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En el caso del general Milani, al gobierno se le escapó la tortuga

Fuentes: La Arena

Las primarias PASO ya están a la vista. Y los golpes bajos de toda campaña electoral se hacen sentir. Sin embargo no lo explican todo, por caso el pésimo manejo del ascenso del cuestionado general Milani. Al gobierno se le escapó la tortuga. Gobernar cuando hay elecciones supone una ventaja para el kirchnerismo, pero también […]

Las primarias PASO ya están a la vista. Y los golpes bajos de toda campaña electoral se hacen sentir. Sin embargo no lo explican todo, por caso el pésimo manejo del ascenso del cuestionado general Milani. Al gobierno se le escapó la tortuga.

Gobernar cuando hay elecciones supone una ventaja para el kirchnerismo, pero también le impone más obligaciones. Las ventajas son que las ideas tienen más posibilidades de plasmarse en medidas de gobierno. Así la población se beneficia y se amplían las posibilidades de captar el voto.

Esto se comprobó en la semana, cuando la presidenta anunció el aumento del salario mínimo, que pasó de 2.875 pesos a 3.600, en un porcentaje similar (25 por ciento) al de las paritarias. CFK informó que en agosto los asalariados que perciben menos de 25.000 pesos de salario bruto verán reintegrado lo deducido de su aguinaldo.

A la oposición sólo le quedó el pataleo. Que son medidas electoralistas. Que son insuficientes. Los más beligerantes las calificaron de «burla». Sangraban por la herida porque, como lo reconoció el radical Ernesto Sanz, sus perspectivas electorales se iban a acrecentar si la situación económico-social se deterioraba. Si hay mejoras para los trabajadores y otros sectores sociales, disminuirán sus votos.

Decidir políticas favorables a los asalariados supondrá un «gasto», en realidad inversión, de 2.657 millones de pesos. Se dirá que no es dinero de la presidenta, lo que resulta obvio. Tanto como que si gobernaran los que se alternaron hasta 2003, esos dineros y muchos más irían a parar a los organismos financieros internacionales y otros sacos sin fondo.

Como se advirtió al comienzo, esas posibilidades de aplicar políticas supone en simultáneo una exigencia de que las mismas sean bien instrumentadas. La oposición, en este plano, goza de la ventaja de hablar sin más límites que la paciencia del público. A veces hablan porque el aire es gratis, porque la justicia electoral les asigna espacios o porque Clarín les da cobertura.

Un resbalón que fue caída

Un ejemplo puntual de que el gobierno no es infalible lo proporciona el ascenso del general César Milani, propuesto a teniente general, luego que fuera investido como jefe del Ejército.

Ese militar había visto aprobar sus pliegos en el Senado cuando fue promovido a coronel, general de brigada y general de división. La cuarta, de llegar a la máxima categoría de su fuerza, se vio trabada por una intensa polémica al cabo de la cual la jefa de Estado decidió, el martes 23, postergar hasta diciembre el tratamiento de los ascensos.

¿Qué pasó? Al militar le cayeron municiones gruesas desde dos columnas bien diferenciadas. Por una parte, testigos de causas de derechos humanos y organismos humanitarios, entre ellos el Nobel Adolfo Pérez Esquivel, cuestionaron la decisión presidencial por los antecedentes de Milani en el «Operativo Independencia» y procedimientos en La Rioja, durante la pasada dictadura.

Por otra parte, la artillería de Jorge Lanata también abrió brechas en las filas milanistas, al compás de denuncias de los senadores radicales Gerardo Morales y José Cano.

Estos últimos, junto con otras autoridades de la UCR, denunciaron penalmente al secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, por supuesto incumplimiento de deberes de funcionario público. Lo acusaron de haber omitido los antecedentes del jefe del Ejército.

Esa denuncia penal fue una enormidad, viniendo de quien venía (el partido del Punto Final y la Obediencia Debida) y a quién iba dirigida (un hijo de padres desaparecidos y con un hermano/a apropiado), pero también hay que decir que el gobierno se equivocó. Y el error fue tanto más grueso por haberse cometido en un frente donde tiene una muy alta nota.

Se les escapó la tortuga

Esa alta calificación fue graficada por la presidenta, en medio de su defensa de lo actuado por Milani, al recordar los guarismos de los juicios por violaciones a los citados derechos. «Llevamos 1053 procesados, 559 elevados a juicio y 63 con solicitud de elevación; 475 personas fueron juzgadas en el marco de la Constitución, de los cuales 430 fueron condenados y 45 absueltos», enumeró en su descargo.

A propósito, entre esos 430 condenados habría que restar, ojalá que momentáneamente, a dos que se fugaron no en forma cinematográfica sino con mucha complicidad militar y del aparato de seguridad. El ex mayor Olivera, ya fugado dos veces, una en el extranjero; y el ex teniente De Marchi, condenados a cadena perpetua y a 25 años de prisión respectivamente en San Juan, están siendo buscados con una recompensa de 2 millones de pesos.

Fue un escándalo. Condenados hace poco tiempo en San Juan, fueron llevados desde allí hasta el Hospital Militar en la Capital Federal argumentando tratamientos dermatológicos y psiquiátricos. La esposa de Olivera era psicóloga en ese centro castrense y fue quien solicitó los traslados, convertidos en fugas apenas los supuestos pacientes fueron dejados allí por el Servicio Penitenciario Federal. Olivera y De Marchi no eran tortugas sino liebrones y se perdieron rápidamente en la urbe.

El Ejecutivo se equivocó al auspiciar al dudoso Milani. Y para mayor mortificación kirchnerista, quien ilustró semejante yerro fue un organismo como el CELS, cuyo titular, Horacio Verbitsky, suele ser acusado de muchas cosas pero no de no apuntalar esos derechos o de no defender a esta administración.

El 1 de julio, cuando había comenzado la polémica por el jefe de Inteligencia, el CELS dijo que no tenía en sus archivos datos fehacientes en su contra, pero que debían buscarse en otros organismos, testigos y la Unidad Fiscal respectiva. Y el 22 de julio, cuando la Comisión del Senado se aprestaba a votar el ascenso, una nota oficial de la entidad firmada por Verbitsky detonó como una bomba. Aseguraba que Milani había firmado en 1976 la seudo deserción del soldado Alberto Ledo en Tucumán, una forma de encubrir su desaparición y asesinato. Y añadía el testimonio de un ex preso político en La Rioja, acusando al entonces teniente de haberlos detenidos a él y a su padre, y haberlos torturado.

Paradojalmente, la presidenta quiso ningunear la denuncia del CELS y manifestó que no se trataba de «nada nuevo». Si era conocida, ¿cómo fue que promovieron a semejante jefe del Ejército y lo quieren aún como teniente general? Tendrán que analizarlo bien la jefa de Estado, el ministro Agustín Rossi y el secretario Fresneda: a uno o a más de ellos se les escapó la tortuga.

Mugido oligárquico

La actitud del gobierno de defender incluso lo indefendible puede ser vista por sus integrantes como la única forma de hacer política. Es un error. Los errores no son virtudes, los marque quien los marque y al margen del interés político destructivo que el denunciante pueda tener (y la oposición argentina vaya si los tiene, igual que Lanata y Clarinete).

Sin pretender comparar los procesos políticos sino exclusivamente la actitud ante los déficit propios, el cronista se atreve a recomendar a los funcionarios argentinos el estudio de la actitud del cubano Raúl Castro. En su última intervención ante el Parlamento de la isla enumeró 191 conductas no socialistas que han visualizado y señaló que la responsabilidad es en buena medida de las autoridades.

La autocrítica no es señal de debilidad. Al contrario, se puede caer en esa situación de tanto cerrar los ojos a la realidad y negar lo evidente. Para graficarlo: según la opinión de este cronista, que puede estar equivocado, en el tema Milani la verdad estuvo más del lado de Verbitsky que de Cristina. Fue la segunda vez que ocurre, pues la primera fue a raíz de la estimación sobre el papa Francisco, que es Bergoglio, mal que le pese al obtuso senador Aníbal Fernández.

A veces conviene mirarse en el espejo del adversario para tratar de no imitarlo, de no ser tan cerrado ni menos extraviarse por el peso de los intereses y negocios. El gobierno debería analizar el discurso del titular de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere, en la 127 Exposición de Palermo.

Allí bajó una línea de total falta de respeto por todo lo actuado por el gobierno en diez años, de los que no hizo ninguna salvaguarda de que pudiera rescatarse nada. TN. Todo Negativo.

«El mundo no se nos cayó encima, señora Presidenta. Su gobierno dilapidó esas oportunidades, y malgastó en subsidios, politiquería barata, prácticas populistas, corrupción y propaganda», tronó el estanciero, con el aplauso de los espectadores, productores, sojeros, caceroleros y el palco político donde se asomaban Mauricio Macri, Oscar Aguad, Eduardo Amadeo, Momo Venegas y otros opositores.

Por cierto que esas lindezas con que Etchevehere fulminó a la presidenta democrática no fueron usadas en su tiempo contra el genocida Jorge Videla. Es más, por el tono encendido del discurso no habría sido imposible que entre ese público destituyente estuvieran, de incógnito, los fugados represores Olivera y De Marchi. Palermo siempre fue el punto de convergencia de latifundistas, coimeros, represores y golpistas.

A diferencia de esa gente, que no hace autocrítica, el gobierno democrático debería hacerla, cuando mete la pata como lo puso en evidencia Verbitsky. Cuando el «Perro» o quien sea tiene razón, hay que dársela y saber poner marcha atrás.

Fuente: http://www.laarena.com.ar/opinion-en_el_caso_del_general_milani__al_gobierno_se_le_escapo_la_tortuga-98550-111.html