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Respuesta a La clase obrera como combatiente de vanguardia por el socialismo, de Gustavo Robles

Elevación de la conciencia política de la clase obrera

Fuentes: Rebelión

La respuesta de Gustavo Robles, publicada en Rebelión el 12.12.12 [*], merece una contestación, pero en lo sucesivo me gustaría evitar un interminable intercambio de críticas y contracríticas, y continuar esta discusión en el terreno de los principios, de la teoría y las posiciones políticas en general, evitando las alusiones personales. En primer lugar que […]


La respuesta de Gustavo Robles, publicada en Rebelión el 12.12.12 [*], merece una contestación, pero en lo sucesivo me gustaría evitar un interminable intercambio de críticas y contracríticas, y continuar esta discusión en el terreno de los principios, de la teoría y las posiciones políticas en general, evitando las alusiones personales.

En primer lugar que Robles no contesta. No define si hay o no un movimiento destituyente de derecha. Tampoco entiende lo que se ha planteado. Se niega a entender por qué razón se cita al ¿Qué hacer? de Lenin, etc. La intención al escribir estas críticas a Robles fue plantear cuestiones que hoy en día son vitales, sobre las que no hay un verdadero debate dentro de la izquierda.

Reivindico totalmente la revolución democrática, obrera y socialista. La cuestión es cómo se hace. La oposición a este gobierno debe hacerse desde ese objetivo revolucionario. Ya desde el Manifiesto Comunista1 esto está claramente expuesto. Pero precisamente la revolución socialista es, en primer lugar, revolución democrática2, al mismo tiempo que obrera, y socialista. Entonces, una primera cuestión es cómo avanzar hacia una revolución democrática a partir de esta democracia burguesa, la forma más perfeccionada de la dictadura de la burguesía3.

«No es socialdemócrata4 quien olvida en la práctica que su deber consiste en ser el primero en plantear, acentuar y resolver todos los problemas democráticos generales.» (subrayado CAL).5

Resumiendo: cómo pasar de la democracia burguesa actual a la revolución democrática -que será al mismo tiempo obrera y socialista si quiere triunfar-; es difícil responder a este interrogante porque no hay ejemplos de este paso en la historia, salvo períodos transicionales como febrero-octubre de 1917 o similares, porque siempre se partió de dictaduras. Las revoluciones comenzaban volteando dictaduras. Ahora se trata de algo nuevo: avanzar hacia la revolución desde esta democracia burguesa. No hay de quién copiarse directamente, no hay ejemplos en la historia.

La alternativa no es entre la oposición de cualquier manera a este gobierno kirchnerista, o el seguidismo al gobierno.

Hay que oponerse a este gobierno, porque, entre otras cosas que, por su carácter burgués, tarde o temprano el aspecto progresista del «crecimiento con inclusión social» será frustrado desde el mismo gobierno o éste será reemplazado por otro. No hay otro lugar para los socialistas revolucionarios que la oposición. Pero la oposición ciega, de cualquier manera, aliándose con lo más reaccionario de la derecha capitalista, no es la forma de evitar el seguidismo al gobierno.

Al afirmar Robles que el socialismo revolucionario tiene como objetivo el cambio social de raíz, y que el rol de la clase obrera debe ser el de vanguardia en la lucha e instauración del socialismo, no tiene en cuenta que para ser vanguardia en la lucha por instauración del socialismo, hay que ser en primer lugar vanguardia en la lucha por la revolución democrática: ése es el camino a recorrer para pasar de esta democracia burguesa al socialismo. Olvidándose de este recorrido fundamental, no se puede llegar al socialismo. La revolución socialista la hace alguien, ese alguien sólo puede ser el conjunto de los que viven de su trabajo y no del trabajo ajeno, dirigidos por la clase obrera, y esto implica necesariamente construir el socialismo desde una revolución democrática. O sea, La clase obrera como combatiente de vanguardia por la democracia es una necesidad vigente, y no sólo fue necesaria en la época del zarismo ruso.

La propia pregunta ¿Así reparten la riqueza los K? implica necesariamente adjudicarle al gobierno kirchnerista todo el poder y olvidar, en los hechos, dónde está el verdadero poder. Es imposible quedarse tranquilo después de esta pregunta, es necesario aclarar quiénes son los que realmente poseen la riqueza.

Hay que señalar que el engaño del gobierno de CFK al vanagloriarse del «reparto» de la riqueza al que alude Robles, es una oportunidad maravillosa -pocas veces o ninguna en la historia hemos tenido los socialistas una oportunidad similar- para explicarle al pueblo qué hay de falso en este «reparto». Si no vemos la diferencia entre el engaño del gobierno de CFK y el engaño de los gobiernos de Menem-Cavallo-De la Rúa, es imposible ayudar al proletariado a elevar su conciencia política revolucionaria. El problema precisamente es que la izquierda actualmente existente no tiene como tarea central elevar la conciencia revolucionaria de la clase obrera. Esta es la tarea política central del partido revolucionario según el ¿Qué hacer?.6 Una primera diferencia es que CFK cree en lo que dice, cree que asociándose con los capitalistas puede distribuirse la riqueza. E intenta llevarlo a cabo desde el gobierno. En este sentido es una JP (juventud peronista) consecuente. La ideología del distribucionismo no es nueva, ni comenzó con la JP de los años 60’/70′, y es sinceramente sostenida por mucha gente, desde hace mucho tiempo y en la actualidad. Y sostenida incluso por mucha gente valiosa. Al intentar llevar a la práctica esa ideología distribucionista7, el gobierno CFK pone en juego en los hechos, esa ideología. Y es una inmejorable oportunidad para todos los socialistas revolucionarios para ayudar al proletariado a visualizar lo utópica de esta intención. Haciéndolo en sentido positivo, y no poniendo un signo igual entre este gobierno y los gobiernos anteriores. La discusión sobre si justicia social bajo el capitalismo o expropiación del capitalismo y construcción del socialismo es una discusión que se remonta a los orígenes del socialismo, por lo menos. Es la discusión entre reforma y revolución. Nótese que no es lo mismo reforma que la imposición de los intereses del capitalismo en forma directa y brutal. Los socialistas reformistas buscan la «justicia social» bajo el capitalismo. Y de alguna manera los socialistas revolucionarios también, en el sentido de que todos queremos las mejores condiciones de vida para el pueblo. Los socialistas revolucionarios también peleamos por reformas, sólo que adecuando esta lucha al objetivo más general de la revolución socialista. Este interés común de reformistas y revolucionarios por mejorar lo más ampliamente posible las condiciones de vida del pueblo, plantea la necesidad de una unidad de acción en base a esta comunión de objetivos.

El hecho de que el gobierno de CFK se vanaglorie del reparto, no quiere decir que la redistribución sea cero. Es innegable el aumento de 5 millones de puestos de trabajo, 2,4 millones de personas que no tenían los aportes suficientes pudieron jubilarse, más los 3,6 millones de niños y jóvenes hijos de padres sin trabajo o con trabajo informal y a madres embarazadas cubiertos por la asignación universal por hijo.8 Se podrá decir que es poco o no es tan poco, pero hay una diferencia abismal con la década del ’90, y eso no se puede ignorar. Ningún socialista revolucionario puede ser indiferente a esta marcada mejoría en la situación social. Las implicancias de este mejoramiento son muchas y merecen un comentario aparte.

Es necesario aclarar que el aumento en la redistribución del ingreso es mayor o menor según con qué se lo compare. Si se lo compara con la década del ’90, es inmenso. Si se lo compara con lo que debería ser, es bastante pequeño. Pero no hay que olvidar que bajo el capitalismo es imposible la «justicia social» plena, con este o con cualquier gobierno. Y que un gran aumento del bienestar depende inexorablemente de grandes triunfos de las luchas obreras y de todos los asalariados en la lucha de clases, más que de cualquier gobierno. En este sentido es notable la diferencia entre éste y otros gobiernos burgueses. Con todas las limitaciones que este gobierno tiene, le baja el martillo, transforma en realidades tangibles muchas luchas del pueblo. Estas conquistas se deben a las luchas del pueblo, pero otros gobiernos se niegan sistemáticamente a transformarlas en realidades, con lo que las conquistas a lograr por las luchas del pueblo con otros gobiernos son mucho más difíciles de concretar. A nivel de leyes, es indudable el rol del gobierno. A nivel de paritarias también. Y los ya mencionados nuevos puestos de trabajo, etc.

Otra aclaración habría que hacerla tomando como ejemplo la ley de medios. Es conocida la posición en general de la izquierda contra esta nueva ley de medios. Acá hay un error teórico innegable. Si la izquierda hubiera elaborado un proyecto mejor, lo hubiera instalado en la sociedad, y hubiera hecho una campaña lo suficientemente amplia y eficaz como para que tuviera posibilidades de ser votada en el parlamento, en ese caso es indudable que había que poner todas las movilizaciones al servicio de la votación de esta ley de medios alternativa. Pero esto no existió, y días antes de la votación por la nueva ley de medios hubo una gran manifestación para su aprobación, a la que la izquierda no asistió. Sobre los hechos consumados, entre la ley de medios de la dictadura, y la nueva ley de medios, era obligatorio para la izquierda apoyar la movilización y la votación en el parlamento.9

No se puede ignorar la relación de fuerzas interburguesa, y la relación de fuerzas entre la burguesía, el proletariado y el resto de la población. Hay que basarse en esa relación de fuerzas y actuar para modificarla a favor del pueblo.

El hecho de que el gobierno de CFK se «vanaglorie del reparto» no quiere decir que no haya algo de reparto. Hay un dilema que no es tal: para decirle al pueblo lo que tiene de ilusorio a largo plazo este reparto, no hay más que decirle al pueblo toda la verdad. Pero ¿Por qué es tan imperioso «desenmascarar este engaño», ¿Por qué ésta es la prioridad política número uno? ¿Por qué la prioridad política número uno no puede ser desenmascarar el «engaño de los destituyentes»? ¿Por qué el eje principal de la política de izquierda es «desenmascarar» a este gobierno, al mismo tiempo que la derecha destituyente lo difama de todas las formas posibles? ¿Cómo ayudamos a la clase obrera a diferenciar el «desenmascaramiento» de este gobierno de la difamación de este gobierno por la derecha destituyente?

Volvemos a lo que dijimos más arriba. La mejor forma de «desenmascarar» a este gobierno no es distorsionando la realidad, negando que hay un grado de redistribución notable con relación a la década del 90′, afirmar implícitamente que el gobierno tiene todo el poder cuando no lo tiene, y negar que exista una derecha destituyente10. La mejor forma no es llamar «paro general» (el paro no superó el 25% y no hubo paro en la industria, donde trabajan los obreros) a una marcha, que además no surge de las bases, a una marcha manejada por dos sectores de la burocracia sindical en abierta alianza con la gran burguesía destituyente, marcha que la mejor consigna que pudo enarbolar estuvo relacionada con el impuesto de ganancias a los salarios. Esas no son las mejores formas de desenmascarar a este gobierno.

La mejor manera de «desenmascarar» a este gobierno es ayudar a que este «proyecto» del kirchnerismo de «crecimiento con inclusión social», adquiera el máximo desarrollo posible en la medida que sea «crecimiento con inclusión social», al mismo tiempo que se denuncie y se impulse la oposición y la movilización contra todo ataque a los derechos de los trabajadores.11 Como bien dice Robles, la creencia en este proyecto está instalada en los trabajadores: «De esta manera, el pueblo cree que el poder está en quien gobierna, que en la democracia gobiernan las mayorías populares, y que sin patrón no hay trabajo. Vivimos en esa cultura, y a partir de ella es que debemos cambiar las cosas.» «Vivimos en esa cultura, y a partir de ella es que debemos cambiar las cosas.» Hay una conciencia de masas que se adquiere por experiencia de masas. Lenin explica esta conciencia adquirida por la experiencia de masas, y toma el ejemplo del parlamento, y plantea que la política bolchevique debe estar orientada a que las masas agoten sus expectativas en el parlamento, que es la única manera que abandonen definitivamente esa esperanza en el parlamento y pueda orientarse hacia una revolución democrática, obrera y socialista. Ese agotamiento de las expectativas en el parlamento se daría de manera óptima, por ejemplo, si se lograra que todos los parlamentarios fueran obreros, porque quedaría al desnudo que aun con todo el parlamento compuesto por obreros la dictadura del capitalismo se ejerce igualmente. Pues bien, las masas deben agotar sus expectativas en el «crecimiento con inclusión social» bajo el capitalismo, y es obligación de los socialistas revolucionarios impulsar de todas las maneras posibles esta experiencia para que se agote, se agote por las buenas, llegando al límite posible de su optimización, y no al revés, boicoteándola.12 Esa es la forma de cambiar las cosas a partir de esta cultura que está instalada. La oportunidad histórica es inigualable. No recuerdo haber vivido o leído de otra oportunidad histórica parecida en ningún país del mundo.

El resto de lo que dice Robles es tan confuso y tan absolutamente infundamentado, que sería un despropósito intentar desmentirlo renglón por renglón.

El gobierno no tiene ningún discurso delirante, aunque esté equivocado. El populismo no es delirante, y el reformismo tampoco. Son ideologías equivocadas (que por supuesto responden a características e intereses de clase concretos). Este gobierno es consecuente con su ideología de conciliación de clases, hasta donde puede serlo. Y este gobierno trabaja mucho y bien intentando desarrollar esa política. No hay ningún delirio. Hay sólo una creencia equivocada pero sostenida en la forma más consecuente en que se puede sostener.

Nunca se habló del peligro de una dictadura militar. Sí se dijo que dado que la izquierda diferenció históricamente los distintos tipos de gobierno burgueses, los distintos tipos de dictadura de la burguesía, por ejemplo una dictadura militar de una democracia burguesa. ¿por qué no se puede diferenciar un gobierno burgués populista, creyente de la conciliación de clases, y del crecimiento con inclusión social bajo el capitalismo, de una derecha destituyente, de un capitalismo de saqueo directo como el de la década del ’90? ¿Por qué no se puede diferenciar la política de derechos humanos de este gobierno de la política de derechos humanos del menemismo, con su indulto incluido? ¿Los cientos de militares genocidas que han sido juzgados y condenados bajo este gobierno es lo mismo que el indulto de Menem? ¿Acaso la clase obrera como combatiente de vanguardia por la democracia no puede ni necesita ver esta diferencia? Repito la frase de Lenin: «No es socialdemócrata [bolchevique en este caso] quien olvida en la práctica que su deber consiste en ser el primero en plantear, acentuar y resolver todos los problemas democráticos generales.» ¿Se está de acuerdo con esta concepción de Lenin ¿sí o no? ¿ya ha perdido vigencia?13

No se trata de defender el gobierno menos malo frente al más malo. Lenin, decía por ejemplo, refiriéndose a las elecciones, bajo el zarismo, que en el caso de que los liberales fueran más fuertes que los centurionegristas14 y los candidatos obreros más débiles que los liberales, es obligatoria la unión de los obreros con la democracia burguesa (populista, etc.) contra los liberales. Y en los casos en que los liberales sean más débiles que los centurionegristas se requeriría formar un bloque general de la oposición para derrotar a estos últimos.15 Más allá del tema electoral, acá queda bien claro que Lenin tenía muy cuenta las diferencias y los matices entre los distintos sectores de la burguesía. ¿Por qué entonces hoy en la Argentina es común en la izquierda no se diferencie la política burguesa del gobierno con la política burguesa de la oposición destituyente?

Si en este momento gobernara alguien como Macri, toda la lucha de la izquierda y de los trabajadores debería estar centrada en los aspectos más defensivos, en recuperar conquistas, etc. Hoy en día queda margen para avanzar y elevar los reclamos por mejoras, para organizarse, para reunirse, para propagandizar y discutir, etc., etc. No es una diferencia menor.

La «confusión» de un frente político con una acción reivindicativa no es tal, el frente político destituyente es un hecho. Lo que se afirma es simple: el 20 N fue más una manifestación de la derecha destituyente que un emergente masivo del reclamo de las masas obreras. Se puede no estar de acuerdo con esta afirmación, pero no tiene nada de confusa.

En ningún momento en el escrito se ignora a las corporaciones mineras, etc., simplemente se trataba de subrayar lo que se dice en el párrafo anterior: el 20 N fue más una manifestación de la derecha destituyente que un emergente masivo del reclamo de las masas obreras. El tema de Robles del abrazo del gobierno con distintos sectores del capital concentrado es tema del análisis de la lucha interburguesa, que excedía los marcos del escrito. Y Robles pone en la misma bolsa sectores de la burguesía muy disímiles, muchos de los cuales forman parte de la derecha destituyente, otros no, otros más o menos; mezcla sectores burgueses con dirigentes políticos burgueses de todos los colores y matices, imposible desentrañar toda esa madeja sin dedicarle varios artículos aparte.

Pero hay una constante: no se habla de la derecha destituyente, no existe, no se la nombra, sólo dice: «ve acciones destituyentes en todas las críticas, por más razonables que estas sean». O sea que las acciones destituyentes son visiones, pero no realidades. Sería interesante que la izquierda en general se hiciera cargo de una afirmación como esa. Sustentar esa posición sin asumirla con plena responsabilidad, sin fundamentarla, confunde a la clase obrera y a todos los trabajadores. Y dado que esa derecha destituyente realmente existe, si la izquierda niega su existencia, o si hace como que no la ve, o si simplemente la ignora, si figura ausente en sus análisis, la izquierda inevitablemente tendrá la responsabilidad histórica de haber asumido esa actitud. La izquierda debe sentar posición clara y definida en esa cuestión.

Robles dice finalmente que: «hay que oponerse a toda acción del capital concentrado…», lamentablemente Robles se opone a las responsabilidades del gobierno en esas acciones del capital concentrado, pero ni habla de la política hacia el capital concentrado, y no se opone en ningún momento a la política del capital concentrado que se manifiesta en la derecha destituyente. Sólo a la política del capital concentrado que se manifiesta a través el gobierno kirchnerista. ¿No es que había que oponerse a toda acción del capital concentrado? ¿No es esto sí, por lo menos, realmente confuso?

«Muy bien: hay que ayudar al proletariado a tener mayor claridad sobre la lucha interburguesa. Lástima que Larriera se queda ahí…». Lo que se queda ahí es el artículo, porque no había espacio para más, porque es un artículo que se limita a señalar los errores evidentes de Robles y a plantear mínimamente la orientación general que es necesario tener.

Es necesario que la izquierda en general tenga una posición clara sobre qué significa la clase obrera como combatiente de vanguardia por la democracia, y sobre la existencia o no de la derecha destituyente y su rol político objetivo. Esto es sólo una parte de la tarea más importante del socialismo revolucionario que es la de ayudar al proletariado a elevar su conciencia política, a adquirir una conciencia política realmente revolucionaria. El proletariado no puede adquirir esta conciencia sin esta ayuda «desde afuera»; la conciencia política que surge de la lucha económica, sindical, es la conciencia reformista, burguesa, nunca solamente con la lucha por las reivindicaciones económicas la clase obrera será «combatiente de vanguardia por el socialismo«. La clase obrera debe conocer cómo funcionan en realidad todas las clases de la sociedad, los sectores de clase, a qué intereses responden, que política asumen, etc. Ayudar a que la clase obrera adquiera esta conciencia es la tarea principal de la izquierda, tarea que la izquierda no asume. Sólo con esta clara conciencia podrá la clase obrera oponerse al gobierno sin favorecer a la derecha destituyente, podrá desarrollar su independencia de clase, etc. Hablar detalladamente de esta tarea fundamental excede los límites de este escrito. Pero esta tarea es la responsabilidad principal e ineludible de la izquierda.16

[*] La clase obrera como combatiente de vanguardia por el socialismo 1 K. Marx y F. Engels, Manifiesto Comunista, cap. II, Proletarios y Comunistas, «Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que (…)

2 Como es obvio, en una verdadera revolución participa la mayoría de la población, es decir, la clase obrera, el conjunto de los asalariados, y todos los que viven de su trabajo y no del trabajo ajeno, es decir, la base de la pirámide social, inevitablemente para ser una verdadera revolución debe ser antes que nada una revolución democrática.

3 F. Engels, El origen de la familia, la propiedad privada, y el Estado, en Obras Escogidas de Marx y Engels, Editorial Fundamentos, tomo II, 1975, pág. 339: «La forma más elevada del Estado, la república democrática, (…) y que es la única forma de Estado bajo la cual puede darse la batalla última y definitiva entre el proletariado y la burguesía (…)

4 En el sentido de bolchevique.

5 V. I. Lenin, ¿Qué hacer?, Obras Completas, Editorial Cartago, 1969, Tomo VI, pág. 480, 1er párrafo.

6 V. I Lenin, ¿Qué hacer?, Obras Completas, Editorial Cartago, 1969, Tomo V. págs

7 Utópica bajo el capitalismo. Además de lo que se trata no es de «distribuir» la riqueza producida bajo el trabajo asalariado capitalista, sino expropiar al capitalismo, y que la producción misma sea «propiedad» de «todo el pueblo». «La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre de productores iguales»… F. Engels, «El origen de la familia…». (No debe interpretarse esta frase de Engels en el sentido citado por Mandel de «El ideal de la clase media, a saber, una sociedad de pequeños productores que posea medios de existencia independientes…», en «La concentración económica en Estados Unidos, D. Guerin y E. Mandel, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1973.)

8 Entre otras fuentes ver Documento de los curas en opción por los pobres, «Buenas noticias» para la Navidad, en Página 12, domingo 9.12.12

9 En el partido bolchevique hay multitud de ejemplos en este sentido. Ver, por ejemplo, V. I. Lenin, Obras Completas, Editorial Cartago, 1969, Tomo XVIII, págs. 43-49

10 Existe una derecha destituyente contra Chavez en Venezuela, contra Correa en Ecuador, Lugo en Paraguay, etc., ¿por qué ignorar la que existe en la Argentina? Existió una derecha golpista contra Perón en 1955…

11 Sin abandonar en ningún momento ni en ningún sentido la estrategia de la revolución socialista, y declarando abiertamente esa estrategia en todo momento.

12 Por supuesto, a medida que se desarrolla este «proyecto» habrá infinidad de oportunidades para señalarle a la clase obrera todas las trabas capitalistas que dificultan e impiden finalmente su concreción plena, el rol de los distintos sectores de clase y sus representantes políticos, etc., y de esa manera contribuir a que la clase obrera agote la experiencia. Es por todo esto una oportunidad inigualable.

13 V. I. Lenin, Obras Completas, Editorial Cartago, 1969, Tomo V, pág. 480, primer párrafo.

14 ¿A quién se debe elegir para la Duma del Estado), V. I. Lenin, Obras Completas, Editorial Cartago, 1969, Tomo XI, págs. 351/357.

15 V. I. Lenin, Obras Completas, Editorial Cartago, 1969, Tomo XVIII, págs. 43-49.

16 Para esto ver V. I. Lenin, ¿Qué hacer?, en Obras Completas, Tomo V, Editorial Cartago, 1969, págs. 405-494.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.