protagonizan algunas de las ficciones televisivas sobre los conflictos bélicos de la década.

La estela de los atentados del 11-S y la guerra de Iraq también se ha dejado sentir en las series de televisión de EEUU. Menciones en Los Soprano, The Wire o A dos metros bajo tierra, personajes en series como In Treatment o Perdidos (que, en el mismo año que se desvelaron las torturas en la prisión iraquí de Abu Graib, incluía un personaje con un oscuro pasado en la Guardia Republicana de Sadam Husein… como torturador); y hasta una parodia en Los Simpson (con extraterrestres invadiendo la Tierra en busca de ‘armas de desintegración masiva’) hablan de un conflicto que la ficción no ha podido obviar. En estas líneas nos referiremos a tres series que lo han abordado abiertamente.

Visiones partidistas

Descaradamente partidistas y en extremos opuestos se encuentran 24, emitida por la FOX (aquí, por Antena 3), y Homecoming, un episodio de la serie Masters of Horror dirigido por Joe Dante (Gremlins). La primera, de la que Donald Rumsfeld y Dick Cheney son fans confesos, trató durante ocho temporadas (2001-2010) de los avatares de una ficticia Unidad Antiterrorista (UAT) que hace frente a ataques y atentados diversos. 24 es una serie curiosa. Desde un punto de vista formal se la puede considerar revolucionaria: la trama sucede en tiempo real, y cada temporada cubre, en 24 capítulos, 24 horas de la vida de Jack Bauer, agente antiterrorista interpretado por Kiefer Sutherland. Un reloj marca en pantalla el transcurso angustioso del tiempo mientras los personajes tratan de evitar atentados a contrarreloj, y los acontecimientos se suceden de forma enloquecida, con miles de vueltas de tuerca y terroristas que siempre tienen un plan B o un as bajo la manga.

Sin embargo, su contenido es una abrumadora justificación de la ‘guerra contra el terror’, inclusive de sus más cruentos métodos. Así, la tortura se presenta en 24 como un eficaz método para conseguir información vital; una tarea desagradable pero necesaria para salvar vidas. Bauer es retratado como una suerte de héroe trágico que se ve abocado a perpetrar el trabajo sucio que nadie quiere hacer.

Como señaló el filósofo Slavoj Zizek a propósito de esta serie, «la presión de los acontecimientos es tan avasalladora, las apuestas son tan altas, que exigen una suspensión de las preocupaciones éticas. Después de todo, mostrar reparos morales cuando las vidas de millones de personas están en juego significa hacerle el juego al enemigo».

Muestra de ello es un episodio de la cuarta temporada en el que, cuando detienen a uno de sus socios, el líder terrorista llama a una organización llamada, ejem, «Amnistía Global» para evitar que le torturen en la UAT y así pueda seguir con sus malvados planes.

Curiosamente, la quinta temporada (2006) supuso un quiebro en el discurso de 24. Como si no pudiese desoír el descrédito de la Administración Bush y la inconsistencia de los argumentos que habían justificado la guerra de Iraq. En esta ocasión, Bauer tiene que hacer frente a un inquietante presidente, incompetente y sosias de Bush, que es manejado en la sombra por grupo de hombres del Gobierno. Éstos idean una conspiración que justifique una intervención militar para asegurar los intereses petroleros de EE UU en Asia Cen tral. ¿Les suena de algo?

Por su parte, Homecoming, el episodio de Masters of Horror (una serie de tv movies en la que cada episodio lo dirige un reputado director de cine de terror) dirigido por Joe Dante en 2005 es una descacharrante sátira política pintada con trazo grueso y estética de serie B. Situada en las semanas previas a las elecciones presidenciales en las que un remedo de Bush aspira a la reelección, está protagonizada por una pareja de republicanos sin escrúpulos que ve cómo la victoria es amenazada por la vuelta de los soldados muertos en Iraq convertidos en zombis. Lejos de ser unos seres sanguinarios, los zombis se revelan como verdaderos activistas contra la guerra.

La guerra mal gestionada

Si estas dos series tratan el conflicto en ‘casa’, Generation Kill (2008) viaja a Iraq durante la invasión. Esta producción de David Simon y Ed Burns, creadores de The Wire, está basada en el libro del mismo título de Evan Wright, un reportero de Rolling Stone que viajó ‘empotrado’ en un batallón de marines durante los primeros días de la guerra. La serie, que casi parece una película de siete horas de duración, rehúye clímax y dramatismos para tratar de mostrar el día a día de los marines de forma realista y sin caer en estereotipos.

Generation Kill desconcertará al espectador ‘progre’ que, esperando ver una diatriba contra la guerra, se encontrará con un retrato complejo de unos marines que muchas veces son bestias descerebradas y machistas, pero también ingenuos que creen que van a liberar el país y a ayudar a la población, o eficaces guerreros que se empeñan contra toda evidencia en mantener una guerra ‘limpia’. En el fondo, Simon y Burns parecen pensar que se trata de buenos chicos de clase baja que van a batirse el cobre por EE UU en una guerra equivocada, y, sobre todo, mal gestionada, pues se evidencia constantemente la ineficacia e ineptitud de los mandos.

La oposición a la guerra por parte de los autores de la serie se manifiesta muy sutilmente, porque el objetivo es mostrar el punto de vista de los marines. Si en The Wire todos los estratos de la sociedad tenían voz, en Generation Kill los principales afectados por la guerra, los iraquíes, son poco más que figurantes en un relato que adolece de los mismos problemas que el periodismo empotrado, inevitablemente miope e incompleto en su relato de la guerra.

Risas con el 11-S: de la zona cero a un Bin Laden amigo

El grupo de rap The Coup se hizo famoso, no tristemente famoso, por la portada de su álbum Party Music. En ella, los miembros del grupo aparecían en actitud rapera detonando una bomba en las Torres Gemelas. The Coup retiró la portada, brindó por la fama obtenida, y ahora tiene un proyecto musical con Tom Morello, de Rage Against the Machine, que consiste en llevar la música a los guetos a bordo de un camión. Ocho años después, en un episodio de South Park los habitantes de ese pueblo de Colorado pidieron ayuda a Bin Laden para deshacerse de los habitantes del estado de Nueva Jersey, que amenazaban con conquistar el mundo entero. El trauma ya estaba superado, al menos en South Park.

Fuente original: http://www.diagonalperiodico.net/El-trabajo-que-nadie-quiere-hacer.html