He leído que entre las pretensiones del gobierno se encuentra la de hacer una televisión pública independiente. Suena irrisorio. No seré yo quien condene estos planteamientos sin al menos permitir algún intento, pero lo que es cierto es que el periodismo televisivo (por no decir el periodismo en general) se ha convertido en un juego […]
He leído que entre las pretensiones del gobierno se encuentra la de hacer una televisión pública independiente. Suena irrisorio. No seré yo quien condene estos planteamientos sin al menos permitir algún intento, pero lo que es cierto es que el periodismo televisivo (por no decir el periodismo en general) se ha convertido en un juego de empresas interesadas en comunicar unos aspectos y en ocultar otros. Y si no que se lo digan a Urdaci, o mejor no, porque ya lo habrán machacado bastante en lo referente a su arte en la manipulación.
El ex-director de informativos, fijo de plantilla desde hace seis años, protagonizó coberturas tan sonadas como la de las manifestaciones contra la guerra de Irak, en la que se jactó de dar un escaso número de participantes; por no mencionar el teatrillo que hizo al nombrar por las siglas a Comisiones Obreras, ese «ce, ce, o, o», que nos dejó patidifusos. No era ocasión esa de presenciar una emisión cual monólogos del Club de la Comedia.
Pero fue el 11-M el momento que hizo palidecer el futuro de TVE. Las presiones del Ejecutivo por ocultar la autoría del atentado, así como las manipulaciones informativas han llevado a la Eurocámara a condenar en un informe las distorsiones producidas por el telediario de la primera. También ha echado en falta la existencia de una autoridad independiente de control de los medios audiovisuales. El informe vio la luz pese a las abstenciones del Partido Popular Europeo.
Los populares están efectuando la «táctica» de no dar el brazo a torcer ante el contrario. A la hora del nombramiento de Carmen Caffarel como directora de RTVE, el PP se decantó por votar en contra, lo que no impidió que Caffarel alcanzase el cargo en el Ente Público. Fran Llorente se encargará de la dirección de los informativos, mientras que para el Telediario de las nueve de la noche se baraja el nombre de Lorenzo Milá, actual corresponsal en Washington.
La televisión pública tiene que levantarse, aunque resulta difícil. Cinco personas han sido nombradas para integrar el «Consejo para la reforma de los medios de comunicación de titularidad del Estado». Dispondrán de nueve meses para aportar sus ideas y cambiar el contenido, la financiación y el modelo del Ente. Pero si parece complicado encaminar a la televisión hacia propuestas independientes, más complicado se hace si su deuda es de 6.892 millones de euros. Actualmente, el 75% de los ingresos de la cadena provienen de los anunciantes, mientras que las aportaciones del Gobierno son de las más bajas de Europa.
Tarea ardua la que debe desempeñar el nuevo Gobierno. Por lo pronto Zapatero ya ha hecho pública su pretensión: «Quiero ser el político que quite la televisión pública a los políticos». Buena propuesta. Daremos tiempo al tiempo, y después bien podremos criticar los tímidos avances de la televisión o alabar las proezas de los «campeones». No obstante, años y años de experiencia nos han hecho comprobar que TVE es de aquellos que se alzan con el poder. A lo mejor esto no es otra cosa que la «utopía Zapatero».