Doble comando Lo que parecía ser un acuerdo que correría sin demasiado tropiezos se fue transformando en una pulseada que termina complicando los mejores pronósticos. De nada le sirvió a la burocracia sindical centroizquierdista, el haber trabajado de oficialista todos estos años. El jueves 7 de febrero, se los vio a la salida de una […]
Doble comando
Lo que parecía ser un acuerdo que correría sin demasiado tropiezos se fue transformando en una pulseada que termina complicando los mejores pronósticos. De nada le sirvió a la burocracia sindical centroizquierdista, el haber trabajado de oficialista todos estos años. El jueves 7 de febrero, se los vio a la salida de una larga reunión con Cristina Fernández-Kirchner, caminando cabizbajos por Balcarce 50, revelando en su andar las fracasadas esperanzas de obtener la tan preciada personería gremial para la Central de trabajadores argentinos; una forma de poder mostrarse frente a los trabajadores públicos en posesión de una carta ganadora «para luchar por sus reivindicaciones».
Lejos de eso, Hugo Yasky, la misma noche del jueves 7 en un programa televisivo, pretendiendo justificar la negativa presidencial para otorgarle la personería gremial a la CTA, terminó denunciando la existencia de una política de Estado dictada por un «doble comando». Según este dirigente kirchnerista, «Cristina está presionada por círculos con un enorme poder -empresarial y sindical- los que le impiden otorgarnos la personería». Yasky, con su denuncia, se adelantó a Duhalde en casi 2 semanas, sin embargo no fue tomado en serio. Tanto va el cántaro a abrevar de la fuente del oficialismo, que finalmente, nadie termina escuchando sus quejas cuando se rompe.
Como sea, la presidenta les abrió la casa rosada a los lideres sindicales de la CTA, el jueves 7 de febrero, sólo para «recagarlos a pedo», y esto, en medio de una cobertura mediática montada de ex profeso, para que el país se entere sobre cual son sus opiniones, con relación a los conflictos salariales que asoman al despuntar el marzo de 2008. Sobre todo el conflicto con los docentes.
La presidenta, se sabe, no deja de aprovechar las oportunidades que se le presentan para darle «con un caño» a todo lo que huela a tiza y vista guardapolvo blanco. Recordemos que Cristina debutó en diciembre pasado con una fuerte descalificación a las «maestras y profesores que saben menos que sus alumnos».
En esta oportunidad, con la plana mayor del sindicalismo docente sentado frente a ella, tampoco se quedó en silencio. Acusó a los trabajadores de la educación de tener una conducta extremadamente conflictiva. «El país ha cambiado; es un necio quien no lo reconozca», las afiladas palabras presidenciales atravesaron la sala de reunión, llenando sorpresa de sus adictos interlocutores. Al reproche sobre la necedad de los presentes, la presidenta agregó: «la forma en que los maestros utilizan los paros para presionar sobre sus reclamos», amerita «cambiar sus métodos de protesta porque muchas veces se vuelven injustos». Para finalizar comparando el crecimiento de los paros, «como otra paradoja», ya que, las mejoras de sus salarios habían sido del 168% de 2003 a 2007. Y más crecieron los paros… los paros se incrementaron notablemente».
Puede que la presidenta «no este preparada para gobernar»; pero, para hablar en contra de los docentes, sin duda, le sobran las palabras. Tan fuerte golpeó el conflicto santacruceño al kirchnerismo.
De acuerdo a las ingenuas versiones burocráticas, las cosas iban sobre rieles con la «histórica» Paritaria nacional docente, lógicamente que estas versiones fueron dadas de alta en el curso de la negociación, ya que obviaron tener en cuenta, el uso que el gobierno pretende hacer de este «caso testigo» para fijar un techo al incremento salarial del resto de los gremios por todo el 2008.
La «combativa» CTA, está siendo utilizada como un recurso «in extremis» que permita una discusión salarial, con los gremios que organizan a los trabajadores privados, sin que nadie tenga la necesidad de pasarse a la vereda de enfrente.
Si el gobierno logra cerrar con los laderos de Yasky en un 25%, esto servirá de condicionante para el resto de convenios salariales que se vienen.
Las bravuconadas discursivas, que la burocracia centroizquierdista viene sosteniendo a través del tiempo en contra de los gordos de la CGT, que son los que fijan las pautas salariales para el resto, fueron como escupir para arriba. Ahora, mientras su conciliación con las políticas kirchneristas, los han colocado en la primera línea de los humillados del poder, en una negociación ruin por poco más de 200 pesos de aumento de sueldo para los educadores, Hugo Moyano espera y se entretiene, tratando de convencer a sus afiliados, sobre que él si va a pelear aumentos de acuerdo a «la inflación del supermercado».
Triste papel el de la burocracia docente, que terminará vendiendo el derecho de huelga (180 días de clases) por 200 pesos de aumento y aceptando, además, la formación de una comisión nacional que reprima cualquier seccional díscola que pretenda sacar los pies del plato. Tal el objetivo de la flamante Comisión Federal de Mediación que se conformó para actuar «teniendo en cuenta el grado de virulencia de los conflictos que hubo durante 2007». El yaskismo, tan acostumbrado a las maniobras sin principios en sus propios gremios, ha quedado encerrado ahora en la red de los campeones de las maniobras.
El kirchnerismo es un verdadero fanático de los índices, sea para manipularlos para abajo, sea manipularlos para arriba. El primer caso es el del indec (la inflación), el segundo, tiene que ver con el crecimiento económico, la popularidad de los personajes en el gobierno, el crecimiento del empleo, etc.
En el caso de los salarios hablar de porcentajes sin tener en cuenta la base desde donde se toman es una forma infame de discusión destinada a engañar a la clase trabajadora. El ajuste de sueldos siguiendo el curso inflacionario, es una actitud defensiva de los trabajadores frente a la licuación que la inflación produce en sus ingresos (en caso de que no se comprenda lo que significa técnicamente «licuación salarial», hay que imaginar poner el dinero del cobro en una licuadora y después tratar de usarlo).
El incremento salarial debe prosperar de acuerdo a una base fijada por la canasta familiar básica, hoy en $ 3200 para que cubra las necesidades primarias de cualquier familia trabajadora. Hablar de un 30 o un 40 % de incremento sin tener en cuenta la base de la que se parte es una estafa.
Un ejemplo para salir corriendo atrás de las bolsas
Para una docente cobra 1040 $ de mínimo, sin descuentos, un 30 % de aumento equivalen a poco más de 300 pesos por mes durante todo el año. Cualquiera de nosotros sabe de las virtudes «licuadoras» de los billetes de cien pesos en cualquier supermercado. Más que esto; como los precios siguen en «expansión» los 300 pesos de marzo, no son los mismos 300 pesos de abril y mucho menos de mayo, etc. Por eso, un acuerdo salarial que no tenga en cuenta esta simple ecuación, y que se comprometa a garantizar la paz social, sin reclamos de nuevos incrementos hasta diciembre es una usurpación.
El obrero que recolecta residuos cobra, hoy por hoy 3500$ por todo concepto. En su caso un incremento del 30% significan 1050 $ de aumento; si bien el costo de vida terminará licuando gran parte de su salario hacia fin de año, el ritmo de «licuación» será menor porque la base desde donde parte el calculo de porcentaje esta más cerca de lo que fija la canasta básica.
Entre los docentes, más allá de los exabruptos de la presidenta, la discusión que se ha impuesto es la mejora del sueldo básico, y que este se acerque a la canasta familiar. El docente con los 1300$ que la burocracia se apresta a firmar, terminado el año será más pobre que cuando lo inició. Y esto, es lo que viene reproduciendo a lo largo de los años.
A los trabajadores de la educación nos quedan pocas alternativas. Seguir la lucha por un incremento del básico que se acerque a la canasta familiar, repudiando el acuerdo por 260$ y la tregua por 180 días que la burocracia se apresta a firmar con el gobierno, o salir corriendo detrás de las bolsas de residuos.