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La derecha y sus medios de comunicación

Esbozos de histeria y miedos

Fuentes: Rebelión

El discurso y la imagen crean realidades concretas a pesar que, en realidad, son sólo representaciones fragmentadas/editadas de un mundo mucho más complejo que aún desconocemos por completo. En muchas ocasiones lo que conocemos o vemos se ve influido por el conocimiento que ya no fue inculcado y que, por supuesto, es otro fragmento de […]

El discurso y la imagen crean realidades concretas a pesar que, en realidad, son sólo representaciones fragmentadas/editadas de un mundo mucho más complejo que aún desconocemos por completo. En muchas ocasiones lo que conocemos o vemos se ve influido por el conocimiento que ya no fue inculcado y que, por supuesto, es otro fragmento de una totalidad material compleja. Sin embargo, esto no quiere decir que todo sea relativo y que los hechos van a depender del ojo con el cual se mira la realidad; por el contrario, esto viene a consagrar dos hechos: primero, hay hechos materiales inexpugnables que, históricamente, se han consumado y normalizado en la sociedad como por ejemplo la explotación diaria del hombre por el hombre, la dominación persistente del más fuerte, las masacres (visibles e invisibles) del ser y los animales en pro del «bien común», entre otras; y segundo, que estos hechos, aunque sean sólo fragmentos de una realidad, pertenecen a un mundo mucho más brutal que seguimos ignorando.

Hoy, los discursos e imágenes se erigen como verdades absolutas (arbitrarias) en un mundo que el post-modernismo profetizó que carecería de grandes metarrelatos. Ante ello, el discurso fácil y la imagen editada, se han vuelto la prueba nefasta para consolidar nuevas y viejas ideologías para el beneficio de sólo algunos. Eso, muy bien lo sabe la derecha norteamericana (el imperio para pesar de Hardt y Negri), que ya tiene canales de televisión exclusivamente para entretener las 24 horas del día con delincuencia callejera. Con ello, van creado (e ideologizando) el discurso de los estereotipos del malo cotidiano, del malo que podemos toparnos en la calle. Todos ellos, coincidentemente, son migrantes: latinos, negro, italianos, chinos, musulmanes, árabes, etc[1].

La derecha en América Latina como nunca ha sido original (ni originaria como se podría desprender de El Capital de Marx o de los escritos de los dependentistas[2]), repite una y otra vez la misma receta y los mismos discursos que su homologo norteamericano ha creado. Desde lo político hasta lo religioso, la derecha criolla no hace otra cosa que repetir los discursos emanados desde la Casa Blanca comenzando, de esta manera, a consolidarse como la clase social más resentida históricamente y que manifiesta serios síntomas de automutilación ya que siempre ha estado dispuesta a prostituirse por unos dólares más con tal de parecerse a los Clinton o similares.

La derecha en EE.UU. y sus medios de comunicación en los últimos años (sobre todo post caída del muro de Berlín) tuvo que crear un nuevo enemigo para hacer rentable el negocio de las armas y de esta manera, seguir colonizando el mundo para la extracción de recursos naturales y humanos. Por ello, comenzaron a hablar de armamentismo nuclear en Medio Oriente, de terrorismo islámico, de dictaduras (modernas) en América Latina, de inseguridad global y de cambio climático, de derechos humanos y libertad. Entonces, y como es costumbre, la mala copia de la derecha mediática en América Latina, comenzó también a seguir los pasos de su padre.

Al parecer, y confirma este caso, que Marx y Engels siguen teniendo razón (y en muchas cosas más) cuando dijeron que la idea de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época. En efecto, hoy asistimos a una época donde el discurso de la paz, la libertad y los derechos humanos amenazados por una latente (y a veces ficticia) inseguridad de la delincuencia, el terrorismo y los movimientos sociales de izquierda, han provocado una arremetida de la derecha mediática en defender lo que antes la izquierda por derecho propio defendía: al ser. Y esto la derecha mediática lo ha logrado sólo a través del recurso más antiguo y sucio del imperio: la mentira. Adolf Hitler dijo que «mientras más grande es la mentira, más gente la creerá», y de ello la derecha política y mediática se aferra. Ejemplo de ello, es que digan que un delincuente cualquiera es un disidente en Cuba, un objetor de conciencia; que hay armas de destrucción masiva en Medio Oriente o que en Venezuela no hay libertad de expresión.

Los hechos, por el contrario, son muy dispares de lo que dicen los medios de derecha. El supuesto disidente cubano, realmente era un delincuente común pagado por el fascismo norteamericano y anticastrista radicado en Miami para derrocar Cuba y que, como manifiesta Atilio Borón, en cualquier estatuto legal de cualquier país, un acto de tamaña consideración sería reconocido como un traidor a la patria (incluso en EE.UU.). En el segundo caso, las armas de destrucción masiva nunca han aparecido, sino, por el contrario, sí han aparecido tierras fértiles en recursos naturales como el petróleo y periodistas muertos; y, por último, CNN habla de un preso político recluido en Venezuela sólo por decir que está en contra de Chávez, pero omite realmente el cometido taxativo del reo que acusó en televisión a Chávez de narcotraficante y terrorista sin pruebas.

Los discursos no se construyen solos, hay todo un comando de personas que están dispuestas a crearlas a diarios, sean o no conscientes del hecho. Pero es más probable que la conciencia de lo que se haga la tenga el dueño del medio de comunicación (como mínimo) y sus más cercanos colaboradores o, al menos, quienes pensaron un mundo donde EE.UU. debía ser la sociedad espejo y que llevó a una nueva oleada de inversión desde EE.UU. (me refiero a los neoconservadores o mejor dicho, marxistas arrepentidos). El resto del trabajo de hormiga hecho en América Latina, es llevado a cabo por títeres de mala calidad como queda demostrado a diario en Venezuela en el diario El Universal o en televisoras como Globovisión.

Análisis vagos, investigaciones mediocres, fundamentalismo más que horrorosos son los que a diario se difunden por dichos medios (en Chile similares a El Mercurio y Megavisión, La Red y/o Chilevisión) y que, para colmo, encuentran en mentalidades deformes por tantas novelas desechables, su más preciado espectador.

Foucault hablaba de que la paz, en realidad, era una guerra disfrazada ya que consta del sometimiento (a veces, inconsciente) de una gran mayoría y del triunfo de una minoría (la clase capitalista). Y es así como lo entendió el gobierno Venezolano con las nuevas «guerrillas comunicacionales» acertando en que uno de los campos de batalla en la actualidad (de muchos) son las comunicaciones y, de paso, el crear otra realidad. Para ello, ha propiciado una nueva política de hacer comunicación sobre todo con jóvenes estudiantes que dotados de un equipo y conocimiento técnico, podrán crear su propia realidad y discurso; los resultados aún están por verse empero, la derecha mediática ya lanza sus dardos creando un clima de pánico e inseguridad como bien aprendiera de sus proxenetas.

La derecha mediática ha arremetido contra la «guerrilla comunicacional» como si fuera Al Qaeda con micrófono y cámara en mano. El temor que les engendra estos nuevos medios y por lo que arremeten con tanta histeria es, sin lugar a dudas, que la multitud despierte del letargo novelesco y que ya no necesite de su información para crear una sola y arbitraria realidad; el temor a las guerrillas comunicacionales (y para creer que no están solos, sacan a sus cuasi-investigadores a hacer encuestas ridículas) es que muchach@s de barrios pobres y marginales se vuelvan críticos en la práctica y que ya no tengan a quién venderle sus productos de baja calidad. El temor que tanto los mueve hoy en día, en síntesis, es que aquellas vasijas vacías que ellos creían que eran las personas, ya no lo sean más. No obtante, y para nuestro pesar, sabemos de antemano (y la derecha también) que siempre habrá alguien que quiera ver novelas y que no se quiera cuestionar nada de lo que digan en televisión; he ahí otro enemigo más.
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1. En el cine, la ideología norteamericana ya cuenta con todo un historial de increíbles producciones que muestran, por un lado, una realidad vendible y, por el otro, un estereotipo de hombre blanco héroe. Por ejemplo, tenemos toda la saga de Rambo o Rocky, donde el enemigo constante de EE.UU. se disputa entre vietnamintas, rusos, chinos, negros y latinos o que algún norteamericano salva el mundo del ataque de ovnis como en Día de la Independencia, Avatar, etc. No obstante, por el otro lado de la vereda tenemos al gran Stanley Kubrick que en su constante crítica al sociedad norteamericana creó malos blancos en El resplandor, Nacido Para Matar, La Naranja Mecánica, Ojos bien Cerrados, entre sus obras maestras.

2. Entre ellos André Gunder Frank, Theotonio Dos Santos, Vania Bambirra, Fernando Henríquez Cardoso, Enzo Faletto, Roberto Pizarro, et.

Blog del autor: http://www.cuestiones-basicas.blogspot.com/

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