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En verano, mucha discusión superficial, como espuma de ola

Fuentes: La Arena

Después que los responsables médicos de la operación de la presidente hubieran hablado, debía cesar la discusión. Pero medios opositores siguieron agitando. Ya era un debate superficial, como tantos del verano. Especialmente enero banaliza las discusiones y sólo en parte puede ser atribuido a que no hay demasiados acontecimientos. El resto debe ser facturado a […]

Después que los responsables médicos de la operación de la presidente hubieran hablado, debía cesar la discusión. Pero medios opositores siguieron agitando. Ya era un debate superficial, como tantos del verano.

Especialmente enero banaliza las discusiones y sólo en parte puede ser atribuido a que no hay demasiados acontecimientos. El resto debe ser facturado a la mediocridad de los opinantes, o bien a la naturaleza opositora a ultranza de los mismos, empeñados en hallar la quinta pata al gato. Y sencillamente no la tiene.

La discusión promovida desde Clarín y «La Nación» sobre el cáncer que no fue en la tiroides de CFK, si bien superficial e interesada, supera en algo las habituales conversaciones veraniegas. En general versan sobre el calor, las operaciones de lolas de las vedetongas, el torneo de fútbol de Mar del Plata, los romances y rupturas de la farándula, los choques en la ruta 2, algunos robos, etc.

La tiroidectomía practicada a Cristina Fernández sí tenía relieve porque es la presidenta y se había hablado de un cáncer. La buena nueva de que lo extirpado no era canceroso movió a una sana polémica, tras la biopsia. Pero una vez que los doctores Pedro Saco y el director médico del Hospital Austral difundieran su comunicado de cuatro puntos, debieron llamarse a silencio Nelson Castro y otros periodistas. Hubo políticos como Hermes Binner que deslizaron la sospecha de que el gobierno habría aprovechado la enfermedad para sacar rédito político.

Castro (Nelson, no Fidel ni Raúl) seguía insistiendo en que él sabía lo que había pasado en el quirófano. Es posible que alguno de los ocho médicos intervinientes le haya soplado alguna confidencia, en actitud poco ética. Pero mucho peor, éticamente hablando, fue que el hombre de TN dudara de la palabra de los jefes de la operación, de los integrantes de la Unidad Médica Presidencial y de los diagnósticos de la Clínica Maipú y el Instituto Angel Roffo de la UBA.

Llegado a ese punto de maquinaciones, a Castro daban ganas de espetarle: «de Juego Limpio no tiene nada, usted es de Juego Sucio».

Los informes médicos habían dado cuenta del «falso positivo» y la paciente había sido bien operada y se recuperaba en la Quinta de Olivos. Hasta se podía bromear vivando al cáncer que no fue. Ocurre sólo en el 2 por ciento de los casos y es mejor que ganar la Lotería, pero la oposición seguía con una discusión estéril e inútil. Casi trasuntaba que hubiera preferido un desenlace dentro del 82 por ciento negativo. Bueno, al cable de Clarín se lo conoce como Todo Negativo.
Otra circunstancia ameritaba el festejo en Pilar y Olivos. En Colombia se conoce como «falso positivo» a la causa judicial contra los jefes del Ejército de Alvaro Uribe primero y Juan Manuel Santos después. Los militares secuestraban a jóvenes de barrios pobres, los asesinaban, los vestían con uniformes de la guerrilla y los presentaban a la prensa como «bajas de las FARC». Así ganaban premios y ascensos. Al affaire se lo bautizó como «falsos positivos», otro crimen de lesa humanidad en un país dominado por EE UU. En la operación de Cristina aquella expresión volvió a su origen, propia de la medicina. Que Clarín deje de vender espuma envenenada y que Castro vuelva al quirófano, si quiere. Algún desprevenido va a entrar. Ya falta menos para que finalice enero y vendrán debates más interesantes.

Sospechoso Mauricio

Banalizaciones al margen, también con 40 grados a la sombra se pueden considerar asuntos valiosos. A partir del puntapié inicial de José Mujica, los presidentes del Mercosur ratificaron su negativa a dejar entrar barcos piratas con banderas de Malvinas. El canciller británico William Hague manifestó que varios gobiernos le habían prometido suavizar esa posición. Quedó girando en el vacío pues esas autoridades ratificaron la postura. «Se trata de la bandera de un país que no existe», argumentaron éstas y dejaron a Londres boquiabierta.

Lo que está en juego es la soberanía en un sentido amplio, luego que otra empresa británica colectara 75 millones de dólares para una nueva búsqueda de petróleo alrededor de las islas.

Rápido de reflejos, Héctor Timerman irá de gira a Centroamérica, para agradecer el apoyo a la causa celeste y blanca en el archipiélago. Todas estas gestiones ayudan, igual que la solidaridad de China que dio a conocer el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. Pero deberían ser complementos de medidas más concretas contra empresas británicas que ganan millones de pesos en nuestro país. Eso será más efectivo.

Otro tópico al que vale la pena dedicarle neuronas es la campaña emprendida por los trabajadores del Subte y la Multisectorial, para reclamar una vuelta atrás del boletazo macrista. El viernes presentaron 110.000 firmas de adhesión ante un juez, con esa demanda central. Hay otra adicional: que el gobierno de la Ciudad llame a una Audiencia Pública por la tarifa.

Va de suyo que Mauricio Macri dirá que no a todo. Ya ratificó ante el juez su aumento del 127 por ciento, pero es buenísimo que los porteños analicen qué hacer con el medio que utiliza la mayoría para viajar. En esa confrontación política y judicial esa ciudadanía tendrá que optar. ¿Conservará el jefe del PRO el 62 por ciento con que ganó el ballottage? ¿O algunos miles de porteños habrán abierto los ojos?

Otro asunto está pegando sobre el flanco macrista. Se trata del escándalo del ex agente de la SIDE, Raúl Martins, acusado por su hija Lorena de regentear prostíbulos VIP en la Capital Federal y México. ¿Qué tiene que ver el ingeniero en esto? Lo dirá la justicia, pero la denuncia asegura que Martins era aportista de la campaña electoral de aquél y que pagaba bien a funcionarios porteños para que sus negocios ilegales no fueran molestados.

En un punto ese caso roza al gobierno nacional: Lorena Martins dijo a 678 que su padre ordenó a otro agente de la SIDE, que aún revista en planta, mandar dos matones a agredirla. ¿No era que la SIDE ya estaba democratizada? Ahora se llama SI pero la respuesta es NO. No está bien depurada de mal bichos, igual que las otras fuerzas policiales y de Seguridad.

El agua o el oro

Hay otras discusiones que no se han tomado vacaciones. La minería contaminante -estilo Barrick Gold con Pascua Lama en San Juan y Chile- ha logrado algunos avances, lamentables, en Río Negro y La Rioja.

En la primera, antes de morir, el gobernador Carlos Soria había derogado la ley que prohibía la exploración minera con uso de cianuro. La contaminación, de fiesta; lo lloró como un mártir luego que fuera ultimado por su esposa.

En pagos riojanos, la canadiense Osisko Mining Corporation enfrenta la justa resistencia de los vecinos de Famatina y la provincia, por el mismo motivo. El lema de que el agua vale más que el oro, se pregona con entusiasmo en esas lides, donde el gobierno de Beder Herrera actúa policialmente con la furia de los conversos. La empresa y la policía riojana han hecho inteligencia ilegal sobre los opositores a la minería contaminante, lo que implica un baldón para la democracia. Algunas monedas, sobre todo si son de oro, parecen valer más que muchos principios…

En esta materia de la minería contaminante, el gobierno de Cristina Fernández está aplazado. Tiene un cero, tras años de compromisos y negocios con las corporaciones mineras en aras del «crecimiento económico», sin detenerse a analizar los pros y contras de la actividad. En realidad, siempre creyó que los costados positivos sobresalían y de allí sus amables tertulias con Peter Munk, CEO de la Barrick.

Los gobernadores como Soria, Beder Herrera y sobre todo el sanjuanino José Luis Gioja, todos ellos fanáticamente cooptados por el lobby minero, no habrían dado ni un paso sin la luz verde del PEN.

Cuestionar Famatina es poner en la picota también a la presidenta. Ojalá ella aproveche su convalecencia en Olivos para reflexionar sobre este punto. Aunque no coincida, podría leer críticamente el libro El Mal, del opositor Miguel Bonasso. Varias cosas, no todas, podrían serle útiles para un cambio sustancial en este rubro. ¿Acaso no dijo que mantendría el rumbo pero cambiaría las cosas que necesitan de modificaciones? Obvio, no dijo «las cosas que estén mal», pero en la minería están así de mal.

Ha quedado para el final otra cosa que desafina, entre el discurso oficial y la realidad. Es la inflación. La polémica vuelve luego que el INDEC informara sobre el filo del fin de semana que el índice de precios había aumentado 9,5 por ciento a lo largo de todo 2011.

Parece increíble, pero es real. Real que la oficina dio esos números, irreales, muy inferiores no sólo a lo que estimaron las ocho consultoras privadas (22,8 por ciento) sino a lo que sufrió el bolsillo de los consumidores en doce meses. Alguna vez el gobierno dijo que no había inflación sino un mero «reacomodamiento de precios». Amado Boudou, en su función ministerial, lo había ninguneado al fenómeno como un problema de la clase media.

La presidenta tiene que hacer una tiroidectomía en el INDEC, extirpar los nódulos malignos que no permiten medir bien la inflación. En el fondo no es culpa principal de ese Instituto sino de los monopolios privados, formadores de precios, que remarcan. Ellos tienen que ir al quirófano, primeros que nadie, sin anestesia. Son un cáncer.

Fuente original: http://www.laarena.com.ar/opinion-en_verano__mucha_discusion_superficial_como_espuma_de_ola-69638-111.html